-Yo digo que sólo es un mal comienzo. Y no puedes estar peleándote con él cada vez que vayas a trabajar.- Decía Darren al teléfono.
-Es imposible. Por todo me regaña o se burla de lo que hago. El otro día acomodé una mesa de forma invertida y no quiero ni contarles cómo se puso.- Dije recostada en mi cama mientras jugaba a rebotar una pelotita en la pared.
-Jess ¿y ya pensaste que tal vez también deberías esforzarte más? Quiero decir, él es tu jefe y tú... eres rebelde a veces. Sólo porque te cae mal te rehúsas a hacer lo que él te dice.
-¡Porque es absurdo lo que me pone a hacer! Quería que barriera el estacionamiento, el cual es enorme y de concreto. A nadie le importa si está limpio, es para los autos. - Max soltó una carcajada.
-Bueno, con eso sí se pasó. Sólo quiere molestarte, que divertido.- Dijo aún riéndose.
-Lo odio- gurñí.
-Jessica tu no odias a nadie. Eres como una bella mariposa que reparte amor por la vida.
-Cállate Max, ese es Darren.
-Yo sí, amo la vida amigos.- Dijo con un tono relajado. Era medio hippie mi amiguito.
-Como sea, no logrará hacer que me vaya de ahí, así tenga que aguantarlo mil veces. Obviamente es lo que quiere pero no lo dejaré ganar.
-¡Así se habla!- Gritó Max.-Enorgullécenos.
-Los extraño torpes.- Dije con un tono decaído.
-Ya no falta mucho para ir a visitarte, cuando menos lo esperes ya estaremos contigo.
-Lo sé...
Luego de estar un buen rato platicando con mis mejores amigos, salí a pasear a Bono. Necesitaba relajarme, era viernes y me sentía cansada por los días anteriores. Ya habían transcurrido varias semanas y mis ánimos habían mejorado un poco. La escuela no estaba mal, Amanda y Sarah eran increíbles, lo cual era una ventaja porque de verdad necesitaba amigas mujeres. Lo único que no terminaba de gustarme era mi trabajo, o más bien el idiota de Aiden. Era como si su vida dependiera de hacer imposible la mía y por mucho que intentara adaptarme, me costaba trabajo. Ese era el lado negativo de la situación, extrañaba a mi novio y a mis mejores amigos. Pronto vendrían a visitarme los tres y era lo que me motivaba, pero de todas maneras seguía sintiendo ese vacío.
Me senté en una de las bancas que se encontraban en el parque y me dediqué a mirar a las personas pasar. Me divertía crear en mi mente la historia de la gente que no conocía. Incluso, les ponía nombres. Sí, soy rara, pero ¿qué? Seguramente cada quien tiene sus juegos propios y chistes locales con sigo mismo... supongo. Había una pareja de ancianos sentados del otro lado. El hombre comía un helado con el ceño fruncido y ella sólo lo veía, sin quitarle la mirada de encima. Me reí al imaginar que "Carl" –así le puse, es que se parece al viejito de la película de Up- era gruñón y envidioso y no pensaba compartir lo que comía. Al darse cuenta que era observado por su esposa (supongo que lo es), la fulminó con la mirada unos segundos y de inmediato embarró el cono de helado en su nariz. Ambos se soltaron a reír y yo los acompañé con la risa desde mi lugar. Morí de ternura con la escena. ¿Cómo es que dos personas pueden amarse por tanto tiempo y seguir demostrándolo cada segundo? Justo cuando veo este tipo de cosas, pienso en los clichés y en lo falsos que son, pero... luego pienso en que sucesos como estos son la excepción y me queda un poco de ¿esperanza?, no sé, a veces soy mega cursi y ridículamente soñadora. Error. Estas cosas ya no pasan, el romance de verdad quedó justamente en los tiempos de los abuelos. "Pesimista anticuada". La verdad sí, soy demasiado soñadora y siempre he pensado que el amor que se vivía en otros tiempos era más real y duradero...aquí en frente tengo la prueba.
