Capítulo 10:"Diggory vs Diggory".
Dedicado a: lectora_sensual
Al otro día por la mañana, Dumbledore hizo desaparecer los sacos de dormir y volvió a colocar las mesas en su lugar para que todos pudiésemos comer en ellas. Los de Gryffindor ya teníamos permitido volver a nuestra Sala Común, por lo que cuando terminamos de desayunar, subimos las escaleras para toparnos con el nuevo guardián: un caballero bajito y rechoncho, vestido con armadura y montado en un pequeño caballo gris.
-¿Sir Cadogan?
-¡El mismo! -gritó, viéndonos a todos- ¿Quienes son estos vándalos que se atreven a internarse en mis dominios? -sacó la espada de la vaina desde su caballo- ¿Acaso quieren un duelo? ¡Saquen su arma, cobardes!
-Sir Cadogan, esta es la Sala Común de Gryffindor y queremos entrar, así que le pido por favor que se calme. -le dijo Percy con tranquilidad, acercándose al cuadro.
-¡Atrás villano!
-¿Es que Dumbledore no le dijo nada? Déjenos entrar. -pidió Dean con impaciencia.
Sir Cadogan volvió a guardar la espada con una mueca.
-Los dejaré entrar si son capaces de adivinar la contraseña.
Pude ver como Neville, que estaba al frente mío, sacaba una libreta y una pluma de su bolsillo.
-Es la misma de siempre -dijo Percy-. Fortuna major.
-¡Incorrecto!
-¿Cómo que no? ¡Déjese de tonterías!
-¿Te atreves a enfrentarme? -agarró otra vez la empuñadura de la espada.
-Esto será eterno -comentó Ron.
-Alanna debe de saberla -interrumpió Seamus.
Levanté la mirada.
-¿Y por qué debería de saberla yo?
-Porque tienes el Don.
Todas las cabezas voltearon a verme. Yo me hice la tonta y empecé a trenzar mi pelo.
-¿Eso es cierto? -inquirió Lee Jordan.
Hermione bufó y rodó los ojos.
-¡Claro que sí! -exclamó Lavender con entusiasmo- Todas las clases la profesora Trelawney lo menciona.
-Pues está equivocada -contesté-, no tengo ningún Don y si lo tuviera, no podría adivinar la contraseña.
Seamus abrió la boca, pero lo miré advirtiéndole que si lo hacía, su funeral sería mañana por la tarde, así que se calló.
Estuvimos diez minutos insistiéndole a Sir Cadogan que nos diera la contraseña y cuando al fin lo hizo (la cuál era demasiado complicada), todos entramos de golpe a nuestra Sala Común, para darnos una ducha y cambiarnos los uniformes del día anterior. Cuando terminé de ponerme los zapatos, escuché como mis compañeras de dormitorio, Parvati y Lavender, cuchicheaban entre ellas. Al levantar la vista, se detuvieron en seco.
-¿Qué? -inquerí.
Parvati intercambió una mirada con Lavender y esta asintió con la cabeza.
-Bueno -empezó a hablar Parvati con voz aguda-, nos preguntábamos si podías leernos las palmas de las manos.
Las miré con una ceja alzada y las manos en la cintura.
-Díganme que no le creen a Trelawney por favor...
-¿Por qué mentiría con algo tan delicado y poderoso como el Don? -preguntó Lavender.
-Porque está loca -Hermione salió del baño y llegó a mi lado. Tanto las chicas y yo nos la quedamos mirando con sorpresa al escucharla hablar así de un profesor-. Hasta McGonagall está de acuerdo conmigo -me hace un gesto con la cabeza para que las dos saliéramos de la habitación, cosa que hicimos al instante.
-Gracias por apoyarme. -le agradecí mientras bajábamos las escaleras.
-No tienes ningún Don, Trelawney está mintiendo.
-Hermione hablando así de un profesor -reí-. Cada día me sorprendes más, amiga.
***
El tiempo empeoró conforme se acercaba el primer partido de Quidditch contra Slytherin. Entrenábamos cada vez más duro, bajo la mirada de la señora Hooch por petición de la profesora McGonagall (era evidente que temían que Black aparecise en la cancha y atacara a Harry o algo por el estilo).
