Un encuentro predestinado

By 322claurs

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Mientras investiga las desapariciones que aquejan a su ciudad, Minato Namikaze, Inspector policial, recibe el... More

(ED)Prólogo.
(ED)Capitulo 1: El extraño caso nuevo.
(ED)Capitulo 2: ¿Quién es el niño misterioso?
(ED)Capitulo 3: Pistas inconexas.
(ED)Capitulo 4: Un acto de falsedad.
(ED)Capítulo 5: De momento, ellos sólo observan.
(ED)Capitulo 6: Vestigios del pasado.
(ED)Capítulo 7: Lazos inesperados parte I.
(ED)Capítulo 9: Siguiendo el rastro.
(ED)Capítulo 10: De amargos recuerdos y reuniones importantes.
(ED)Capítulo 11: Culpa.
(ED)Capítulo 12: En busca del punto clave
(ED) Capítulo 13: Una llamada inesperada.
(ED)Capítulo 14: Verdades y mentiras
(ED)Capítulo 15: Todo tiene un final.
(ED) Capítulo 16: Ecos lejanos parte I.
(ED)Capítulo 17: Ecos lejanos parte II
(ED)Capitulo 18: Sospechas.
Capítulo 19: Contra el tiempo parte I.
Capítulo 20: Contra el tiempo parte II
Capítulo 21: El poder de una palabra

(ED)Capítulo 8: Lazos inesperados parte II.

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By 322claurs


 " A veces, uno cree que todo lo ha olvidado, que el óxido y el polvo de los años han destruido ya completamente lo que, a su voracidad, un día confiamos. Pero basta un sonido, un olor, un tacto repentino e inesperado, para que, de repente, el aluvión del tiempo caiga sin compasión sobre nosotros y la memoria se ilumine con el brillo y la rabia de un relámpago"

La lluvia amarilla (1988) Julio llamazares

Horas más tarde Minato tomaba asiento frente a una mesa circular situada en una sala privada de la comisaría, mientras altos mandos de la policía hacían lo mismo a su alrededor. El ronroneo del aire acondicionado llenaba el mutismo álgido de la sala, y el lúgubre murmullo de los maletines anunciaba que ese encuentro marcaria el arranque de un nuevo enfoque con respecto a los actos que se estaban suscitando en los países del mundo.

—Me causa satisfacción poder tenerlo presente, comisario No Sabaku —empezó la reunión el comisario del cuerpo de policías de Konoha, Sarutobi Hiruzen. Su voz, profunda y pausada, se desplegó hasta cada rincón de la sala—. Realmente espero que esta reunión sea satisfactoria para ambas partes.

De esta manera, a las tres y siete de la tarde, la pesadez que se había formado dentro de los lindes de la sala se fue diluyendo a medida que aquel personaje presentaba a cada uno de los oficiales; en total eran cinco representantes del cuerpo policial de Konoha y un cuarteto proveniente de Suna.

Durante aquellos primeros minutos, Minato se limitó a estudiarlos a detalle, ansiando a grandes veras que llegaran a un acuerdo y hallaran además una manera de dar con la solución a las muertes de las personas desaparecidas. Esa reunión había sido ansiosamente esperada y muchos tenían en ella puestas las esperanzas de dar con un plan de acción que los llevara, eventualmente, a la salida.

—Asumo que todos los presentes están al tanto de las razones que hoy nos exige reunirnos —tomó la palabra Rasa, un hombre de cabello ígneo y ojos tan oscuros que recordaban a tenebrosos pozos, con quién Minato había estado tratando a lo largo del último año. Aquel oficial miró detenidamente a los demás agentes, antes de proseguir al asegurarse que todos asentían—. Bien, entonces debemos apresurar el proceso de la investigación con respecto a estos hechos. El asunto puede salirse de nuestras manos cuando menos lo esperemos.

Sin agregar nada más cada quien fue sacando las notas, documentos y demás reportes relacionados con los sucintos hallazgos que tenían de momento.