Después de estar un rato más en el parque, me encaminé de regreso a mi casa. Traté de evitar pasar por enfrente de Marlow's, era mi día de descanso y no quería saber nada del trabajo ese día, así que decidí rodear e irme por una calle atrás. Mala idea. Justo cuando doble la esquina, me topé de frente con la última persona que quería ver en el día. Aiden caminaba en mi dirección, pero no se había percatado de que yo iba también por ahí. Llevaba sus manos en los bolsillos y veía hacia el suelo. Estuve a punto de darme la vuelta y huir, cuando miré que se limpiaba los ojos con la mano. ¿Estaba llorando? Naaah, ese sujeto parece no tener sentimientos. Al parecer sintió mi mirada porque de inmediato levantó la cabeza y sus ojos hicieron contacto con los míos. Los tenía rojos y un poco húmedos, de verdad parecía que lloraba.
-Jessica Adkins- Me dijo con una voz medio desanimada.
-No te preocupes, si no quieres saludarme no me molesta.- Lo miré y me encogí de hombros, él soltó una carcajada amarga.
-Una cosa es que te fastidie siempre y otra es que no salude y sea mal educado cuando te encuentro por ahí. Mi cortesía está por encima de todo, siempre. Soy un caballero.- Rodeé los ojos con su comentario.
- Como digas. ¿Estabas llorando?
-¿Qué?... No. ¿Por qué lo dices?- Me miró con ojos de cachorrito. Tenía la mirada triste y se veía angustiado, pero vi un poco de esperanza en sus ojos cuando escuchó mi pregunta.
-Porque tienes los ojos llorosos y te vi limpiar una lágrima.- Fruncí el ceño mientras lo fulminé con la mirada.- ¿Estás bien?
-¿Por qué me lo preguntas? Ni que te importara lo que me pasa...-Bajó la mirada.
-No, me da exactamente lo mismo lo que te pase, tampoco es como que quiero meterme en tu vida.- Su mirada cambió y se tornó fría cuando me escuchó.
-Estoy bien. Y tienes razón, que bueno que no quieras meterte en mi vida, porque aunque lo intentaras, ni loco lo permitiría.- Pasó junto a mí y se siguió caminando de largo.- Se puntual mañana, nos vemos.
Ay sí "Si pintuil miñini" Lo arremedé en mi mente. Tal vez le contesté un poco rudo, pero es que no lo soporto. Cada cosa que dice siempre es arrogante y el que sea así, hace que no pueda tomarlo enserio nunca. Ni siquiera en situaciones como esta.
Me di la vuelta y caminé hacia mi casa. Cuando llegué, no estaba mi mamá y había dejado una nota diciendo que había salido a hacer algunas compras. Genial, la casa para mí sola. Que realmente eso no significaba nada para mí, no era de esas personas que hacen fiestas cuando sus padres se iban como en las películas, pero es que simplemente me daba tranquilidad el no tener a mi madre diciéndome que ayudara con deberes de la casa.
Saqué mi teléfono y marqué el número de Erik. A la cuarta marcación, escuché que contestaron pero no hablaba nadie.
-¿Hola?- Espeté.
....
-¿Erik?
...
Luego de unos segundos escuché unas risas en el fondo y la voz de Erik, pero no alcanzaba a escuchar lo que decía con claridad. Pegué mi oído más al teléfono.
-¡Eso es trampa! No pueden hacer eso sin mí. ¡Ya dije!- Alcancé a escuchar esas palabras al fondo- ¿Jess?
-¡Hola! Ya empezaba a creer que no querías contestarme el teléfono.- Bromeé.
-No, no era eso bonita. Es que estoy en una reunión con los chicos y los abusivos querían poner más alcohol de lo normal en mi vaso- Soltó una risa. Imaginé perfectamente su expresión de negación y sonreí. Erik siempre había sido muy tranquilo con eso de beber.
-¿Los chicos? ¿Están Max y Darren?
-No, ellos no. Los otros chicos.
-Ah... entonces está Melanie... ¿no?- Dije con un todo de desagrado.
-Sí. Ya sé que ya no te agrada, pero dice que extraña ser tu amiga...-Bufé.
-No lo creo, lo dice para quedar bien contigo.
-Vamos Jess, era genial cuando nos llevábamos todos.
-Era. Pero no se perdona lo que hicieron. Incluyéndote.- Hablé con un tono más serio.
-No. Ya sé que no. Pero ¿podemos evitar el tema? No quiero hablar de ello si no te tengo aquí para abrazarte y pedirte perdón de frente.
-Bueno ya no tienes que pedirme perdón tonto, eso quedó aclarado. Pero es cierto, no hablemos ya de eso. Te extraño...
