¡Maldito amor! historias de...

By cathbrook

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Un amor inadecuado Una amor intrépido Un amor encantado Un amor trágico Un amor mágico Un amor épico Si crees... More

Sin maldición, no hay amor *Vannyferrufino*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
El brazalete Maldito *Kgerals*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
La búsqueda de la verdad *itsdanaworld*
Capítulo 1
Capítulo 2
La magia de tu amor *Cathbrook*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Descubriendo al amor *FernandaST15*
Capítulo 1.
Capítulo 2
Capitulo 3
Conociendo a Annie Sopp *AGBriela*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Ojos del sol *Gretha_H*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
El eslabón del fenix *_EleanorRigby*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
El poema maldito *jessnathy*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Lágrimas de sangre *FabiolaGp*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Bendita Maldición *AidaRojasV*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3

Capítulo 3

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By cathbrook

Juliette comía con tranquilidad los pancakes que Jared le había preparado. ¡Estaban tan ricas como él!

— No sabía que eras muy bueno cocinando. — Comentó con la boca llena.

Reconocía que eso era muy mala costumbre pero hablar con la boca llena le hacía sentir felicidad.

— La verdad me encanta cocinar. —Confesó, terminando de comer todos los pancakes que había en su plato. Luego recogió sus trastos y los dejó en el lavabo. — Entonces ¿Te ha gustado?

—Preguntó curioso.
Si él consiga que Juliette le gustará su cocina, le prepararía todo tipo de manjares durante toda su vida.

— ¿Qué me ha gustado, dices?

—Replicó Juliette. — Desde ahora, eres mi chef porque me encanta comer y tú eres un genio para eso.

— Entonces seré tu chef novio.
¿Chef novio? ¿Había escuchado bien?

Tal vez su oído necesitaba revisión.

— ¿Novio?

— ¡Dios, que idiota soy! — Exclamó, sintiéndose torpe pero la culpa la tenía ella. — ¿Quieres ser mi novia? Mira, sé que hace una semana pensábamos que nos odiamos pero la verdad, estoy perdidamente enamorado de ti.

—Declaró Jared, desahogando todos sus sentimientos mirándola fijamente.

Entiendo que no estés enamorada de mi pero dame una oportunidad para conquistarte.

—Le rogó.

Juliette no necesitaba que Jared la conquistara porque él ya poseía su corazón. ¿Raro no? El supuesto odio era un camuflaje del amor que sentían el uno al otro.
— La verdad... — Prosiguió Julie hablando. — Te quiero pero igual anhelo que me cortejas.

¿Vale?

Jared se echó a reír.

— Te voy cortejar como debería hacerlo un caballero. —Bromeó Jared, acercándose a Juliette para robarle un casto beso.

— No sé tú pero esto me recuerda un ligue de época.

—Siguió Julie con la broma de Jared. Cerró los ojos sonriendo mientras se dejaba besar.

— Te veo más tarde. — Prometió Jared, marchándose.

El fin semana que había pasado junto con Jared fue uno de los mejores días de su vida. Si antes Juliette tenía dudas sobre sus sentimientos, ahora podía afirmar que andaba hasta los huesos por Jared. También habían estado buscando información pero desgraciadamente no hallaron ninguna.

El lunes llegó para joder a Juliette. Amaba estudiar pero no soportaba ir el instituto. Bufó levantándose de su cálida y amada cama, se fue al baño para arreglarse para el gran día, hoy era el día donde Jared y ella confirmen su relación al mundo.
Se agachó debajo de su cama para recoger del suelo sus botas favoritas pero mágicamente halló una correspondencia.

La abrió para alimentar su curiosidad e inició la lectura.
“¿Recuerdas que te dije que tú eras la salvación de esto? Te aviso que debes hacerlo pronto, antes de que llegue la luna llena.
Por cierto, dígale a tu novio que te eche una mano. ¡Suerte!”.

Esta fantasma la odiaba también. ¿Por qué cuándo quería investigar algo, no le aparecía nada? ¿Pero cuándo deja de buscar, le aparecen cosas por arte de magia?

***
1700

Hyacinth miró entrar al joven que amaba, quien deseaba fuese su futuro esposo, a su aposento.

— Oh, mi querida. — Gerald se acercó a Hyacinth y le abrazó por la cintura.

— Amor. —Le susurró Hyacinth, dejándose de llevar por las sensaciones que éste le proporcionaba.

De repente la puerta se abrió, apareciendo el prometido y el padre de ella.

— ¡Hyacinth! ¿Qué estás haciendo con este perdedor? — Exigió Riley con una voz llena de veneno. — Yo no te crié para que hagas esto. —Dicho esto, cogió a Gerald del cuello y lo dejó en el suelo.

Andrew, el prometido de Hyacinth, comenzó a desvestirla hasta dejarla desnuda, y sin tener ningún cuidado o respeto, la violó.

— Ahora te vas a casar con Andrew, ¿Sí hija? — Se rió el padre, disfrutando el verles sufrir.

Gerald intentó con todas sus fuerzas quitarse de encima a Riley pero falló en el intento. Lloró y lloró al ver como su amada sufría en manos de esos dos locos.

