Era otra vez una tarde lluviosa de invierno en el 2005. En la buhardilla ubicada en la ciudad de París específicamente, en la Rue Duvivier, una joven de 19 años volvía a ponerse su camiseta de Rhapsody mientras que en su cama, una figura batallaba contras las tibias sábanas que le tenían prisionero del descanso.
Levántate ya, llegaremos tarde a la presentación de esta noche... - la chica, entre risas y ya vestida, caminó hacia las sábanas que se movían lentamente, tratando de desperezar a quien se movía bajo ellas... hasta que un par de brazos la cogieron por la cintura y la arrastraron nuevamente hacia la cama de la cual acababa de salir para retenerla en un abrazo.
¡ANDA YA, PILLS! Sé seria, ¿quieres? - la chica de 19 años quitó la sábana del rostro de Pills y riendo a viva voz, besó sus párpados. Pills tenía sus ojos cerrados pero reaccionaba a la voz y los labios de Tallulah.
Tal, hablando extremadamente en serio ¿es necesario que toquemos allí hoy? Ya sabes... podemos volvernos famosas tú y yo cuando queramos... ¡hasta quedándonos en la cama podemos volvernos famosas! Yo ya soy fan de tus besos - alcanzó la boca de la chica en un rápido movimiento de cuello y le besó con profundidad. Tallulah recibió el beso amablemente, pero cuando Pills se apartó, ella le miraba con severidad.
Pills... no tenemos dinero... - comentó con un susurro de voz.
Ya lo sé, solo estab...
Mi padre me echó de casa porque estoy contigo, de mi madre nunca supe y abandoné la idea de la universidad... por venir de gira contigo. Todo esto... lo hice por la banda... lo hice por ti... - Tallulah no sabía lo inmensamente miserable que hacía sentir a Pills cada vez que decía eso. Era una chica joven, por supuesto que muchas veces intentaba hacer responsable a otros de sus propias acciones en la vida, sin embargo, también tenía razón en que el rumbo de su camino se vio influenciado por el amor que sentía por los proyectos de Pills. 'Tal', como le llamaba con cariño, era vocalista y bajista de la banda 'Reset', la cual se componía por Rich el teclado y Clever, la batería. Pills por supuesto era la guitarra pero también era la otra voz que cantaba los temas. También componía parte del setlist.
Llevaban poco más de dos meses intentando surgir como banda británica seria en una Europa dominada por el pop; 'Reset' tenía un estilo rockero, con tintes de metal melódico.
Pills, en ese entonces, conoció a Tallulah cuando fue a su colegio a entregar un encargo en su motocicleta: Tal estaba a metros de la escuela con su uniforme, 17 años y un cigarro en la boca junto a sus compañeras que a duras penas podían soportar el humo. Pills la observó y Tallulah le guiñó cuando pasó a su lado. 'Dirty girl', pensó Pills; cuando iba camino de regreso a su motocicleta, Tal ya no estaba, ni ninguna de sus compañeras, pero en el spot donde había estado dejó un papel pegado con su número de teléfono. Obviamente Pills le llamó esa misma noche, y a la semana siguiente ya estaban saliendo como una pareja normal.
En ese tiempo, los grupos LGBT se fueron diversificando y ya no era tan extraño encontrarse con parejas del mismo sexo en la calle. Pero seguían mirándoles con el mismo desdén de la época de la Inquisición.
La relación que llevaron ambas provocó que el padre de Tallulah le echara de casa cuando cumplió 18 años; ni un adiós, ni dinero, ni un beso. Solo maldiciones para ambas mujeres que comenzaron a vivir juntas en el pequeño y desaliñado departamento que Pills alquilaba en la parte sur de Londres. En ese entonces, el proyecto de la banda estaba germinando y pronto aparecieron Clever y Rich, quienes a pesar de ser heterosexuales, no tuvieron problemas con la relación que llevaban ambas mujeres. Cada uno trabajaba por su parte para ahorrar lo suficiente para probar suerte en otras ciudades de Europa, y habían logrado la meta propuesta hacía cinco meses atrás: después de tocar en varios bares de Londres, se movilizaron hasta Francia para ganar más adeptos a su música.
Estaba resultando un poco complicado debido a que los franceses rechazaban abiertamente otros idiomas que no fueran el propio, pero habían tenido al menos una presentación cada semana desde que estaban allí y les alcanzaba para comprar la comida de la semana, que básicamente eran patatas, cebolla y sopa. Y quizá unas tres cajetillas de cigarros en promedio. A veces podían ser menos.
