Elibeth se le quedo viendo mientras seguía sosteniendo la puerta.
-Hmm...- Elizabeth ladeo la cabeza. -¿Todo bien?
-¿Oh? ¿Ah?- reacciono. -¡Ah, sí!- soltó la puerta y esta dio un portazo detrás de ella.
-Yo soy Priya.- le devolvió el apretón de manos. -Es un gusto conocerte, Princesa Elizabeth.
Elizabeth sonrió algo apenada.
-Así que sabes quién soy...- se tomó del brazo.
-Sí, bueno, la tercera princesa de Liones que libró a su pueblo de los Caballeros Sagrados..., eres bastante popular entre tu pueblo ¿sabes? Y ni que se diga de los afiches de se busca.- rio.
-Oh... No lo sabía...- murmuró. -Aunque no fui sólo yo, los Siete Pecados Capitales me ayudaron...- apretó el agarre de su mano a su brazo para ver a un lado nostálgicamente. -Les debo mucho...- susurró.
-Ya veo...- entrecerró los ojos.
-¡Elizabeth!- una voz las interrumpió, ambas mujeres voltearon la vista a la voz.
-¡Ah, Hawk-chan!- sonrió.
Elibeth abrió los ojos sorprendida. ¡Un cerdo que habla!
-Vaya...- dijo cuándo el cerdo se les acerco, se agacho a la altura de este y sonrió. -Nunca había visto a alguien como tu... que interesante eres.
El cerdo soltó un resoplido de orgullo.
-¡Soy Hawk, Capitán de los caballeros de las sobras!- grito feliz.
Elibeth sonrió de lado.
-Nunca había escuchado de esa orden, me gustaría que me hablases de ella.
-¡Claro, con gusto lo hare!
Elibeth se levantó y miro a Elizabeth.
Era... algo así como ver a una madre e hija, pero ella no era su hija y menos ella era la madre. Era complicado.
-¿Qué te parece si me das tu especialidad? ¡Me muero de hambre!- rio.
Elizabeth sonrió.
-Claro, en un momento lo traigo.
Elibeth se sentó en una de las mesas y acaricio a Hawk, quien se había sentado a un lado suyo.
-¿Sabes?- dijo una vez que Elizabeth estaba en la cocina. -Yo también tuve un compañero como tú en el pasado.
-¿En serio? ¿Y podía hablar como yo?
Ella negó con la cabeza.
-No, no podía, pero era bastante persistente cuando quería algo, algunas veces pensé que estaba muy mimado.
Hawk saco una sonrisa burlona.
-¡Nunca habrá alguien como yo!- grito.
Elibeth rio.
-Sí, ya lo creo.
Observo mejor la taberna por dentro, una barra con sillas estaba un par de mesas más adelante, a un lado de la entrada a la cocina había unas escaleras, y al frente, pegado a la pared había una puerta, tal vez para el baño.
Recorrió perezosamente con la mirada el lugar.
Pero sus ojos se detuvieron en cierto punto.
A un lado de ella, justo al otro lado de la puerta, había un cuadro pegado a la pared y varios papeles pegados a este.
Se levantó y se acercó a ellos.
Eran unos afiches de "Se busca" Leyó los nombres.
"Escanor."
"Gowther."
"Merlin."
"Diane."
"King."
"Ban."
Y justo en medio de todos decía "Meliodas."
Se sorprendió cuando vio el retrato de la persona que se decía ser "Meliodas" ¡Era la viva imagen de uno de los hermanos, Estarrosa!
Se le quedo viendo e hizo una mueca.
-Aquí está tu orden.
Volteo y vio a Elizabeth quien había dejado un plato con comida en la mesa.
Se acercó a ella y se sentó en una de las sillas.
-Gracias por la comida...- susurró.
Dio un bocado a este y sintió su paladar florecer.
Hace tanto que no comía comida decente...
Sonrió complacida.
-Está bastante bueno... eres una gran cocinera.
-No... No es para tanto...
-Oye...- dijo sin dejar de ver la comida. -Esas personas de ahí...- señalo con el cuchillo a los afiches. -¿Son los Siete Pecados Capitales?
Elizabeth asintió.
-Sí, aunque no se parecen en nada a ellos, son retratos bastantes viejos.
-Hm...- cortó otro trozo de comida.
-No... No creo que sea de mi incumbencia...- Elizabeth se sentó frente a ella. -Pero... pareces viajar buscando algo, yo estaba igual que tu cuando busque a los Siete Pecados, Umm... ¿que buscas?
Elibeth trago la comida y se le quedo viendo a la misma.
-También busco a los Siete Pecados.
-¿Eh?- Elizabeth parpadeó.
-Pero,- cortó otro trozo de comida. -A diferencia de ti... Yo solo busco a su Capitán: Meliodas.- llevo la comida a su boca.
Notó como su reencarnación temblaba.
-¿Por qué?
-Porque tengo asuntos pendientes con él...- dejo los cubiertos a un lado. -A todo esto... ¿No sabes dónde está?
Vio que ella hacia una mueca y miraba a otro lado.
Vaya, si se parecían en gestos.
-Bueno, él...--
Se calló.
-Elizabeth...- dijo Hawk preocupado.
-¿Son... son muy importantes... esos asuntos?- su flequillo tapo sus ojos.
-Mucho, demasiado.-
Vio como mordía su labio, aguantando seguramente sus ganas de llorar.
De repente, Elizabeth se paró.
-Ven, sígueme.- la vio a los ojos.
Elibeth se paró y comenzó a seguirla.
Caminaron escaleras arriba en silencio hasta llegar a la segunda planta.
Elizabeth tomo el pomo de una puerta y suspiró.
