¡Maldito amor! historias de...

By cathbrook

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Un amor inadecuado Una amor intrépido Un amor encantado Un amor trágico Un amor mágico Un amor épico Si crees... More

Sin maldición, no hay amor *Vannyferrufino*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
El brazalete Maldito *Kgerals*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
La búsqueda de la verdad *itsdanaworld*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
La magia de tu amor *Cathbrook*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Descubriendo al amor *FernandaST15*
Capítulo 1.
Capítulo 2
Capitulo 3
Conociendo a Annie Sopp *AGBriela*
Capítulo 1
Capítulo 2
Ojos del sol *Gretha_H*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
El eslabón del fenix *_EleanorRigby*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
El poema maldito *jessnathy*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Lágrimas de sangre *FabiolaGp*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Bendita Maldición *AidaRojasV*
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3

Capítulo 3

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By cathbrook

Ha pasado exactamente dos semanas desde la falsa alarma de incendios que se activó milagrosamente o para mí, desgraciadamente. El primer culpable que señalaron fue a mí, porque yo misteriosamente estaba en un lugar donde no frecuentaba y estaba cerca de donde se había activado. Pero estaba cantando y no podía estar en dos lugares al mismo tiempo.

Vaya fe humana que tienen en mí, algo sucede y el primer culpable es Harry Anderson.

—Estamos a finales de abril, se acerca el baile de  primavera. ¡Y no he hablado con ella! Se me acaba el tiempo y ya no sé qué hacer —suspiré derrotado y me dejé caer en el sofá de mi casa.

—Que complicado eres, cómprale unas rosas e invítala al baile —mi hermana entró usando su teléfono y se encogió de hombros. —En mi grado piensan que cogiste la maldición del diario.

—¿La maldición del diario? ¿Es otra tontería como el Diario de Cupido? —enarqué una ceja y ella me fulminó con la mirada.

—Por ser tan escéptico te pasan estas cosas —ella guardó el teléfono en su bolsillo y se sentó a mi lado. —El diario de Cupido hace que te juntes con tu pareja soñada. Pero tú, te burlaste del diario y escribiste que no lo necesitabas para hablar con Annie Sopp, además de que crees que el catorce de febrero es como otra fecha. Sólo piénsalo, tú mala suerte empezó desde ese día y ahora tienes la mala suerte con ella. Eres tan bobo, no entiendo cómo puedes pasar el año —palmeó mi papada y cuando la iba a perseguir para molestarla, me caí hacia atrás porque el suelo estaba mojado.

Vaya día.

* * *

—¿Me estás escuchando? —miré a Holly un poco irritado y negué.

—No, la verdad es que no —volví a ver a Annie a unas mesas, ella estaba hablando con el grupo de ajedrez mientras sonreía y reía.

No he podido dejar de verla en estos días, aún cuando mi intento ocho, nueve y diez fueron más que un fracaso.

Porque el octavo, había comido tacos en el almuerzo y se me salió un gas en frente de ella. Más humillante no pudo haber sido.

Luego en el noveno, fui golpeado por un balón justo en la cara y en el décimo, por saludarla, ella se cayó de la pirámide de porristas y ahora no puede participar en la competencia.

Ha de estar odiándome. ¿Por qué esto sólo me pasa a mí?

—Te dije que si tienes pareja para ir al baile de primavera —entonces se me prendió el foco.

—¿Crees que si le regalo a Annie unas rosas y la invite al baile ella aceptará? —entonces el rostro de Holly se desconfiguró. ¿Acaso hice algo mal? Holly dijo que quiere ser mi amiga y es mujer. Ella ha de saber lo que les gusta.

Pero su puño en mi ojo no dijo lo mismo.

* * *

—Eres tan idiota que me sorprende que sigas vivo —coloqué de nuevo la bolsa de hielo en mi ojo, donde anteriormente Holly me había golpeado dejándome noqueado en medio de la cafetería.