—Hace dos semanas se encontró el cuerpo de nuestra primera víctima —Sarutobi enlazó los dedos sobre la mesa, dirigiendo su mirada a la proyección del video beam en la inmaculada pantalla color blanco. La fotografía de Annaisha antes de la denuncia de desaparición apareció en aquel lugar junto a los datos más relevantes de su caso—. En el lugar donde fue hallada no hay mayores pistas o huellas, salvo un rastro de tierra que bien puede pertenecer a cualquiera de los muchos bosques que rodean la ciudad y los pueblos del país. Un punto que logró llamar más nuestra atención, fue una alteración post-mortem en el cuerpo.

Cuando la fotografía cambió a una de las muchas tomadas aquella tarde durante la inspección y levantamiento de cuerpo, Minato se fijó en el ceño fruncido de Rasa y sus acompañantes, al igual que la insistente mirada de Shizune que se encontraba apostada a la derecha de la doctora Senju.

—A primera vista tenemos algo interesante —interrumpió Rasa el discurso de Sarutobi. El comisario de Suna indicó a su ayudante que proyectara en un segundo video beam los reportes de su investigación. En pantalla se ilustraron los datos de un hombre y una mujer, cuyos cuerpos fueron encontrados en ambientes diferentes, bajo signos de muerte similares—. Ambos son de las primeras personas que desaparecieron. Como sabemos, en el Viento son 28 los que hasta el momento integran el caso que manejamos, mientras que en el Fuego son 33. De esos 28 hemos encontrado dos cadáveres, mientras que acá se ha hallado de momento uno. Las causas de muerte, arrojó la autopsia, entre los tres casos son la misma; estrangulamiento. En las tres ocasiones se encontraron los cuerpos en diferentes estados de descomposición, es decir, que no los hallamos horas después de sus asesinatos, sino hasta semanas después de los hechos, a diferencia de ustedes, que advirtieron la muerte de Ahoyama después de sólo tres días. Además de la diferencia que acabamos de mencionar, existe otra.

Y una muy evidente, pensaba Minato mientras observaba de una proyección a la otra; no era difícil encontrar a que se refería Rasa.

—¿Han investigado qué significan? —indagó el inspector Nara, sin apartar los ojos de las imágenes grabadas en la putrefacta piel de ambos cuerpos. Grabados que se encontraban en el mismo lugar donde faltaba piel en el cadáver de Annaisha.

—Son símbolos familiares —aportó Minato antes que los agentes de Suna tomaran la palabra—. Normalmente quien los porta se está identificando como un miembro de un Clan familiar antiguo o poderoso. Entendiendo por Clan familiar un grupo de personas que comparten negocios, credos, ideologías, religiones, y en la mayoría de los casos, lazos sanguíneos. Antiguamente las personas que pertenecían a un Clan vivían en los mismos sectores y resolvían sus problemas bajo leyes o decisiones internas. Resaltaban la unión y lealtad familiar, anteponiendo siempre el beneficio de éstas.

—Y es una forma de relación que se dejó hace muchos años —completó Rasa, asintiendo a los aportes de Minato—. Hoy vemos que las relaciones familiares son muy distintas en todos los aspectos posibles, además de que dicho sentimiento de pertenencia se ha deteriorado con el tiempo —Rasa dirigió una fugaz mirada al inspector Baki, de Suna, y luego agregó en un tono sombrío—: como vemos, los dos cuerpos que encontramos hace dos semanas en nuestro país, tenían gravados en sus cuerpos los símbolos de dos clanes familiares. Así que nos dimos a la tarea de indagar un poco en las ramificaciones sanguíneas de ambos personajes, encontrando así que efectivamente, hace muchas generaciones, ambas familias tenían lazos estrechos. Creímos que quizá ese sería otro punto en común con los casos tratados acá en Konoha, y mirando esa fotografía, me doy cuenta de que es muy posible.

