Otro túnel se abría ante sus ojos, pero este era de piedra y no de ramas. Tomó aire caminando en toda su longitud atraía por una extraña fuerza y curiosidad por saber quién era la persona que la estaba llamando en todo el rato.
Llegó a un campo abierto donde el tono rojizo prevalecía y al fondo podía distinguir que el camino se dividía en diversos túneles. Dio un paso al frente y sintió que alguien estaba detrás de ella.
―Hola querida hermana ―dijo la voz.
La niña que estaba ahí de pie poesía sus mismas características. La misma estatura, el mismo color de cabello; la misma complexión y color de piel. Su única y destacada diferencia eran los ojos rojos que adornaban su inocente rostro.
― ¿Por qué me llamas hermana? ―preguntó.
― ¿Acaso Aurán no te ha contado? ―preguntó acercándose a ella―. ¿No sabes la leyenda de la maldición de la Oscuridad? ―pegó su frente a la de ella y Eileen no retrocedió―. Nosotras somos hermanas gemelas Eileen... ―suspiró sus palabras y esbozó una macabra sonrisa.
―No te creo ―articuló con valentía― ¡No te creo! ―se apartó.
El eco retumbó por cada rincón de Nyxla alertando a los espíritus.
― No tengo razón para mentirte ―dijo con calma―. Nos separaron al nacer y le borraron los recuerdos a mis padres y hermanos. Así se ahorrarían el sufrimiento de que su segunda recién nacida fue raptada por una nube negra y llevaba al infierno para convertirse en su nueva soberana. La maldición de la Oscuridad ocurre cada quinientos años...
―Mientes... no puede ser verdad ―dijo llorando―. No... puedes ser mi hermana...no...
―Qué débil eres ―rio despectivamente.
Un terremoto sacudió Nyxla destruyendo el puente de piedra. Los ojos de Nyxlux brillaron como los de Artemis y Eileen miró todos esos espíritus negros que aparecían de par en par. Cayó de sentón y miró con desconcierto a la niña que aseguraba ser de su propia sangre.
―Este es mi mundo y tu poder aquí es casi nulo. He estado confinada a estas paredes sufriendo por lo sola que he estado ―le reprochó―. Tu querida Aurán selló los portales de Nyxla, pero tú ingenuidad sobre el poder tu sangre te abrió las puertas a tu final.
Por su parte Eileen se puso de pie dispuesta a combatir en contra de ella. Activó sus sellos sin mucha concentración y fijó su mirada en su objetivo.
― ¿Vas a pelear? ―estalló a carcajadas―. Por favor, no tienes oportunidad... esta no es tu zona de confort.
―No creo que seas mi hermana. Eres ruin, despiadada... has herido a mucha gente y no permitiré que sigan sufriendo por tu culpa...
― ¿Mi culpa? No, no es mi culpa. Yo solo hago lo que creo que es conveniente... ¿Qué sabes tú? No has vivido aquí desde bebé... tu creciste rodeada de amor y yo de castigos...
En el preciso momento en que Eileen y Aixa desaparecieron del mapa. Aurán junto con sus guardianes y la diosa Selene salieron en busca de ellas encontraron el pequeño portal pintado en la pared de piedra. Las hermanas Hold insistieron en acompañarlas cuando sonó la alarma anunciado un supuesto traidor entre ellos cancelando la prueba.
Los dioses reclutaron a su gente y los protegieron dentro del reino de Selyn. El ejército de la Luna estaba inspeccionando con cautela cada rincón buscando algún sospechoso.
― ¿Cómo es posible esto? ―preguntó Aurán trastornada―. Nunca había visto este símbolo. ¿Cómo no lo notamos al examinar todo el lugar de la prueba?
―Tranquila amor ―dijo Eril.
― ¡No puedo tranquilizarme ahora! ―gritó perdiendo la cordura―. No sabemos dónde está Eileen, no la siento en ninguna parte y ahora aparece un símbolo extraño que se la ha llevado―se cubrió el rostro ocultando su tristeza.
―Pero tampoco estando alteradas resolveremos el misterio ―dijo Selene mirando de cerca el dibujo en la pared―. También una de las mías está envuelta en esto y no culpo a Eileen. Alguien más tuvo que poner esto antes de iniciar la prueba.
Eril abrazó fuertemente a Aurán.
―No hay que perder la esperanza, ya hemos visto a Eileen pelear... sé que ella y Aixa regresaran con bien ―dijo Arelys consolando a la diosa.
―Mientras debemos encontrar la manera de entrar al portal o al menos saber a dónde nos lleva...
Aurán sintió un pinchazo en su memoria.
― Nyxla... ―dijo alzando su rojizo rostro―. A las afueras en el lado negro del mapa... ¡Ahí están!
― ¿Cómo lo sabe su majestad? ―preguntó Aloysia esperanzada de volver a ver a su hermana menor.
―Porque Eileen ha soñado con dos personas y a una de ellas yo la conozco perfectamente bien...
Todos miraron extrañados a la diosa de Cyelity.
―Amor ¿Qué quieres decir? ―preguntó Eril.
―Eileen ha estado soñando con una estatua de piedra que está a las afuera de Nyxla. Esa estatua custodia la entrada y no permite que todo el mal de Infierno salga... aunque la misma diosa ha encontrado la manera de llevarla a ese lugar.
― ¿Una estatua? ¿De quién se trata diosa Aurán? ―preguntó Selene.
―Hace diez años cuando se dio la ruptura en la barrera tomé una decisión drástica que casi acaba conmigo... sellé a Artemis en una estatua condenándola a una vida eterna de piedra... Así Eileen podría entrenar y ser poderosa para enfrentar a su hermana cuando llegara el momento. No esperaba que llegara tan rápido. Puedo llevarlos ahí, aunque me prometí que nunca volvería...