En la semana siguiente, el matrimonio de la “feliz” pareja fue celebrado y esa noche empezó la pesadilla.

Hyacinth tomó prestado a la doncella unas afiladas tijeras, puso en marcha su plan de suicidarse.

Gerald sabía que estaba jugando con fuego pero necesitaba verla. Si podía convencerla de que  se fuese con él, sería el hombre más feliz de la tierra.

Al entrar por la ventana, la localizó en la cama, cama que estaba llena de sangre. ¡Su Hyacinth se habia matado! ¿Por qué el mundo era tan cruel? ¿Por qué? ¿Por qué?

Guardó las tijeras, las usaría como un recuerdo de su venganza a esa familia y se retiró de allí, desecho y lleno de odio.

Esa misma madrugada, visitó a la bruja más potente que existía en esos tiempos.

Tocó la puerta varias veces y una joven con una increíble belleza le abrió.

— Pasa, milord. —Dijo la joven con una melodía tan dulce que cayó rendido prácticamente a sus pies.

La joven le dejó en un salón oscuro, solo iluminado por la luz lunar.

— Digame lo que necesita. — Demandó la bruja.

— Quiero venganza. — Comentó Gerald.

— ¿Por qué lo desea?

Gerald le narró todo a dicha mujer.

— Te tengo a una mejor solución y solo debes hacer esto...

Gerald le dio las gracias y salió de allí. Poco a poco, hizo lo que esa mujer le había indicado.

En voz alta y potente gritó:

— Declaro que cada integrante de la familia Swen se convertirá en vampiro por la noche hasta el final de sus días. Serán condenados a sufrir el desamor, hasta que un Swen y un miembro de la familia Williams se enamoren. Mas solo un amor puro y verdadero, el que se profesaran los elegidos, logrará romper este maleficio.

***

Todo el mundo se sorprendió al ver Juliette y Jared juntos, caminando por los pasillos cogidos de la mano.
Las clases se pasaron rápido para la suerte de Juliette, quien tenía unas ganas de ir a casa para comentarle a Jared lo de la carta.
Suspiró aliviada al oír el timbre. ¡Ya era hora de irse a su dulce hogar!

— ¿A qué se debe tan prisas, mi amor? —Preguntó Jared, curioso al verle actuar así. — ¿Quieres ver una película?

— ¿Película? No, no, no.

— ¿Entonces qué es?

— Luego te lo digo, ahora cállate.
Se subieron al auto y se marcharon. Después de unos minutos, llegaron.

Juliette le entregó el papel a Jared, quien estaba sentado en el sofá que tenía en su cuarto.

— ¿Qué es esto? — dijo el, mirando la nota que le había dado Juliette.

— Leela.

Jared le hizo caso y arió la boca sorprendido.

—¿Somos nosotros? —. Preguntó luciendo impresionado. Juliette asintió dubitativa. —¿Ahora qué deberíamos hacer?

— ¿Esperar a que sea luna llena?

— ¿Y cuándo es?

— Dentro de dos meses, habrá una luna llena. ¡Estoy nerviosa!

— Todo saldrá bien, confía en mí.

Durante todo ese tiempo transcurrido, la relación amorosa que mantenían Juliette y Jared se hacía más fuerte cada segundo.
El gran día en que la familia Swen dejaría de ser chupasangres si lograban romper la blasfemia, llegó, si no lo conseguían, serían vampiros para siempre.

— ¿Estás preparada, amor? —Preguntó Jared mientras le preparaba algo para comer.

— Sí, estoy super nerviosa. — Dijo Juliette contemplando los movimientos de éste. — Amor, ¿Puedes poner ketchup a las patatas fritas?

— ¿Ketchup? Pero si a ti no te gusta esa salsa.

— Ya pero me apetece.

— Tus órdenes son mi deseo, princesa.

Juliette se rió por lo tonto que a veces Jared se comportaba.
La verdad era raro que ella de repente le apeteciera comer Ketchup cuando durante toda su vida odiaba todo lo relacionado con él. No solo eso, tampoco tuvo la menstruación pero  creía era por la inquietud que sentía durante este tiempo.
Pasaron casi todo el día en casa, viendo películas, una detrás de otra, esperando que llegara el tiempo de actuar. Nerviosa, Juliette contempló desde la ventana que el sol estaba escondiéndose.

—  Amor, debemos irnos ahora. —Dijo Juliette, quitándose encima de Jared.

— ¡Vamos! — Manifestó Jared, tomando la mano de esta.

Siguieron al pie de la letra las instrucciones que el fantasma de Hyacinth les dejó.

— Parece que hemos llegado. —Comentó, señalando con el dedo el castillo deshecho.

Bajaron del coche, en vez de entrar al castillo, iniciaron un recorrido  pero no localizaron ningún pista que les ayudase.

Las horas pasaron y ellos no dejaron de buscar pero no hallaron nada.
Agotados, cayeron en el suelo para descansar sus pies.

— Perdí la esperanza. —Sollozó Juliette. — Voy a ser vampiresa por toda mi vida y...

