Ghost of love

By mil3rna

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Romance oscuro Dante: A las afueras de la ciudad hay una finca llamada La Herradura... en ruinas,vacía y oscu... More

Prólogo
Cobarde
Época actual
El primer encuentro
Así comenzó
Reflejos
Frustración
Superstición
Luz de luna
personajes
nueva portada yeeih!!!
Deseo de navidad
Transferencia
Tienes toda mi atención
Sentir de nuevo
La salida
Primer Beso
Control
Médium
Oportunidad
Pérdida
Agradecimiento
Soundtrack
Mis garabatos.

Sebastían

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By mil3rna

Ghost of love

Capítulo

Sebastían

Dante.

El año nuevo empezó con altas y bajas.
Altas porque mi relación con Christine cada vez evolucionaba más.
El cariño que sentía por ella era mutuo, cada demostración de afectó ella me lo regresaba con creces... Y bajas porque su salud empeoraba cada día que pasaba.

A mediados de marzo, Christine sufrió un colapso, tenía varios días delicada,no había salido de casa durante los primeros síntomas.

Ese día era primavera, el sol brillaba en lo alto y Christine despertó muy animada. Deseosa de dar un paseo.

Vestía un delicado vestido blanco con tirantes amarillos y un cintillo de gamuza.

La acompañé al jardín, estuvimos un rato en el columpio que Mario el chofer había construido para ella. Todo estaba muy bien hasta que volvimos a casa.
Benjamín su padrastro iba saliendo de su despacho cuando nosotros entramos al caserón.

-¿Qué hacías afuera?- le preguntó, mirándola por encima de las lentillas para lectura que llevaba puestas.

Christine no tuvo tiempo de contestar. Yo estaba de pie detrás de ella, miré el vello fino de sus brazos erizarse.

Fui consciente de varias cosas que pasaron al mismo tiempo.

Su padrastro, corrió hacía nosotros con la misma expresión horrorizada que debía de tener yo.

Blanca como el papel, Christine se llevó una mano al pecho.

Christine!"- gritamos a la par Benjamín y yo.

Deseé atraparla, pero el cuerpo inconsciente de ella atravesó mi espectro. No pude sujetarla.

Me paralice como si de pronto mi cuerpo se hubiera llenado de plomo... Estaba petrificado. Sintiéndome inútil, tan solo un estorbo.

Christine estaba tirada a mis pies,tan pálida como mi cuerpo muerto.

Benjamín corrió a levantar a Christine, una de las criadas,tomó el teléfono y comenzó a marcar número tras número buscando un doctor.

Para mí todo se movía en cámara lenta,todo aquello me parecía un mal sueño. Y el tiempo se detuvo de nuevo a mi alrededor.

El doctor llegó desde el pueblo más cercano en veinte minutos, pero a mí me pareció que tardó una eternidad.

Cuando terminó de revisarla, comenzó a dar instrucciones a su padrastro.
Era urgente que Christine se hiciera nuevos estudios; por lo que entendí estaba muy delicada, algo sobre una arritmia cardíaca que sufría desde niña se estaba agravando.

Cuando el doctor se despidió y Benjamín se ofreció a acompañarlo, me quedé a solas con Christine en su alcoba, ella seguía pálida y profundamente dormida.

Me introduje en su mente,pero estaba muy oscuro. Tenía un sueño muy profundo.

¿Tienes idea de lo que se siente tener algo por lo que darías cualquier cosa,y sin embargo, se aleja de ti sin que puedas hacer nada para impedirlo?

Exactamente así es como me sentía.
Cada vez que Christine recaía, era una auténtica agonía. Me hallaba atrapado en una situación que me hacía destrozar lo que más me importaba.

Christine se despertó de su letargo, y al estirarse,sintió el dolor en cada uno de sus huesos y músculos, lo supe por la expresión de su rostro.
Sentándose al borde de la cama flexiono los dedos de los pies antes de calzarlos con las suaves pantuflas de algodón, mientras yo contemplaba aquel cabello largo y sedoso y sus cautivadores ojos con aquellas pestañas larguísimas.