Minato intercambió una mirada con Shizune, que desde el inicio de la reunión parecía querer comunicarle algún asunto con su insistente mirada. Al mismo tiempo Shikaku no apartaba sus ojos de las proyecciones, Tsunade y Sarutobi estaban inmersos en un duelo de miradas y los cuatro oficiales de Suna esperaban algún aporte.

—Sabemos que todos los desaparecidos se conocían, frecuentaban los mismos tipos de lugares y algunos hasta se reunían en ciudades o pueblos específicos. Si insinuamos que todo el caso se reduce a una disputa causada por sus linajes de sangre, tendría sentido. Pero entonces ¿Cuáles son las causas del problema? ¿Desde hace cuanto? ¿Quién los está asesinando? Además...—el inspector Nara sacudió la cabeza, imponiendo orden a sus ideas—. Teniendo en cuenta que el sector donde debería ir el tatuaje o símbolo familiar de Annaisha fue extraído del cuerpo, ¿podemos deducir que alguien quería ralentizar la investigación alterando pruebas?

Si lo pensaban de esa manera Minato admitía que podía tener sentido. El asunto de la muerte de Annaisha se iba complicando cada vez más; hasta el momento sabían que un tercero (que no había actuado en las peripecias de Suna) había alterado de alguna forma las pistas, además que de un modo retorcido, gracias a él (por dejar verse en aquella vivienda por los vecinos) habían hallado el cadáver en menos de una semana. Minato detalló una última vez las fotografías y luego dio su aporte a aquella suposición.

—No creo que sea eso —miró a la doctora Senju de forma breve, para luego hacer lo mismo con la médica forense llegada de Suna, Chiyo—. Considero que hay formas más sutiles de quitar un tatuaje sin necesidad de separar toda la dermis donde está situado. Yo diría que más bien la intención era provocar un desvío en la investigación.

—Estoy de acuerdo —Chiyo habló en tono suave y bajo, con su atención puesta en los agentes de Konoha—. Existen maneras menos evidentes de quitar una imagen tatuada en la piel, aunque ninguna, ni siquiera el laser, puede hacer un trabajo del todo limpio. Siempre quedarían secuelas o marcas. Aunque eso también depende del tiempo que lleve la tinta aplicada en la piel, o en su defecto, la calidad de dicha tinta. De todas maneras esto no debió importarle mucho a quien alteró las pruebas. Hacer una incisión como aquella que muestra la proyección y luego extraer la piel con tal precisión, nos da un perfil mucho más completo y exclusivo que el brindado en caso de quitar la tinta de otra manera.

—Debió ser una persona con experiencia en el uso de los instrumentos quirúrgicos, con pulso milimétrico y además experto en técnicas para cuidarse de dejar huellas o rastros. Casi me atrevería a decir que las únicas pistas que dejó la persona que alteró la escena, fueron previstas y calculadas —Minato entrelazó sus dedos sobre los informes que antes había sacado de su maletín—. Igualmente, debido a que por alguna razón supo antes que nosotros la ubicación del cadáver, señalaría que se trata de un individuo que sigue el caso muy de cerca, pero sin embargo, no participa con nosotros.

Una oleada de emoción recorrió a los policías; gracias a esa reunión ya tenían un perfil, una renovada perspectiva desde la cual empezar a investigar, sabían qué esperar y empezaban a formarse un panorama muy acercado de hacía donde discurrían los hechos. Estuvieron tres horas en aquella sala compartieron información, estadísticas de crímenes, escuetos datos sobre la actividad económica y finalmente pactaron una nueva reunión para dentro de algunas semanas.

—En conclusión —dijo Sarutobi cuando el reloj marcaba casi las siete de la tarde—, hemos encontrado que los lazos que unen a los desaparecidos en esta telaraña de acontecimientos, son más fuertes que la simple casualidad. De alguna manera, que debemos investigar, el problema viene desde muchos años atrás y además es familiar, encerrando de esta manera generaciones enteras. De momento en Konoha no podemos hacer mucho, salvo esperar un nuevo cuerpo para de esta manera comparar las similitudes y diferencias con el caso de Annaisha.

