Hola.
Creo que este capítulo fue algo profundo por parte de Frank, pero es que así es él. Siento mucho si algunas cosas no las entienden, pero la verdad es que ustedes lo pueden tomar como quieran, no hay pensamientos correctos o incorrectos.
Quiero decir que, esto es una historia, pero que si hay amores que están destinados a ser, pero la gente no se deja porque no se lo permite. Es triste, pero hay millones de casos similares. No voy a decirles que se confiesen con su crush, porque yo tampoco lo haría. Solo digo que es una pena que suceda así.
No sé, tampoco, si la respuesta correcta sea esperar hasta que llegue alguien. No sé si debes buscar, no sé qué se deba hacer, pero al menos por aquí puedo expresar de vez en cuando, cuánto pesa la vida a veces.
Soy una adolescente sin chiste, pero por algo sigo viva.
Los quiero y MUCHAS GRACIAS POR EL 4K, Y las más de 700 estrellitas. Mi corazón sonríe.
Amor.
Elena.
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Frank.
Muero de frío, abrazo mi propio cuerpo mientras Janice baja de su habitación para abrirme la puerta y dejarme pasar a tomar un baño; ya que Gerard nunca llegó a casa, supongo que tiene mierdas más interesantes qué realizar en su escuela privada.
Mañana es el primer día de octubre. El mes de mi cumpleaños, el mejor mes de todos. Pero cuando creces, te deja de importar lo que puedas recibir ese día y solo puedes agradecer que estas vivo. Una gota de líquido rojo aun escurre por mi rostro, enfureciéndome, arremolinando mi ira dentro de mis entrañas.
- Disculpa, no encontraba mis llav... - Janice hace silencio en cuanto me ve - ¿Por qué siempre me asusto cuando te veo después de un largo tiempo?
- ¿Estás asustada? – me burlo con una sonrisa, más forzada que mi alma. Pero eso no lo tiene que saber nadie.
- Jesucristo – suspira – entra y toma un baño.
Me adentro en su acogedora casa. Un chico baja por las escaleras y me quedo quieto, nos miramos por más de cinco segundos y él mira a Janice como: ¿Debería llamar a la policía? Pero ella simplemente niega con la cabeza, continúa bajando y saluda con una sonrisa. Yo, como no lo conozco y seguramente es otro de los novios de Janice, no le hago caso.
- ¿Cariño tienes ropa extra? – le pregunta ella a su nuevo "cariño"
Pero parece un año más grande que yo, a esta chica si que le gustan pequeños.
- Si, creo que tengo dos cambios más... - se acerca con nosotros mientras sostiene un vaso de jugo amarillo, desconozco qué sea - ¿Necesitas que... le preste?
Detesto que se compadezcan de mí. Pero por favor, me veo ridículo. Me veo tonto y estúpido. Estoy humillado desde que salí de clases, ha sido un día duro, negro y asqueroso. No me queda más que desahogarme cuando llegue a casa, y si no puedo cantar, al menos puedo escribir.
**
El suelo de la regadera se torna de blanco a rojo en cuanto hago contacto con el agua. Está tan calientita que agradezco a los ángeles del agua, si es que existen ¿existirán? No me importa que mi cabello huela a vainilla y extracto de coco, solo quiero tener mi color normal de piel, y no el de la humillación profunda.
- Me lo he buscado ¿no? – me hablo, porque es la única manera en que me tome enserio, de saber que está sucediéndome esto, una manera de conversar conmigo mismo la cual no puedo evitar – todo esto me lo he buscado ¿verdad?
Asiento.
- ¿En verdad creíste que serías invencible? ¿Inmortal? – recargo mi cabeza en las baldosas y dejo que el agua siga cayendo, sintiéndome más poético y nostálgico que nunca – Pero, aunque estoy vivo, después de esto, no soy inmortal. Porque eso no significa ser inmortal, el no morir.
Nunca creí que comenzaría a madurar en un baño ajeno. Pero no estoy madurando, simplemente he salido de mi zona de confort. Era imposible no sufrir cambios, pero no sé si ha valido la pena. No sé si es sano vivir de esta manera, no sé ni qué mierda estoy haciendo vivo, no sé cómo no he muerto tampoco, cuidando de mí mismo desde los diez años.
