Esa noche intenté no pensar en el extraño comportamiento de Shigure. Sin embargo, por más que intentaba quitarlo de mi mente más pensaba en él. Lo extraño era que él era el primero en actuar como si nada hubiera ocurrido.
-Esta semana tengo una reunión muy importante con otros novelistas, además tengo sesión de firmar autógrafos en el edificio Noken.
-¡Oh! ¿Qué libro vas a presentar?
-"La flor prohibida". La acabé recientemente. ¿Quieres leerla?_ me pasó el libro.
Le eché una ojeada por encima.
-Shigure, esto...
-Sumire-chan, esperaba que vinieses conmigo como mi ayudante a la firma.
Miré de nuevo el libro.
-Sí, ¿por qué no?.
La sesión de firmas era en cuatro días durante los que no paré de leer en solitario, hasta que concluí la novela entre lágrimas dándome un baño caliente. Como el título decía se trataba de un amor prohibido entre un hombre que no podía amar a ninguna mujer a causa de los lazos con su familia. En resumen el hombre no era libre.
Conforme pasaba las páginas me daba cuenta de aspectos que podía relacional directamente con la vida de los Sohma. ¿Sería una especie de autobiografía amorosa de Shigure?.
...
El anunciado día llegó. Shigure bajó por las escaleras vestido con su traje negro y corbata azul oscuro, con el pelo lleno de gomina.
-¡Qué elegante!_ dijo Tohru.
-¿Hoy es el día de los autógrafos?_ preguntó Yuki.
-Así, es. Espero que vengan muchas jovencitas._ sonrió.
-¡Ya basta!_ le golpeé por la espalda con un maletín.
-¡Sumire-chan!_ se quejó.
-¡Vamos!_ le empujé hacia la salida sin dejar tiempo para que nadie hablase.
Una vez al lado del coche, me separé de él.
-¡Vaya!_ exclamó.
-¿Qué?._ dije incómoda.
Ese día me había vestido lo más elegante posible, parecía una ejecutiva o una abogada, con la chaqueta negra y falda a conjunto, con un par de zapatos de tacón considerable y unas medias finas.
-N-nada. ¿Podrías conducir tú?
Nos subimos al coche. Y fuimos al lugar acordado por la editorial, estaba lleno de gente esperando y novelistas que querían intercambiar opiniones con Shigure. Nos hicimos paso entre la multitud hasta llegar al atril donde Shigure tomo asiento, yo me quedé a su lado de pie viendo cómo firmaba todos los panfletos publicitarios de su nueva novelas, sonriendo sin parar. Más tarde varios novelistas, he de especificar que todas eran mujeres, se agruparon en torno a Shigure, apartándome de él.
-¡Shigure!
-No pasa nada Sumire-chan. Vamos a tener una reunión ahora así que tardaré en estar disponible.
La gente había ido marchándose del lugar, sólo quedábamos cuatro gatos, los ayudantes de aquellos novelistas que nos habían dejado allí tirados. Tras varias horas esperando alguna de las novelistas salía para irse y el ayudante le acompañaba hasta el coche. Cuando fui la última en quedarme allí habían pasado más de seis horas, estaba cansada y tenía los pies doloridos por los tacones. De pronto una voz me sobresaltó.
-¡Sumire-chan!
Era él. Acompañado por dos mujeres muy hermosas.
-Esto va a alargarse un poco. Vamos a continuar con la reunión en otro sitio, no sé cuándo terminaremos.
-...
-Necesito el coche para llevar a estas señoritas al lugar en cuestión.
-¡...! N-no pasa nada._ forcé una sonrisa._ Nos vemos más tarde._ dije saliendo a toda prisa de la librería.
"¡Idiota!" me dije a mí misma. ¿Por qué sentía un dolor en el pecho? ¿Por qué no podía parar de llorar?. Mis pasos me llevaron hasta el frío de la calle. Inconscientemente entré en un bar y pedí una bebida.
El dueño del bar era un hombre mayor, de pelo canoso, piel arrugada y ojos cansados.
-¿Qué hace una mujer tan bella como usted bebiendo aquí sola?
Reí.
-No lo sé._ me sequé las lágrimas.
-¿Peleas de enamorados?
-No tengo pareja.
Continué bebiendo mientras hablábamos. El alcohol fue haciendo efecto y comencé a hablarse sobre Shigure y la firma de autógrafos.
-No podía soportar verle rodeado de fans, saber que todas están locas por él y ver cómo él las correspondía con una sonrisa._ eché un trago._ Y luego, están las otras novelistas. Se les veía en la cara que iban a por él. No me mal interpretes... Shigure es guapo, no les echo la culpa... es solo que... es solo que...
El anciano arqueó una ceja.
-... no quiero verle rodeado de esa manera con tantas mujeres. ¡Es un pervertido!
-¿Está celosa?
Escupí la bebida.
-¿Celosa?_ eché una carcajada.
-Le gusta ese hombre.
Pensé en Shigure.
- No, no, no._ me sonrojé._ No se equivoque, señor.
-No puede engañar a nadie, señorita._ sonrió el hombre.
Dejé unos cuantos billetes en la barra y me fui de allí.
-¡No debería ocultarle sus sentimientos!
La puerta se cerró tras mis espaldas. Y la lluvia comenzó a empaparme.
-Genial, es el día perfecto.
Sin coche y sin más dinero del que había gastado no tenía para coger un taxi y volver a casa.
Varias parejas cogidas de la mano corrían hasta un refugio, otras paseaban sonriendo bajo paraguas transparente. Vagué por las calles intentando no pensar en nada mientras la lluvia caía con más fuerzas sobre mi cabeza. Sin darme cuenta llegué a la zona de Akihabara. Comencé a buscar una tienda en concreto.
