[N/A: Espero que hayan tenido una linda semana. Pasen lindo viernes <3 Los amo]
El viernes fue un buen día. Vendí los pocos brownies que llevé al colegio —tampoco quería llevar demasiados y que me atraparan—, le di su porción al cachorro, y en general estuvo de buen humor todo el día, incluso en gimnasia. En la cafetería, cuando nos reunimos para comer, también fue genial, porque Pepe llegó de manos tomadas con Casper, y cuando lo miré, me sonrió.
—Entonces... —dijo Louis, aunque creo que era lo que todos estábamos pensando—. ¿Están juntos?
Ya llevaban semanas viéndose más apegados de lo normal. Cuando le escribía a Pepe, a veces me decía que saldría con Casper, que me escribiría después, y en otras oportunidades me enviaba capturas de conversaciones que ambos tenían que daban a entender que este lo quería para algo más que una amistad.
—Eh... —comenzó a decir, Pepe, y Casper sonrió.
—Sí —afirmó—. Es oficial: estamos juntos.
Todos en la mesa rompimos en aplausos, y Pepe se sonrojó. Les dimos las felicitaciones, además de desearles nuestros mejores deseos, y el novio del mencionado le dio un beso en la mejilla. Ante este soltamos un grito de ternura, otros aplaudieron todavía más, como Dean, diciendo QUE VIVA LO GAY, CARAJO, pero Pepe solo se sonrojó más.
—¡Pues estamos muy contentos por las buenas noticias! —afirmó Louis sonriendo.
—Sí, de verdad nos alegra mucho que estén juntos —dijo Harry—. Creo que todos ya veíamos que esto iba a suceder, así que nos emociona muchísimo que nos lo hayan confirmado.
Como era obvio, el grupo estaba lleno de shippers.
—Desde que los presenté noté que había una química entre ustedes —comentó Scarleth—. Así que sí, es hermoso ver que esa química se transformó en esto.
Louis preguntó si iríamos al cine en la tarde, como estaba acordado desde la semana anterior, y tras todos decir que sí, incluso Scarleth y su novia, añadida al grupo en las salidas, decidimos qué película veríamos. No sé por qué motivo terminó ganando una de terror que se había estrenado recientemente, pero cuando se eligió que sería esa, suspiré.
—¿Qué pasa, amor? —me preguntó el rubio en voz baja—. ¿No te gustan?
—Sé que suena estúpido y predecible, pero me dan mucho miedo, así que no son precisamente mis favoritas.
—Pero yo te protegeré mientras estemos en el cine —Los ojos le brillaban—. Podría abrazarte si te da miedo y... sí. Te tomaría la mano todo el tiempo y, ya sabes, estaría ahí para ti, para que no tengas miedo.
Sonreí y quise besarlo. Sin embargo, no lo hice porque estábamos en público, apartando el hecho de que prefería que fuera él quien me besara a mí, por eso de miedo a que le dieran ataques de culpabilidad por lo de traicionar a Samuel, como aquella primera vez en la cabaña.
—Está bien, cielo —Él también sonrió—. Está decidido: no nos perderemos esa salida por nada del mundo.
Como de costumbre, nos encontramos en una calle acordada para irnos juntos al cine. Fuimos tomándonos las manos, como ya se iba haciendo más y más usual en nosotros, y en el camino fuimos hablando de cosas tontas de las que hablan las parejas cuando en realidad se están concentrando en tomarse la mano.
No obstante, cuando llegamos al centro comercial, me di cuenta de que él estaba ansioso. Se le notaba en los ojos, en la manera de caminar, en la fuerza con la que se aferraba a mi mano mientras caminábamos por los pasillos. Esa vez íbamos los dos solos, porque nos encontraríamos con los demás en la fila para comprar las entradas como tal, por lo que ni siquiera pasaríamos cerca de los ascensores.
—Oye, cielo... —dije mientras subíamos las escaleras y sentía su mano apretar con fuerza la mía—. Está bien. Estás bien, ¿sí? Estoy aquí contigo, y nada te va a pasar.
Tragó saliva y asintió, sin decir palabra alguna.
—¿Quieres que te abrace? —pregunté y negó con la cabeza—. ¿Quieres que te suelte o...? —Volvió a negar, pero con más rapidez esta vez—. ¿Entonces...?
—No m-me de-dejes —masculló y asentí.
Continuamos subiendo las escaleras, pero con lentitud, con cuidado, sin prisas. A medida que lo hacíamos, observaba su cara y me daba la impresión de que la estaba pasando muy mal, cosa que la confirmaba su agarre en mí. Cuando finalmente llegamos a la planta en la que estaban los demás chicos y la fila para los boletos, se echó a llorar.