Cuando terminamos la sesión final de entrenamiento para el partido del sábado, todos entramos a la tienda donde organizábanos las técnicas del equipo.
-¿Cómo es posible que hayas anotado cincuenta puntos en menos de tres minutos? -dijo George en voz baja con admiración cuando fuimos a dejar nuestras escobas a una esquina.
-He practicado mucho estos años -respondí con una inevitable sonrisa de satisfacción-. Tú y Fred también lo han hecho increíble, como de costumbre.
-Yo salvé a Alicia, a Angelina y a Katie de la bludger -narró Fred, quién estaba a nuestro lado-. George fue el que iba más a tu rescate.
-Siempre acá para usted, mademuiselle -George hizo una pequeña reverencia.
-Pues muchas gracias, milord. -le devolví el gesto, riéndome.
-Creo que la dama debería agradecerle a su salvador con un beso...
-Fred, cállate y siéntate -lo llamó Oliver Wood con aire enfadado-. Y ustedes dos también. Tengo que darles una noticia.
George se fue con su hermano y yo me senté al lado de Harry, quién me miraba con la ceja enarcada. Todos estábamos atentos y callados, esperando a que Oliver comunicara la tal noticia que lo tenía de malhumor.
-¡No vamos a jugar contra Slytherin! -nos dijo con el mismo tono que había empleado antes-. Flint acaba de venir a verme. Vamos a jugar contra Hufflepuff.
-¿Por qué? -preguntamos todos.
-La excusa de Flint es que su buscador aún tiene el brazo lesionado -dijo Wood, rechinando con furia los dientes-. Pero está claro el verdadero motivo: no quieren jugar con este tiempo, porque piensan que tendrán menos posibilidades...
Durante todo el día había soplado un fuerte viento y caído un aguacero, y mientras hablaba Wood se oía retumbar a los truenos.
-¡No le pasa nada al brazo de Malfoy! -dijo Harry furioso-. Está fingiendo.
-Lo sé, pero no lo podemos demostrar -dijo Wood con acritud-. Y hemos practicado todos estos movimientos suponiendo que íbamos a jugar contra Slytherin, y en su lugar tenemos a Hufflepuff, y su estilo de juego es muy diferente. Tienen un nuevo capitán buscador; Cedric Diggory...
Todas las miradas se posaron en mí. Abrí los ojos como platos y al atragantarme con mi propia saliva, comencé a toser ruidosamente al mismo tiempo en que Angelina, Alicia y Katie soltaban una carcajada, pero no fue por mi reacción, sino por la mención del nombre de mi hermano. Se me había olvidado por completo que mi hermano estaba en el equipo de Hufflepuff... ¡Y como bonus extra: era el capitán!
-¿Qué? -preguntó Wood, frunciendo la frente ante la actitud de las chicas. Yo seguía tosiendo, pero me tapaba la boca con la túnica y Harry me daba leves golpes en la espalda.
-¿El tan famoso hermano de Ala? ¿Del que los dos años anteriores tuvimos que fingir que no estaba en Hogwarts? -preguntó Katie.
-Es ese chico alto y guapo, ¿verdad? -siguió Alicia.
-¡Y tan fuerte y callado! -añadió Katie, y volvieron a reírse.
-¡Ey! -exclamé con el ceño fruncido y con algunas lágrimas en los ojos por el atragantamiento.
-Conocí a Cedric este año y es una gran persona -empezó a decir Fred-, pero dudo que sea mejor que su hermana en temas de Quidditch.
-¡Por favor, ganó su primer partido a los dos años en el jardín de niños montado en un andador volador!
-Cállese usted. -me ordenó-. No sé qué te preocupa, Oliver. Los de Hufflepuff son pan comido. La última vez que jugamos con ellos, Harry atrapó la snitch al cabo de unos cinco minutos, ¿no se acuerdan?
-¡Jugábamos en condiciones muy distintas! -gritó Wood, con los ojos muy abiertos-. Diggory ha mejorado mucho el equipo. ¡Es un buscador excelente! ¡Ya sospechaba que se lo tomarían así! ¡No debemos confiarnos! ¡Hay que tener bien claro el objetivo! ¡Slytherin intenta pillarnos desprevenidos! ¡Hay que ganar!