-Y yo a ti, esto es un infierno si no estás conmigo. Pero cada vez falta menos para ir a verte.
-No veo el día en que vengan.- Suspiré.
-¿Cómo va todo en Marlow's? ¿Ya se controló el idiota ese?- Antes de poderle contestar, escuché a alguien nombrarlo detrás del teléfono.
-¡Ya ven mandilón! –Reconocí la voz de un chico.
-Creo que te esperan. Si yo fuera tú, iría antes de que adulteren tu bebida.- Dije riendo.
-Oh no queremos eso. ¿Hablamos luego?
-Sí, sí. Tú diviértete. Te quierooooo.
-Te quiero más.
Colgué el teléfono y me lancé sobre mi cama recostándome en ella y pensando probablemente en la inmortalidad del cangrejo.
No sé cómo demonios, pero cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue mi reloj sobre mi mesita de noche. Marcaba las 9:20 am. ¡Mierda! ¿Cómo diablos me había quedado dormida desde ayer? Me levanté de golpe tomando lo primero que vi en mi clóset. Un pantalón de mezclilla y una blusa blanca, lo más básico del mundo. Me metí a bañar en segundos y me apresuré a peinar mi cabello. Me vi en el espejo con la esperanza de no haber despertado tan demacrada. Negué y me puse un poco de color en las mejillas y pinté mis labios. "Uuuy te maquillas para Aiden". Ugh cállate. Le dije a la molesta voz en mi mente.
Miré el reloj de nuevo y faltaban cinco minutos para las diez. Estaba frita. Desde mi primer día en Marlow's me habían repetido mil veces la importancia de la puntualidad y encima de todo, mi supuesto "jefe" no era el más tolerante y no quería soportar uno de sus comentarios.
Mi madre había encontrado un trabajo de fines de semana, por lo que ya no estaba en la casa y no la había visto desde el día anterior. Al bajar las escaleras corriendo, vi una nota suya pero por las prisas no alcancé a leerla. Salí como bala de la casa y comencé a correr hacia la cafetería.
Llegué con el corazón agitado y jadeando como si acabara de terminar un maratón. Entré y lo primero que vi fue a Luke limpiando las mesas. Ya había algunos clientes pero por suerte se veían conformes.
-Wooah, tranquila Jess.- Me miró en forma burlona. -¿Tienes resaca cierto? Tranquila, es la única razón válida para llegar tarde.
-No. Ni si quiera salí... No sé qué diablos pasó que me quedé dormida desde ayer en la tarde. ¿Aiden ya...?- Alguien me picó las costillas por detrás y di un saltito girándome para mirar.
-¿Aiden ya llegó? Sí, ya llegó, él si sabe ser puntual. ¿No te dije ayer que llegaras temprano Jessica Adkins?- Me veía con ambas cejas enarcadas y su estúpida sonrisa engreída.
-Ya llegué y eso es lo que importa, ¿no?- Soltó una carcajada al escucharme.
-Ojalá fuera así de fácil. Como consecuencia de tu acto, tienes que cumplir con un castigo.- Se cruzó de brazos mirándome.
-¿Qué? Eso es estúpido. A cualquiera le pasa. Además... -Apreté el botón de mi celular para mirar el reloj en la pantalla- Sólo me atrasé diez minutos.
-Doce.- Dijo Lucas y yo lo miré con ojos de muerte. Soltó un gritito agudo al verme y siguió limpiando las mesas.
-Es tarde. Al menos que tu pretexto sea que tienes resaca.... Esa es nuestra única manera de perdonar tu impuntualidad.
-Es lo más tonto que he escuchado. Nadie perdona por eso.- Negué con la cabeza. –No tengo resaca. Odio el alcohol. – Lucas corrió de inmediato junto a mí y me susurró indiscretamente al oído.
-Tú di que sí tienes. Así te evitas limpiar el baño de hombres por una semana. Es que ese es el castigo.
-¿Huh? – Lo miré extrañada. Ambos me fulminaron con una mirada divertida y yo rodeé los ojos.
-¿Qué prefieres? ¿El castigo que damos por tener resaca, que es básicamente beber algo que te ayuda a disminuirla, o el castigo por llegar tarde, que es limpiar baños apestosos?
-Me están tomando el pelo.