- Seguramente eres muy fuerte, Frank – palmeo mi rostro – pero no te das cuenta.
Aunque aquí, en el agua, puedo confesar que siento que me falta un pedazo de alma. Siento que me ha sido arrebatado un pedazo de mi blanca alma. Cuando fumo, mi alma sale junto con el humo y adquiero almas ajenas, al respirar el oxígeno "limpio". Pero esto es distinto, se siente distinto; alguien tiene mi pedazo de alma más importante y ahí ahora habita la ira hirviente, dejándome ciego y con la empatía de un robot.
Pero tengo la cordura, y eso me permite mantener los pies en la tierra y sufrir solo por mi cuenta. Esto es mío, y la gente realmente no tiene nada que ver con esto.
**
La ropa más ridícula que me pudieron haber prestado. Pero al menos es algo, mi ropa está completamente roja, húmeda y maloliente.
- ¿Quieres que traiga algunas cobijas? – me pregunta Janice, tomando mi cabello entre sus dedos y peinándolo. Niego - ¿regresarás a tu casa?
- Sí – asiento – no quiero ser despertado por ustedes a media noche... - ella ríe y me da un leve golpe. Al menos me queda sentido del humor, ¿no?
"no, sigue igual de mierda"
Ah, hola maldita idiota.
- ¿Seguro que... no?
- No puedo quedarme más, me gustaría quedarme a conversar, pero no quiero acaparar toda tu atención – señalo el techo, dando entender que su novio estaba en casa – así que me voy a la mierda.
Tomo mi ropa sucia y la pongo bajo mi brazo. Janice la agarra y niega.
- Te la lavaré y la llevaré a tu casa.
- Bueno.
Sonríe.
- ¿Seguro que estás bien? No entendí porqué llegaste todo... así – señala la ropa.
- Ya sabes que yo nunca estoy mal – ruedo los ojos – Me voy.
- Frankie – me dice y tomo la perilla. Volteo mi cabeza para ver qué quiere ahora – Te quiero. ¿Hablamos luego?
Sí, Janice. Hablamos luego.
Adiós.
Salgo.
**
Gerard.
Mucho ruido, muchas voces a mi alrededor. Abro mis ojos y veo dos padres borrosos que parecen ser los míos. La luz es demasiado brillante como para abrir de golpe y quemar mis córneas. Me siento en la orilla de mi cama a duras penas y ahora sí, veo a mis padres.
- ¿Ya has hecho la tarea? Te lo he preguntado más de tres veces.
No, es verdad. No la hice. No la he hecho.
- ¿tienes idea de qué horas son? ¿Crees que harás tarea ahorita?
- Papá, no entiendo qué es lo que quieres.
- No me gustaría que tuvieras bajo promedio, Gerard. Estoy haciendo un esfuerzo porque estés en esa preparatoria y tú simplemente no puedes descuidar tus estudios. Ya no estás en Belleville High School, donde estás ahora hay gente muy inteligente, incluso más que tú – acomoda sus gafas, sus gafas de leer el periódico – tienes que sobresalir, si no...
- Ustedes me sacaron de Belleville, yo no se los pedí – aun veo borroso – y todo por una... por una tontería.
Mi madre permanece callada. Mi padre está buscando las palabras para contestar a eso. No me atrevo a decir que son malos padres, porque no sé ni siquiera lo que significa ser un buen padre. No hay un manual aquí cerca que me pueda decir lo contrario.
Pero sí puedo decir que mi relación con mis padres ha ido de mal en peor. Ni siquiera les hablo, ceno antes de tiempo y cuando todos cenan en el comedor, yo estoy en mi habitación. Pero ¿qué puedo decir? Cualquier cosa que yo piense y no esté correcta para mí padre, será un conflicto.
Y me gustaría que no fuese así, me gustaría nunca haberme dado cuenta que mi papá es un hombre discriminativo. Extraño nadar en la ignorancia y seguir platicando con él de una manera divertida, como solía ser. Pero se dieron las cosas de esa manera, se dieron las cosas así, yo terminé queriendo besar a un chico y parece que no seré aceptado en mi propia casa.
- Lo siento – suspiro – pero sí que me esfuerzo, estoy adaptándome a las nuevas reglas. Así que puedes ponerte en mi lugar, por favor.