-Tranquilízate, Wood -dijo George alarmado-. Nos tomamos muy en serio a Hufflepuff. Muy en serio.
-¿Y tienes algún plan B, Oliver? -quiso saber Harry con curiosidad.
Wood asintió con la cabeza y a continuación me miró. Me crucé de brazos.
-Alanna...
-Sé lo que piensas y la respuesta es no.
-Este cambio fue a último momento y no conocemos las nuevas tácticas de Hufflepuff.
-No puedo hacer eso. Conocía sus jugadas cuando era golpeador, ahora que es buscador, no tengo ni la menor idea.
-Igual nos sirven.
-Es mi hermano de quién estamos hablando, Oliver. En temas de Quidditch, nunca nos traicionamos, nunca -miré a los otros-. Jugaremos limpio, punto final.
***
La noticia de que Cedric y yo jugaríamos en contra el sábado se propagó tan rápido como un rayo. En el Gran Comedor, en el patio, pasillos y hasta en las clases los alumnos hablaban acerca de ello.
-¿Supiste? ¡Los Diggory jugarán por primera vez frente a todo el colegio!
-Este enfrentamiento quedará marcado en la historia.
-¿Quién crees que gane?
-Apuesto cincuenta galeones a que Ala anota cien puntos antes de que Cedric atrape la snitch. Si es que la atrapa, claro.
-Yo digo que Cedric atrapará la snitch antes de que Alanna anote apenas quince puntos.
No importaba si uno de los dos se encontraba cerca, ellos seguían hablando y hablando del tan esperado partido. Así continuaron hasta el viernes, donde el viento se convirtió en un huracán y la lluvia cayó con más fuerza que nunca.
Harry estaba muy preocupado por el partido del día siguiente y para la cereza del pastel, Oliver Wood se le acercaba todos los días a cada hora para darle consejos y estresarlo aún más de lo que estaba.
Cuando iba en camino a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, la voz de mi hermano llamándome hizo detenerme en medio del pasillo.
-Acabo de pasar por la biblioteca y vi a chicos apostando comida y galeones por nosotros dos. -me informó a la vez que se reía.
-En el patio están vendiendo banderitas con nuestros rostros -le dije-. No pensé que estarían tan entusiasmados.
-¿Estás nerviosa?
Bufé.
-Para nada. Le tengo fe a Harry.
-¿Y a tu propio hermano no?
-No te he visto nunca jugar como buscador. Y admito que estoy ansiosa por ver tu cara de decepción cuando veas que Harry atrapó la snitch en menos de lo que canta un gallo.
Él apretó los labios con el ceño fruncido y no dijo nada.
-Bueno -empecé a decir palpándome los muslos-, yo mejor me voy...
-¡Espera!
Me giré otra vez.
-¿Ahora qué?
-No le dijiste a tu equipo mis estrategias al jugar Quidditch, ¿o sí?
Tardé en hacerlo pero al fin y al cabo, negué con la cabeza. Él sonrió y yo solo puse los ojos en blanco.
-Llego tarde a clase, así que adiós.
-Que gane el mejor mañana.
-Que así sea.
Y con eso último dicho, eché a correr. Frené al llegar a la puerta del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, la abrí y entré apresuradamente.
-Lamento llegar tarde, profesor Lupin. Yo...
Pero no era Lupin quien me miraba desde la mesa del profesor; era Snape.
-La clase ha comenzado hace diez minutos, señorita Diggory. Así que creo que descontaremos a Gryffindor diez puntos. Siéntese.
Tensé la mandíbula, pero simplemente asentí con la cabeza gacha y me fui a sentar junto a Harry, a quién le pedí con la mirada que me explicara por qué el profesor Lupin no estaba. Mi amigo me hizo un gesto con la mano, indicándome que esperara.
Snape miró a la clase.
-Como decía antes de que nos interrumpiera Diggory, el profesor Lupin no ha dejado ninguna información acerca de los temas que han estudiado hasta ahora...
-Hemos estudiado los boggarts, los gorros rojos, los kappas y los grindylows -informó Hermione rápidamente-, y ahora íbamos a comenzar...
