Toda nuestra vida es una constante lucha.
Cada minuto que pasamos en este frágil cascaron perdido en la Via Lactea peleamos sin descanso contra otros buscando sobrevivir. A tal punto nos hemos acostumbrado a sufrir y ejercer violencia que ni siquiera nuestro espíritu puede existir sin combatir contra si misma.
La violencia nos llevará con total seguridad a la aniquilación.
A estas alturas, algunos piensan que la humanidad esta perdida.
Tal vez tengan razón.
Pero aun tenemos una esperanza. Un sentimiento precioso que, tal vez por miedo o simple imbecilidad, muchos prefieren esconder en lo mas recóndito de su alma. Aquel capaz de hacernos dejar nuestras estúpidas confrontaciones de lado, de hacernos entender que aquello que con tanto énfasis buscamos destruir son seres dotados de una infinita complejidad y una inefable bondad. Seres como tu y como yo, que solo buscan encontrar otros corazones con los que poder compartir nuestro efímero tiempo.
Padres e hijos, hermanos, amigos, amantes. Sus vínculos sentimentales nos han permitido perdurar pero no es suficiente. Todos aquellos lazos deberían fundirse, a mi parecer, en uno solo, fuerte e inclusivo.
El amor entre humano y humano sin distinción.
El amor entre tu y yo.
Muchas gracias.