Tras regresar de esos recuerdos, Pills acarició el rostro de Tallulah con una sonrisa en sus labios y se irguió en la cama. Con normalidad y sin decir palabra, se puso de pie y comenzó a vestirse para el show de esa noche.
Tallulah la observaba, con sentimientos de culpa y auto-desprecio, pero pronto también se puso en marcha para el show de aquella noche. Tal tenía problemas con los psicotrópicos: más de alguna vez Pills tuvo que meter sus dedos en la garganta de la chica para hacerle vomitar las grandes cantidades de fármacos que había consumido. Por eso, a pesar de que Pills de diversas formas pudiera sentirse herida por las palabras de Tallulah, nunca le respondió: sabía que cualquier palabra mal dicha, podían provocar el descontrol de Tal.
Cuando ya estuvieron preparadas, Pills tomó la mano de la bajista y bajó con ella las escaleras para reunirse con Rich y Clever en el primer piso del apartamento. Seguido de ello, caminaron bajo la lluvia en dirección al bar 'Les assasins' para su presentación de aquella noche.
No hay mayores detalles que dar de aquella jornada: normal, unas 15 personas mirando el show: solo 3 de ellas realmente interesadas en la música de Reset y el resto entre beber las cervezas más baratas e intentando ligar con quien quisiera un revolcón aquella noche. Al terminar, bajaron del escenario para acercarse a la barra y pedir sus cervezas de cortesía por haber bajado más de la mitad del precio de su concierto al dueño del bar. Habían ganado 30 euros aquella noche, y entre 4 eran 7,5 euros para cada uno. Para sobrevivir a la semana que tenían por delante. Eran tiempos duros, claro que sí.
Clever era el encargado de las cobranzas, debido a su aspecto fortachón, por lo que fue a hablar con el dueño del bar (al cual, por cierto, jamás habían visto). En esta ocasión, a pesar del poco interés del público, el show había salido muy bien y Tal era la más entusiasmada respecto a eso, por ello rogó a Clever acompañarle a conocer al dueño del bar:
¡Quizá hasta nos pida tocar la próxima semana! O mejor aún... ¡Quizá nos pida tocar durante la semana! ¿Se imaginan cuanto dinero ganaríamos? - Talullah acompañaba sus entusiasmadas palabras mientras daba pequeños brincos al lado de Pills, mostrando su alegría frente al panorama que no lucía tan alentador como ella creía. Pills sonría tiernamente ante los saltos de su novia.
Bueno, eso habrá que verlo después de que nos pague lo que nos debe de hoy - señaló en un suspiro paternal el bueno de Clev y acarició la cabeza de Tallulah, quien era la más baja de estatura de toda la banda. Clever era un chico robusto, pero no gordo. Muy amable, paternal y cuidadoso con los demás. Reservado pero preocupado. Rich también era un buen chico. A veces hacia comentarios horribles por temas de dinero, pero en el fondo sabían que era un buen chico. Su cobardía lo volvía agresivo, pero es algo de lo que Pills no temía para nada.
Si tan entusiasmada estás Tal, acompaña entonces a Clever. Sabemos que nos harás una gran publicidad - Pills le guiñó el ojo a la chica y cuando esta le respondió con una sonrisa, la guitarrista le robó un beso rápidamente y se hizo la desentendida ante la mirada de sorpresa de Tallulah.
Tal sonrió nuevamente y junto a Clever caminaron hacia un costado del escenario y cruzaron la puerta de la cocina para acercarse a la pequeña oficina de administración que estaba fuera del bar. Rich descansó su cuerpo en el respaldo de las sillas de la barra mientras Pills terminaba de tragar su cerveza con la avidez que le caracterizaba al beber.
Y bueno... ¿nos queda suficiente dinero para sobrevivir el tiempo que habíamos estipulado en París o tendremos que empezar a prostituirlas para sobrevivir? - Rich habló sin anestesia a Pills. Esta terminó de beber en silencio el último trago de cerveza de su jarra, y la posó en la barra, furiosa. Miró con un par de ojos inyectados en sangre a Rich, porque sabía que él siempre hablaba del dinero cuando los demás no estaban. Y era un idiota para hablar del tema.
