CORAZONES ENTRELAZADOS ―[Hia...

By cielomulticolor

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Uno tiene el secreto de la juventud eterna y es codiciada por todos, otro guarda en sus venas la sangre de un... More

*** De encuentros, caminos e inicios***
***De espionaje, palabras y soledad ***
***De como domesticar pelinegros salvajes y greñudos***
*Sobre estrenos de imagen, aventuras y asuntos académicos*
***De conversaciones, observaciones, planes y parentesco***
***De secuestros, envidias y misiones***
***De ángeles demoniacos, miedos y extinción***

***Bosque, enfrentamiento y búsqueda***

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By cielomulticolor

Disclaimer: Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima.

Aclaraciones de lectura:

Narración

"pensamiento"

­―dialogo.




|Eight|


***Bosque, enfrentamiento y búsqueda***



+°°+





Se hallaban de camino a la cabaña de sus padres dentro del espeso bosque. Toda esa enmarañada arboleda les hacía el paso difícil. No resultaba extraño, pues había pasado muchos años que nadie frecuentaba esos caminos y los helechos habían ido ganando terreno hasta poblarlo todo y ocultar el camino.

Volteo y vio el menudo cuerpo seguirle el paso.

No dijo nada y siguió abriendo paso hasta llegar a su destino.

Después de cinco horas de viaje a pie vieron una caída de agua que resultaba hermoso a la vista y llamaba tentadora para que se acercaran a ella y se solazaran en sus aguas. La única que parecía entusiasmada era Mavis y lo demostró al ir corriendo hasta allí mientras que en el camino se quitaba las zapatillas y las tiraban a cualquier lado. Al llegar metió los pies en el agua y suspiro aliviada.

Las zapatillas fueron recogidas por el azabache y él con más calma desmonto la enorme mochila y se dejó caer sobre una roca y empezó a tomar agua de una botella.

―Deberías de venir, el agua está fresca ―le invito una relajada rubia que balanceaba sus pies dentro del cristalino líquido.

―Este no es nuestro destino, aún falta mucho para llegar

― ¿En serio?, pensé que habías dicho que cuando llegáramos a una catarata estaríamos cerca de la cabaña.

―Sé lo que dije... ―de soslayo miro como Mavis se deslizaba entre las rocas hasta adentrarse en el pozo ― ¡Mavis! ―corrió desesperado hasta la orilla y de pronto sintió que lo jalaban dentro.

Bien, ahora estaba mojado y oyendo la divertida risa de la rubia.

Salió enojado y se sacó la ropa para hacerlo secar, se le hacía incomodo dejarlo secar en su cuerpo a pesar del calor de ese día.

Mientras eso la pequeña mujer nadaba feliz por la alberca natural. Después de un rato salió también y sus cabellos mojados estaban pegados en su rostro y su trenza estaba a punto de quedar deshecha. Vestida solo con una camiseta y unos short cortos, no dejaba mucho a la imaginación con la ropa ceñida al cuerpo como la tenía después de salir del pozo.

Zeref le dio la espalda para no tener que verla por si se decidiera a sacar la ropa para hacerla secar como él. Pasado unos minutos volteo para verla y comprobó que a ella no le importaba en lo absoluto estar completamente mojada, porque ella seguía tal como salió del agua, solo su cabello parecía escurrido por lo alborotado que estaba cuando la vio. La rubia dejaría que el sol se encargara de secarla. Se la veía muy feliz, como si fuera la primera vez que tuviera ese tipo de experiencias.

Levanto la ceja interrogante ante la mirada insistente de Mavis sobre él ―aunque fuera él el que la estuviera mirando en primera instancia― y ante esto ella desvió la mirada avergonzada, sus mejillas la delataron, le pareció tierno y tuvo que evitar no sonreír y mostrarse abierto. Le divertían esos gestos, sin embargo no podía dejar de sentir que no era él mismo por tener ese tipo de pensamientos e impulsos, así que le volvió a dar la espalda y tomo el resto de agua de la botella hasta vaciarla.