-Cállate -le ordenó Snape fríamente-. No te pregunté. Sólo comentaba la falta de organización del profesor Lupin.
-Es el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido -se atrevió a decir Dean, y la clase expresó su conformidad con murmullos.
Snape hizo un gesto tan amenazador que me deslicé por la silla hasta que mi cuello quedó a la altura de la mesa.
-Es porque no les exige nada... Hasta un niño de ocho años es capaz de manejarse con los gorros rojos y los grindylows. Hoy veremos...
Lo vi hojear el libro hasta llegar al último capítulo, que debía de imaginarse que no habíamos visto.
-... los hombres lobo -concluyó Snape-. Abran sus libros en la página 394. Todos, ahora.
Descontentos y mirándonos de soslayo, abrimos los libros.
-¿Quién me dice cuál es la gran diferencia entre el hombre lobo y el lobo auténtico?
Todos nos quedamos en completo silencio, excepto Hermione, cuya mano, como de costumbre, estaba levantada. Ella me preguntó con sus ojos por qué no hice lo mismo y yo solamente le respondí negando con la cabeza. Nunca me atrevía a participar en las clases de Snape.
-¿Nadie? -preguntó Snape, sin prestar atención a Hermione. La sonrisa contrahecha había vuelto a su rostro-. ¿Es que el profesor Lupin no les ha enseñado ni siquiera la distinción básica entre...?
-Ya se lo hemos dicho -dijo de repente Parvati-. No hemos llegado a los hombres lobo. Estamos todavía por...
-¡Silencio! -gruñó Snape-. Bueno, bueno, bueno... Nunca creí que encontraría una clase de tercero que ni siquiera fuera capaz de reconocer a un hombre lobo. Me encargaré de informar al profesor Dumbledore de lo atrasados que están todos...
-Por favor, profesor -dijo Hermione, que seguía con la mano levantada-. El hombre lobo difiere del verdadero lobo en varios detalles: el hocico del hombre lobo...
-Es la segunda vez que hablas sin que te corresponda, señorita Granger -dijo Snape con frialdad-. Cinco puntos menos para Gryffindor por ser una sabelotodo insufrible.
Mis pupilas se dilataron al escuharlo hablar así de mi amiga, quién se puso muy colorada al instante, bajó la mano y miró al suelo, con los ojos llenos de lágrimas. Uniéndome a los otros, fulminé a Snape con la mirada mientras apretaba los puños, tratando de controlar que mis poderes no se salieran de control en cualquier segundo.
-Usted nos ha hecho una pregunta y ella le ha respondido. ¿Por qué pregunta si no quiere que le respondan? -dijo Ron en voz alta.
-Castigado, Weasley -dijo Snape sin más, con voz suave y acercando el rostro al de Ron-. Y si vuelvo a oírte criticar mi manera de dar clase, te arrepentirás.
Nadie se movió durante el resto de la clase. Cada uno siguió en su sitio, tomando notas sobre los hombres lobo del libro de texto, mientras Snape rondaba entre las filas de pupitres examinando el trabajo que habíamos estado haciendo con el profesor Lupin.
-Muy pobremente explicado... Esto es incorrecto... El kappa se encuentra sobre todo en Mongolia... ¿El profesor Lupin te puso un ocho? Esto es un tres para mí... ¿A esto lo llama trabajo, Diggory?
"Le regalo un diccionario si quiere para que busque su significado" -dije en mi mente ya que no me atrevía a decírselo en persona.
Cuando el timbre sonó por fin, Snape nos retuvo:
-Escribirán una redacción de dos pergaminos sobre las maneras de reconocer y matar a un hombre lobo. Para el lunes por la mañana. Ya es hora de que alguien ponga en su lugar a esta clase. Weasley, quédate, tenemos que hablar sobre tu castigo.
Harry, Hermione y yo abandonamos el aula con los demás alumnos, que esperamos a encontrarnos fuera del alcance de los oídos de Snape para estallar en críticas contra él.
-Snape nunca ha actuado así con ninguno de los otros profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras, aunque quisiera el puesto -nos comentó Harry-. ¿Por qué la tiene tomada con Lupin? ¿Será por lo del boggart?
