Atrévete a LEER!!!

By mickeleangelo

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Historias de terror para los amantes del genero, solo para aquellos valientes que se atrevan a leerlas..!!! More

Pacto con el Demonio
CUIDA A TU HERMANO
BOOGEYMAN
La Fanática de Hello Kitty
Soledad
El perro de la calle
Alguien Bajo tu cama
Adiós Chespirito Idolo y Gran Comediante
La mujer con la boca cortada
La Madre descuidada
Existe Olvido para aquel que Odia
Llámame mañana, ¿OK?
Suerte que no encendiste la luz
No abras la puerta
MENTIROSOS
La maldición de Carmen Winstead
Tails Doll
Hanako-San la niña del Baño
3 Historias Cortas
Navidad Sangrienta
Demonios de Navidad
Navidad y Tradición
¿Vienes a jugar conmigo?
Por favor, abre la puerta
Nunca quedarse solo
El gato sin ojos
La muerte de bart
Deuda
Aniversario de Muerte
GOTA A GOTA
Daffy Duck Murderer
Versión Perversa de Mario 64
La Niñera
Muerte Pornográfica
La Pasajera
El Sirviente del Diablo
El Monte Embrujado
La Fiesta del Monstruo
El Poseedor del Fin
Desapariciones de Fin de Año
Grýla - Un Monstruo Navideño
03:33 am, La Hora del Tiempo Muerto
Ren y Stimpy
Zozo, El Demonio de la Tabla Ouija
El Barril Fúnebre
¿Quieres Jugar?
Una muñeca de porcelana
La niña y las monedas de Oro
El Asesino del Asiento Trasero
El Hombre Polilla
El pasajero que se desvanece
El Garfio
Caminos Fantasma
La Pintura Encantada
Los humanos pueden lamer también
Las Hermanas Smith
Ellos no son mis padres
La verdadera historia del Exorcismo de Emily Rose
Invocar al diablo, trae consecuencias
El juego de las Almas
Se que estas despierto
Creepys Varias de Dibujos Animados
Silbidos
El Ascensor
La Cita
El Secuestrador
Nadia
Que Dios me perdone
Maddie
2 Historias por 1
Canta Lucia y te arrepentirás
Una historia de terror para mi hijo
Área 51
Historia de Peppa Pig
El juego de la llamada
Leyenda de las Gemelas
La niña de las escaleras
La mujer sin corazón
La llorona
El Árbol de la Niña
La página del diablo
Pozo de los deseos
El Inexpresivo
El Diablo en el Espejo
El Padre sin Cabeza
La Mascota del Diablo
El Familiar
Atrapada en una pesadilla
Verónica
El Misterio del Faro Flannan
Hora con el Psiquiatra
Relatos de Venezuela
La visita nocturna
Tomino's Hell (El Infierno de Tomino)
Feliz Navidad
Señor Bocón
El DVD
La niña sonriente
Un Show Más
La criatura de los ojos tristes
¿Te gusta dormir tarde?
Solicitud de Amistad
Las escondidas, La casa de Markham y Doppelgänger IV
Estoy cerca y Nunca mas
Lucy
Mi mejor amigo
El usuario g00gle_240394
6 Historias de terror cortas
El chat prohibido
Sin Dios ni Santa María
A solas con la muerte
Llamadas telefónicas misteriosas
Detrás de la pantalla
Experiencias de los lectores
El cazador sin sombra
Mamá, lo siento
El Sótano
Marcado
La casa Matusita
La Cegua y El Imbunche
El cadejo
Bunny Man
El dueño
Un pacto con el diablo
¿Por qué a mi?
El demonio de la basura
La casa de los tubos
Pacto con el duende
El Juego de la Fortuna: "Tsuji-Ura"
La estatua del payaso
Una sombra al final del pasillo
No juegues con Germán
Terror en la cajuela
Un verdadero monstruo
Un paquete marcado con "Devolver al remitente"
Tengo doce años y conocí a un hombre amable
Una carta del asesino de mi hija
Ahora la sabe
Golpeteo
Mi hija murio en su sexto cumpleaños
Pete, el destilador de licor ilegal
Luna Palida
La picadura
¡Lucía, ¿Dónde estás?!
El sonido
Capítulo 1: "N" es por Necrosis
Capítulo 2: "A" es por Adicción
Capítulo 3: "V" es por Viaje en el Tiempo
Capítulo 4: "I" es por Ideación
Capítulo 5: "L" es por La Lisiada
Capítulo 6: "E" es por Eco
Camionero Fantasma
El precio del azúcar
El juego de no mires atrás
El adivino de las posibilidades
Mi hermana fue asesinada y no se calla al respecto
El juego de los espejos
El espíritu del hotel Humboldt
La cafetería
Aggie
La ocupante de la celda 32
Soy un operador del 911 y recibí una llamada terrorífica
Teoría de las cuerdas
El teléfono público
El origen de las chicas superpoderosas
Historia de una novicia
La Beldam
El Origen de Laughing Jack Parte 1
El Origen de Laughing Jack Parte 2
El último nivel de la Deep Web
Sueño
Sueños interrumpidos
¿Harías este experimento?
No te mires al espejo
El Holder de la tecnología
Torturado por un Ángel
La estatua del Ángel
Ten cuidado en la oscuridad
La mejor decoración de Halloween
Los 12 sonidos
La foto de la niña
La mujer de las empanadas
El perro delator
3 Leyendas de Puerto Rico
Lentillas que te dejan ciego
¿Qué hacemos con la abuela?
2 historias en 1
El suicidio de Gumball Watterson
El juego del diablo
Laura envió unos lobos
Seleccionada
No te grabes de noche mientras duermes
Almas perdidas
No voltees
El fantasma de mi casa
La noche en la morgue
Zona de la preocupación
El amigo de la infancia
Niñera