- De todas maneras, no regresarás a tu antigua escuela, Gerard. Así que simplemente te queda sacar lo mejor de ti.
¿Cómo sacar lo mejor de mí si no hay algo que me impulsa?
Asiento para que los dos se vayan de mi habitación, porque si sigo discutiendo no saldrán nunca.
Mi teléfono tiene más llamadas perdidas de Nina que nunca, y Linds solo está desaparecida. Nina... Nina podría hundirme, o podría elevarme. Es una chica con la cual debo tener cuidado, y gustarle es como estar amarrado y si me des amarro, miles de navajas esperan por mí para cortarme y morir.
¿Qué voy a hacer?
Abro mi ventana para que entre aire fresco, porque me estoy ahogando en el calor de la habitación. Está casi helando afuera y me puede causar una pulmonía, estar lleno de mocos no es una opción. Así que decido volver a...
¿Qué es eso?
No, ¿Quién es?
Es imposible no reconocer esa melena.
Está encorvado, con el cabello húmedo y muriendo de frío, seguramente. Abro mis labios para gritarle y captar su atención, pero mis padres están abajo y Frank sigue caminando, si no hago algo, se irá. Pasa por mi casa como si fuera cualquier otra, como si no le interesara saber que estoy aquí.
Ese es otro punto que me cansa la cabeza; ¿Es sano pensar así? ¿Debo ser insistente? La dignidad no me importa, pero sí mi futuro, y si él no quiere estar conmigo yo... tengo que dejarlo por la paz. Porque me está cansando más de lo debido. Me está terminando. Me está consumiendo.
Frank desaparece de mi vista.
Frank no solo parece estar desapareciendo de mi vista, sino también de mi vida. No me creo la posibilidad de que Frank solo haya sido un momento en mi vida y que de pronto cuando sea viejo, recuerde lo que pasó entre él y yo; si es que algo pasó. No parece una posibilidad, pero pasando el tiempo, parece que será lo más acertado a lo que sería la realidad futura.
Pasó por mi casa y ni siquiera volteó. Sabe que aquí vivo y pasó de largo.
Lo que detesto de todo esto es que no sé cuáles son las señales, no las puedo ver, ¿será esta una señal de que ya me dejé de tonterías y empiece a poner atención en clase? o simplemente no volteó porque no se le ocurrió.
De seguro ya va más lejos, y yo no lo detuve. Si lo hubiera detenido, probablemente hubiera venido a mi habitación a conversar, o quizás solo hubiera alzado la mano para saludar y después seguiría con su camino.
Hoy fue un terrible día. Un treinta de septiembre tan alucinante y asqueroso que quisiera simplemente suprimirlo de mi cabeza. Pero creo que no es posible, ¿verdad? Aun no es posible. Que envidia me dan los chicos del futuro que puedan suprimir recuerdos malos. Para ese entonces seré polvo.
Y ahora que recuerdo, nunca tuve el número celular de Frank. Patético.
- Serás el mejor de la clase, te graduarás, te mudarás a Nueva York, harás comics, después una caricatura que saldrá en Nick o cualquier otro lugar y serás plenamente feliz con una esposa y quizás una hija – me digo mientras me vuelvo a recostar en la cama.
No haré la tarea.
- Ese es tu futuro, y eso es lo que quieres - me digo – eso es lo que yo quiero desde hace mucho tiempo.
**
Frank.
Abro la puerta de casa.
Meaw.
Su puta madre.
Me cago en la vida de este puto gato de la mierda.
¡Maldita sea!
Cierro la puerta con rapidez. Me siento en las escaleras de afuera y apoyo mis manos sobre mi mentón. No planeo entrar con esa cosa ahí, puedo dormir aquí en la escalera. En posición fetal, abrazo mi cuerpo y cierro mis ojos.
NO mames, hace un frío que me cago. Debí quedarme con Janice, ponerme tapones en los oídos para no escuchar cosas que no quiero escuchar y dormir cómodamente en su sofá, pero soy terco mierdaaaa. Ni modo, no pienso caminar de nuevo hasta allá, ni modo.
El gato raspa la puerta y me siento acosado. Acosado y con una segura pulmonía al día siguiente. Escucho unos pasos en la acera y no estoy loco.
