Aquellos Que Buscan Justicia

By VicenteElRojo

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Fairy es un muchacho, hijo de unos campesinos libres dentro de la nación de Diagon que atraviesa plenamente l... More

Aquellos que buscan Justicia
El fuego del Alma
Un final, un principio
Rumbo al cuarto pulmón, Maximoof.
El dragón del bosque
¡No te metas con Merma!
Portgast Yeknoks Dervhi, el Maestro Ígeno
Respecto al orden de los apellidos
El nuevo viaje hacia lo desconocido
Llegando al Desierto de Krill
Eregr, el Alquimista Loco
La entrada al Templo del Destino
Los guardianes del templo
Anera Tab Empañe, el Corsario de las Arenas
El monstruoso Empañe
El sol del nuevo día
De regreso al bosque
Casualidades cruzadas
El enorme puerto de Lager y sus secretos
Pagliacci No Baggye, el Pirata Payaso
Una nueva travesía comienza
Ángeles Plateados
Reyes en Asamblea
Las puertas de Britannia-Square
El nombre Iván-Job
Se mueven las fichas
Hasta pronto Bengac
El poder del hombre-chacal
En la torres de Square
El Square-Bastion, sangre por la sangre
Los grandes guardianes

Noches vacías, pensamientos llenos

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By VicenteElRojo


Arco del Bosque Maximoof.

EPISODIO CINCO. Noches vacías, pensamientos llenos.

<<Las palomas son animales curiosos, regordetas como una gallina y con incansables alas capaces de volar tan rápido como gavilanes si no fuera por su peso. Una se posa en la paloma, era negra, cual cuervo hecho noche.

- Padre, ¿A dónde se ha ido? –Preguntó con una ligera sonrisa dibujada, no era exageradamente abierta pero si muy larga, sus ojos estaban fijos en la ventana, buscando con la mirada al que acababa de partir.

- Cada hombre debe buscar su destino, yo lo he encontrado junto a ustedes, tú deberás encontrarlo algún día.

- Pero si le faltaba una pierna. ¿Cómo podrá recorrer el camino hacia su "destino"?

- Hijo, nada detiene a los hombres, son indomables. Al que diga lo contrario, dalo por un errata, un triste despojo de este mundo tan demente,

- Pero si le faltaban los dos ojos, ¿Cómo podía avanzar sin ver?

- Hijo, el que despierta su alma, no necesita despertar sus ojos.

La paloma negra, vuela, se escucha su característico sónico resonar entre las paredes negras de la mente, una pluma toca su nariz pues sale por la ventana en la que el chico se recostaba>>

Las paredes negras se caen, la luz entra por los ojos y se cola entre la imagen del sueño, despierta y es que una de las azules plumas de Merma estaba en su nariz puntiaguda y fina, levanta la cabeza y mira a su alrededor como si buscara a alguien con la mirada, se levanta extrañado por no sentir los fardos de su cama y cuando abre por completo los ojos recuerda que no estaba ya en casa.

Fairy alza la mirada, ve con detenimiento al ave, la cual vigilaba entre las ramas del verano, renovadas con un verdor tan opulento y magnífico. Su pico, garfio de cornea placa maciza se abre y suelta un chillido majestuoso como diciendo "levántate", Fairy hace caso inmediatamente y se limpia con las manos el rostro, el cual estaba con la suciedad de la mañana así que agarra un recipiente con agua y se lava cautelosamente para no gastarla con derroche y estupidez.

La pesada maleta estaba descansada en el pasto verde, una hormiga se colaba seguida de otra y otra, Fairy se toma el tiempo de sacarlas una por una a todas y luego abre la maleta, con gran humor y paciencia, aún no estaba del todo despierto así que estaba con cierta tranquilidad, esa de la que todos tenemos cuando nos despertamos, parecemos sumisos y totalmente pacíficos, con movimientos lentos como los que hace el oso más tierno tras terminar de comer. Dentro de la maleta reconoce el mantel empacado, lo saca con varios tirones para luego terminar extendiéndolo. El mantel de recuadros rojos y líneas de polígonos regulares blancos se ve tan cómodo que el muchacho no puede evitar tirarse en este y volver a dormirse en un acto totalmente perezoso.

|El ave se fija, fisgonea el acto y se acerca volando, con elegantes pasos naturales de los animales, que llevan en si cierta elegancia desde los jardines de donde nacieron, el halcón de mar poseedor de plumajes garzos, aletea sus alas frente al rostro de su amo con el pico entreabierto y vuelve a chillar con el mismo tono anterior para hacerle levantar.