—Pero ambos países podemos indagar en la historia de cada familia, para conocer o plantear un posible momento o causa para todo este problema —Rasa se puso en pie, siendo imitado por los agentes de su misma ciudad—. Asimismo también debemos esperar una pronta pronunciación de los países restantes; no es un secreto que esto se está repitiendo a lo largo y ancho del mundo.

Todos se pusieron en pie, guardando de nuevo los papeles, folios y libretas. Entre despedidas, agradecimientos y unas últimas recomendaciones sobre mantener la mayor cantidad de datos posibles fuera de la prensa, la reunión llegó a su fin.

***

De pie frente al ventanal de su oficina en el segundo piso de la comisaría, Minato observaba la actividad movida de las calles ante él. El cielo oscurecía a una vertiginosa velocidad, los cláxones de los autos resonaban en la lejanía y el humo y polvo propios de una ciudad principal, ascendía al cielo sumiendo en contaminación el mismo aire que todos respiraban.

Aquel hombre a quien en ese momento los recuerdos le agobiaban, llevó sus manos a la espalda, frotando con movimientos circulares la piel reseca por el frio artificial de las oficinas que frecuentaban. Detrás de él, su compañero de trabajo leía y releía el informe de la conversación llevada a cabo en la Fundación, ese día en horas de la mañana.

—Vaya, esta vez hemos conseguido información importante —musitaba Shikaku Nara, a medida que Minato seguía contemplando el panorama de una ciudad tan distinta a la que su mente evocaba en ese instante—. ¿Cuál será nuestro siguiente movimiento?

Contra su voluntad apartó los ojos de los edificios, autos y personas, para posar sus tranquilos orbes en el inspector. Se preguntó en qué momento había terminado ejerciendo esa profesión, mientras giraba sobre sus talones y se relajaba en la silla ergonómica de gran confort, cuyo material blando se ajustaba perfectamente a su figura. Sopesando qué directrices tomar, bebió del café que anteriormente la mujer de atención al personal había llevado. El fuerte sabor del líquido al cual se estaba volviendo adicto, bajó por su esófago calentando su helado cuerpo, a la par que centraba sus pensamientos.

Finalmente, tras suspirar de forma imperceptible, dejó laxamente el recipiente en la superficie del escritorio, prestando extremo cuidado en apartar los documentos de ese sector. No quería armar un desastre con sus documentos y luego tener que rehacer los informes desde el inicio.

—Cuando no encontré información de Naruto Uzumaki dentro de los límites del país, me di a la tarea de investigar un poco sobre aquel apellido tan poco común —Aunque miraba de forma fija a su interlocutor, la mente de Minato divagaba entre los muchos reportes que había leído anteriormente sobre el tema—. Mi búsqueda me llevó hasta una pequeña noticia de hace veinte años, donde se hablaba de la muerte de la última familia que ostentaba el ya mencionado apellido —señaló uno de los folios situados sobre su escritorio, donde antes había archivado la información recabada—. Según eso, los Uzumaki eran originarios de un pueblo asentado a pocos kilómetros del país de la Nube. Debido a que era pequeño, discreto y poco interesante, fue ignorado durante muchos años por las grandes potencias que se fueron formando. Al final, con la modernización y los problemas sociales que se presentaron hace más de un siglo, quienes habitaban ese territorio lo abandonaron esparciéndose por todo el mundo. De ese modo la línea de sangre se fue diluyendo hasta presuntamente desaparecer. Actualmente no hay registro de un solo ciudadano, en el mundo, con el apellido Uzumaki.

Un silencio apacible se instauró en la oficina. Shikaku se removió en la silla, sopesando la nueva información, pasó saliva echando un breve vistazo a los papeles dispuestos en el folio que anteriormente -durante el discurso de Minato- había leído de forma superficial.