-¡Buenos días!

El tono grave de mi voz acudió hasta ella provocandole un sobresalto.

-No deberías estar aquí - Murmuró débilmente mientras buscaba la bata para cubrirse con ella.

-¿Como te sientes?- le pregunté ignorando las normas de etiqueta.

-Mareada.

A continuación Christine sacó las pastillas del cajón de su buró y agarró un vaso con agua para tragarlas.
Espere paciente a que terminara.

-Me gustaría poder hacer algo para que siempre estés bien...

-Gracias...- me sonrió agradecida.

¡Diablos,me gustaban tanto sus sonrisas!

-¿Por qué te preocupas por mí?

Me incómodo su pregunta, así que ignorándola de nuevo,me despedí.
Christine tenía que arreglarse para su cita con el cardiólogo. Esta vez, el viaje sería hasta la ciudad.

Yo solo podía esperar que regresara con buenas noticias.

(...)

Me la pase deambulando el resto de la mañana, esperando que Christine regresara.

Volvió justo para la comida,la salida la agotó un poco más.
Después de comer en compañía de Ben como ella lo llamaba subió a su habitación a descansar.
Yo la esperaba en el pequeño balcón de su habitación.

-¡Aquí estas! - dijo en cuanto me sintió - me extraño no verte en el comedor.

-¿Cómo te fue? ¿Qué dijo el doctor?

Mis preguntas ensombrecieron su rostro. Aquello no me gusto nada.

-El doctor Cazares,dice que va a incluirme en la lista de espera para un trasplante, y me dio este viper,cuando halla un corazón disponible para mí,me avisará por medio de este aparato - Me comentó mostrándome el cuadro negro que tenía en las manos.

Tecnología,en estos tiempos modernos me hallaba en desventaja.

-Pero eso es bueno, ¿no? - Traté de animarla, se veía más decaída que cuando se desmayó.

Según lo que me había contado y lo que yo escuche en la cocina y el despacho; un trasplante de corazón solucionaba su problema,sería como darle cuerda al hilo de la muñeca. Pero ella no parecía contenta con esa posibilidad.

-Significa que para que yo pueda seguir viviendo,otra persona tiene que morir. ¿Eso no te parece cruel? Y, a demás, hay muchas otras personas antes de mí que también necesitan con urgencia un corazón y según los electros no tengo mucho tiempo.

Algo en mí se rompió cuando comenzó a llorar.

-Se suponía que nos mudamos al campo para que mi salud mejorara, y terminó ocurriendo todo lo contrario, empeoró de la noche a la mañana.

-¿Y eso en verdad funciona? ¿Quitarle el corazón a otra persona y ponértelo a ti?

-Sí,en la mayoría de los casos. Si tu cuerpo no rechaza el organo,y si resultas compatible - me sonrió con timidez -. Vamos a la sala ya va a empezar mi serie favorita.

Se limpió las lágrimas, pretendiendo que no estaba asustada por el nuevo diagnóstico del doctor.

Acompañé a Christine a ver televisión, una canción en inglés sonaba de fondo conforme una sucesión de imágenes iban pasando, se trataba de una serie vieja sobre extraterrestres que a Christine le gustaba mucho.

-Eso es absurdo - solté de repente cuando entre los primeros minutos de una escena comenzó a sonar una canción - Yo nunca he escuchado música cuándo tú y yo hablamos.

Era algo tonto mi comentario, pero mi intención era la de distraerla, no estaba prestando atención a la televisión, si no me equivoco, estaba dándole vueltas en su cabeza al problema de su corazón, como si con eso se fuera a solucionar, eso no podía ser bueno para ella.

-Eso se llama banda sonora,y se le agrega a las escenas para que halla más dramatismo y emoción. Solo es ambientación - me explicó.

Por lo menos me escuchó.

-Si fuera real. ¿Qué música sonaría ahora entre nosotros?

-Hum... No lo sé...- me contestó sin apartar la vista del televisor.

-¿Qué canción te gustaría? ¿Cómo las que le gusta escuchar a Mar?