Rich, solo ves a la banda como una inversión a corto y largo plazo. Y está bien, lo entiendo. Pero en estos momentos, estamos en números negativos. Y si no pones de tu parte para contactar a distintos dueños de bares en París, como todos los demás lo estamos haciendo... - se acercó a Rich para susurrarle con claridad - ... tendremos que patear tu maldito trasero fuera de la banda - Pills jamás se andaba con rodeos. Cuando Rich se ponía así, lo detestaba con el alma. Y le daban ganas de matarlo, dicho sea de paso.
¿Pues sabes qué? Si tú y tu novia se dejaran toquetear un poco tendríamos mucho más dinero para sobrevivir, y no pasaríamos miserias gracias a tus grandes ideas de viajar por Europa para hacernos conocidos - Rich escupió el suelo y se alejó de Pills para tomar su cerveza en el otro extremo de la barra. Pills se contuvo de continuar el tema (en realidad, se contuvo de romperle la boca a golpes porque necesitaba al teclado), pero en las palabras de Rich encontró otro esbozo de que la culpa de que todo lo que estaba ocurriendo, era solo de ella. No de circunstancias ni pollas. La culpa era siempre de Pills. Casi como Tallulah lo había dejado entrever aquella tarde en la buhardilla, después de hacer el amor con ella.
Ignoró al joven y esperó sentada en la barra a que regresaran Tal y Clever. Observó a su alrededor y habían algunas personas que limpiaban las superficies de las mesas y unas cuantas parejas ligando a su alrededor, pero se notaba que ya los asistentes habían salido del establecimientos cuando ellos bajaron del escenario. El hombre que atendía en la barra se acercó a Pills para retirarle su jarra de cerveza y ni siquiera se dignó en preguntarle si pediría algo más: la cara de la joven confesaba que en sus bolsillos no había dinero suficiente para permitírselo. Apoyó su mejilla en su mano, esperando, mientras observaba con desdén a Rich que estaba del otro lado, el cual parecía que no tenía ninguna intención de volver a retomar la conversación que tuvieron anteriormente.
Hablar de dinero apestaba, sobretodo cuando estabas en la contra parte negativa del negocio. Pills confiaba en que todo cambiaría dentro de un par de semanas: había conversado ya anteriormente con los encargados de bandas del bar en que habían tocado esa noche. Cierto es que el local era un bar de mala muerte: la gente que iba allí parecía no ser de la mejor calaña, pero era dinero que no tenían y si podían dar un espectáculo que les entregara algo de dinero para llevar el pan a la mesa durante la semana, no podía quejarse. Pero sí, efectivamente ninguno de sus planes estaba resultando tal y como ella esperaba.
Súbitamente, el golpe del trapo que el barman utilizaba para limpiar los vasos contra la mesa de la barra, la hizo salir de sus aquejados pensamientos.
Es hora de que se larguen de aquí. Ya cerramos - le dio la espalda sin esperar respuesta por parte de la joven.
Disculpa, estamos esperando a nuestros compañeros de banda porque deben pagarnos el show de esta noche...
¿Pagarles? este lugar no hace negocios con nadie. Lárguense - el hombre seguía dándole la espalda a Pills. Ella se enfureció.
Pues vete a la mierda, hijo de puta. - se levantó de su asiento y tomando su guitarra, miró a Rich para que le siguiera hacia la cocina del local, que ya tenía sus luces apagadas. A regañadientes, Rich se levantó y siguió a Pills hasta la puerta de la cocina, teniendo en una de sus manos su bolso con el teclado, el cual era incómodo de llevar, sobretodo en los fríos días de lluvia de los inviernos europeos.
Pills se asomó por la ventanilla y observó que no había nadie en la cocina. Acto seguido, las luces del bar se apagaron, y solo quedó una tenue luz roja iluminando el escenario. Ambos miembros de la banda sintieron una extraña sensación en sus vísceras de que algo andaba mal. La guitarrista abrió la puerta de la cocina con cuidado y en silencio, tanteando el terreno para confirmar que no hubiera nadie. Rich le siguió muy de cerca, conteniendo el aliento mientras atravesaban la hedionda estancia, cubierta por hedores que iban desde la fritura, hasta la grasa quemada de los sartenes que nadie lavó y yacían remojando en un lavadero colapsado de platos. Parecía una carnicería allí dentro y los olores putrefactos de los alimentos les revolvían el estómago. Pills se detuvo antes de llegar a la puerta que daba hacia el exterior del establecimiento, por donde probablemente habían pasado Tallulah y Clever para cobrar el dinero: dio una mirada a Rich, para que custodiara sus espaldas mientras ella miraba hacia el exterior.