—Pero el niño...

—Dice ser un Uzumaki —asintió Minato, tomando de nuevo su vaso de café, entre tanto observaba una hoja con un símbolo rojo impreso en ella, que esperaba a un costado del escritorio bajo un pisapapeles en forma de dado—. Pero ya vemos que eso no puede ser cierto; la última familia Uzumaki falleció hace veinte años. Un hombre y una mujer. Sin hijos, al menos eso dice el reporte que me encargué de conseguir.

Sintió los ojos de su compañero fijos en la misma hoja que él observaba.

—¿Por qué no suena convencido, inspector? —Minato evitó su mirada un segundo, decidiendo si era buena idea dejar salir las absurdas ideas que circulaban su mente. Al final, mirándolo de soslayo, decidió que quizá no era el momento—. Inspector Namikaze, ¿ha encontrado algo más?

Borrando de su semblante cualquier rastro de emoción, Minato tomó la hoja de forma contemplativa, apartando con su otra mano los innumerables documentos y lápices regados en la superficie de cristal. Normalmente él era muy ordenado con sus cosas, pero en aquel momento, después de terminar la reunión, había entrado indeciso a aquel habitáculo, empezando a buscar en los folios, libretas y grabadoras, todo aquello que podía servirle para el caso de Naruto.

La imagen de un remolino rojo se reflejó en los cristales de una estantería aledaña a los dos agentes, mientras ambos observaban la hoja que él había dejado en medio de los dos.

—Es el símbolo familiar del clan Uzumaki—explicó, descansando su espalda en el espaldar de la silla, a medida que cruzaba sus brazos sobre su pecho—. No había pasado por mi cabeza buscarlo, pero después de la reunión de hace un rato me dije que no perdía nada con hacerlo.

Shikaku puso un dedo sobre la imagen.

—¿Y esto le dice algo?

Guardó silencio durante un segundo, tratando de buscar las palabras adecuadas para expresar lo que pensaba. Era una locura, aunque podía ser posible. Entreabrió los labios, reprimiendo la necesidad de agarrar aire y tomó la decisión de dar a conocer parte de la verdad. Después de todo no era como si su vida personal fuese importante para el caso.

—Conocí a alguien hace más de diez años que portaba distintivos con ese símbolo —Ante las cejas alzadas de su compañero, Minato sonrió un poco—. No digo que fuese un Uzumaki, pero cabe la posibilidad de que fuera un descendiente de dicha familia que quería dar a conocer de alguna manera su linaje. Puede que Mikoto se lo quisiera dar a conocer de esa manera, para que nosotros tuviéramos de dónde agarrarnos para empezar a desvelar el misterio de Naruto. Ya sabemos que en la base de datos de nuestro país no se encuentra un solo individuo con dicho apellido, ni nombre cabe resaltar. Pero puede que en otro país sí encontremos al menos un Naruto.

—Pero él dice haber nacido aquí en el país.

—Pero también haber vivido en territorios externos a nuestros límites. Lo pudieron haber registrado en otro lugar a pesar de nacer acá.

El inspector Nara suspiró, imitando la posición de Minato sobre la silla, al tiempo que azuzaba su barba, pensativo.

—Hay muchas posibilidades —admitió—. Y una sola manera de llegar a la verdadera respuesta.

Hallando la familia del pequeño, pensó, recordando aquel nombre proporcionado por Naruto, Kushina...