-No. Pero tienes cinco segundos para decidir.- Hablo Lucas y justo antes de que contestara, un hombre gigantesco –y no precisamente de altura- salió del baño de los hombres. Era extremadamente obeso y la camisa que traía estaba empapada de sudor por alguna razón. Era una escena desagradable y me visualicé limpiando el pequeño detalle que probablemente acababa de dejar adentro... Me estremecí de horror ante la idea y negué. Lucas y Aiden intercambiaron una mirada de complicidad y burla a la vez.
-Ok. Ok. Tengo la peor resaca de mi vida, necesito ese "remedio" que dicen. Perdón por llegar tarde.- Me apresuré a decir.
-Ya le digo a Sonia que lo prepare- Luke dio pequeños aplausos y corrió a la cocina.
-Ah y otra cosa. Por ser el jefe y tú haber llegado tarde, tienes que llamarme todo el día de hoy como "Sexy Mesero".
-Estás tonto si crees que te voy a decir así.- Aiden se carcajeó y me di la vuelta para tomar una charola e ir a recoger una mesa que se acababa de desocupar. Cuando terminé, me dirigí a la cocina para dejar los trastes sucios y todos se encontraban reunidos ahí.
-¿Qué?- Pregunté al notar que me miraban. Sonia, Matt y Lucas salieron de la cocina dejándome sola con Aiden.
-Toma, es el remedio.- Lo sujeté y me asomé dentro del embase. Tenía una combinación de colores entre verde y naranja, y la consistencia se veía mucho más densa que una papilla para bebé.
-¿Qué diablos es esto?- Pregunté con desagrado.
-Tu castigo y la solución a tu resaca. Se llama "dawa ya kunywa" es una bebida Africana que utilizan para remediar algunos males. Ahora bébela.- Aiden se paró frente a mí observándome.
-No pienso probar esto...-Negué.
-Es esto o el baño. Escoge.
Hice una mueca y sin pensarlo le di un trago. Sentí de inmediato cómo pasó por mi garganta un sabor amargo e irritante a la vez. Automáticamente regresé el líquido a mi boca y comencé a sentir náuseas. Era lo peor que había probado en mi vida. Los ojos me comenzaron a llorar y Aiden soltó una carcajada al verme. No pude más con el asco y tomé una servilleta para poder escupir lo que había probado recién. Comencé a tallar mi lengua con el papel para deshacerme del horrible sabor, pero no funcionaba y sólo podía escuchar la interminable risa de Aiden. Lo iba a matar. Era un hecho, lo odiaba con todas mis fuerzas. ¿Cómo se atrevía a hacerme esto? Los demás también habían sido parte de la idea pero por lo menos no sentía hacia ellos el odio que tenía hacia él, y eso provocaba que sólo quisiera vengarme más. Cuando por fin logré recuperar un poco la calma, tomé el vaso y sin pensarlo, caminé hacia el risueño Aiden y vertí toda la bebida sobre su hombro, haciendo que cayera por toda su ropa, y derramé las últimas gotas en su cabello. Obviamente dejó de reírse y se quedó atónito y helado. Sonreí de gusto al ver que mi venganza había sido exitosa y que efectivamente, él estaba sorprendido. Oh sí, punto para Jessica. Di unos pasos hacia atrás para poder observar mejor y de verdad estaba impactado.
-¡Estás loca!- Escupió por fin. Su voz se escuchaba enojada.- ¿Qué clase de persona enferma hace esto? ¡Jessica, estás frita! ¡Acabas de cavar tu propia tumba!- Negué riéndome. Ahora era yo la que se carcajeaba.
-Vamos, no seas llorón. ¿No que muy buen remedio? Seguro si te lo viertes también puede ayudar a quitar lo intolerante y payaso, algo que a ti te vendrá muy bien.
-No sabes con quién te metiste.
-Estoy demasiado asustada. Creo.- Dije con sarcasmo. Cerró los puños apretándolos y caminó rápidamente a la barra de la cocina. Tomó una cubeta que se encontraba ahí y en un movimiento fugaz, la vació sobre mi cabeza. Un montón de mariscos crudos y con el peor olor del mundo cayeron sobre mí. Se me revolvió el estómago ante el desagradable olor.
-¡¿Qué te pasa?!- Chillé.
-Vamos, no seas llorona. Seguro te ayudará a quitarte lo nefasta y hueca, algo que te vendría bastante bien.- Dijo imitando lo que yo le había dicho hacía unos instantes.