Está bien, tal vez si hice mal en decirle que quería invitar a otra chica cuando ella me lanzaba indirectas para que la invitara. Pero no es mi culpa, yo le ofrecí mi amistad y ella aceptó,  al contrario de Ava que me tiró su almuerzo. Rachel y Elizabeth fueron las más razonables y ahora consiguieron otra cita y dejaron ese absurdo juego de conquistarme, porque yo, Harry Anderson, ya estaba tomado por una chica que ni siquiera lo sabía. Ironías.

—¡Ella dijo que quería ser mi amiga, joder!

—Es que aún no entiendes el lenguaje de las mujeres, debería comprarte Pampers dos meses por tu edad mental —lo fulminé con la mirada y le pegué un zape mientras me quejaba. ¿Por qué Holly tenía que practicar boxeo y no algo como yoga?

Estabamos en el graderío de las canchas, cuando a lo lejos, pude notar una cabellera ya conocida.

—Jayden, Jayde, es… es ¡Es Annie! Espérame, iré hablarle. No hay nadie, ni objetos que puedan aterrizar en mi cara. Es mi oportunidad —bajé corriendo las gradas hasta alcanzarla. Oí el silbido de mi mejor amigo en señal de apoyo. ¡Vamos con todo!

No podía tener tan mala suerte como para fallar en esta onceaba oportunidad, y estaba seguro de que , que ella se encuentre sola aquí y yo también era una casualidad.

Ella al verme, abrió los ojos como platos y cuando quería hablar. No sé porque mis palabras no salían, parece que se habían trabado en mi boca. Como si todos los discursos que recitaba frente a mi espejo se esfumaran en un segundo. Esto no me puedo estar pasando, la tengo justo conmigo, ella está atenta a lo que diré y no hay nadie que nos interrumpa.

—Eh… sí… ¿El clima es lindo no? Sí y tú… —sonreí como idiota y rasqué mi nuca con nerviosismo. No puede ser. ¡Habla de una vez por todas!

—Hola Harry — ¡Sabe mi nombre! —, yo también estoy bien —ella rió y se sonrojó un poco. — ¿Y tú?

—Eh sí—sonreí como idiota al ver como ella reía por mi comportamiento. Me estaba golpeando internamente.

—Y bien… —cerré mis ojos con fuerza y suspiré pesadamente antes de organizar mis ideas en que decirle. Ella se estaba balanceando sobre sus pies y acomodó su pelo detrás de la oreja. Tenía puesto su uniforme de porrista y miraba sus uñas con nerviosismo.

Eres hermosa.

No puedo dejar de pensar en ti.

He trato todo este año en poder hablarte.

Me dejas sin palabras.

¿Te gustó la canción que fue para ti?

Me da miedo tu madre, sin embargo, estoy hablando contigo.

Ten una cita conmigo.

Ven al baile conmigo.

Ocho cosas, solo ocho cosas. Tenía que ser sincero.

—Yo quería saber si a ti te gustaba la mayonesa…

—¿Mayonesa? —su cara era total desconcierto y me sonreía un poco divertida. Idiota, idiota. ¿Mayonesa? ¿Es en serio? Primero menciono el clima y ahora le pregunto sobre si le gusta la mayonesa. Mi único punto a favor era que le estaba haciendo sonreír. Eso sumaba puntos porque dicen por ahí que la sonrisa es lo más hermoso que te pueden regalar y yo quiero más sonrisas de esas.

—Sí… porque estaba leyendo un reportaje de que, es saludable —dije un poco dudoso y ella rió un poco mientras soltaba su pelo y se relajaba. Bueno, esos eran más puntos a mi favor.

—Sí, mejor cuando son en hamburguesas — ¡Bingo! Me está lanzando una indirecta.

Era mi oportunidad. Cita, ella y yo y hamburguesas. No sonaba nada mal y todo parecía indicar que ella aceptaría.

—Sobre esto, yo quería saber si…

Y justo sonó Ghost Stories, ella se disculpó conmigo y contestó su teléfono. ¡Tiene Ghost Stories como su timbre! ¿Es que acaso no tiene ella algo qué a mí no me guste? Porque ya le vi una su camisola con una de las letras de las canciones de Michael Jackson y Queen.

Necesito invitarla a salir, necesito tenerla.

—Lo siento Harry, tengo que irme. Fue un gusto por fin hablar contigo —besó mi mejilla y se marchó de ahí dejándome con una estúpida sonrisa en el rostro.

