Habían pasado casi dos días desde que Peter vio mi trasero "accidentalmente", luego de eso llamé a Remolques Peterson y después de varios minutos criticando su servicio conseguí que remolcaran mi coche gratis.
No había visto a Peter desde entonces, pero su ropa seguía conmigo ¿Por qué? Porque recordé que la traía puesta cuando llegué a casa.
Soy brillante, lo sé.
—Jacob y su equipo llegarán dentro de cinco minutos, date prisa ¿Mencioné que Peter nos esperará en la recepción? Deben entrar juntos. McCurtney quiere fotografías de ustedes por todos los periódicos, revistas y programas de televisión del país luego de esta noche. —farfullaba Hector sin pausas para respirar.
—¿Puedes cerrar tu bocota? No dejas de hablar desde que me metí a la ducha. —le reprendí secando el agua que goteaba de mi cabello.
—Lo siento, es que realmente temo que la cagues. Recuerda sonreír cada vez que una maldita cámara te enfoque. —indicó por décima vez desde que llegó a casa.
—Descuida, lo tengo todo más que controlado. —informé colocando mi ropa interior por debajo de la toalla. Acto seguido quité mi bata y me puse uno de mis amados pijamas.
—¡¿Piensas ir vestida así?! —vociferó Hector mirando de arriba a bajo mi vestimenta con desaprobación.
—Por supuesto que no, pero el vestido se coloca al final, luego del peinado y el maquillaje. —hablé irritada. — En la alacena hay una caja de té tranquilizante ¿Podrías prepararme uno a mi? Bebe el resto de la caja si quieres, la necesitas más que yo. —ordené y reí luego de que Hector me enseñara su dedo del medio.
El timbre comenzó a emitir una molesta melodía avisando que Jacob esperaba en la entrada. Ambos bajamos a la primera planta. Hector, por su parte, dirigió su paso a la cocina, supongo que había considerado lo del té.
Caminé hacia la puerta para recibir a Jacob, él era mi estilista desde que comencé con mi carrera, además era un muy buen "amigo" de mi representante.
—Hola, cielo. Tenía tiempo sin verte.
—Es bueno verte. —respondí su saludo y le di un gran abrazo.
—Muy bien, comencemos.
***
Mi cabello se veía más largo de lo normal gracias a las extensiones que le añadió. Había algunas ondas desordenadas en él lo que lograba algo de volumen, era algo sexy y atrevido.
El maquillaje no era muy exagerado. Los colores eran en claros, tonalidades rosa pálido y en color champagne, a excepción del delineado en color negro dibujado perfectamente en mi párpado móvil.
Miraba mi figura atentamente en el espejo de mi habitación. Nunca me había sentido conforme con mi cuerpo, pequeños detalles e imperfecciones que me gustaría cambiar.
Saqué la prenda del perchero y me la coloqué. Era un vestido rosa palo que había comprado en un viaje a Italia, aún no había encontrado un momento para lucirlo, supuse que era la ocasión perfecta.
El vestido llegaba cinco dedos sobre la rodilla. Era ceñido en el torso y a partir de la cintura caía una falda acampanada. Lucía inocente con él, pero el peinado y maquillaje se complementaban demasiado bien.
—Te ves fabulosa. Vas a romper muchos corazones hoy. —dijo Jacob recostando su cuerpo sobre el umbral de la puerta de mi habitación.
—Eres muy bueno en lo que haces, ¿Te lo he dicho alguna vez? —reí sabiendo que se lo había repetido en varias ocasiones.
—No estoy seguro, solo algunas veces. Quizá una más sea la ración de alimento justa para mi ego. —bromeó.
—Gracias Jacob, realmente has hecho un trabajo genial. —le agradecí caminando hacia donde él estaba y le dí un gran abrazo.
—De nada, Cam. —susurró respondiendo mi abrazo. — Mueve ese culo porque llegaras tarde.
Moví mis piernas lo más rápido que pude con dirección a la puerta. Charlie, mi chofer, esperaba fuera. Conducía un Volvo c70, había decidido que una limusina llamaba demasiado la atención cada vez que tenia que trasladarme a algún evento, por lo que el Volvo era perfecto.
