¿Día o noche? Llevo casi una semana haciéndome la misma pregunta cada ves que miro a la ventana. Las persianas cubren cualquier posibilidad de ver la luz del sol y desde que murió mi padre en un accidente de coche no he querido ver el tiempo transcurrir, no es tristeza, simplemente me siento vacía como si no supiera quien soy, donde estoy o cual es mi vida. La muerte juega con nosotros, nos descontrola casi hasta el punto de hacernos colapsar, dejándonos sin aliento, desconcertados y con mucho remordimiento. Pero aun así, si pudiera devolver el tiempo no cambiaría ninguno de mis actos, aunque ahora me sienta de este modo, sé con certeza que si me hubiera quedado a su lado, no habría llegado a ser la mujer fuerte e independiente que soy ahora. Lo único que me preocupa es mi hermano Luis, es un chico poco listo, arrogante pero muy afortunado con sus rasgos faciales, es moreno, con unos preciosos ojos gris como los míos y con un buen cuerpo atlético, a decir verdad es la figura representativa del equipo de fútbol de granadilla en Tenerife, creo que hasta tiene una novia. Es una vida estudiantil aparentemente perfecta y eso es lo que me tiene echa un lío. Después de la muerte de nuestro padre yo quedo como su tutora legal por lo cual tuve que decidir si volver a la isla donde nací y me crié para hacer el papel de tutora o traerlo a rastras a la ciudad donde vivo para así no hacer cambios drásticos en mi vida. En donde nací no está mal, es una de las islas Canarias de España, es pequeño pero el clima es espectacular y las personas son muy acogedoras y divertidas, lo malo es que la he dejado tan atrás en mi vida que cuando valla podría no reconocerla. Jamás he vuelto a Tenerife desde que me fui hace 6 años, y tal ves, que lo que me tiene desconcertada y con este vacío en el pecho no es la muerte de mi padre, si no el que tal ves no estaré a la altura de lidiar con un adolescente de 17 años que me odia por dejarlo solo con nuestro padre cuando tenia solo 11 años, además en un lugar donde me sentiré como una completa extraña.
Mi padre Josh Hernández fue trabajador de un banco desde hace 30 años, es alto, agraciado y con una presencia que hacia que muchas mujeres quisieran estar con él, su gran sonrisa de comercial de televisión y su cabello castaño combinaban perfectamente con sus ojos color miel, sus ojos, eran preciosos, me recordaban siempre a la primavera cuando las flores empezaban a florecer y a mostrar sus formas mas bellas, todo esto lo hacia perfecto como para ser un modelo de revista. Creo que gracias a sus genes mi hermano y yo hemos sido considerados bastante apuestos a lo largo de nuestros años. Pero nada es tan perfecto como parece, con toda esa gracia mi padre sacaba partido de ello, hacia lo que quisiera con las mujeres. Incontables veces llegue a ver mujeres llorar en el portón de nuestra casa, o incluso escuche mensajes de desesperación en nuestra contestadora, y como si no fuera ya lo bastante incomodo, cuando tuve la edad de comprender ciertas cosas, las mamas de mis amigas me buscaban para hacerles de paño de lagrimas así que lo único que se me daba bien era escucharlas y peinarlas mientras lloraban, si lo se, es ridículo pero por lo menos no iban a tener el cabello desastroso una ves que terminaran de llorar.
Un año exactamente antes de mi fuga a París (tenia 17 años) tuve la intención de preguntarle a mi padre por que hacia llorar a tantas mujeres entonces escuche lo que no debía escuchar. Cuando llegue a su oficina el estaba hablando con alguien mas, un colega de trabajo, y este le hizo la misma pregunta que yo iba a hacerle hace un momento, y de ahí su conversación:
—Las mujeres están para satisfacer el apetito sexual, de resto solo son un bulto de emociones molestas que intentan confundirnos a nosotros los hombres-respondió mi padre.
—Y que hay de la madre de tus hijos, no estabas enamorada de ella antes de que... bueno pasara todo lo que paso?-pregunto el colega de trabajo.
—Creo que solo llegue a quererla después de concebir a nuestros hijos, aunque nunca estuve enamorado de ella, a decir verdad siempre pensé que merecía una mujer mas bonita.-Dijo mi padre.
—Pero no sientes remordimiento?—al escuchar estas palabras del colega de trabajo, mi padre palideció.
—¿Por qué debería sentir remordimiento? ¿acaso insinúas que su muerte fue mi culpa?—dijo mi padre muy tranquilo recobrando la postura—ella simplemente llego a casa en el momento equivocado y vio lo que no debía ver.
—Para nada, eres mi amigo y jamás te acusaría de tal cosa, pero, cuando dices que vio lo que no debía te refieres a tu aventura con aquella rubia de grandes pechos?
—Si, cuando quise explicarle todo ella se había ido sin nada, ni su ropa siquiera y ahí fue la ultima ves que la vi, bueno, hasta el día que me informaron de su desafortunada muerte 2 años después. — respondió mi padre sin apenas ninguna expresión en su rostro.
—Debió de ser duro para ti el que ella se fuera y no volviera a comunicarse contigo, ni siquiera le importo saber como estaban sus hijos-dijo su colega.
—Para nada, gracias a eso pude criar a mis hijos a mi voluntad, además eso fue ya hace casi 3 años, ya esta mas que superado y lo mejor es que pude recuperar mi posición como uno de los solteros mas codiciados de Tenerife—dijo mi padre con un tono de orgullo.
Mi corazón estaba echo un nudo, mis lagrimas corrían sin cesar. Mi madre no era la mujer mas bella del mundo, pero sin duda era una gran madre y esposa, estaba siempre pendiente de la familia y hacia hasta lo imposible por vernos sonreír, sin duda era una mujer maravillosa. Tenia mucha rabia hacia mi padre, por su culpa mi madre se había ido, el le fue infiel y por eso ella se marcho. Tal ves hasta la muerte de ella fue su culpa. Al fin y al cabo dicen que fue un accidente de coche muy común, aun que fue culpa de ella por saltarse el seda al paso. Darme cuenta de que mi padre era un cabrón me partía el corazón, es un maldito mujeriego. Es como ver a tu príncipe azul convertirse en sapo, por su culpa nuestra familia se había roto. Mi padre prefirió una aventura que a su matrimonio. Lo hombres son de lo peor, no valió nada el echo de que mi madre lo diera todo. Ese día jure jamás enamorarme ni preocuparme por un hombre al menos de que valiera la pena, además esa misma noche tome la decisión de preparar mi viaje a París para convertirme en una estilista profesional, habían institutos de belleza en nuestra pequeña isla, pero yo quería que el sintiera un vacío de perder a una mujer valiosa para él al menos una ves en su vida, si es que me ama tanto como dice. Un año después me mude a París dejando a mi hermano y a mi padre atrás.