-¿Quieres jugar así?- Tomé el bote de basura que se encontraba a mi lado, y como si fuera un balde de agua, se lo eché haciendo que todos los deshechos cayeran sobre él. Apretó los dientes y frunció el ceño mirándome con desagrado.
-Ahora sí, te pasaste... eso ya fue caer bajo.- Me fulminó con la mirada y con un ágil movimiento, sacó mi celular de la bolsa de mi pantalón y lo arrojó al lava platos, que por cierto se encontraba lleno de agua.
-¡¿Qué hiciste?!- Me sobresalté y corrí a sacarlo de inmediato para quitarle el agua con una toalla.
-¡Te odio! No me agradas en lo absoluto y eres la persona más insoportable que haya conocido- Dije levantando la voz.
-Al menos ese sentimiento es mutuo. Eres insufrible Jessica Adkins. Créeme que a veces intento esforzarme, pero siempre lo estropeas todo.
-¡¿Estropearlo yo?! Tú eres el que desde un inicio se portó fatal conmigo. Incluso desde antes de conocerme. No vengas a decirme que soy yo la nefasta porque perfectamente sabes que tú no eres precisamente un angelito.- Cada vez aumentaba el volumen de mi voz. La mirada de Aiden se desvió hacia la parte de afuera de la cocina y su rostro comenzó a palidecer.
-¡Mierda! Daniel llegó. No se supone que tendría que haber venido. ¡Mierda! ¡Mierda!- Comenzó a caminar por la cocina alterado y a recoger un poco el desastre que habíamos comenzado a hacer. Se agachó a lado mío para levantar los mariscos que habían caído cuando los tiró sobre mí.
-Relájate ¿Crees que nos regañe?- Soltó una risa amarga. Daniel nunca me había regañado a mí, de hecho siempre era amable conmigo, pero luego recordé la ocasión que lo vi gritándole a Aiden y parecía una persona completamente distinta. De esos que cuando se enojan, le sale todo el sentimiento de furia.
-¿Regañarnos? Nos va a...-Se interrumpió a sí mismo- Ya viene. Joder. Sígueme la corriente y pase lo que pase, no me contradigas.
Oh no. ¿Qué diablos iba a hacer?
Daniel entra a la cocina y en un instante, muestra una expresión de desagrado, confusión y ¿enojo? Tengo miedo.
-¿Qué demonios?... – Niega sin poder creerlo y recorre la escena con la mirada.- ¿Qué es esto? Aiden.
-Sí, yo te explico. Sólo te pido que seas comprensivo...- Dice Aiden intentando hacer sonar su voz pacífica.
-Verás. Estábamos cada quién en lo suyo cuando escuchamos que un cliente le gritaba de mal modo a Jess.- ¿De qué diablos estaba hablando? Me echó una mirada que decía "sígueme la corriente, no niegues nada". Estuve a punto de reclamar algo cuando pensé en que no quería perder mi trabajo aún.
-Salí a ver qué sucedía y el sujeto no tenía razón alguna para gritarle. Ella sólo trataba de ser amable. Jess se alteró mucho y entró en la cocina. No pudo controlarse y comenzó a tener un ataque de ansiedad... Tratamos de calmarla pero las cosas empeoraron cuando comenzó a lanzar comida y todo lo que estaba a su alcance. La habilidad de Sonia para preparar bebidas es impresionante, así que le preparó el "dawa ya kunywa" para tranquilizarla. Con trabajos le dio unas cuantas probadas y del asco, lo tiró sobre mí. Siguió con su ataque hasta que tomé valor y la sujeté de los brazos haciendo que se calmara. Ya era demasiado tarde porque había ya un desastre... pero a mí sólo me preocupaba que Jess estuviera bien. Cuando logró salir del episodio, nos explicó que debe tomar medicamento para sus ataques de ansiedad y que olvidó hacerlo esta mañana... Sé que es un desastre pero Jess no tiene la culpa. Fue un accidente y a todos nos puede pasar.- Dijo en un tono de lástima intentando hacerse el amable y defensor conmigo. Claramente estaba haciendo todo lo contrario. ¿Ataques de ansiedad? ¿Medicamento? Esto no se iba a quedar así, estaba muerto. Encima de todo el coraje que sentía por que acababa de mojar mi celular seguía muy latente.