-No sé -dijo Hermione pensativamente-. Pero espero que el profesor Lupin se recupere pronto.
-¿Qué le pasó? -pregunté.
-No dijo exactamente qué fue, pero estoy seguro que la poción que le dio Snape el día donde estuvimos en la oficina de Lupin fue la causa.
-No lo sé Harry, el primer año creímos que era Snape quién trataba de robarse la piedra filosofal cuando en realidad era Quirrel -le recordé.
-En estos momentos ya no sé qué pensar de ese profesor... -susurró Hermione, casi estallando en llanto.
Ron nos alcanzó cinco minutos más tarde, muy enfadado.
-¡Lavar los orinales de la enfermería sin magia! ¡Eso es lo que me ha mandado a hacer ese maldito! -dijo con la respiración alterada. Tenía los puños fuertemente cerrados-. ¿Por qué no podía haberse ocultado Black en el despacho de Snape, eh? ¡Podía haber acabado con él de una vez!
***
La mañana del partido, todos se despiertan más temprano de lo usual y se dirigen al Gran Comedor como una estampida descontrolada. El día estaba peor que los anteriores: llovía a cántaros, se escuchaban truenos cada dos minutos y el viento era tan fuerte que por la ventana se podía apreciar como le arrancaba las ramas a los árboles con facilidad. Pero sabía perfectamente que el clima nunca era excusa para cancelar un partido de Quidditch.
Cedric y yo siempre practicábamos los dos solos en un prado alejado de los ojos de los muggles, nunca con un público tan grande como todos los alumnos y profesores de Hogwarts. Es por eso que estaba nerviosa y apenas podía sostener la cuchara para comer. Veía de reojo como muchos compañeros sacaban todo de sus bolsillos y los apilaban como fichas de casino encima de la mesa mientras hacían sus apuestas. Me topé con la mirada de Cedric en la mesa de Hufflepuff y pude entender que estaba tan nervioso como yo. Me saludó con la mano y yo le devolví el saludo con un movimiento de cabeza para que a continuación siguiera comiendo.
-Los buscadores suelen ser ligeros y veloces -comenzó a hablar Harry, preocupado-. Y Cedric es mucho mayor que yo, por lo que tiene más peso y será una ventaja con este clima porque tendrá muchas menos posibilidades de que el viento lo desvíe del rumbo -le acaricié la espalda con la intención de tranquilizarlo-. El equipo depende de mí.
-Sé que lo harás bien, no te preocupes.
Se reanimó un poco tomando un plato grande de gachas de avena y cuando ya habíamos empezado con las tostadas, apareció el resto del equipo.
-Va a ser difícil -dijo Wood, sin probar bocado.
-Deja de preocuparte, Oliver -lo tranquilizó Alicia-. No nos asustamos por un poquito de lluvia.
Pero era bastante más que un poquito de lluvia. Todo el colegio salió a ver el partido, como de costumbre. Corrían por el césped hasta el campo de Quidditch, con la cabeza agachada contra el feroz viento que arrancaba los paraguas de las manos. Poco antes de entrar en el vestuario, Harry y yo vimos a Malfoy, a Pansy, a Crabbe y a Goyle camino del campo de Quidditch; cubiertos por un enorme paraguas, nos señalaban y se reían.
El equipo y yo nos pusimos la túnica escarlata y aguardamos el habitual discurso de Wood, pero no pasó. Oliver intentó varias veces hablarnos, tragó saliva con un ruido extraño, cabeceó desesperanzado y nos indicó por señas que lo siguieramos.
El viento era tan fuerte que nos tambaleamos al entrar en el campo. A causa del retumbar de los truenos, no podía saber si la multitud nos aclamaba y por la lluvia, no alcanzaba a ver las banderas con mi cara o la de Cedric.
Cuando los de Hufflepuff se aproximaron desde el otro extremo del campo, con sus túnicas amarillo canario, me paralicé y sentí que mi sistema respiratorio dejaba de funcionar. Los capitanes de ambos equipos se acercaron y se estrecharon la mano. Cedric me guiñó un ojo antes de que, tan caballeroso como siempre, le sonriera a Wood, pero éste parecía tener ahora la mandíbula encajada y se limitó a hacer un gesto con la cabeza.