Después de comer un breve bocadillo emprendieron de nuevo la caminata. No paso más de treinta minutos cuando a lo lejos vio la silueta de una cabaña.

Llegaron y lo primero que tenían que hacer era ponerse a limpiarla para poder habitarla. Desalojar al polvo acumulado por varios años y las telarañas iba a ser una tarea agotadora.



+°°+



La isla Galuna tenía una mancha negra humeante que surcaba su paisaje como una fea cicatriz. El rayo que había caído en un viejo tronco en lo alto desato un incendio que arraso con casi media isla, de no ser por el aumento de la caída pluvial en la madrugada toda la isla habría sido consumida por las llamas. El puerto pesquero, que era el principal lugar de transacción de recursos extraídos de la mar, quedo desecho por completo por las olas que arrasaron con ella. El incendio termino con la vegetación de la parte sur este, al otro lado de donde se encontraba el pequeño centro poblado de no más de ciento setenta familias. Todas ellas quedaron desamparadas al haber perdido sus embarcaciones en la tormenta y los que vivían cerca del puerto quedaron sin hogar donde volver.

Los habitantes del puerto se habían refugiado en el bosque aledaño, pues no tenían a donde ir, era eso o ser arrastrados por las crecientes olas y perecer entre el mar embravecido o refugiarse lejos del alcance del agua que aún no parecía demasiado peligroso, al menos el fuego tardaría en llegar a esa parte.

La situación no pintaba nada bien para esa pobre gente que ahora hacía fila para recibir atención médica y a la que la detective Scarlet ayudaba y dirigía como podía. No podía hacer más que decirles que esperaran su turno para ingresar a la tienda improvisada donde la única médico del lugar hacia lo posible por darse abasto con tanta gente.

Veía todo con impotencia al no poder hacer nada más por esas personas que acababan de perderlo todo. Contra todo pronóstico ellos no se mostraban demasiado afectados. Quizá se debiera a que ese tipo de situaciones eran comunes o que no tenían mucho que perder; eran ellos y sus vidas, nada más. La economía no era muy buena, les daba lo suficiente para sustentarse, así que grandes posesiones no tenían, y lamentarse por perder lo poco les era indiferente. Al menos en esa parte de la isla.

Sus cabellos de un rojo intenso se movieron violentamente debido a la corriente de aire que producían las hélices del helicóptero médico que habían solicitado al hospital de Magnolia. Se había abstraído demasiado y no había notado el ruido característico.

―Buenos días, Erza-san ― saludo con una inclinación la mujer que bajo primero del helicóptero, sus cabellos azules se mecieron con la brisa.

―Buenos días, Dra. Wendy― devolvió el saludo inclinándose en señal de respeto. La doctora Marvel era nueva, sí, y joven también, pero eso no quitaba que fuera una de las mejores médicos del hospital, y que se haya graduado a tan temprana edad, era la muestra de ello.

―Me alegra que este bien Erza-san― sabía que su sentir era sincero, su cálida sonrisa así se lo decía. Era toda amabilidad ―, voy a ayudar a la Dra. Cheria, con su permiso. ― la vio alejarse sin necesitar respuesta salvo el leve asentimiento que le ofreció.

Ella misma tomo otro rumbo, ya nada tenía que hacer allí. Ahora todos serian atendidos por manos expertas. Después de todo, todo el equipo de la Dra. Marvel estaba ahí. Lo mejor que podía hacer era dedicarse a recolectar información de lo ocurrido y la razón principal que los llevo a esa isla: la desaparición de niños.

La idea de ir a ayudar a los hombres que trataban de limpiar el desastre se le vino a la mente. A ella le gustaba ayudar y no importaba que fuese trabajo duro, y si lo pensaba mejor, allí es donde más podía ser de utilidad. Erza estaba habituada a los trabajos manuales y duros, de todos modos su padre era constructor, y también había sido las más ruda de la ciudad de Rosemari.