-No,creó que esas son muy románticas... -Sonrió.

¡Exacto!

Tendría que pasarme todo un día completo con Mar,si quería tener mi propia y muy original banda sonora...

(...)

Esa misma noche.

Todos estaban cenando cuando veo oor el amplio ventanal del comedor un auto rojo aparcar frente a la entrada de la casa, el estéreo a todo volumen, la música estruendosa hacia retumbar los cristales de la puerta de la entrada.

-¿Qué es ése escándalo? - preguntó el chofer saliendo de la cocina donde el personal tomaba sus alimentos.

—Es hip hop y no es un escandalo — le contestó Mar, que salió justo detrásde él.

Todos dejaron su lugar en la mesa y corrieron a ver de que se trataba.

Soledad, fue quien abrió la puerta,el ruido fuera de la casa seso por completo. El crujido de la puerta abriéndose alteró la hasta entonces silenciosa cena.

Dos jóvenes, uno de pelo oscuro y el otro  de cabello castaño entraron  riéndose hasta el comedor.

—Buenas noches — todos escuchamos la voz cantarina y jovial de un muchacho. El de cabellos oscuros.

—Mira primo, llegamos a la hora de la cena y no nos esperaron — dijo otro con un tono más agrio que sarcástico.

—¡Sebastían! ¡Hijo! — Benjamín se levantó de la mesa, casi tirando la silla y salió a su encuentro — ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Por qué no me avisaron  que venían?!

Abrazo a ambos muchachos y, mientras que el de cabello oscuro aceptó gustoso su abrazo, el castaño me pareció más rígido, más incómodo con el afecto de su padre.

—Padre — había un tono frío en su voz. Su mirada glacial contrastaba con el color cálido de sus ojos color miel —. Esperó que no te importe que invitará a mi primo Armando...

Entonces su mirada se detuvo en el hermoso rostro de Christine. El joven castaño, atrajo la atención de Christine y  viceversa. 

No me gustó la forma en que él escudriñaba centímetro a centímetro, analizando detenidamente el atractivo rostro de mi amiga.

La miraba con desdén. Los ojos verdes de ella se abrieron asustados. La boca de Sebastían se torció en una media sonrisa que dejaba ver unos perfectos dientes blancos. Era un poco más alto de lo que alguna vez fui yo, de hombros anchos y una figura imponente, debía rondar los diecinueve o los veinte años.

—¡Claro que no! Me alegra que nos acompañes a pasar tus vacaciones aquí. Pasen,pasen,acompañenos a cenar.

—De hecho, cenamos en un buen restaurante — anunció petulante —. Preferiría instalarme.

Y volvió a pasar la mirada por aquel rostro iluminado por unos brillantes ojos verdes.

Christine hizo frente a su mirada,cosa difícil con aquellos fulminantes ojos castaños.

Mario ayudó a los recién llegados a llevar las maletas a la habitación de huéspedes, apenas subían las escaleras, me dio la impresión de que esos dos solo venían a causar problemas.

—¡Christine! Mi hijo está aquí, ¿Puedes creerlo?

Christine le regaló media sonrisa, como si ocultara algo.

(...)

Una vez a solas en el cuarto de Christine, dejamos salir todas las dudas que teníamos acerca de Sebastían, el hijo único de Benjamín.

Lo único que Christine sabia de él,era que vivía con su madre en el extranjero y que estaba muy molesto con su padre por haberse casado de nuevo con la mamá de Christine.

Yo supuse que su enojó era la hostilidad que sentí a su llegada. Parecía enojado tanto con su padre, como con Christine, como si ella fuera el fruto de la relación de Benjamín con Elisa la difunta madre de mi amiga.

—¿Sabías que él iba a venir? — le pregunté a Christine mientras me acomodada a su lado en la cama.

Dudó en responder.

—N-No, Ben siempre lo invita en las vacaciones,pero Sebastían siempre se niega a acompañarnos.

—¿Porque habrá cambiado de opinión?

—Ni idea.

Se mordió el labio inferior como hace cada vez que se pone nerviosa.