—Está bien, Niall —susurré abrazándolo—. Está bien.
—No m-me d-dejes... —repetía, y lo apretaba más contra mí.
—No lo voy a hacer.
—Q-Quédate c-conmigo, Zayn... —y seguía llorando. Llevé una de mis manos hasta su cabello y lo revolví, intentando calmarlo.
—Me voy a quedar contigo —afirmé.
—Pa-Para siempre —completó él y asentí, sonriendo de lado.
Esperamos unos minutos a que se tranquilizara, y cuando su respiración estuvo normal, pasé a despegarme de él, mirándolo a los ojos.
—¿Estás bien? —pregunté.
—Estás aquí —susurró mirando hacia el suelo. Se veía un poco avergonzado, pero su expresión daba a entender que ya estaba mejor—. ¿Cómo no iría a estar bien?
Entendí que ya no había de qué preocuparme, y nos acercamos hasta los demás chicos del grupo. Hablamos un poco, hicimos la fila con ellos, y tras comprar las entradas, pasamos a la fila de palomitas y demás chucherías. Mi novio y yo pedimos unas palomitas tamaño grande para los dos, dos bebidas, unas gomitas para él, y para mí un chocolate.
Entramos a la función, vimos la película y todo salió bien. Él hizo como prometió: me tomó la mano todo el tiempo, y a veces, cuando pasaban cosas que me daban demasiado miedo en la pantalla, me giraba para esconder mi cara en su cuello y lo pillaba mirándome desde mucho antes. Para la quinta vez que ocurrió, me cuestioné seriamente si siquiera estaba viendo el filme, o si simplemente era una excusa para tomarme la mano y comer gomitas por dos horas.
—¿De qué trató la película, cielo? —le pregunté cuando terminó.
—De un muñeco asesino, Luciérnaga.
—La película se llamaba El muñeco asesino. Creo que era un poco obvio que trataba de eso, ¿no?
Se rascó la cabeza.
—Bueno, exacto. Trataba de eso, sí.
—No viste la película, ¿verdad?
Se sonrojó.
—Creo que ambos sabemos la respuesta a esa pregunta, así que no vale la pena ponernos a discutir por ello —Se encogió de hombros—. Estoy emocionado por la cita que tendremos mañana. Lo pienso y ya me da de todo.
Noté el cambio tan brusco que hizo en la conversación, pero le seguí la corriente.
—Espero que lo que te dé no sea un ataque de ansiedad o depresión, porque ahí sí que sería difícil.
Me miró con el ceño fruncido.
—¿Acabas de hacer un chiste sobre mi condición?
Mierda.
—Yo... ¿creo que sí?
—Oh... —Se encogió de hombros de nuevo—. Está bien. Reírse de uno mismo de vez en cuando no está mal.
De lo que me había salvado...
El día siguiente me desperté temprano, para asegurarme de que todo estuviera bien y preparado para la cita. Me puse la ropa que había seleccionado previamente, una elegante pero no tanto, cómoda pero presentable, todo a la vez, y le pedí a mi madre las llaves de su auto.
—Deberías ir viendo si con eso de tus brownies reúnes y te compras un carro tú mismo.
—Claro, porque cuando vendo brownies en el colegio siempre me quedan diez mil dólares de ganancia neta. Me pasó justo ayer, fíjate.
Rodó los ojos.
—Pues deberías ir pensándolo seriamente.
—¿Pensar qué? ¿Que quiero tener un auto? Créeme que lo quiero, pero no tengo el dinero para comprármelo —No dijo nada más, asintió y me tendió las llaves. Estuve a punto de salir, pero recordé otra cosa—. Oye, por cierto, ¿podrías llamar al señor Lucas y preguntarle si Niall y yo podemos ir a la cabaña el viernes?
—¿Vas a usar mi auto para ir hasta allá?
Quise ser tan sarcástico como ella siempre había sido conmigo pero, en cambio, me controlé. Suspiré.
—Sí, mamá. Iré con tu auto, si me lo prestas.
Me miró con expresión inconforme, pero asintió. Dijo que lo llamaría y salí de su habitación, yendo a la mía a buscar unas cosas que había dejado en ella que usaría en la salida. Llamé a Niall y le dije que ya iría a su casa a buscarlo, que se preparara y me esperara cerca de la puerta.
Minutos después, estaba frente al porche de su casa. Él me había dicho que de por sí su madre había sospechado al verlo tan arreglado en la mañana, por lo que no podía entrar y saludarlos a ambos, porque no queríamos tener que dar explicaciones en ese momento. Hice sonar la bocina de la camioneta de mi progenitora, y mi novio salió por la puerta de su casa segundos después.