—El caso de Naruto en sí no es de relevancia. La investigación de su familia se va a cerrar en breve; el chico nunca ha ido a una escuela, no tenemos sus documentos a pesar del tiempo dedicado a dar con ello, nadie ha preguntado por él o puesto denuncia por su desaparición. Pronto será agregado a la lista de candidatos a la adopción y el Estado le proveerá de un nombre y un apellido —tamborileó los dedos sobre la mesa, pensando en el destino de aquel niño de mirada desconfiada. Decidió que no podía desviarse del tema a pesar de estar tomándole aprecio al chiquillo de sonrisa traviesa. Pese a ello, se vio apretando los labios al fijarse que su mente de nuevo andaba dispersa, se obligó a contemplar de nuevo el remolino rojo sobre el papel—. Lo nuestro es dar con la relación que tiene él con Mikoto y las causas del porqué acabaron en esta ciudad. Si no hay avances en esa parte, también cerraran este caso y eso en definitiva me frustraría.

Pensó en su compañera de oficio; nunca había llevado una relación muy estrecha con ella. Así como con ningún otro agente de la comisaría. En realidad ellos eran una familia en el trabajo y desconocidos fuera de él; pese a ello, con la familia Uchiha siempre había tenido un trato especial y un poco más fraternal.

—Entonces, ¿cuál será nuestro siguiente paso?

—Tenemos dos puntos específicos en los cuales indagar. —Sus ojos azules brillaron en determinación—. Aunque suene loco, quiero descartar cualquier conexión de los Uchiha con el caso que tratamos en la reunión pasada —ignoró la expresión dubitativa de Nara, quien parecía haber captado a que se refería—. Los Uchiha son una familia antigua y si las causas de los asesinatos se deben a alguna disputa familiar, el caso de Mikoto podría terminar formando parte de la larga lista de desaparecidos que estamos tratando. Necesito que usted investigue sobre la historia de dicha familia.

—Al inspector Uchiha no le gustará —adjudicó su compañero, haciendo alusión a lo reservado que podía llegar a ser el susodicho con los temas relacionados a su familia.

Minato desestimó con un levantamiento de cejas.

—Él no tiene por qué estar al tanto de todo lo que hacemos en la comisaría. Está suspendido, por lo tanto los detalles de hallazgos e investigaciones que manejamos, le quedan vetados tal como a cualquier civil. Se nos agota el tiempo, tenemos que dar con el paradero de la agente Uchiha pronto —suspiró contrariado—, el tiempo se acaba, y si existe la posibilidad de que de algún modo esté relacionada con el caso que ya tratábamos desde hace años, quiero avalarla o en caso contrario descartarla.

A juzgar por la expresión frustrada de Shikaku, el inspector Namikaze había logrado transmitirle la ansiedad que sentía con respecto al nulo avance. Los datos suministrados por Naruto ayudaban en demasía a reconstruir los sucesos que hasta el momento les había supuesto un reto. Sin embargo, gracias al niño, ahora todo se reducía a unas cuantas preguntas; ¿Quién y por qué los seguían? ¿Mikoto cómo se había metido en todo aquel asunto? ¿Alguien cercano a ellos estaría también involucrado? ¿Quién fue la persona mayor que ayudó a Naruto aquella noche?

—Bien, entonces investigaré junto a los inspectores Yamanaka y Akimichi sobre ellos —accedió—. Espero que no nos tome mucho tiempo.

Minato asintió, pensando al mismo tiempo en el horizonte que se pintaba, en caso de que Mikoto pasara a formar parte del caso que ya manejaba antes de ella desaparecer. Eso lo cambiaría todo, dependiendo la causa por la cual los estaban asesinando. Además la presencia de Naruto no cuadraba en todo aquello...quizá el niño era un punto clave.

Volvió a plantearse las preguntas que se hizo cuando el chico recién apareció, ¿Quién era él? ¿Por qué razón Mikoto llamó a Fugaku aquella madrugada? ¿Por qué quería desesperadamente que le buscaran? ¿Por qué lo protegía? ¿Por qué él?

En ese contexto, las respuestas de Naruto no eran de mucha ayuda. El infante desconocía muchas cosas y lo único que había contado, lo hizo bajo la percepción de un niño asustado a quien le ocultaban todo.