-Oh... ¿Jessica te encuentras mejor? Tu madre no me comentó tu problema...- Daniel negaba con el ceño fruncido mostrando preocupación y de inmediato Aiden me lanzó una mirada de "Síguele el juego". Estuve a punto de delatarlo y decir que todo era mentira, pero finalmente yo también hubiera salido perjudicada.
-Sí, es que... no suelen darme seguido (?) Ya lo había logrado controlar pero no sé qué sucedió. –Dije tratando de disimular el coraje que sentía y de evitar hablar en un tono sarcástico. Esto es humillante. Ahora pensará que tengo problemas mentales. No, de hecho ya lo piensa. Genial.
-Cuídate Jessica, no queremos accidentes, ¿cierto?- Lo dice y al instante recorre la cocina con la mirada refiriéndose a lo que recién acababa de ocurrir ahí. –Bien ahora será mejor que recojan este.... Desastre. Y límpiense ambos.- Señala todo y niega con la cabeza saliendo de la cocina. Aiden y yo asentimos y suelta un suspiro de tranquilidad.
¡Ja! ¿Tranquilo? No sabe lo que le espera... ¡TIRÓ MI CELULAR AL LAVA PLATOS!
-¡¿Ataque de ansiedad?! ¿No se te ocurrió algo mejor?- Escupo cuando Daniel sale.
-No.- Aiden niega al tiempo que retira un marisco de mi hombro.
-Te odio.- Digo apretando los dientes y él sólo rueda los ojos.
-Ya me lo dijiste niña.- Contesta mientras limpia lo que hay en el piso.
-Claro, sólo quiero recordártelo para que lo tengas en cuenta, idiota.- Al tiempo que yo hablaba, Aiden se quitó la camisa que estaba sucia. Ups, mi culpa. Estúpidamente cambié mi tono de voz cuando vi su abdomen completamente marcado... Dios, hace ejercicio. Al parecer él lo notó porque esbozó una amplia y arrogante sonrisa.
-Ya sé que estoy jodidamente bueno nena, también puedes cambiarte esa ropa sucia frente a mí si quieres, para que hagamos competencia de ver quién está mejor.- Suelta riendo.
¿Está estúpido? Ah, sí lo está. ¿Qué le pasa por la cabeza, por qué me dice eso?
Inmediatamente acerco mi mano a su cara para abofetearlo, pero con un ágil movimiento sostiene mi muñeca.
-No queremos violencia aquí, Jessica Adkins. Anda ya, ayúdame a recoger el desastre que provocaste, "delicada princesa"- Dice eso último con sarcasmo.
-Quiero que repares mi teléfono. Vas a pagarlo o comprarme uno nuevo.- Le digo cruzándome de brazos y él suelta una carcajada.
-No le veo la gracia. Quiero que pagues mi teléfono. Lo mojaste. Ahora repáralo.
-No tengo nada que pagar, tú empezaste todo porque no aguantas nada. Ahora te atiendes a las consecuencias.- Camina hacia mí y yo doy pasos hacia atrás.
-¿A las consecuencias?- Suelto burlonamente.
-Sí, las consecuencias- Dice sin dejar de acercarse y la barra de la cocina impide que me pueda seguir alejando. –Quisiste jugar rudo, pues ahora te aguantas. Así funcionan las cosas conmigo.
-¿Jugar? ¿Eso quieres, jugar? Bien Aiden. Juguemos, pero no me conoces bien aún y creeme, no sabes de lo que soy capaz... Estás jugando con fuego.- Trato de parecer ruda e intimidante.
-Tú ya estás en llamas Jessica. Y no, no lo digo porque estés ardiente, ¡Ja! Quisieras. Lo digo porque acabas de retarme a algo muy peligroso y por lo tanto, ya te incendiaste, en el mal sentido.- Dice lo último en un susurro sobre mi oído. Su cercanía me genera un escalofrío por todo el cuerpo, pero trato de disimularlo. NO me intimida, hasta cree.
-Eso crees tú. Idiota.- Golpeo mi hombro con el suyo para caminar de largo y alejarme lo más posible de él.
Bien... creo que sí es un juego complicado, pero no dejaré que me gane. Que sepa que no soy lo que él piensa. Así que juguemos, Barnett.
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¡Listo! Ya está terminado el capítulo 4. Discúlpenme si tardé tanto en escribirlo, últimamente he tenido muchos pendientes y se me complicó, pero espero lo estén disfrutando. Subiré lo más pronto posible lo que sigue. ¡Prometo que la cosa se pondrá buena!
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