Vi que la boca de la señora Hooch articulaba:
-Monten en las escobas.
Suspiré, saqué del barro mi pie derecho y pasé la pierna por encima de la Barredora 5 mientras veía que mi hermano hacía lo mismo, solo que con su Nimbus 2000. La señora Hooch se llevó el silbato a los labios y dio un pitido que sonó distante y estridente... Dio comienzo el partido.
Me elevé rápidamente, pero mi escoba oscilaba a causa del viento. La sostuve firmemente y fui directo en busca de la quaffle, la cual había agarrado Katie. Ella se dirigía directo a los aros de Hufflepuff y decidí acompañarla para evitar que llegara un cazador del equipo contrario y se la arrebatara de las manos. Una bludger iba a toda velocidad hacia ella, pero gracias a Fred, esta fue desviada hacia otro lado y esto permitió a Katie ver que al frente suyo habían dos cazadores esperándola.
-¡Katie, acá! -le grité.
Me vio y sin pensárselo dos veces, me lanzó la quaffle, la atrapé y cuando volví la vista al frente, estaba a punto de estrellarme contra los aros y el guardián. Di un grito y lancé la quaffle antes de doblar para evitar el golpe. No escuchaba los comentarios y mi visión estaba borrosa, por lo que no sabía si había marcado punto hasta que Angelina se acercó a mí a felicitarme.
Al cabo de cinco minutos, entre pases y esquivando la bludger y a los cazadores del otro equipo, estaba calada hasta los huesos del frío. El cielo se había oscurecido y me dificultaba mucho más ver a mis compañeros de equipo a causa de que el cielo se había oscurecido, pero identifiqué a la perfección a Harry cuando estuvo a punto de ser derribado dos veces por la bludger.
Brilló otro rayo, seguido por el retumbar de un trueno. La cosa se ponía cada vez más peligrosa. A pesar de que Gryffindor llevaba cincuenta puntos de ventaja, Harry tenía que atrapar la snitch cuanto antes...
Un cazador de Hufflepuff tenía la quaffle e iba directo hacia nuestros aros, seguido de sus compañeros. Me preparé para bajar en picado y quitársela, pero en ese momento otro relámpago iluminó las gradas y vi algo que me distrajo completamente: la silueta de un enorme y lanudo perro negro, claramente perfilada contra el cielo, inmóvil en la parte superior y más vacía de las gradas.
Mis manos entumecidas se resbalaron por el palo de la escoba y esta descendió varios metros. Agitando la cabeza y corriendo mi cabello de la cara, volví a mirar hacia las gradas: el perro había desaparecido.
-¡Alanna cuidado! -gritó la voz de Alicia.
Al escuchar esto, miré por encima de mi hombro y vi como la bludger venía hacia mí a toda velocidad, pero antes de que esta diera contra mi espalda, Fred o George (no pude identificar quién de los dos era) intervino y con su bate, golpeó con fuerza la bludger en dirección al cazador de Hufflepuff que tenía la quaffle entre sus manos.
-¡Gracias! -le agradecí.
-¡Cuando quieras, milady!
Pestañeé varias veces cuando George se alejó en su escoba y no pude evitar sonreír antes de volver con Angelina, Alicia y Katie para seguir jugando.
-¡Harry! -escuché que gritaba Wood angustiado desde los postes de Gryffindor, justo cuando Angelina había anotado otro punto- ¡Harry, detrás de ti!
Al igual que Harry, miré hacia donde indicaba Oliver con los ojos abiertos de par en par. Cedric atravesaba el campo a toda velocidad, y entre ellos, en el aire cuajado de lluvia, brillaba una diminuta bola dorada...
Me había sorprendido tanto por la agilidad de mi hermano que no me había dado cuenta que Harry partió tras la snitch como una bala.
Desvié la mirada y partí junto a Alicia, que llevaba la quaffle, a los aros del otro equipo. Un cazador se la quitó, pero enseguida volé por debajo suyo y se la arrebaté, cosa que lo desconcertó bastante ya que no muchos cazadores se arriesgan a hacer esta técnica. No me gusta admitirlo, pero esta es una de las ventajas de tener a Cedric Diggory como hermano. "A quién sigo tratando mal...".