Frente a mis ojos apareció de nuevo aquel rostro hostil y desdeñoso, de facciones duras y mirada imponente.
Sí ese Sebastían iba a traer problemas,lo intuía en su mirada. Solo esperaba que no se atreviera a hacerle daño a Christine, porqué entonces si que iba a saber de mí.

(...)

Era casi medianoche cuando una melodía que me sonaba conocida,
llegaba hasta el último rincón de la
casa.

Christine se despertó.

—¿Dante...? Creí que eras tú quien tocaba el piano — me dijo aún soñolienta.

—No — contesté preocupado.

—¿Será otro fantasma?

—No creó...— le dije tragandome mis pensamientos.

<<Me temo que es algo mucho peor>>

Christine se puso su bata y salió de la habitación. La luz de la luna entraba a raudales por las ventanas, así que no se le dificultó el camino al bajar por las escaleras.

Las notas de la melodía subían y bajaban y yo seguía sin identificarlas,no eran clásicas,eran más modernas pero no las ubicaba.

Cuando llegamos a la puerta del salón Christine la abrió con mucho cuidado,se asomó por la pequeña apertura que dejó y observamos el interior.

—Es Sebastían — me susurró.

Por supuesto, ¿Quién más?

—Volvamos a la habitación — sugerí,no eran horas para que estuviera levantada. Mucho menos con su estado de salud actual.

—¡Shhh! Silencio, nos va a descubrir — me mandó callar. No me hizo ninguna gracia.

Sebastían había comenzado a tocar una nueva pieza y esta si que nunca antes la había escuchado.

—¡Toca muy bien! — sonrió emocionada.

La sonrisa que tenía Christine nunca antes la había visto era una mezcla de admiración y... Y no sé que más, ni siquiera quise pensar en qué era ese algo más.

Christine vámonos — le insistí.

De repten la música se detuvo.

Se escucharon pasos.

La puerta se abre.

Y de un momento a otro, Sebastían estaba parado frente a nosotros.

—¿Qué quieres? — miró a Christine enojado.

—Yo... — Christine se mordió el labio —, ya sé que no... — hizo el intento de sonreír — ¡To- tocas muy bien! —Christine se trabó frente a él.

¡Ridículo!

¡Conmigo que soy un fantasma no le paso! Es cierto que se asustó un poco al principio, pero...

—¿Eso crees? — Sebastían salió del salón cerrando la puerta y se cruzó de brazos — ¿Quién te enseñó a husmear?

—Perdón... Yo no quería... Yo solo...

—¿Eres de esas chicas acosadoras? ¿De las que les gusta espiar a la gente?

—¡¿Qué!? ¡No! — Christine  lo miró  confundida — Solo quería darte la bienvenida, tu papá está feliz de que estés aquí.

Sebastían sonrió arrogante,mientras Christine le extendía la mano.

Incómoda,Christine. Bajó la mano y se aferró al dobladillo de su camisón para dormir.

—Ya entendí, buenas noches.

Christine dio media vuelta, pero Sebastían la agarró por el brazo y la hizo girar hasta acorralarla contra la pared.

—¿A dónde creés que vas?

—¡Oye! ¡Me haces daño! — Christine se quejó.

"¡Suéltala!"

Intenté apartarlo pero ni siquiera sintió mi contacto.

—No vine aquí  a ser tu amigo... — sentenció.

—¡Sueltame!

Sebastían apretó su agarre.

—¿Te duele?

"¡Ya déjala ir!" — continúe gritando, a sabiendas de que  solo Christine me podía oír.

—¡Sueltame!

Christine le dio un jalón a su brazo para zafarse de él.

—Creo que nunca te di la bienvenida.

—¿Bienvenida? ¿Ahora de qué  estás hablando?

—Bienvenida a la familia — no me gustó  la manera en que se expresó, se escuchaba molesto. Pronunció cada palabra con la rabia impregnada en cada palabra.

—¡Estás loco!— gimió Christine. Cuando logró zafarse de su agarré, y salió corriendo hasta su cuarto llorando.

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