Lo tenía a él.
Era la persona que terminaba de llenar esos espacios. Me hacía sentir feliz, acompañada, segura. Era lindo saber que alguien me quería y me veía de una forma diferente y especial. Me sentía una ganadora estando a su lado. Éramos la pareja perfecta e ideal para muchos chicos. "Los Reyes de la Pista" era como solían decirnos, porque su talento con el patín es indiscutible. Se luce con sus trucos y bailes. Está hecho para el éxito. Por eso yo tenía que estar con alguien de esa talla. Matteo y yo debíamos estar juntos.
Cuando tenes una relación, hay cosas que uno desea ver en su pareja. En mi caso, yo pedía a alguien: hermoso, ganador, de alta clase, que le gusten los desafíos, inteligente, un poco rebelde, y, obviamente, que me quisiera y me acompañara siempre; pero más allá de todas esas cosas, buscaba a alguien que me hiciera sentir representada, y viceversa, y con Matteo sentía eso. Es que es innegable, éramos hermosos juntos.
Pero una cosa es como lucimos ante la gente, y otra es la relación en sí.
Llegó un punto en que sentí que la relación no estaba andando, no había el mismo feeling, estaban los típicos desacuerdos. Yo sé, no me comporté como debía, pero pensé que estaría de mi lado y no fue así. Pero todo lo que hice, fue para llegar más alto como tanto lo habíamos soñado. Como cosa rara, mis planes no salieron como esperaba.
Habíamos cortado, y me dolió muchísimo aunque no lo demostré, porque como siempre: primero muerta a que me vean mal. Pero lloraba todas las noches. Era inevitable. Me hacía falta la única persona que me daba cariño, cariño tangible, ese del que podía sentir y saber que nunca me faltaría pero que jamás creí que se iría. Luego vi una escenita que... después te digo.
Pasado un tiempo volvimos, pero claramente, no era lo mismo; intenté recomponer mis sentimientos pero no existía la misma confianza, comunicación y química, ni siquiera en la pista que era donde solíamos entendernos mejor. Todo empezaba a desmoronarse y mi corazón también. Pero no podía seguir permitiéndome sufrir más de lo que ya lo he hecho.
Cuando decidí que había que terminar con todo, créeme, lo pensé mil veces. Sabía todo lo que estaba en juego y lo que estaba por perder, pero tomé el riesgo, fui directa y tajante. Recuerdo como si fuese ayer el día que cortamos en el parque y mis palabras contundentes: "a partir de ahora sos parte de mi pasado"; por fuera, franca, concisa y con un corazón de piedra pero por dentro podía sentir como mi corazón se rompía poquito a poco. De las peores sensaciones de mi vida.
Sin embargo, no me arrepiento. Ya esa herida está sanada. Me siento bien con eso. Y sé que el ahora está feliz, nunca lo había visto con tanta alegría, salió una versión de el que jamás pude presenciar... y hay una persona que es la responsable de todo eso.