No pude invitarla a salir al baile, tampoco a una hamburguesa pero estaba satisfecho al saber que una parte de mi plan se cumplió: hablé con Annie Sopp. Y besó mi mejilla, además de que ella también deseaba hablar conmigo.

Puedo morir hoy y ser feliz sin ninguna duda. Pero sigo creyendo que una nube de acontecimientos inoportunos sigue rodeándome, y eso me lleva a lo que me dijo mi hermana ayer.

¿El diario por burlarme de él me estaba alejando de Annie Sopp? Tenía que encontrar ese diario y quitarme todas las dudas ya. No podía ser que todo tuviera una secuencia.

Me quería pegar mentalmente por creer en tales estupideces, pero ya saben lo que dicen, hombre precavido, vale por dos. ¿O era mujer precavida?

* * *

—Ava, necesito un favor —ella se apoyó de un pie y empezó a moverlo frecuentemente, su pelo estaba recogido en una trenza y ella me empujó contra los casilleros.-

—Ya no me gustas Harry —me fulminó con la mirada. —Eres un completo idiota.

—Lo sé, lo sé. Suelo cometer idioteces —le sonreí un poco. —Pero realmente necesito tu ayuda, y sé que no me lo negarás —saqué de mi espalda una rosa y una tarjeta de disculpas. —Por ser un idiota contigo.

Ella pareció meditar la situación y cogió la carta, la leyó y una sonrisa apareció en su rostro.

—Te ayudaré sólo porque es un cupón en maquillaje —sonreí abiertamente y le abracé con fuerzas.

—Gracias, gracias —y por fin pude respirar. Si quería continuar con mi plan de conocer a Annie Sopp y enamorarla, tenía que quitarme toda esta “suerte” que tenía. —Necesito saber si aún tienes el Diario de Cupido —ella me miró sin entender.

—Pero tú decías que era una estupidez.

—¡Exactamente! Y ahora no puedo dejar de hacer una estupidez cada vez que intento hablarle a…

—A Annie. —ella negó con la cabeza divertida y yo me sonrojé un poco. No soy de mucho sonrojarme pero era sorprendente saber que oculté mis sentimientos por mucho tiempo y justo cuando me pasa todo esto, decido revelarme o más bien dicho Jayden lo hizo hacerlo.

—¿Lo tienes? —ella asintió y fue a donde estaba su casillero para poder abrirlo y darme este maldito diario. Busqué las últimas páginas donde estaba mi caligrafía y mi meta. Cuando la encontré sonreí y besé el cuaderno. —Gracias Ava, eres un sol cuando no eres caprichosa —ella me pegó con su mano en el brazo y salí corriendo a la biblioteca.

Más de una solución tiene que haber, si esto es real.

* * *

—Bueno diario, yo… seamos sinceros. No so yo, eres tú. Sé que estás haciendo algo. ¿O acaso estoy loco? —suspiro y dejo caer el diario. —¿Por qué no quieres que esté con Annie? ¿Lo siento? No te quise decir ridículo ni estúpido, sólo que… bueno, me pareció tonto en esa época pero yo, yo solo quiero invitar a Annie Sopp al baile. Déjame hacerlo, por favor, prometo que a la próxima yo haré que todos escriban en ti.

Reí internamente porque prácticamente estaba hablando conmigo, dándome una charla moral sobre el perdón. Como me había saltado un periodo, empecé a ver todos los nombres que estaban en el diario. Muchas veces se repetía mi nombre, y de otras chicas y chicos ya sea de primer año o el último.

Pero hubo una letra que me llamó la atención, era la única caligrafía escrita con tinta verde. El color favorito de Annie.

“Harry Anderson y Annie Sopp.

Él es tan lindo, he sentido sus miradas y sus sonrisas. Yo sólo quiero que me hable”

Sonreí al reconocer su caligrafía y saqué una hoja en blanco de mi mochila.

Tanto tiempo en la sombra, tratando de que no se me notara mi enamoramiento por ella y creo que ella fue la única que lo notó. Me animó saber que ella ha tenido el mismo anhelo que yo y tal vez, solo tal vez, no esté tan fuera de lugar si le digo  lo que yo siento por ella.