Charlie abrió la puerta trasera del coche para que pudiera subir, le agradecí con una sonrisa y me adentré en este. Hector ya se encontraba dentro, estaba concentrado en su móvil, apuesto cualquier cosa a que no notó cuando el vehículo arrancó.
El viaje duro alrededor de diez minutos. La fiesta sería en uno de los hoteles mas lujosos y costosos de la ciudad, Epic Hotel.
El ruido de los fanáticos y reporteros amontonados en el vestíbulo comenzaba a hacer presencia en mis oídos.
—¿Vamos a entrar por ahí? —pregunté asustada a Hector, quien miraba con atención el tumulto de personas.
—Por supuesto, no veo las horas para ser arrollado por una multitud de dementes. —respondió con más ironía de la que usualmente utilizaba.
—No es gracioso.
El Volvo rodeo el edificio y se detuvo cuando llegó a una entrada bloqueada por varios hombres vestidos con traje negro. Habia algunas personas intentando pasar, pero la cantidad era notoriamente más disminuida que en la puerta principal.
Uno de los guardias se acercó al auto y abrió la puerta esperando mi bajada.
Una vez que estuve fuera del coche los flashes de las cámaras comenzaron a encandilar mi visión, El resto de los hombres se acercaron a cubrir cuando los reporteros intentaban llegar a mi.
La misma situación se repetía una vez por semana aproximadamente. Estaba bastante familiarizada con el asunto, pero no significaba que fuera agradable.
Uno de los enormes gorilas comenzó a despejar el área de la puerta para que pudiera entrar. Cuando por fin pude introducirme en el edificio fue el fin de ese incomodo episodio.
Peter estaba recostado sobre el escritorio de la recepción y charlaba cómodamente con una mujer rubia mientras la secretaria tecleaba unas cosas en su computadora.
Su mirada se posó sobre mi al escuchar el ruido de mis tacones golpetear contra el suelo con cada paso que daba hacia él. Esta viajo desde mi rostro hasta mis pies y una sonrisa atrayente se dibujó en su rostro.
—Ha caído piedra sin llover. —comentó en voz alta y la voluptuosa rubia me miró.
Coloqué los ojos en blanco. La muchacha le susurró algo a Peter con una sonrisa atrevida y se alejó.
No pude evitar hecharle un vistazo a la apariencia de Tanner, se veía demasiado bien. Lucía una camisa blanca que hacía maravilla sobre su torso. Algunos dibujos con tinta negra se traslucían debajo de la tela y... cielos.
—¿Te gusta lo que ves?
Carajo.
—No te ves tan mal después de todo. —hice una mueca de desagrado y una carcajada escapó de su garganta.
—Tu tampoco te ves tan mal, de hecho, te ves bastante... apetecible. —habló con una sonrisa ladeada repasando una vez más mi figura.
Un incomodo calor recorrió mi cuerpo sin piedad y finalmente se acumuló en mis mejillas. ¿Por qué me provocaba esta maldita sensación de asfixia en una ola insoportable de calor? No quería sentirme así ante un comentario insignificante. Mis piernas flaquearon ante su desvergüenza y trate de mirar hacia cualquier punto que no tuviera relación alguna con sus ojos esmeralda.
Agradecí internamente cuando una mujer morena muy bien vestida se acercó a nosotros y nos guió hasta uno de los ascensores desocupados. Luego de varios pisos de un silencio incomodo y una mortificarte melodía las puertas del elevador se abrieron. Había una pequeña alfombra roja que desencadenaba en una gran puerta de doble hoja, estaba abierta de par en par, dando paso a un espacio repleto de luces. Varios fotógrafos y reporteros se encontraban detrás de una simple barrera que se ubicaba a un lado del tapiz, estos empujaban sus cuerpos para poder ubicarse adelante de todo.
—Simplemente deben sonreír a las cámaras y permanecer juntos. No es necesario que respondan preguntas, ni que se acerquen a los noteros, solo sonrían. —indicó la mujer algo acelerada y acto seguido se retiró cuando alguien del personal mencionó su nombre.
Ambos comenzamos a caminar por el tapete rojo rubí. La cercanía no se encontraba dentro de mi zona de confort, pero solo serían algunos metros, podía soportarlo.
Sonreí ampliamente a las cámaras, que luchaban por captar el momento desde el ángulo perfecto. Un par de minutos fue suficiente para que los fotógrafos captaran la buena relación que Tanner y yo compartíamos.