Al ponerse de puntillas contra la puerta, se percató de que afuera llovía torrencialmente, pero nada sorprendente, ya que en Londres era pan de cada día. Sin embargo alcanzó a divisar una especie de sombra oscura y plana en el asfalto: eran los platillos de Clever, dentro de sus fundas, tirados en la lluvia. Su reacción instantánea fue abrir la puerta de golpe sin siquiera percatarse de si tenía llave, por lo que debido al nerviosismo, se golpeó el hombro muy fuerte, y al repetir el movimiento, logró girar el pomo para salir trastabillando a la parte trasera del bar a punto de caer de bruces al suelo mojado. Rich le siguió rápidamente asustado por su reacción.
Tras aproximarse ambos jóvenes a los platillos y antes de que Pills alcanzara a recogerlos, se percataron de que unos metros más lejos, en el callejón de esa oscura ciudad francesa, habían dos cuerpos tirados en el suelo, embarrados, mojándose entre la lluvia e inmóviles: uno de ellos era grande, corpulento, y el otro, era más pequeño. El más pequeño de la banda.
La visión era inconfundible. Pills lanzó un grito escalofriante tomándose la cara con unas manos temblorosas y empapadas que no podía sentir contra su piel. Por otro lado, Rich solo pudo sostenerse de uno de los basureros que yacían ahí para no caer al suelo debido a la impresión. Ambos jóvenes sabían de quiénes eran esos cuerpos, lo sentían en las vísceras. Sin dejar de gritar, y sin miedo a reventar las venas de sus cienes debido a la presión de aire que se acumulaba en su cabeza, Pills se acercó corriendo a los cuerpos. Se arrodilló bruscamente en el suelo junto al primer cuerpo, pudiendo respirar por primera vez y estuvo a instantes de desmayarse. Sus manos temblorosas giraron el cuerpo y vio el rostro de Clever, con los ojos blancos, con barro y con un borbotón de sangre desparramado en el suelo.
RICH AYÚDAME, ES CLEVER. ¡AYÚDAME, POR FAVOR AYÚDAME! - le gritó entre sollozos al joven que se aferraba aun al tarro de basura. Rich salió lentamente de su estado de shock y se acercó corriendo pero con miedo al cuerpo de Clever. Una vez Rich estuvo lo suficientemente cerca, Pills se giró, para encontrarse con el cabello rubio, tan familiar de cada mañana, desde hacía 2 años. Su cuerpo no paraba de temblar y no podía visualizar bien lo que sus ojos cubiertos de lágrimas y lluvia tenían al frente. Pero su corazón ya lo sabía.
El cuerpo de Tallulah yacia de costado, en posición fetal tirado en el suelo. Un hilo de sangre se colaba entre su ropa hacia el asfalto: había sido una estocada limpia en los riñones.
Pills, acercando sus manos temblorosas al cuerpo inmóvil, tomó el rostro de Tallulah, intentando quitar su cabello de su cara y algo de barro que había en ella. Tal tenía sangre en la boca y los ojos cerrados: se veía hermosa, como Ophelia en su lecho de muerte. Ella siempre era hermosa.
Aferró el cuerpo de su novia contra el suyo, intentando no hacerle más daño, siendo que ya no había mucho más que hacer. Tal estaba helada, ¿cuánto tiempo estuvo viva hasta que se desangró o se intoxicó su sangre con su orina? ¿habría sentido miedo? ¿se habría sentido sola, tan sola, como aquella mañana le había hecho saber? Un sollozo y otro llanto sin control dominó a Pills, quien abrazaba el cuerpo de Tallulah lo más delicadamente que podía. Tomaba su cabeza con una de sus manos y sollozaba. Gritaba, sollozaba. Sin explicación de por medio y cuestionándose.
Pills, están muertos - sintió la voz de Rich en su nuca, quien se había acercado a ella mientras abrazada el cuerpo de Tallulah. Con cuidado, tomó su hombro.
Revisé los bolsillos de Clever y no tenía el dinero. Pills, los mataron por el dinero que nos iban a pagar, ya no tenemos nada con lo que sobrevivir, ¿qué vamos a hacer? - No hubo respuesta inmediata. Sus palabras la habían dejado sin habla. En un arranque de furia, Pills se giró rápidamente encestándole un codazo en toda la maldíbula del lado derecho, quitándole un diente de forma inmediata.
Rich cayó al suelo, atontado, confundido y esas emociones dieron paso a la furia y al miedo en su ser.