Fue caminando con paso apresurado hasta llegar al auto, y abrió la puerta con rapidez. Entró en menos de lo que canta un gallo.
—Hola, amor —dije sonriendo. Él estaba tomando bocanadas de aire—. ¿Estás bien?
—Solo arranca antes de que mi madre venga y haga las mil preguntas de a dónde vamos y por qué estamos tan arreglados.
Solté una carcajada y asentí. Para mi propia sorpresa, logré que el auto arrancara al primer intento, cosa que me alegró enormemente. Conduje un rato en el que escuché que su respiración se normalizó, y luego solté:
—Entonces... ¿cómo estás?
—¿Puedes detener el auto un momento? Será rápido —Hice como me pidió y se acercó a mi asiento, dándome un pico. Se volvió a acomodar en su lugar y sonreí—. Listo. Estoy bien y muy emocionado porque tendremos nuestra primera cita. ¿Y tú?
—Pensar que antes ni un abrazo podías darme...
—La vida es irónica, ¿qué puedo decirte?
Sacudí la cabeza.
—Pues me alegra que te emocione tanto lo de la cita. Para la próxima, podrías invitarme tú.
—¿Y cómo sabes que quiero tener una segunda cita contigo? La primera ni siquiera ha terminado. Es más, no ha ni comenzado como tal. ¿Cómo sabes que querré tener una segunda?
—Literalmente me pediste casarme contigo. ¿Cómo no vas a querer tener una segunda cita conmigo?
—Bueno, tienes razón... —Me lo quedé mirando, como esperando algo, y alzó las cejas—. No esperas que te pida ir a la segunda cita ahora, ¿verdad? Porque la idea es que sea fluido.
—Ay, sí, fluidísimo, como cuando te invité a ti y casi que me sacaste las palabras de la boca.
—Son casos muy diferentes.
—Claro, como digas.
Estuvimos en silencio unos minutos.
—Zayn Jaavad Malik... —comenzó y sonreí.
—¿Sí, Niall?
—Eres la persona más hermosa que he tenido el placer de conocer en la vida.
Sonreí y negué con la cabeza.
—Eso es trampa. No se vale.
—¿Trampa? Te estoy diciendo algo lindo y dices que es trampa. Yo no te entiendo, la verdad.
—A veces te odio un poco, ¿sabes?
Estalló en carcajadas. Me encantaba verlo tan feliz.
—A mí me pasa exactamente lo contrario y siempre.
—Entonces... ¿estás diciéndome que me amas?
—Claro. ¿Qué más estaría diciendo?
Sonreí y volvimos a hacer silencio unos minutos. Me concentré en el camino e intenté recordar el correcto, para no estar teniendo que regresar después, porque era la primera vez que iba a dicho sitio. Se me ocurrió una idea.
—Oye, cielo, puedes buscar canciones en mi teléfono si quieres. El camino es algo largo, así que podríamos oír música para no aburrirnos.
Tomó mi celular y carraspeó.
—¿Cuál es la contraseña?
—¿Qué? Oh. Eso es nuevo, sí. La puse como protección extra contra mi madre. Es Amoaniall123, la primera letra mayúscula y sin espacios.
—¿En serio? —La ingresó y vio que sí era. Volvió a reírse—. No puedo creer que esa sea tu contraseña.
—¿Por qué? ¿Demasiado cursi?
—No, sino que si tu mamá realmente sabe que tenemos algo, dudo que eventualmente no la descubra.
—Joder... No lo había pensado. Supongo que tendré que cambiarla.
—¿Y cuál pondrás?
—No sé. Lo pensaré luego.
—Si quieres que sea algo sobre los dos, deberías colocarla, pero que sea más en clave. Algo como, no sé, luciérnaga y arcoíris.
Sonreí ante eso.
—¿Te gustó cuando te llamé arcoíris?
—Creo que me gustó más de lo que debería... —Colocó una canción y se escuchó en todo el auto—. Si tuviera un teléfono, mi contraseña probablemente sería algo así, como ZaynEsMiTodo o LuciérnagaArcoírisFavorito.
—¡Vas a hacer que me muera de ternura, Niall!
Se rió. Mis mejillas estaban ardiendo.
—No era la razón por la que decía esas cosas, pero está bien. Después de todo, tú también me matas un poco por dentro cada vez que me dices que me amas, así que supongo que es lo justo.