Peter y yo nos introducimos en el gran salón, el cual estaba fabulosamente decorado. Estaba repleto de gente bailando y en el centro del lugar se podía observar una luminosa barra de tragos.
—Hay bellezas por doquier, no planeo seguir perdiendo el tiempo contigo. —comentó con socarronería.
Estuve a punto de responder su expresión machista, pero el sonido de sus pasos en el suelo de madera se escuchó cada vez más lejano.
Miré a mi alrededor en busca de algún conocido que no fuera Hector. Diablos, hubiera sido bueno invitar a Shay.
En mi búsqueda pude divisar a Peter hablando con una jodida rubia ¿En serio? De todas formas no me interesa, que tenga sexo con un ejercito de rubias esqueléticas no me quita el sueño.
—¡Hey! ¡Camille! —exclamó alguien a mis espaldas. Dí un brinco ante la sorpresa y volteé para ver de quien se trataba.
—¡Jake! Que bueno verte —saludé con simpatía.
—Lo mismo digo... ¿Has venido sola?
—No, vine con mi representante, pero creo que él esta ocupado ahora. —señale a Hector, quien bailaba entretenidamente con un muchacho de cabello platinado.
—¡Oh! Ya lo veo. —rió. — Entonces... ¿Qué piensas si te invito un trago?
—Me parece bien. —respondo con una sonrisa.
Jake me guió hasta la barra. Para nuestra fortuna no había demasiada gente, por lo que el barman tomó nuestro pedido con rapidez.
Una piña colada para mi y una cerveza para él fueron depositadas justo frente a nosotros. Toma el vaso y le di un sorbo, sabía demasiado bien.
Jake y yo charlamos durante un largo tiempo, podría decir que estuvimos casi una hora sentados en los taburetes hablando idioteces. Era un chico realmente agradable. La fama no había destruido su humildad y eso era realmente admirable. Compartíamos muchos gustos en común y algunos fetiches tontos. Cabe aclarar que también es bastante atractivo.
Comenzaba a sentir el efecto del par de piñas coladas y el mojito que había injerido. Mis sentidos estaban completamente aturdidos y una risita estúpida cada tres palabras que pronunciaba me habían dejado en total evidencia.
—Deberíamos bailar ¿No lo crees? —me bajé del asiento vacilante y tiré de sus manos sin fuerza alguna.
—Opino que si llegas a hacer un movimiento brusco vas a desplomarte en el suelo, Cam, sería bueno que te quedes sentada.
—Pero yo no quiero estar sentada, quiero bailar, no me iré de aquí sin mover el trasero. —repliqué poniendo mis brazos en jarra y sonando demasiado infantil.
Él soltó una carcajada y siguió mis pasos.
How deep is your love hacía retumbar la superficie. La gran mayoría de los invitados movía su cuerpo al compás de la música y no quise quedarme atrás. Arrastre a Jake hasta el centro de la pista y comencé a bailar, sin control alguno sobre mi anatomía.
Jake realizaba movimientos discretos, como si quisiera pasar desapercibido de cualquier persona a su al rededor, mientras que mis movimientos toscos y exagerados captaban la atención de cualquier ser con fuerza vital y un par de ojos.
Tomé a Jake por los hombros y moví mis caderas con descaro. Él ni siquiera reacciono ante mi acción anterior, simplemente se quedo plantado en el suelo con una tonta sonrisa y sus manos yacían inmóviles a sus costados.
Cuando me di cuenta de que no haría otra cosa además de mirarme como si estuviera loca, le devolví su espacio personal y continué bailoteando sola.
—Cam, no te muevas de aquí. Iré al baño. —informó y acto seguido se alejó de allí.
—¿Que ocurrió con tu cita?
Una vez que Jake se alejó lo suficiente, un murmullo familiar en mi oído revolucionó mis sentidos sin cuidado. No le había hecho falta rozar mi piel para que esta estuviera erizada.
—¿Qué hay de la tuya? —evadí su pregunta sin otorgarle mi completa atención.
—Encontré algo más interesante que hacer.
—¿Más interesante que una rubia con pechos falsos? No deberías perder más tiempo. —me burlé sin dejar de brincar al ritmo de Shape of you.