¡HIJA DE PUTA! ¡ME HAS GOLPEADO.....! - Pills siguió sosteniendo el cuerpo sin vida de Tallulah entre sus brazos, con cuidado, y solo observaba su rostro de niña, apacible.
Nuestros compañeros están muertos... y tú solo piensas en dinero... - Pills se tomó su tiempo porque sabía que la rata cobarde de Rich estaría demasiado asustado a esas alturas para responderle algo - ... Quiero que te largues de aquí. Y nunca más aparezcas en mi vida: porque te juro que te asesinaré con mis propias manos.
Rich, sacando todo su instinto de supervivencia y sin olvidar su verdadera esencia, se levantó del suelo rápidamente, cogió los platillos de Clever, su maleta con el teclado y se alejó corriendo del lugar, llevándose un botín de un amigo muerto que seguro podría canjear por algo de dinero. Después de su figura borrosa debido a la lluvia cruzó la esquina, Pills supo que no le volvería a ver jamás.
A lo lejos, sintió las bocinas de la policía francesa y su corazón saltó con miedo.
Pills antes de conocer a Tallulah ya había tenido problemas con la policía británica por vender drogas: estaba en su expediente. Y en la Unión Europea es fácil conseguir los antecedentes de cualquier miembro de aquel círculo.
El miedo la tenía paralizada, pero por otro lado, palpitaba en su cien la urgencia de tener que dejar a Tallulah, sola, nuevamente, inclusive estando muerta. Se sintió una basura de persona, y lo confirmó cuando dejó suavemente el cuerpo de Tallulah boca arriba sobre el asfalto. Arregló con cuidado su cabello, y acercó su boca para besar los fríos labios de quien alguna vez fue su novia en vida. En aquel beso aprovechó de limpiar la sangre que empapaba los labios de Tal y cuando acabó, apoyó su frente contra la de ella, implorando entre susurros:
Rogué al cielo que jamás me dejaras... ¿por qué tuviste que hacerlo, Tallulah? ¿Por qué tuvo que terminar así?... - las lágrimas empapaban su boca, y la sal de las mismas se mezcló con la lluvia que mojó el rostro de Pills durante esos minutos de pánico. Cuando las bocinas de la policía parecían estar a pocas cuadras de allí, besó la frente de Tallulah y presionando su mano por última vez, abandonó su cuerpo muerto en aquel callejón de París.
No se despidió de Clever, no les dio una sepultura a sus amigos; solo corrió a través de los callejones franceses, en medio de la lluvia, con su guitarra en la espalda. Corrió a la estación de buses Gallieni y con sus últimos 20 euros, compró un pasaje de regreso a... a donde fuera.
-
Un destello de luz le hizo despertar. Abrió los ojos de par en par y vislumbró el océano a través del ventanal de su habitación: había regresado a Plastic Beach.
Se levantó del suelo y no se había movido ni un centímetro desde que cayó dormida junto a la puerta. Sus mejillas estaban cubiertas de un hilo seco creado por las lágrimas del sueño, y al tocarlas, volvió a derramar un par de lágrimas más.
¿Por qué estaba en ese lugar? Era fácil: no tenía ningún otro a dónde ir.Plastic Beach era el santuario perfecto para ladrones, estafadores y asesinos. Pills calzaba perfecto con el perfil de basura que había en esa isla hecha con el mismo material. Se sentó en su cama y limpió sus ojos con el dorso de su mano derecha: nunca iba a perdonarse haber dejado a Tallulah. Era indefensa, joven, y la dejó morir sola. Era lo mismo que haberla asesinado con sus propias manos.
De repente, unos golpes en la puerta la sacaron de sus melancólicos pensamientos: estaban tocando. Pills se levantó y al abrir la puerta, se encontró con las cuencas vacías de 2D, que la miraron con su usual nerviosismo, provocando que su frase solo fuera un extraño balbuceo.
Hay...digo... vamos a comer... ven, o sea ¿vienes? - pronto, Stuart se quedó en silencio, con una expresión diferente en su rostro: sorprendido. Algo no era normal.
¿Estás bien Pills? - Pills sufrió un sobresalto: sus ojos seguían estando húmedos por las recientes lágrimas. Se apresuró a responder y cortar el tema, con una mueca despreocupada en su rostro.
Sí, estaba soñando. Me quedé dormida toda la mañana - se apresuró a salir de la habitación, cerrando tras de sí con bastante energía el paso a su dormitorio. - Vamos a comer.