Llegó Katie a nuestro lado y le lancé la quaffle mientras avanzábamos hacia los aros de Hufflepuff. Entre ella y Alicia se la pasaban hasta que estábamos lo suficientemente cerca de los aros para anotar otro punto, por lo que Katie me lanzó la quaffle y yo rápidamente la tiré. El guardián no la atrapó y la quaffle pasó por el aro, dándonos otro punto.
De pronto y milagrosamente, pude escuchar los aplausos de las gradas y los gritos de alegría... Que de un minuto se transformaron en gritos de horror. Miré a todas partes para saber qué ocurría hasta que lo vi y me uní a los gritos del público al mismo tiempo en que los dos equipos paraban de jugar y miraban el cielo. Harry estaba cayendo a toda velocidad desde lo más alto del cielo y su escoba no estaba por ninguna parte.
-¡HARRY!
Mi primer instinto fue en sacar la varita y lanzar un hechizo para detener la caída, pero recordé que no la llevaba conmigo. Y entendí que no quedaba más remedio que confiar en mí misma y hacerlo sin la varita.
Partí como un rayo hacia Harry, quién estaba cada vez a menos centímetros del suelo. Estiré el brazo y grité:
-¡ARRESTO...!
Pero me detuve al instante cuando vi que un rayo de luz azul salíó de la tribuna e impactó contra Harry, provocando que este descendiera más y más despacio hasta que llegó al barro como una hoja de otoño al caer de un árbol. Veo que en la esquina del campo de Quidditch hay cientos de dementores encapuchados y Dumbledore, quién se encontraba en la tribuna y supe enseguida que fue el salvador de Harry, saca su varita y de esta sale una gran bola de luz plateada cegadora que los hace irse del lugar espantados. Lo mismo que hizo el profesor Lupin en el tren con el dementor.
Cuando mis pies dieron contra el césped húmedo, fui corriendo hacia la multitud de gente que rodeaba a Harry mientras murmuraban cosas.
-¡Ey, déjenme pasar! -exclamé, pero nadie se movía del medio.
Estaba a punto de usar la fuerza bruta cuando escuché una voz angustiada y apenada:
-Por favor Madame Hooch, anulen el partido. Pueden repetirlo.
Me di vuelta y vi a mi hermano hablando con la señora Hooch.
-Lo siento Cedric, pero a pesar de lo que acaba de pasar, ganaste de forma justa y limpia -y al decir esto, se alejó de él para poder apartar a los alumnos que rodeaban a mi amigo tirado en el suelo
Mi hermano miraba a todos lados sin saber qué hacer y al verme, bajó la mirada a su mano, que estaba en forma de puño. Me acerqué poco a poco, pálida y desconcertada.
-¿La atrapaste? -murmuré.
Cedric, apretando los labios, seguía sin mirarme.
-¿La atrapaste sí o no, Cedric?
Lentamente y mirándome con sus brillantes ojos mieles bajo la lluvia, abrió su mano y ahí estaba: la snitch dorada.
-No puedo aceptar esta victoria sabiendo que Harry se cayó de su Nimbus 2000. Ala, te juro que atrapé la snitch al mismo tiempo en que Harry comenzó a caer. Traté de ir por él pero...
Se detuvo al ver que por fin los alumnos se alejaron de Harry y se lo estaban llevando a la enfermería en una camilla que trajeron.
-Y una vez más Cedric Diggory le gana a su hermana. -le di unas palmadas en el hombro-. Disfruta de tu victoria.
Y emprendí camino junto a los demás hacia el castillo para dejar a Harry en la enfermería.
He visto que hay varias personas que nos les cae bien Alanna por tratar mal a Cedric y por eso me preguntan: ¿no te molesta que odien a tu protagonista?
Pff para nada, es más, es eso lo que quiero lograr 😂😂
XX: ¿Y para qué?
Top secret ^3^ Y continuando con estas preguntas acerca de la relación entre Ala y Cedric: ¿por qué creen que lo odia tanto? Y no, la respuesta no es tan obvia como es de esperarse >:) Se despide esta escritora que es más mala que la pizza con piña, los ai lov yu😉👌❤