—Decidas apoyarme o no diario, yo estoy dispuesto a no sólo tener una cita. Yo la voy a enamorar.

Annie:

Me gustas desde la primera vez que te vi. En esa época usabas unos lentes rojos, tenías tu cabello largo y usabas muchos vestidos floreados para venir a estudiar. Me acuerdo cuando el profesor de artes plásticas te presentó al salón y yo no pude dejar de verte en todo ese periodo. Me acuerdo perfectamente que me sonreíste y en ese momento me perdí. Lo sé, tu sonrisa es la más hermosa que haya visto y simplemente me robaste. No sé qué hiciste y tal vez no sea el mejor expresándome y no sea el chico que toda chica espera. Porque tú eres hermosa, tanto por dentro como por fuera. Me recuerdo cada uno de esos actos nobles de corazón, también cuando hacías todo sin esperar algo a cambio. Nunca dije esto en voz alta pero nunca me acerqué a ti porque pensé que tú buscabas algo mejor y yo sólo era otro chico más.

Pero desde hace mucho he querido robarte sonrisas, que sean dedicadas para mí. La última vez las palabras no funcionaron, te pregunté si te gustaba la mayonesa cuando sabía que ya te gustaba, te pregunté por el clima y creo que hasta tú misma brillabas más que el mismo sol y eras la única flor en primavera que nunca moría en invierno.

Tal vez esta carta funcione, y tal vez sólo tal vez, no debí burlarme de ese diario. Porque escribí mi nombre junto al tuyo y sé que tu también lo hiciste. No sé si fue casualidad porque no creo en ella. Soy escéptico, bromista, y malhumorado pero quiero invitarte a salir, que me conozcas realmente y tal vez un día ir al karaoke a cantar las canciones de nuestras bandas favoritas. No preguntes como me las sé, pero tus camisetas son muy evidentes.

Me gustas, me gustas mucho.

Y no sé cómo explicarte esto más que con esta carta.

Tenlo presente y recuerda la canción que te dediqué. Porque algo quema en mi interior, la temperatura sube y no es porque ya será el verano. No, tú ocasionas eso en mí. ¿Sabes que quería hacer luego de terminar la canción? Besarte, pero tenía que ser un caballero e invitarte a salir, enamorarte y así que me cedieras tu misma el permiso.

Por favor acepta mi invitación al baile. No quiero otro intento fallido, solo tu mano y la mía.

Sé que estamos por terminar el ciclo escolar y tal vez después de esto nuestros caminos no se vuelvan a cruzar. Necesito saber si realmente tengo una oportunidad contigo.

Al principio creí que tu madre me había lanzado un hechizo para que no me acercara a ti, porque como ya sabes, no soy su alumno favorito. Y luego culpé al diario, pero lo que realmente creo fue que yo me tardé, desaproveché tantas oportunidades pero ya no más, esta tendrá que ser la última o la penúltima. Depende si dices sí o no.

Pero no me dejes en tanta espera, mira que sé que te gustan las rosas blancas y corté la más blanca y pura como tú. Mereces eso y más Annie, Annie Sopp.

PSD: yo sé que esto no es un maldito amor, y nada logrará que me rinda hasta por fin robar tu corazón como tú lo hiciste conmigo.

-Harry Anderson.

Doblé la hoja en cuatro y puse una rosa, cogí el pedazo de cinta que tenía y la pegué en su casillero.

Salí con una sonrisa de la escuela. El cielo aún estaba celeste, pero empezó a caer una pequeña llovizna. No, no. Nada arruinaría este día. Caminé hasta mi auto, viendo al cielo y la transformación de algo pequeño a algo grande, que chocaba continuamente y era infinito. Me dejé abrazar por la lluvia, me dejé llevar por la alegría del momento y sonreí al cielo.

Mi madre suele siempre repetirme que no se trata de esperar a que la tormenta pase, si no bailar bajo la lluvia.

No abrí mi auto, solo me quedé sentado en la banca, bajo la lluvia. Esperando y esperando.

Esperándote.

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