— Aunque seas vampira para la eternidad eso no cambiará el hecho de que te amaré hasta el infinito. —Jared sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo entregó a Julie.

— ¡Oh, Jared! — Exclamó Juliette, tirándose encima de él. — Te amo, te amo, te amo.

— ¿Me amas?

— Claro que sí bobo. ¿Acaso lo dudabas?

— No, pero no estaba seguro de que pudieses corresponderme.

— Tonto.

— Un tonto que amas.

— Cierto. —Coincidió Juliette riéndose. — Ves, me haces reír al segundo que lloro.

— Mi pequeña boba.

— Cállate.

— Cállame.

— Tus deseos son órdenes princeso. —Dijo Juliette, imitando la voz masculina de éste.

Juliette se acercó a poco  centímetros del rostro de Jared, sin tener ninguna vergüenza, lo besó lentamente.
Jared la cogió en sus brazos y la llevó a una habitación del palacio. Y allí se declararon  amor eterno.

Al día siguiente, regresaron al hogar de Juliette.
En cuanto entraron, vieron que todo estaba decorado con pancartas de felicitaciones.

— ¿Hoy es el cumpleaños de uno de tus hermanos? — Cuestionó Jared, dirigiendose junto con Julie al salón principal de la casa.

— No, que sepa yo.

— ¿No sabes cuándo cumplen tus hermanos?

— Perdón por no saberlo.

— Boba.

— Te voy a morder.

— No te atreves.

— Ya lo verás esta noche. — Dijo Juliette guiñandole un ojo.

— ¡Felicidades! — Exclamaron todos cuando estos dos estuvieron en la sala.

— Perdón por mi ignorancia pero ¿Me puede alguien hacer el favor de explicar qué está ocurriendo aquí?

— ¿No lo saben? — Preguntó Emma.

— ¿Saber el qué?

— Que rompieron el hechizo. —Replicó Robert.

— ¿Qué? —Exclamó Juliette antes de desmayarse.

Con tantos besos que se habían dado, y la increíble y mágica noche que tuvieron en el castillo, no se dieron cuenta de que lo habían logrado. ¡Habían roto la maldición!

***
Solo la noticia de que Robert y Emma se iban a casar, mitigo un poco la impresión que se llevaron todos, sobre todo Jared, al enterarse de que ella estaba embarazada.
Durante su embarazo, Juliette empezó a arreglar cosas que le servirán cuando quisiera retormar sus estudios. Según su plan, ella había elegido tomar un año libre después de graduarse  para enfocarse el niño que crecía en su interior.
Trabajó duro para obtener la mejor nota de su clase y poder tener un mejor futuro. Con Jared, decidieron estudiar Gastronomía y Turismo en una de las mejores universidades de Estados Unidos después de regresar de sus vacaciones.
Juliette se sentía mal por Jared, por hacerle esperar un definido tiempo pero él no deseaba dejarla sola con el embarazo.

Jared hizo dos tazas de chocolate caliente, una para su futura esposa y otra para él. Se dirigió a la habitación que compartían. Al entrar, la halló sentada en el sofá .
— ¡Aquí está tu bebida! —Dijo Jared mientras se la entregaba.

— Eres el mejor. —Comentó Juliette, recogiendo el vaso caliente de éste.
Sopló antes de empezar a beber a tragos para no quemarse la lengua.

— Lo sé cariño. ¿Lista para el maratón de ver la lluvia caer?

— Lista si eso significa que estés a mi lado.

Al finalizar, Jared dejó los vasos que contenían chocolate caliente en el escritorio que poseían. Y luego volvió donde estaba Juliette y la tomó de la cintura mientras contemplaban la fría lluvia que caía.

— Te amo, Juliette.

— Te amo, Jared.

Comenzaron a besarse, dejarse de llevar por el amor que tenían ellos almacenados en lo más profundo de sus almas, mientras la lluvia era la melodía de dicho amor que ellos profesaban. La búsqueda de la verdad había finalizado, el verdadero amor les había llevado hacia ella, otorgándole también la libertad y felicidad eterna.

***
En el mundo de los espíritus, Hyacinth vi entrar a Gerald, el chico que había querido y que siempre amaría.

— Te amo, Hyacinth.

— Te amo, Gerald.

— Estoy emocionada.

— ¿Por qué?

— Porque después de tanto sufrimiento, al final tú y yo regresaron al sitio que siempre nos perteneció.

— Tienes toda razón querida pero sin Jared y Juliette no lo hubiéramos conseguido.

— ¿Crees que deberíamos darles un regalo?

— ¿Cuál?

— Amor eterno.

— No les hace falta.

— ¿Por qué?

— Ellos son nuestros herederos y con eso significa que su relación es eterna como la nuestra solo que ellos tuvieron un final feliz.

— Estás equivocado, querido. —Hyacinth tomó las manos frías de su Gerald. — Esto es un final feliz, tal vez lo hemos tenido después de 317 años, pero estoy contenta de que lo nuestro haya terminado así.

Gerald sonrió y la besó, era un beso final pero el inicio de su gran amor que nunca se perdió a largo de este tiempo, pues ni la muerte logró separarlos.

Fin.

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