Se dirigió presta hacia donde estaban los trozos de madera de lo que alguna vez fueran las casas de las personas que hacían fila para recibir atención médica y las mujeres alimentos. Cuando llego todo era un desastre y los hombres que levantaban los restos ni la miraron, quizá se debiera a que era mujer. Iba a ser difícil entablar conversación con ellos y así poder interrogarlos acerca de la desaparición de los niños.

Quizá a su compañero podría habérsele hecho más fácil, pero no sabía dónde estaba. Desde el momento que habían puesto sus pies en la arena, el detective Fernández tomó otro rumbo y ella se decantó por ayudar a los pobladores, como era su costumbre. De lo que estaba segura era que Jerall estaba investigando la causa de ese incendio, sabía que él pensaba que había manos humanas detrás de todo ese evento que tenía todas las de la naturaleza. Muchos lo tildaban de paranoico, pero detrás de esas locas teorías había mucha verdad escondida. Trabajar con él por tanto tiempo le hacía confiar en las corazonadas del azulado detective, pues gracias a esos instintos habían resuelto varios casos.



+°°+



Ni rastros de la mujer a la que buscaba.

Hace dos días la había visto y ahora era como si la hubiera tragado la tierra.

Tampoco había vuelto a ver al hombre con el que compartiera una mañana entre sus sabanas. No quería admitirlo pero tenía los deseos de volverlo a ver para satisfacer los deseos que trataba de sofocar con el agua fría que caía de la ducha.

Disfrutar antes de entregarlo.

Era hora de volver. La habían llamado esa mañana y ordenado que se apersonara a la isla Tenrojima. No tenía deseos de ir, pero era una orden por lo tanto negarse no era una opción; no por ahora.

No llevaba a su presa, pero la información que había recolectado esos días, valían mucho más para su jefe que lo que valía esa escurridiza rubia.

Tenía un vuelo que tomar, pero antes iría a ver a una vieja amiga.



+°°+



― ¿Porque me has traído? ― preguntó intentando iniciar la conversación que la llevaría a conocer la verdad detrás de ese hombre y de la muerte de Yuri.

Hasta el día de ayer se había enterado de la verdad sobre la muerte de su amigo, su mejor amigo. Cuando le comunicaron el deceso de Yuri le habían solo dicho una parte, tan maquillada que no sabía que era verdad y que no.

La noche pasada había salido por un poco de agua hacia la cocina y había oído a Mirajane hablar por teléfono y se veía alterada. En un principio no quiso entrometerse, pero cambio de parecer a la hora de escuchar el nombre de su amigo y el del hijo de Ivan Dreyar. Ahí es cuando se enteró de la verdadera naturaleza de la desaparición de esas personas. Le dolió saber el fin de Yuri y odio al culpable. Sin embargo ahora no sabía que sentir, porque había escuchado que Zeref había sido el responsable de esas muertes; ella no quería creerlo, por razones desconocidas no podía concebir al pelinegro como un asesino, pese a su percepción sobre Zeref no podía descartar tal aseveración hasta saber la verdad de boca del pelinegro.

―Porque Mirajane creyó que era mejor que te alejaras un tiempo de la ciudad ― fue la respuesta que obtuvo del pelinegro que sentado frente a la luz de la lámpara jugaba haciendo sombras. No se había volteado a verla para responderle.

― ¿Por qué aquí? ―insistió. El conejo proyectado en la pared de madera le pareció gracioso, pero termino siendo casi desagradable cuando el conejito de pronto empezó a perder su forma hasta convertirse en un zorro. La metamorfosis había resultado un tanto aterradora. Observo la espalda de Zeref preguntándose la razón de esos cambios de humor.

―Tu dime, ¿por qué tienes que llamar problemas? ― callo un segundo sin hacer movimiento alguno. El animal reflejado en la pared estaba listo para lanzarse sobre su presa ―, ¿y por qué Mira estaba tan ansiosa de que vinieras...? ― paró al cansarse de estar jugando con sus manos. Dejo de hacer sombras y cogió la taza y bebió un trago antes de continuar ―. ¿Qué es lo que escondes? ―terminó de preguntar así como lo hizo con el líquido en la taza.