Abrió la puerta con suavidad y paso seguida de Elibeth.
Cuando entraron Beth noto el ambiente pesado, y comenzó a preocuparse.
Parecía ser un cuarto... normal. En medio de esta había una cama que era lo que más destacaba, un buró a su lado izquierdo y al lado derecho una pequeña mesita con un par de sillitas.
Dio unos cuantos pasos a la cama hasta que se dio cuenta del porque estaban ahí.
Hizo una mueca.
Meliodas-dono estaba ahí... El Meliodas-dono que había visto por última vez hace tres mil años. Aquel Meliodas-dono que tenía una maldición sobre él y un ser sellado dentro de él.
Estaba... inerte. No se movía, tampoco parecía respirar. Solo estaba acostado... muerto.
Elibeth cerró los ojos tratando de no llorar.
-¿Qué... qué fue lo que pasó?
Elizabeth se le quedo viendo a Meliodas.
-Uno de los Diez Mandamientos... Creo que Estarrosa, lo mató. Clavó sus siete espadas en sus supuestos siete corazones, al parecer... Meliodas-sama también era un Demonio y... por alguna razón él lo mato.
Noto que Elizabeth también se esforzaba por no llorar.
Elibeth se cubrió con la mano los ojos y apretó su puño.
-Elizabeth ¿crees que me puedes dejar a solas con Meliodas...-dono* por un tiempo? Solo unos minutos.
Elizabeth la vio y asintió.
Ella salió del cuarto cerrando suavemente la puerta.
Al instante, Elibeth se dejó caer y comenzó a llorar.
Se aferró a las sabanas frente a ella, llorando impotente.
-Lo siento...- se sumergió en las cobijas. -Por favor... perdóname...- su voz cada vez se hacía más y más débil.
-Todo fue mi culpa... si yo... si yo no te hubiera puesto esa maldición... tu ahorita...
Lloró.
Lloró frente a su cuerpo por unos diez minutos.
Él... él solo fue un alma inocente que tomo para darle un castigo injusto. Solo por su deseo egoísta.
¿Por qué los Diez Mandamientos tenían que ser tan crueles? ¡Él es su hermano! ¡¿Por qué no lo podían entender!? ¡Tenían que respetar las decisiones de su hermano! ¡Pero nadie podía entender que ellos se amaban! ¡Que dieron todo por su amor! ¡Que a pesar de ser enemigos, ser tan diferentes, se enamoraron! ¡Y ahora... tenían que pagar seres que no tenían por que pagarlo!
¡Sora, Kaji, Huku, Dolor, Gloxinia, las hadas, los gigantes, los humanos...! ¡Su hijo...!
-¡AAAaAAAaAHhhHh!- gritó.
-¡Priya!- Elizabeth azotó la puerta.
Se paró un instante al verla llorar aferrándose a las sabanas, así que se acercó lentamente a ella.
La tomo de su hombro y suavemente la abrazo.
Llevo su cabeza a su hombro y la abrazo con más fuerza.
Ella lloro aún más en su hombro y le devolvió el abrazo.
-Shhh...- susurró Elizabeth acariciando su cabello. -Todo está bien...
-¡No!- gritó Beth. -¡Nada esta, ni estará bien! ¡Todo esto... todo esto ha sido mi culpa!
-No...- dijo delicada. -Nada de esto ha sido tu culpa...
-¡Claro que sí! ¡Tú no sabes nada!- su voz se hizo más delgada.
-Tal vez no sepa mucho, pero se, que él tomó esa decisión y eso es algo en el que tu no tuviste nada que ver...
-Si... pero yo lo orille a esto...- jadeó.
Elizabeth negó con la cabeza.
-Lo conoces ¿no es así? ¿Crees que él se dejaría matar sin ningún plan? Piénsalo un poco ¿sí?
¿Eh?
¿Se dejó matar a propósito? Bueno, si lo pensaba bien... Su Meliodas era bastante misterioso, pero ese era una reencarnación, no estaba del todo segura de si Meliodas-dono pensaba igual que su Meliodas.
Hizo otra mueca y enterró más en el cuello de Elizabeth calmándose.
Tal vez... si lo pensaba mejor... Meliodas-dono se dejó matar con un fin.
Espera... ¡Su Meliodas!
Elibeth alzo la cara sorprendida y se paró.
-¿Eh? ¿Qué pasa?
-Creo que... tienes razón...- se acercó al cuerpo de Meliodas-dono y llevó su oreja a uno de sus siete corazones.
Ninguno de ellos latía.
-¡No se escucha ningún latido!- se paró bruscamente.
-Si... se supone que está muerto...- Elizabeth alzo una ceja.
-ESE es el problema.- la vio. -¡Significa que el ser que estaba sellado dentro de él ahora está libre!
¡Una pequeña esperanza! ¡Tal vez... lo podría volver a ver! ¡Tal vez... su Meliodas estaba vivo!
+++++++
¡Y regresamos con un Boom!
Espero se haya entendido... Hay veces en las que acostumbro complicar las cosas ya que me sumerjo demasiado en la historia xd.
Por cierto... He tenido problemillas con la computadora... ¡Celular, ven a mi!
*Nota: Para l@s que no saben que significa "-dono" es un sufijo japonés de un rango menor que "-sama" pero mayor que "-kun" aunque solo uso este sufijo para identificar a los dos Meliodas :p Es... Cómo un enorme respeto, pero están en la misma clase ¿me explico?
Comenta, da voto y dime ¿qué te pareció este capítulo?
¡Muchas gracias por leer!
Sin más...
¡TheNinjaGirlPower se despide!
*Deja caer el micrófono* B3