—Parece ser que una pequeña morena ebria con vestido ajustado es mas interesante que una modelo sin gracia. —chanceó acercando sus labios a mi oído. — ¿Te apetece bailar unos minutos conmigo?
Antes de que pudiera emitir una respuesta su brazo había rodeado mi cintura y no hizo falta algo más para que comenzara un movimiento lento contra su cuerpo.
Peter presionaba mi cintura incitándome a agitar mis caderas. Coloqué mi brazo izquierdo por detrás de su cuello y el derecho se negaba a sostenerse de otro lugar que no fueran sus hombros.
Mis piernas se sentían leves e inestables. Si él me soltaba de seguro el impacto contra el suelo sería doloroso, pero no más doloroso que la presión que cada vez acrecentaba en la parte baja de mi abdomen.
Cielos, bailar con Peter Tanner no era tan malo después de todo.
Un jadeo se fugó de mi garganta cuando su rodilla rozó mi centro intencionalmente. Mi mano se perdió entre las hebras despeinadas de su cabello.
I'm in love with the shape of you. We push and pull like a magnet do. Altough my heart is falling too. I'm in love with you body.
Una intensa bruma usurpó mi juicio y mis pulmones rogaron por aire fresco. Me aparte de Peter mientras un partido de football americano se llevaba a cabo en mi cabeza.
—Necesito tomar aire unos minutos. —comuniqué con ahogo.
—Ven aquí.
Me tomó por la muñeca y avanzó rápidamente entre la gente. Pude notar que se dirigía a una puerta de hoja doble color castaña, no estaba muy a la vista. Estaba entreabierta, por lo que no basto más que un pequeño empujón para abrirla.
Una pequeña brisa helada chocó contra mi cuerpo. Mis pulmones se abastecían de oxigeno y mi cuerpo intentaba volver a su temperatura habitual, pero la insoportable punzada en mi cabeza no disminuía.
Mis ojos viajaron por todo el espacio. Era una gran terraza que regalaba una maravillosa vista de toda la ciudad.
—¿Mejor? —preguntó.
Se encontraba a algunos metros de distancia, me miraba atentamente con preocupación y curiosidad. Asentí con un corto movimiento.
—Necesito volver a casa. —murmuré. — Tengo que encontrar a Hector.
Sonaba completamente sofocada, lo que desmentía totalmente mi asentimiento anterior.
—¿Sufres ataques de pánico?
—Desde los diez años. —respondí recuperando la postura. — Generalmente sucede cuando me sobrecargan emociones con más intensidad de la que puedo soportar. —expliqué.
Tanner no emitió ninguna respuesta, pero pude ver una pequeña sonrisa en su rostro.
—¿Soy una sobrecarga de emociones intensas?
Pude notar el tono burlesco en su pregunta.
—No precisamente, eres un idiota, un exasperarte idiota. —solté un largo suspiro.
Comencé a caminar hacia adentro. Iba a buscar a Hector y marcharme de aquí.
—Solo estaba jugando, Cam. —me detuvo antes que cruzara la puerta. — Puedo llevarte, deja que Hector disfrute la noche un poco más.
—Olvídalo, Peter. —siseé. — Además puedo tomar un taxi.
Comencé a caminar y el sonido de la suela de los zapatos golpeteando contra el suelo determinó que Tanner no se rendiría tan fácil.
—Vamos, Cam ¿Por qué eres tan orgullosa? —habló sobre el volumen de la música tomándome por el codo.
—No soy orgullosa, simplemente dije que puedo tomar un taxi hasta casa. —hice un movimiento brusco para zafarme.
—No es del todo seguro que tomes un taxi a esta hora.
No podía asegurar que era seguro. Pero sin dudas ir a casa con Peter era más peligroso que subirme a un taxi con un conductor totalmente ebrio y drogado.
—Simplemente te llevaré, no diré una palabra en todo el camino, y puedes elegir la música que quieras escuchar. —insistió.
Era demasiado molesto cuando se lo proponía.
—Esta bien. —resoplé.
Seguí avanzando entre las personas. Tenía que comentarle a Hector mi decisión. Luego de husmear durante algunos minutos en la pista de baile, pude verlo sentado en un taburete charlando cómodamente con una mujer que rondaba las cuatro décadas.