El canal 94

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By mickeleangelo

El nuevo televisor que papá me había comprado ocupaba gran parte de mi habitación. El estante que lo sostenía temblaba cada vez que pasaba cerca de él, como si el aire lo moviera, y a veces daba la impresión de que el peso del televisor le iba a ganar y se iba a caer; seguro que ese televisor no resistiría una caída como ésa.

Yo no necesitaba un televisor nuevo. Papá me había prometido un regalo sorpresa si pasaba satisfactoriamente el tercer año de secundaria. Claro que cuando él dijo regalo "sorpresa" yo creí que se refería a algo que realmente valiera la pena, como un Play Station 3 o un Xbox. Pero no, me compró un gran e inservible televisor que más que ser entretenido, era un estorbo que ocupaba mi espacio.

Pero qué más da. Me limité a agradecerle por el regalo. Lo único que pude hacer fue sentarme a mirar mis canales favoritos. Si hay algo que tengo que admitir, es que estos nuevos televisores tienen una resolución excelente; las películas de acción o con muchos efectos especiales sé que vale la pena verlas en mi nuevo televisor. Era un LCD de 40 pulgadas, sólo para mí, aunque como ya dije, de qué me sirve un buen televisor sin una buena videoconsola.

Todo siguió como de costumbre hasta que llegó esa madrugada. Yo dormía tranquilamente hasta que una luz me despertó; era el televisor, se había prendido de repente.

"Seguro se encendió la alarma del televisor", pensé, y lo apagué en seguida sin darle más importancia para así volver a dormir. Minutos después, el televisor volvió a encenderse.

Estaba seguro de que no era la alarma la que había hecho que el televisor se encendiese, pero eso sólo le daba más confusión innecesaria a mi cabeza. Lo volví a apagar. Esa noche no se volvió a encender, y el día siguiente transcurrió con calma; fui a la escuela, mi padre al trabajo y mi madre se quedó en casa cuidando la misma y arreglando el desorden que provocábamos. Al llegar me tiré cansado a mi cama y eché una siesta.

Una vez más el televisor me despertó. Lo raro era que siempre que se encendía, lo hacía en el canal 94, un canal que no tenía programación, sencillamente pura estática. Pero esta vez fue diferente. Esta vez el televisor emitía sonidos entrecortados, que cada vez se hacían más claros, al igual que la imagen.

Hasta que lo pude ver. La estática cobró forma en lo que parecía ser un rostro, un rostro que no era humano, sino que más bien parecía humanoide. El sonido se hizo más claro hasta escucharse un repetitivo "¿Puedes escucharme?".

Me quedé impresionado, por un instante creí que me hablaban a mí. Me quedé viendo lo que creí que se trataba de un programa, pero el humanoide no dejaba de preguntar si alguien lo escuchaba.

—Te estoy hablando a ti —dijo.

"Rayos, creo que debería volverme a dormir", pensé en ese momento. Sólo me limité a decirle:

— ¿Me hablas... a mí?

—Vaya, sí me escuchas, por un momento creí que el holograma no funcionaba —dijo la cara, con una voz algo confortante—. ¿Cómo te llamas, niño?

—Me llamo... Alexander —le dije, sin poder evitar esa sensación de estar hablando con el televisor.

—Ah, qué lindo nombre. Mucho gusto Alexander, yo me llamo Argorio.

—Sí, eh... es un gusto, también...