Fácilmente podía deducir que Naruto estaba en peligro. Si los habían buscado en Kumo, seguido hasta Konoha y finalmente provocado que accidentaran, era lógico pensar que debían proteger al pequeño.

El problema era hallar las pruebas necesarias para ejecutar tal orden.

Sacudió la cabeza al darse cuenta que hasta el momento no había pensando en ello. También dedicó unos segundos a reflexionar, bajo la mirada inquisidora de Nara, en el asunto que tenía a su jefe fuera de la ciudad desde hacía pocas semanas.

Se suponía que su superior había adoptado la investigación en que trabajaba Mikoto, se preguntó por primera vez en esos meses, en qué consistía dicha indagación y la razón de tanto secretismo.

Hizo nota mental que debía hablar con su Jefe y quizá pactar una reunión.

—¿Qué parte le corresponderá a usted?

Miró a su compañero. Su respuesta fue escueta e informativa a partes iguales.

—Tengo una persona a la cual encontrar.

Sus palabras daban a entender que ya todo estaba dicho, por lo cual Shikaku se levantó de su silla, pronunció un casi inaudible adiós y dejó la oficina en silencio.

Solo cuando la puerta se cerró a la salida del inspector Nara, el oficial de cabellera rubia, mirada reservada y de aspecto atlético, apoyó ambos brazos en el bordo del escritorio y sostuvo entre sus dedos la hoja con el símbolo del Clan Uzumaki.

Evocó un rostro ovalado, cuyos ojos parecían sonreír cuando le observaban desde la distancia; una risa cándida que poco a poco había logrado poner en frenesí su vida, a pesar de sus reservas y autodefensas; un cuerpo delgado, cubierto por fina piel blanca salpicada de pecas que se había entregado a él... una historia inconclusa, que al parecer volvía, para que pusieran el punto final.

Bajo la luz de las bombillas y el frío del aire acondicionado, Minato Namikaze revolvió su cabello, asimilando la idea de que el pasado sin final siempre regresaba.

Y dejando la impresión en el escritorio, se recostó en la silla, cerró los ojos y finalmente pensó:

¿De verdad eres tú, Kushina?, frunció el ceño en actitud reflexiva, y si es así ¿Dónde estás?

________________________________________________________________________________

EDITADO

_____________________________________________________________________

Lazos inesperados parte I y II, está dedicado a

:3 aquí tienes tus respuestas, espero que les encuentres utilidad.

________________________________________________________________________________

Hola :3

Bueno, primero que todo les cuento la razón por la que no actualicé la semana pasada; me accidenté.

Así como leen; tuve una especie de accidente el sábado en la noche, y a raíz de un golpe en la cabeza, no me he sentido muy bien cuando me sentaba frente a una pantalla. He sufrido un poco para concentrarme y me he sentido muy cansada.

U.u

Dejando de lado esas cosas que realmente no creo que les interese, pues me gustaría decirles que este capítulo (así es, lo cuento como uno solo) es muy importante. Y con respecto a la larga parte de Naruto, pues esa era una escena que tenía planeada desde antes de escribir siquiera el prologo.

Por tal razón, me fue muy, MUY, lo que se dice MUY, difícil escribir.

El lazo o vinculo que los une a pesar de no ser familia, lo utilizaré más adelante ya verán para qué :3

En cuanto a esta parte... soy tan indecisa, que terminé quitándole una escena y dejarla para el siguiente :D

Les tengo algunas preguntitas (que espero se animen a responder :3)

¿Les está gustando el fic?

¿Está muy confuso?

¿Los datos suministrados en "Lazos inesperados parte I y II" sí encajaron?

Ya para despedirme, espero que les haya gustado y que además aportara claridad. Gracias por sus comentarios, votos y demás muestras de apoyo.

¡Nos leemos el próximo fin de semana (con un capítulo muy interesante) xD!

Adiós c:

________________________________________________________________________________

Los personajes de Naruto no me pertenecen, pero la historia al completo es mía. 

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