¡Mierda! ¿Y si es Bruce? ¿Jonathan? ¿Bert? ¿Kira? Veo a mi alrededor, alerta de cualquier cosa que pueda sucederme. ¿alguna pistola? ¿Un brillo de cuchilla? Pero no, no huele a desesperación, así que Kira no es. Tampoco huele a venganza, ni soberbia, ni tampoco estupidez.
No huele a nada. No siento nada malo.
No sien...
- ¿Qué haces afuera? Te vas a enfermar.
- Oh... - no lo esperaba.
Estuve esperándote en casa y no llegaste. Así que me fui.
- ¿Tú crees que estoy afuera por gusto? – pregunto irónico – el puto gato está en la entrada y no puedo pasar.
- ¿Y no puedes trepar a tu ventana? – sonríe y muestra sus pequeños dientes y su nariz respingada y horrible.
- Tú crees que si yo pudiera trepar hasta alla... ¿no lo habría hecho ya?
- ¡Qué grosero! – contesta con el entrecejo fruncido - ¡Toma! – me lanza una cobija - ¡Siempre con tus groserías! Y yo siempre p...
- Gracias – contesto y me enrollo en ella.
Se queda quieto. Lo miro, ¿y ahora qué le pasa?
- Dijiste la palabra con "G" – susurra.
- ¿Qué?
- Dijiste "Gracias" – se sienta a mi lado. ¿planea quedarse aquí?
- ¿Y?
- Nunca dices...
- ¿Y? – lo interrumpo.
Con qué poco se emociona. No puede vivir de esa manera, buscando cualquier señal que le indique que debe seguir intentando algo que no sucederá.
**
Gerard.
Frank...
Dijiste Gracias.
Pero siento que no me quieres aquí. Así que supongo que debo irme, ya es algo tarde y mañana tengo que ir a la escuela; es viernes.
Me levanto de la escalera. Abro la puerta de su casa y Masacre alza las patas, para que lo cargue. Eso hago, lo cargo, y permito que Frank se levante enseguida, me saca la vuelta porque tengo al gato en mis brazos y me mira por poco tiempo.
Se adentra en casa.
Pongo al gato en el suelo y veo que Frank suspira y semi sonríe, claro, ¿qué más puede decirme? Decir "Gracias" creo que ha sido lo mucho que puede salir de él. Ahora yo tengo frío.
- Oye te vi, pero no quise decir nada – hablo, realmente no quiero irme.
- ¿De qué estás hablando? – pregunta impaciente por cerrar la puerta.
¿En verdad quieres que me vaya?
- Tu nariz... está muy hinchada, ¿necesitas ayuda? – él niega con rapidez – ¿Qué tal si la tienes rota?
Se encoge de hombros. Pero ahora sí me molesto, ¿cómo puede ser tan grosero? ¡Creí que ya nos llevábamos bien! Pero ahora veo que ni siquiera le interesa saber cómo ha ido mi día, ni tampoco quiere contarme su día. ¿Regresaremos a ser extraños? ¿Regresaremos a caernos mal?
Porque yo no estoy dispuesto a volver a empezar, no si mi corazón siente esta pulsación de decepción por su culpa. Quiero darle un puñetazo en el rostro y en verdad romperle la nariz al maldito. Le gritaría que es un maldito, un desconsiderado, mal agradecido, frío y asqueroso tonto..., pero no es del todo su culpa que yo siga aferrándome a algo que quizás de verdad no tiene relevancia.
Frank me ha dicho desde el principio que yo no le atraigo de ninguna manera, y aun así sigue hablándome, así que creo que espera que mis sentimientos por él se esfumen. Pero no quiero esfumarlos, entendería si jamás nos hubiésemos... dado un beso, pero yo sentí algo distinto, en el beso yo sentí que Frank me entregó algo que...
No puedo explicar.
- ¿Hola? – pasa su mano por mi rostro – hace mucho frío, mejor ve a tu casa – me lanza la cobija – la necesitas más que yo.
- Frank, ¿estás evitándome o algo?
- No.
- ¿Estás bien?
- ¡Estoy bien, mierda! ¡Estoy perfecto, pero la gente no entiende! ¡Ya le dije a todos que estoy bien! ¡Ya déjenme en paz!
Grita y talla su rostro con fuerza, segundos después se queja por el dolor de su nariz y unas lágrimas lo delatan con su brillo; le duele demasiado. Muerdo mi labio y lo empujo, haciéndolo a un lado para adentrarme en su casa.