Me sorprendieron dos cosas. En primer lugar, que habló de la palabra morir sin que le diera un ataque o que mostrara conflictos ante ella, y en segundo lugar, que dijera la palabra amar de forma tan ligera. ¿Eso en sí mismo era un progreso? A mí me lo parecía, y solo esperaba que en unos meses estuviera incluso mejor que eso.
En el resto del camino lo que se oía en el auto eran las canciones que el rubio iba seleccionando, además de un tarareo por mi parte de vez en cuando, y unos más esporádicos por parte de él. En general la pasamos bien, no hubo dramas, no hubo ataques, no hubo llantos, y eso ya era mucho por lo que alegrarse.
Cuando estuvimos por llegar al sitio en el que sería la cita, le pedí a mi novio que cerrara los ojos.
—¿Para qué los cierro, si igual lo voy a ver ahorita?
—Pero ten un poco de espíritu, Niall. No seas aburrido.
—Bien, bien —Cerró los ojos y apagué el auto una cuadra antes de donde estaba el sitio como tal. Me aseguré de tener encima las cosas que pensé que podría necesitar, incluyendo mi teléfono celular, y salí del auto. Fui hasta la puerta de mi novio y la abrí, tocándole el brazo, para que supiera dónde estaba—. Oh, ¿será como caminar a ciegas hasta que lleguemos al lugar?
—Por supuesto.
Después de cerrar su puerta, porque ya había salido, encendí la alarma del auto. Lo guié con cuidado hasta la entrada del sitio en el que tendríamos la cita, y le indiqué abrir los ojos.
—Aquí es, Niall —le dije y quitó la mano de su cara, quedando asombrado al ver el lugar.
—¿Me trajiste a... un jardín... botánico?
Él estaba entre perplejo y conmovido. Se veía en shock, pero al mismo tiempo realmente emocionado. No sabía qué más hacer, así que me acerqué a él y lo abracé.
—Sorpresa —mascullé y me correspondió el abrazo, sosteniéndome con fuerza.
—¿Estás bromeando? ¿Nuestra primera cita y me traes a un jardín botánico? ¿Cómo siquiera se te ocurrió esa idea?
—Quería que fuera algo muy nuestro propio estilo, no lo sé. Además, sé lo mucho que te gustan las flores y la naturaleza, así que pensé que este podría ser el sitio perfecto.
Se despegó de mí, mirándome a los ojos.
—Pensé en llevarte al cine cuando tuviéramos la segunda cita. Esto del jardín botánico es como... no lo sé. Inigualable.
—No te traje aquí para que después tuvieras que igualarlo o lo que sea. Te traje porque pensé que podrías disfrutarlo.
—Pero... —Se mordió el labio—. ¿La tarifa para entrar es muy costosa?
Le besé la mejilla.
—Estoy ganando dinero y no tengo problema alguno en gastarlo en algo que ambos vamos a disfrutar.
—Pero...
—¿No te gusta que te haya traído? Creí que te iba a encantar.
—Es que me encanta, lo juro, pero... —Lo miré a los ojos dedicándole toda mi atención, con calma y a la vez felicidad. Él también me miró, y después de unos segundos sacudió la cabeza, como volviendo en sí mismo. Sonrió y me dio otro pico, acercándose a mi cara.
—¿Pero? —pregunté.
—Nada —respondió—. Gracias por traerme aquí, y gracias por ser tú.
La pasamos genial en el paseo guiado por el jardín. Era como estar en una mini selva, o uno de esos lugares llenos de naturaleza, árboles, flores y agua tan preciosos que parecían sacados de una película. En todo el recorrido, nos tomamos la mano, y le tomé varias fotos con algunas plantas que le gustaban, aunque más que todo eran flores raras o de colores muy llamativos para él.
Llegado un punto, la señora que nos estaba dando el recorrido nos preguntó si queríamos que nos tomara una foto juntos, y le dijimos que sí. Sonreímos cerca de unas flores hermosísimas que estaban flotando en un lago, y la mujer nos indicó unos segundos después que ya estaba listo.
—Muchas gracias —le dije y ella asintió, sonriendo.
—Salió genial la foto —opinó Niall a mi lado. Sonreí.
—Ya tengo nuevo fondo de pantalla...
El rubio miró un poco más la foto y asintió.
—Deberíamos sacarnos una selfie haciendo muecas, aprovechando que estamos tan arreglados. Tenemos estos árboles de fondo, y quedaría bellísima la foto.
—¿Sabes qué, Niall Horan? Tienes toda la razón —Abrí la cámara interna en mi teléfono y le dije que se moviera conmigo hasta un lugar en el que había mejor iluminación—. Bien, haz una cara loca —Saqué la lengua y él fingió estar sorprendido, abriendo mucho los ojos—. Otra —Rodó los ojos y sacó la lengua, y sonreí sin ganas, como si simplemente mostrara los dientes—. Ahora los dos sonriendo, una normal —Hicimos como indiqué, y la foto salió asombrosa.