-¡Te encontré!
Abrí la puerta.
-¡Lo siento, hemos cerrado!
-Ayame...
-¡Sumire! ¡Estás empapada, entra!
La dependienta de Ayame se había marchado ya a casa, por lo que solo estaba él.
-¿Ha pasado algo?
-No, es sólo que no tengo coche para volver a casa de Shigure.
-¿Ha pasado algo?. Voy a buscarte algo de ropa, no te muevas.
Comencé a tiritar. Me dejó kigurumi de tigre blanco con rayas negras.
Le expliqué todo lo que había pasado.
-Sumire._ me miró fijamente._ Shigure no tiene remedio.
-¡Claro que no!_ me levanté del sofá._ ¡Es un pervertido! En cuanto ve a una mujer se le van los ojos.
Ayame sonrió, me puso la mano en la cabeza mojada.
-Estoy harta de él.
-¿No eres feliz con Shigure?
Me sinceré conmigo misma.
-Sí, es solo que...
-¿Te arrepientes de algo?
Tragué saliva.
-¡Ese pervertido!_ estallé llena de rabia contenida.
Las lágrimas comenzaron a escaparse.
-¿Por qué lloras?
-No sé a qué atenerme. Parece que se acerca a mí, que hay algo más y de repente me habla como a otro cualquiera. Siento que está jugando conmigo.
-¿Por qué no le dices lo que sientes? Quizá él no se atreva a dar el paso.
-¡No!
Estuvimos discutiendo largo y tendido hasta que ambos nos quedamos traspuestos.
Pasé la noche en la tienda de Ayame, cuando llegó la mañana la serpiente recibió una llamada.
-¿Shigure?
El corazón se me aceleró.
-¡Ah! No te preocupes, Sumire-chan está aquí conmigo._ me guiñó un ojo._ Está bien. ¿Qué?... De acuerdo no hay problema. Adiós.
Colgó el teléfono.
-Viene a buscarte.
Negué con la cabeza.
-No quiero verle. Ahora no.
Discutimos durante más de media hora hasta que el ruido de la puerta abriéndose nos paró en seco.
-Ayame._ saludó.
-Shigure._ sonrió.
-¿Qué hacías aquí, Sumire-chan? ¿Te apetecía disfrazarte?.
Se quedó quieto mirando mi rostro enjuto.
-Vine para pasar la noche con un amigo. ¡Ah!
Rápidamente me cogió de la mano y me llevé hasta fuera de la tienda.
-¡Suéltame!_ exclamé tirando de él.
El hombre se volvió.
-¿Por qué no me avisaste?_ dijo más serio._ Estaba preocupado. Cuando volví a casa no estabas.
El perro avanzó unos pasos. Hice frente con temor a su pregunta.
-También tengo mi vida._ exclamé._ Me fui a... un bar con unos amigos. Luego me quedé con Ayame.
Él se sorprendió. La gente se nos quedó mirando. Y no era de extrañar, pues Shigure iba vestido trajeado muy elegante mientras que yo llevaba un kigurumi/amigurumi de tigre.
-¿Qué estáis mirando?_ grité.
Comencé a andar en dirección al coche donde me senté en el asiento del copiloto.
-¡Sumire-chan, lo siento!_ dijo entrando en el automóvil.
Le miré entre lágrimas.
-No debí haberte dejado sola.
-Llévame a casa, por favor.
Durante el trayecto no volvimos a hablar.
Al entrar por la puerta Tohru me vio.
-¡Sumire! ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?
Hice caso omiso a sus preguntas y me encerré en mi habitación.
-¡Sumire-chan!
Shigure estaba al otro lado de la puerta.
-Déjame sola.
-Por favor, deja que me explique.
-Son cosas del trabajo. Lo entiendo, así que vete.
La puerta corrediza se abrió. El perro trajeado entró y caminó hasta donde estaba. Por mi parte me puse la capucha del tigre blanco para no verle directamente a la cara.
-Esa reunión era importante para mi futuro, todas aquellas mujeres eran directoras de marketing de diferentes empresas, por lo que tuve que contentarlas.
-¿Contentarlas?
-Tuve que seguirles el juego e ir donde ellas quisieron e invitarles a cenar a un buen restaurante. Luego tuvimos que ir a un karaoke...
-¡Oh, ya veo! ¡Tuvo que ser muy duro para alguien tan pervertido como tú! ¿Acaso no disfrutaste?_ exclamé.
Hubo un silencio. Sentí unas manos que depositaban la capucha en mis hombros dejando mi rostro al descubierto. Miré a Shigure.
-No._ dijo éste.
-Eres un mentiroso.
Me cogió la cara con sus manos y me hizo mirarle.
-Hubiera querido pasar la noche contigo, haber cenado juntos. Hablar un poco más sobre nosotros mientras tomáramos unas cervezas y no pararíamos de reír. Y habríamos vuelto a casa, bien entrada la noche. Juntos. Tú y yo.
Sus palabras iban cargadas de sentimientos escondidos. Su rostro era serio pero sus labios entreabiertos pedían una única cosa.
-Sumire..._ dijo acercándose lentamente.
De pronto la puerta se vino abajo. Kyo y Yuki estaban peleando. Shigure se apartó de mí rápidamente e intentó retenerlos. Lo único que me pasó por la cabeza fue salir al jardín a tomar aire fresco.
-¿Qué ha sido eso?_ susurré.
Durante la comida Shigure actuó como si nada hubiese ocurrido entre nosotros. A lo largo de los días siguientes me trataba como si fuera un objeto más de la casa, sin ni siquiera mirarme a la cara.