- ¡Gerard! – regaña - ¡¿Quién te dijo que...?!
- ¿Tienes botiquín?
- Gerard, no mames. Muy apenas esta casa puede sostenerse y tú me pides que...
- Aguarda aquí, maldito bastardo – contesto con enojo – iré a casa por mi botiquín.
- ¡Ay! ¡No lo quiero! ¡No quiero tu maldita ayuda, Gerard! Lárgate de mi casa, quiero estar solo ¿qué no putas entiendes?
- No entiendo.
Salgo de su casa y corro a mi casa por las cosas. El botiquín está en el garaje y debo hacer cero ruidos para que mis padres no sospechen que ando fuera de mi habitación y que tampoco estoy haciendo tarea. El botiquín que mamá ha creado está horrible, aun así, la nariz de Frank esté rota, creo que puedo ayudarle en mucho.
Corro de vuelta con el botiquín abrazado y cuido de no tropezarme con las grietas del pavimento, porque ya me ha pasado y...
En segundos, estoy besando al suelo. Me caí. Veo mis codos y están rojos, con la sangre al borde de la línea. No importa, tengo que levantarme, no puedo quedarme aquí con este frío y sangrando. Así que basta, limpio los indicios de llanto que aparecen en mis ojos y sigo caminando rápido hasta la casa de Frank.
Toco la puerta, pero nadie responde.
- ¡Frank, ya regresé! – grito mientras toco de nuevo – Frank, abre la puerta.
Nadie.
- ¡Oye, no hagas esto! En verdad hace frío afuera – toco - ¿Frank? ¡Oye, Frank! ¡Por favor!
El sonido de la soledad abarca mi persona. De pronto se escucha el viento que va a toda velocidad. No entiendo por qué me hace esto, sabe que soy una persona sensible. Sabe que me está doliendo ahora mismo que no me abra la puerta y, sin embargo, no le importa.
- ¿Frank? Frank no me hagas esto a mí.
Frank.
"Frank"
"Frank"
Estoy sentado en el suelo, recargado en mi puerta de entrada, esperando que se vaya. Le he dicho que no necesito su maldita ayuda. No la recibiré y si él decide morir de frío ahí afuera, entonces que lo haga.
Tiene que entender que yo no voy a tocarme el corazón por nadie, tiene que comprender que no es alguien importante como para que yo lo trate de una manera especial. Sigue tocando la puerta y me retumba en la espalda, me duele un poco, pero no abriré.
"No seas así, Frank. Por eso te va mal en la vida."
Da igual, no es que vaya a cambiar solo por abrirle la puerta ¿oh sí?
"No, pero..."
Pero nada. Quiero estar solo y tengo que soportarte, porque la vida no me puede dar un momento a solas.
- ¡Abre la puerta!
- ¡YA! ¡vete a tu casa! ¡Estoy molesto y si te abro te voy a dar una golpiza por no dejarme solo! ¡No quiero eso, así que...! Vete.
- Frankie, pero tú nariz...
¡Agh! ¿¡Por qué no entiende!? Aprieto mis puños, no abriré.
- Entiende, y vete.
- Solo quiero saber si estás consciente de lo que estás haciéndome sentir.
- Es como decirle a una piedra que se haga blanda, Gerard.
- Okey. Lamento molestarte.
- Descuida.
Entonces el silencio.
**
Gerard.
¿Necesitas más señal que esto?
Al parecer me hicieron caso al mandarme las señales que necesito. Pero Dios, yo no las pedí tan feas, solo una leve señal era todo lo que necesitaba, no que literalmente me dijera que dejara de intentar.
Frank me dijo que dejara de intentar.
Frank me dijo que dejara de sentir lo que siento, porque él es una piedra que no se piensa ablandar.
Pero yo lo forcé, lo limité a decirme aquello. Pero ya no puedo estirarme más, porque me romperé. Así que dejo el botiquín afuera de su casa, esperando que tal vez él mismo se cure el día de mañana.
Culpo a que ya no estoy más en Belleville High School, ya no nos vemos seguidos, él simplemente me hablaba porque cuidaba de mí cuando los malos me acechaban, o Bert, o sus amigos del soccer. Solo por eso nos hablábamos, y también porque siempre me metía en problemas. Ahora parece irme bien, supongo que piensa que no es necesario seguir hablándonos.
