—¡John! —lo llamo. Le debo contar de esto a alguien—. Te necesito.
—¿Qué ocurre? —Sus ojos me examinan con preocupación. Por un momento creo que estoy temblando.
Trato de comprender lo que acaba de ocurrir. Me es difícil digerir toda la información y mucho más decírselo a él, pero creo que debo hacer lo que esté a mi alcance y, por eso, se lo cuento a la persona en quien más confío.
—Es... Allison —suelto por fin—. Mierda, es Allison. Está en peligro sin saberlo y nos necesita.
Hace unas horas, Allison y yo comenzamos a hablar de cosas de chicas, por supuesto. Me contó que estaba viéndose con un chico que la traía loca a escondidas de sus padres, pero que ya no sabía si seguir con él. Traté de darle un par de consejos y luego quise persuadirla para que me dijera de quién se trataba. Finalmente, me dijo: —Está bien. Eres a la primera persona a la que se lo voy a contar Amy, y probablemente la única. —Rio—. Sólo prométeme que no le contarás a nadie.
Y ahora estoy aquí rompiendo esa promesa, pero es necesario hacer algo para ayudar a Ali. Mi mejor amigo me dice que si no se trata de alguna broma y por un momento siento el impulso de darle una bofetada. Podré ser muy estúpida, bromista y todo lo que quieran; pero ahora se trata de algo serio y lo ideal sería que me apoye.
—Está bien, dime de qué se trata —dice, mientras se reclina sobre el escritorio del maestro al ver que tengo un humor fuera de lo normal. Somos las dos únicas personas que están en el salón y ya nos hemos resignado a llegar tarde a nuestra próxima clase, si nos dejan entrar, claro está.
—Bueno, pues... Nuestro profesor de historia, el profesor Tyson. —Asiente—. Allison me confesó que estaba saliendo con él.
Nuevamente pone esa expresión de incredulidad que aumenta mis ganas de asestarle un golpe en su bello rostro.
—Pero... —Está confundido—, ¿cómo?, ¿qué estás diciendo Amy?
—Mire papito, si no me va a creer puede meterse sus ideas... —le suelto exasperada antes de que me interrumpa.
—No. Sí. —Se da un golpe en la frente para disminuir sus niveles de idiotez—. Quiero decir, te creo. Pero no lo entiendo. ¡Ese hombre tiene casi 40 años!
—Lo sé —digo ya con más calma—. Pero eso no es realmente lo que me importa. ¡Que vaya y se folle a un anciano si quiere! Lo que pasa es que... John... Tyson es peligroso.
Se queda en silencio por un par de segundos, como si se le hubiera olvidado hablar.
—¿Por qué lo dices? —Está mirando al suelo. Creo que le cuesta asimilar toda la situación, al igual que a mí cuando Allison me lo estaba contando llena de regocijo. No pienso relatarle a John el lujo de detalles que me dio mi amiga al describir su relación, ni las miles de formas que tiene nuestro maestro de historia para hacerte sentir excitada. Creo que ya me trauma lo suficiente el oírlo una vez.
—Cuando mi mamá vino a la universidad —comienzo a decir—, lo vio y me dijo: ¿Qué está haciendo ese hombre aquí? Yo no le entendía, así que me explicó que hace una década, más o menos, su rostro salió en las noticias... y no por cosas buenas. —John hace un par de gestos indicando que me explique mejor—. Lo encarcelaron, John. ¡Nuestro profesor de historia es un ex-convicto! ¿De acuerdo?
Tanta información de golpe en un día es difícil para cualquiera. Creo que incluso puedo sentir como la cabeza de John está dando vueltas.
—¿Por qué lo encarcelaron? —inquiere con la mirada fija en el suelo y los puños apretados.
—No lo sé... —farfullo—. Mi mamá no quiso ahondar más en el tema. —No estoy segura si decirle esto sea lo mejor, pero lo hago—. No sé si sea un violador..., pero es algo de ese estilo.
En este momento, el profesor Tyson camina a lo largo del pasillo y pasa por el frente del salón en el que estamos. John lo mira y veo que sus ojos escupen rabia. Se para del escritorio con tanta decisión y rapidez, que siento que en cualquier momento va tomar al hombre y a arrojarlo por la baranda del edificio. Afortunadamente, logro detenerlo antes de que llegue a la puerta.
—John, tranquilízate. —Le tomo de la muñeca y, con la mano que tiene libre, le da un puño a la puerta—. No vas a lograr nada con eso.
—¡Hijo de perra! —grita John mientras el profesor se aleja, pero este no logra escucharlo.
Aunque conozco a Allison desde hace poco, le he llegado a coger mucho cariño y me preocupa mucho lo que está haciendo. Ahora noto que John siente lo mismo, o al menos algo similar.
John me aparta con suavidad y vuelve a recostarse en el escritorio, respirando pesadamente. Se está calmando para evitar hacer todo un escándalo. John es, usualmente, una persona muy calmada. Pero cuando algo le molesta de verdad, se transforma en un ser explosivo. Incluso me da miedo de lo que puede hacer en ese estado. Y ahora es una de esa veces.
Cuando ya se ha tranquilizado un poco, murmura: —Hablaré con Allison. —Y se levanta tan rápidamente como la vez anterior.
—¡No! —le pido—. No lo hagas, John. Por favor.
—¿Por qué no? —escupe.
—Allison me hizo prometer que no le contara a nadie más... Me lo dijo como un secreto, entre amigas.
Se queda pensándolo un poco y veo que finalmente se retracta. El azul habitual de sus ojos vuelve a estos y me mira. Empiezo a pensar en las posibilidades y me duele haberle hecho esto a Ali. Sin embargo, aún es hora de evitar que las cosas continúen como están. Puede que Allison y Frederick estén muy enamorados —porque mientras Allison me lo contaba pude notar ese brillo en sus ojos— pero es una relación tóxica de la que ambos deben salir y esa es la realidad.
John está viendo hacia la ventana, en dirección hacia dónde se fue Frederick. Sé que aún está fuera de sí, por lo que me acerco a él y le doy un abrazo, que es algo que no suelo hacer muy a menudo, de hecho casi nunca. John se sobresalta un poco, pero luego me sonríe y me corresponde el abrazo.
—Debemos hacer lo que sea para evitar que ellos dos sigan juntos —espeto, mirando al cielo anaranjado de un temprano atardecer.
—Lo que sea... —repite él, antes de relatarme el plan.
Y luego nos quedamos así, abrazados, observando el modo en que la ciudad se tiñe de luces y sombras, como si se estuviera preparando para el espectáculo macabro que hemos ideado.
Todo terminará hoy en la noche.