—Sí, lo sé, debes de estarte preguntando qué rayos está pasando —dijo, moviendo sus ojos, probablemente fijándose en mi habitación—. No es fácil creer lo que te voy a decir, pero necesito que me prestes mucha atención.

En ese momento mi cabeza estaba a punto de estallar. Para empezar, ¿qué era esa cosa? ¿Un alíen? ¿Un mutante?, y ¿por qué a mí?, ¿por qué se me apareció a mí? Pero aunque tenía muchas preguntas, decidí escuchar lo que me quería decir.

—Alexander, en tres días habrá una invasión en la Tierra. Te daré las pautas para protegerte y depende de ti comunicarles a los demás lo que te he dicho. Sintoniza este canal hoy mismo a las dos y treinta y dos de la madrugada, y te explicaré todo lo que tienes que hacer. Nos vemos luego.

Guardé silencio hasta que mi madre entró a mi habitación casi corriendo.

—Me pareció escuchar que hablabas con alguien... Todo está bien, ¿verdad? —me dijo ella, preocupada como siempre por lo más mínimo.

—Sí mamá, todo está... bien.

Hasta las dos de la madrugada no había podido dormir. No podía dejar de pensar en las ridiculeces que me había dicho Argorio. No fue necesario que prendiera la televisión, ya que pocos minutos antes de las 2:32 a.m. se había prendido por su cuenta en el canal 94, y ahí estaba él, otra vez.

—Me pareció una mejor idea aparecer antes, para despertarte por si te habías quedado dormido.

—Sí, pero estoy despierto.

—Alexander, esto tal vez sea mucho para ti, pero confía en mí, haz lo que te digo y verás que nada pasará —Argorio realmente parecía alguien en quien podía confiar, por lo que me sentí seguro de escuchar y hacerle caso a sus palabras—. Primero que nada será mejor que te explique quién soy.

El humanoide comenzó a hablar en voz baja, dado que estábamos a altas horas de la noche y mis padres podrían escucharnos desde su habitación.

—En tres días tu planeta será invadido por entidades desconocidas. No te puedo dar mucha información, sólo sé que una de sus transmisiones se entrelazó con una de las nuestras y así pude escuchar su plan de invasión a la Tierra. Ahora bien, yo soy de una raza superior a la tuya y a la de las entidades, pero debido a mi lejanía no puedo ir a ayudarles, pero sé cómo repeler a esos entes, sólo debes hacer lo que te diga.

Escuché con papel en mano a lo que tenía que decir, cada vez con más suspenso en mi rostro y a la vez con algo de excitación.

—Pega en la puerta de tu casa o tu habitación, dependiendo de en donde te escondas, este dibujo —En seguida el rostro desapareció y dejó ver un símbolo de lo más raro. Era un triángulo partido a la mitad en diagonal, con una pequeña estrella entre las partes y dos signos, parecidos a la escritura hebrea, en la punta superior. Rápidamente lo dibujé.

—Bueno Alexander, eso es todo, haz lo que te digo y dile a la gente que más te importa que lo haga también; al poner este símbolo ellos no podrán entrar a tu habitación o a tu casa. Corre la voz Alexander, de ti depende que esos entes se vayan por donde vinieron. Suerte, nos veremos pronto.

Entonces el canal volvió a la estática de siempre, y yo, callado otra vez, pensé en lo extraño que se había vuelto todo esto; pero sin dudar en hacer lo que dijo Argorio. ¿Nos veremos pronto? ¿Será cierto?

Llegó el tercer día, el día de la invasión. Desgraciadamente sólo había podido convencer a algunos amigos; mi familia me creía loco y gran parte de mis amistades habían dejado de hablarme o sencillamente se reían de mí. Pero no me importó. Pegué el símbolo en cada habitación y en la puerta de mi casa, así como también en varias casas, aunque ellos no hayan querido. Ya era mediodía del tercer día y no había señales de alguna invasión o algún avistamiento extraño. Pasaban las horas y empezaba a creer que todo era un estúpida farsa.

Tanta fue la espera, que ya siendo las 5:40 de la tarde decidí echar una siesta, revisando antes ver el canal 94, sin éxito alguno. Dormí plácidamente por lo que creí que había sido una noche entera, pero otra vez mi sueño fue interrumpido, algo típico durante esta semana. Sólo que esta mi televisor se prendió en el canal de noticias.

Me fije en la hora, 9:07 p.m. Todavía estaba algo somnoliento, pero el reporte de la noticia me hizo abrir los ojos de golpe.