―Lo mismo podría preguntarte ―contraatacó no perdiendo detalle de cada uno de los movimientos del azabache. Cualquier cosa podría darle pistas y no estaba dispuesta a perderlas.

―No estás en condiciones de cuestionarme ― sus orbes negros se clavaron en los verdes de Mavis. El tono de voz áspero era clara evidencia de su molestia.

―No eres un vagabundo, ¿verdad profesor Spriggan?

―Y tu estas casada no es así ¿Mavis Dreyar?

Cada una de las miradas no paraban de emitir destellos de batalla. Retándose, luchando. Sin querer dar el brazo a torcer. Negro contra verde. Pero su apellido. El apellido que adquirió al contraer matrimonio con Yuri y por lo tanto formar parte de la familia que Ivan Dreyar regentara la había debilitado hasta hacerla ceder. Aparto la mirada posándola en cualquier parte que no fueran esos pozos negros que parecían querer engullirla. Siempre que veía esos ojos le transmitían una extraña sensación de inquietud, la instaban a querer descubrir sus secretos, pero ahora era lo que menos quería. Esos ojos escrutadores y acusadores la estaban hiriendo. Por esos segundos tan breves sintió su corazón desfallecer al contemplar la posibilidad de que aquello que escuchara a labios de Mirajane fuera verdad. En esos momentos se daba cuenta que el hombre con el que compartía la habitación era capaz de cualquier cosa.

Quizá si era capaz de matar a alguien. Quizá si había sido él quien le había arrebatado a Yuri.

Por primera vez sintió miedo al estar junto a Zeref.

―Cómo es que supiste que yo...― la voz le salió débil y las manos le temblaban. Rogó que la oscuridad parcial ocultara sus miedos, pero no parecía surtir efecto. ―, que estaba casada ― nada más terminar de decirlo viejas heridas se abrieron. Cada vez más. Más dolor.

―Hay una marca en el dedo anular ― fijó su mirada en sus manos. La débil luz de la lámpara no dejaba ver demasiado ―. No se nota, pero está ahí ―enfocó más la visión achinando los ojos. Y sí, efectivamente ahí estaba una pequeña franja clara, casi imperceptible. a pesar de haber hecho muchas cosas para borrar todo rastro que la delatara, no lo había logrado por completo.

―Sí, estaba casada

―Ya lo había afirmado.

El pelinegro se levantó y se fue hacia el cuarto donde dormirían y que habían limpiado con esmero. Mavis no se atrevió a decir nada más, o preguntar nada. Tenía un nudo en la garganta que le quemaba. El preludio de un llanto desesperado.

Continuará...

__________________

Notas de autora.

Es cansado leer notas de autora, lo sé bueno ahora lo sé... en fin, es importante leerlo porque desde este capítulo el fic entra en HIATUS, debido al largo tiempo desde la última actualización muchos debieron de darlo por hecho, pero no quería dejarlo así sin más y sin ninguna explicación, así que he puesto un nuevo capítulo para que sepan que no me he olvidado de este fic, y no lo haré, solo que me tomare un tiempo para solucionar algunos problema que surgieron aunque la palabra "problemas" no les hacen justicia y suenan un poco cruel, y por lo tanto necesitan de mi completa atención; es delicado, complicado y demasiado personal.

El otro motivo que no es tan relevante sino que es un modo de aprovechar el tiempo que me voy a tomar, de este hiatus es que me he planteado reescribir este fics desde los inicios, puesto que los próximos capítulos ― que ya están escritos de alguna u otra forma ― han tomado otro rumbo, así que los primeros deberían de estar relacionados con estos últimos, y a mi parecer no es así... claro que solo lo he pensado, pero de ahí a llegar a ejecutarlo resulta demasiado laborioso y no tan agradable... ya me dio flojera xD. Es solo una idea.

Me despido de ustedes queridos lectores y espero volver en poco tiempo y retomar esta revuelta y sin sentido de fic.

Ciao y cuídense.

Pdt. Por cierto este fic es el que está en Hiatus indefinido, seguiré publicando otras historias, que en su mayoría son one shots, de esos no se libraran ;).

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