—Una última, ¿sí? —pidió él, y asentí—. Sonriendo de nuevo —Lo hice, pero noté, mientras miraba a la cámara, que él estaba mirándome a mí. Presioné el botón de tomar foto y la observé: estaba yo sonriendo, como si fuera una foto más, y estaba él viéndome a mí, como si no pudiera creer que algo tan hermoso y perfecto existía.
Nunca me había dicho que estaba enamorado de mí, pero esa foto... esa foto era la prueba de que lo estaba. Sonreí mientras la miraba, y cuando me giré para verlo a él, estampó sus labios contra los míos.
—Te amo, Niall —susurré cuando rompimos el beso, y sonrió contra mi boca.
—Yo también, Luciérnaga.
—Y por aquí está la planta... —escuchamos que dijo la guía a unos metros de nosotros, y nos apresuramos a ir a donde se encontraba.
Dos horas después, estábamos almorzando en el auto. Yo había preparado la comida, porque sabía que según la hora del itinerario probablemente saldríamos hambrientos de allí, y al terminar le dije que se alistara para irnos —aunque en realidad no sabía qué era lo que iba a alistar, pero ya era una costumbre que había heredado de mi mamá.
—Pues yo creo que ya estoy listo —dijo encogiéndose de hombros—. Por cierto, la comida te quedó muy buena.
—Gracias. Me esforcé preparándolo todo.
—Sí, se nota —Sonrió—. Ahora no sé qué voy a hacer cuando te lleve a nuestra segunda cita, porque siento que nada se igualará a esto.
—No tienes que hacer nada apoteósico para igualar esto. Simplemente me pareció que podría gustarte, y decidí traerte aquí. Además, como eres extranjero, sé que lo más probable es que no hubieras venido antes, así que todo cayó como anillo al dedo.
—Pero igual. Me trajiste a un lugar súper asombroso. No puedo ir a llevarte al cine y ya. Sería una burla.
—¿Una burla? ¿Por qué sería una burla? Yo amo ir al cine, así que no veo cómo o por qué sería una burla.
—¿Entonces te parece bien que te lleve al cine, sin más?
—¿La película será buena?
—Si quieres que vayamos a verla, sí...
Me sonrojé al instante y le di un manotazo en el brazo.
—Pensar que cuando nos conocimos ni me hablabas.
—Cuando nos conocimos te dije que era una caja llena de sorpresas —Se encogió de hombros—. Yo te lo advertí.
—No sabía que sería esta clase de sorpresas... —Hizo un puchero y sonreí—. Pero está bien. No es como si me disgustara o algo así.
—¿Entonces sí vamos a ir al cine?
Y me di cuenta de algo.
—Espera un momento. Ni siquiera me has invitado a la cita como tal. ¿Cómo voy a ir contigo a un sitio al que ni siquiera me has invitado?
—Es que era obvio que no te iba a invitar antes, porque nuestra primera cita no había terminado y por ello no sabía si querría tener otra contigo en el futuro o no.
—Repito: me pediste casarme contigo. ¿Cómo no vas a querer tener una cita conmigo?
—¿Me estás invitando a una cita? Eso me suena a una invitación...
Reí y sacudí la cabeza.
—No puedo contigo —murmuré y encendí el auto. Arrancó al primer intento de nuevo, y el rubio tomó mi teléfono. Ya no le quedaba mucha batería, pero si iba a morir, que muriera por una causa buena como lo era oír música.
Mi novio buscó una lista de reproducción que le gustaba y le dio play. Pasaron tres canciones hasta que comenzó a tararear algunas de las canciones que ya se había aprendido, y más o menos por la quinta dijo:
—Zayn Jaavad Malik.
Suspiré.
—¿Sí, Niall?
—¿Te gustaría ir a una cita conmigo?
Sonreí.
—Será un honor.
[N/A: HOLAAA <3 ¿Cómo están? ¿Qué me cuentan?
¿Qué opinan del capítulo? No fue demasiado emocionante, pero fue lindo :v ¿Se imaginaron que Zayn iba a traer a Niall a un jardín botánico? A mí me pareció re lindo xd
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Les recuerdo que si me quieren apoyar con lo de la donación para poder irme del país, el link lo dejo en el enlace externo c: Y gracias a los que han compartido el link.
Espero que pasen un lindo fin de semana y que les vaya bonito. Los amo <3 Los leo en los comentarios.
All the queer love, Milo]