—...no encuentran responsable alguno, y esto no sólo está ocurriendo en nuestro país, en otros países está pasando lo mismo, e incluso nos llegó un video de un transeúnte en el que se llevan a una mujer. Las imágenes son reales y no las hemos alterado, les pedimos calma y discreción. —En seguida la reportera dejó de hablar para mostrar un video. En éste se veía cómo una mujer era perseguida por... algo, o alguien, no se distinguía por la calidad del video, pero lo que sí se pudo ver claramente fue que cuando esa cosa alcanzó a la mujer, desaparecieron, ambos.

Me quedé estupefacto, no podía creer lo que había visto.

Había comenzado, y no sabía por qué, pero al parecer no nos querían matar, sino que nos querían vimos. Pobre mujer, ¿a dónde se la habrán llevado? La reportera siguió hablando.

—Aquí se pudo ver lo que está ocurriendo ahora mismo en muchas partes del mundo. ¿Una invasión, quizá? Lo importante es mantener la calma y quedarnos en casa, el Presidente dará un discurso en dos horas; con esto me despido.

Rápidamente fui donde papá y mamá a decirles que, después de todo, tenía razón. Pero para mi mala suerte ellos no estaban. Sólo había un carta que decía que habían salido a una cena y por no querer despertarme no me dijeron nada. Mierda. Me quedé en casa, solo, rogando que todo acabara.

Estuve callado alrededor de una hora cuando comencé a escuchar ruidos afuera. Me tenté a asomarme a la ventana pero me resistí, no sería bueno que supieran que había alguien en casa, aunque estuviera protegido con el símbolo ése.

Pude escuchar los gritos de los vecinos. Tontos. Yo pegué el símbolo en sus puertas; seguro lo quitaron. Aun así no se lo merecían, de hecho, nadie merecía esto.

Estaba realmente enojado, todo lo que se escuchaba afuera eran gritos, pasos acelerados y ruegos. Se los estaban llevando. Me sentí tan impotente en ese momento, y pensé en mamá y papá. ¡Mierda!, pude escuchar cómo alguien se paraba al frente de mi puerta. Se quedó mirándola un rato y siguió su camino. No pueden entrar... aquí no.

Habían pasado alrededor de dos horas, los gritos habían cesado y ahora había un silencio sepulcral que envolvía a la noche. Prendí el televisor para ver qué tal iban las cosas, pero no había señal. Ningún canal tenía programación, ni siquiera el 94. Lo apagué. Todo había terminado, o eso creí.

Cuando me disponía a salir, escuché pasos afuera de mi puerta. Era uno de esos entes, lo supe porque se quedó al frente de mi puerta estático, tal vez dejándose hipnotizar por el símbolo de protección.

Estaba tan enojado con esos entes, que no me importó nada, tomé un cuchillo y abrí la puerta. No tuve tiempo si quiera de verle a los ojos, lo apuñalé de inmediato en lo que me pareció que era su estómago una y otra vez.

Cayó herido, casi muerto. Era un ente transparente, sin ojos, y sus brazos eran muy cortos.

—Te lo merecías —le dije, temblando mucho—. Dime dónde están los demás o morirás.

Ya era muy tarde, el ente empezó a agonizar; pero con las pocas fuerzas que le quedaban, me habló:

—Yo sólo... q-quería... ayu... dar...

— ¿Llevándote a la gente de mi planeta? ¿A mi familia? ¡¿DÓNDE ESTÁN?! —le grité, desesperado.

—Ellos están... bien... Los llevamos a otro planeta para salvarlos de la... inva... sión... —El ente hacía todo lo que podía para hablar, pero ¿por qué mentía?

— ¿De qué hablas? Argorio me dijo que ustedes invadirían mi planeta.

—Argorio... es quien los invadirá... nosotros venimos a llevarlos a un lugar... seguro.

Fue en ese momento que recordé las últimas palabras de Argorio. "Nos veremos pronto", me había dicho, con una macabra sonrisa. Maldición, fui un idiota.

—Llévame con los demás, con mis padres, ¡te lo ruego! —le dije al ente, pero éste ya no respondía, no se movía... no respiraba.

Salí corriendo a la calle, pero no había nadie. Las casas a las cuales les había pegado el símbolo estaban sin el mismo, abiertas. Se habían llevado a todos. Me sentí solo, solo en el mundo, quizá yo era el único al que no se llevaron. Tomé un bate de béisbol, el favorito de papá, tomé el caso de bicicleta que tenía y guardé varios cuchillos en mi pantalón. Subí al techo de mi casa. Me quedé mirando al cielo, esperando.

Esperando a que volvieran por mí.

—Me mentiste —dije, sabiendo que en cualquiermomento vendría Argorio.

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