Qué vergüenza, y yo ya había planeado un futuro alternativo junto con Frank en Nueva York, aunque fuese como amigos. Viviendo juntos, él con su banda y yo con mis comics. Pero ahora dejo eso de lado y me enfoco en mis comics, me futura esposa e hija.
Esto no va a ningún sitio. ASÍ QUE YA BASTA. Cuando deseche el ultimo sentimiento encontrado por Frank, lograré ser feliz y ver el futuro que es brillante, cuando deje de sentir la ultima cosa que quede de mi sentir, no volverá a suceder. Cuando lo supere, no habrá vuelta atrás.
Será un momento cerrado de mi vida. Nunca nadie se enterará de lo que me ha pasado, creceré y nadie nunca sabrá que alguna vez me gustó un chico y que se llamaba Frank Iero. Nadie nunca sabrá que fui gay por un chico y la gente me va a creer, porque realmente solo lo sabemos Frank, Linds y yo.
Solo quedará en mi corazón cuánto pude llegar a amarlo, y mientras me dreno de Frank, yo puedo mirar a las chicas y quizás estar con Nina no sea tan mala idea, yo qué sé. Por el momento, tengo los sentimientos a flor de piel, estoy tan sensible que no me interesa resfriarme.
Si Frank lo ha decidido así es...
- ¡Oye! ¡Tú botiquín se quedó en mi casa!
Volteo lentamente. ¿Qué? ¿Qué hace él aquí? ¿Qué quiere? Está parado a más de un metro de mí con el botiquín en las manos. Hace un momento quería asesinarme y ahora ¿qué?
- Lo dejé ahí a propósito, para que te curaras tú mismo.
- ¿Qué te ha pasado en los brazos? Están sangrando.
- Me caí – él ríe - ¿qué?
- Nada. Siempre te estas cayendo.
No entiendo. No entiendo. No entiendo. Alguien que me explique.
- Toma, no lo necesito – se acerca con la intención de darme el botiquín. Llega a mí y me lo entrega directamente en las manos.
- Oye Frank.
Estoy decidido.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Ya no me gustas – le sonrío y él se queda quieto, mirándome.
- ¿Qué, acaso si te gusté enserio? – ríe.
Estamos en medio de la calle, a cinco minutos de llegar a mi casa y he soltado la bomba entre el frío. No es verdad, aun no deja de gustarme, pero ese es mi objetivo. Solo quiero que le quede claro que ese es nuestro futuro.
- Frank, no te burles.
- Tranquilo, estuviste confundido.
- Bueno, pero que quede claro que...
- Si, que no te gusto, ya.
- Bueno...
- Anda, ve a casa – me dice – no quiero que tus padres te maten por resfriarte.
- Adiós... - levanto mi mano en forma de despedida y camino junto con mi botiquín.
Frank.
Adiós.
"¿puedo decir algo?"
No.
Espero a que se desvanezca de mi vista para regresar a casa. La verdad es que yo sabía que le gustaba en serio, pero no es sano. No lo hago porque quiero cuidarlo de mí, eso me parece cliché y estúpido.
Es que, en verdad no me gusta él. No me gusta nadie.
Lamento si lo lastimo, lamento que sea mi único "amigo" y tenga que dolerle de esa manera. Pero al menos jura decir que ya no me quiere, y eso lo acepto, porque es lo mejor para él y para mí.
Pero lo odio. Odio que me tenga que hacer pasar por esto. Odio que se haga la víctima, que ignore que yo también he sido herido por él, que me ha hecho varias cosas que también me han... calado.
Pero nadie se fija en los sentimientos de una persona fría. Porque quiera o no, tengo sentir. Soy un maldito humano, no un puto ser sobre natural. La gente deja en el olvido a aquellas personas como yo, creen que nada nos duele y por ende dejan de tomarle importancia a lo que sentimos o lo minimizan. Creen que no necesitamos más cariño y creen que podremos sobrevivir sin calor.
Pero se equivocan. Todos ellos se equivocan.
Gerard piensa como ellos.
Y por más que yo te quiera, no es sano para mí, Gerard.
Y por una vez, debo ver por mis sentimientos primero que en todo lo demás.