—Iré a casa, no me siento muy bien. Charlie va a recogerte cuando le des un llamado. —farfullé.
—Espera un segundo. —me detuvo antes de que pudiera ir más lejos. — ¿Quién va a llevarte?
—...Peter. —respondí en un susurro casi inaudible en comparación al volumen de la música.
Sabía que Hector suponía quien sería mi chófer, pero la necesidad de dejar mi dignidad y orgullo en ridículo siempre se mantenía latente.
—¿Que has dicho? —cuestionó una vez más y una rara mueca delató la carcajada que estaba reprimiendo.
—He dicho que Peter Tanner va a llevarme a casa. —mascullé.
—¿Tanner?... —frunció el ceño. — Oh, por supuesto, ese muchacho caliente que aborreces y te provoca repulsión, como olvidarle.
—Se me parte en dos la cabeza, no necesito soportar tu ironía.
Sabía perfectamente que estaba entrando en la boca del lobo, pero era un lobo con ojos verdes y un trasero espectacular, nadie puede resistirse a una de esas bestias. Sin incluir que realmente no era de mi agrado estar a la intemperie hasta que un taxista se dignara a parar, y no era del todo seguro que una figura pública tomara un taxi a una hora de la madrugada.
Me colé en el primer elevador que abrió sus puertas. Tanner y yo acordamos movernos por separado. Él ya había bajado y seguramente esperaba en su coche.
Podría causar mucho revuelo una foto de los dos saliendo juntos de la fiesta. Se presta para más rumores de los que necesito en mi vida.
Saqué un pañuelo de mi bolso y lo coloque al rededor de mi cabeza, como si de una musulmana se tratara.
Peter había estacionado su coche en un callejón que únicamente era visitado por los empleados de un restaurante no muy conocido. Iban ahí para depositar la basura en los contenedores.
Caminé al rededor de cien metros y cruce la calle. La oscuridad del callejón cubrió la totalidad de mi visión, haciendo que distinguir cualquier masa se hiciera imposible.
Una sombra que identifique como el coche de Tanner ocupó mi campo visual. Me moví con rapidez hasta aproximarme al vehículo, abrí la puerta y subí.
El aroma familiar se colo por mis fosas nasales, haciendo un contraste perfecto con el humo del cigarrillo que Peter sostenía entre sus labios.
Las palabras fueron escasas durante el camino. Ninguno de los dos se molestaba por iniciar una incómoda conversación.
Lo observé con atención. Los músculos debajo de su camisa se tensaban cada vez que insertaba un cambio. Sus ojos verdes se negaban a distraerse del camino y el cigarrillo entre sus labios se balanceaba haciendo que el enfoque en ellos sea inevitable.
—Yo... lamento haber actuado así. No me he embriagado antes. —articulé. Sus labios se torcieron formando una sonrisa ladeada.
—Descuida.
El coche se detuvo cuando estuvimos en la entrada de mi casa.
Lo mire de reojo, su visión seguía clavada en el parabrisas delantero.
—Adiós... y gracias. —murmuré bajando del BMW.
—Nos vemos pronto, Cam.
Cerré la puerta del auto y acto seguido desapareció de mi vista una vez que dobló en la esquina.
Me adentré en el calor de mi hogar y un largo suspiro escapó de mis labios.
Había sido una noche más agitada de lo que esperaba. Aun podía sentir el calor que el cuerpo de Peter emanaba sobre el mio.
Quité mis zapatos y los arrojé sobre el sofá. Una pequeña vibración fue emitida dentro de mi bolso. Tomé mi teléfono y comprobé el destinatario del mensaje.
Me debes más de una. Descuida, voy a sacarle provecho. -P. Número desconocido.
♥♥♥
Tanto tiempo!
Perdón por actualizado tan tarde, pero el colegio enserio me tiene ocupadisima, es doble turno y literal hay veces en las que no tengo tiempo ni de comer. Gracias por la paciencia, enserio.
Les traje un capítulo bastante largo e interesante. Creo que es lo que va a desatar toda la cuestión entre Camille y Peter. Prepárense para lo que se viene.
No se olviden de votar y comentar que enserio me motiva mucho. Cuando el capitulo tenga mas votos y comentarios voy a subir el nueve.
Gracias por leer.
Besosss :***