Fairy reacciona de golpe, pareciera como si su dopamina despertara con ese aleteo y sus ojos e vuelven vivos y abiertos, había salido del trance perezoso y volvía a la normalidad, vuelve a agarrar la botella y esta vez con mayor derroche se lava la cara, salpicando la manta extendida y a las alas del ave compañera.

- Pero mira lo tarde que es. El sol marca las...-Hizo una pausa larga, se sujeto el mentón y examinando el sol intentando leerlo para adivinar la hora se puso a mumiar, es decir crear la larga cadena de letras "m" que uno hace siempre que piensa. Sus ojos apenas podían ver ese astro tan grande así que a duras penas lo vio una vez con algo de tanteo. –Deben ser las diez, supongo. ¡Muy tarde! Así me demorare en llegar a donde el bosque y en encontrar al anciano.

Se precipitó a la maleta nuevamente, sacó de esta un gordo queso entero, el cual estaba salpicado con romero y orégano, luego se dispuso a extraer un frasco con agua endulzada con miel y una naranja. Con una impaciencia renovada exprimió hasta la última gota de la fruta sobre el frasco y se corto un pedazo del queso para ponerlo entre algún mendrugo de pan que sacó a la primera, pareciera que de todos los apetitosos panes que tenía empacados dentro de esa maleta, hubiera sacado el más insignificante.

Narrar lo que pasó a lo largo de todo el resto del día sería un asunto extremadamente ocioso y lento, por ello es que volveremos a aquel recuerdo difuso.

Ese mismo día, en la mañana de hace ya meses antes del inició de esta historia vino un hombre con un talante desgastado por el obvio pasar de la batalla por entre sus labios gruesos y ensangrentados, estaba ciego ya de dos ojos y la pierna constaba de una quemadura que podía acabar con su camino en cualquier momento, su nombre en esos momentos no era importante, con gran y vehemente furia arrastró sus harapos y su cuerpo adolorido hacia el poblado más cercano que podía encontrar.

"No aceptamos indigentes", dijeron los miembros de una chacra cercana, la primera a la que rogó ayuda. "No, lárgate, vete, no queremos problemas" "¡Que te largues, ya estas para morirte!" "Nos has visto cara de doctores, además ya estas medio muerto", palabras, dichas palabras pudieron clavarse más en su ser que las zarpas asesinas que le costaron parte de la pierna, se largó de cada una de esas casas sin suplicar mayores veces que una única profesión de ayuda, "camino", si se le puede llamar así a medio arrastrarse medio saltar en una sola extremidad, hasta encontrar en una amplia área de cultivo nonagonal bien cercada y con nobles trabajos de madera, obviamente a diferencia de las demás cabañas de pobre aspecto, allí vivía un hombre con experiencia en las maderas, probablemente (y era así realmente) un leñador con tintes de carpintero ornamental.

No alzó la mirada, estaba concentrado en poder moverse pero cuando la alzó no fue necesario replicar con ningún gesto, un hombre de maduro rostro, mentón cuadrado y ojos pequeños pero fuertes se acercó, era un invierno que apenas terminaba por desaparecer de las tierras peninsulares del país, corría un viento atroz derivado de las cinco de la tarde, dicho hombre dueño de esas tierras se sacó la gabardina y se la puso al malherido hombre, acercó luego su propio bastón para ponérselo en su mano y lo ayudo a pararse.

- Gracias, por el amor de dos dioses, gracias. –Dijo con un tono áspero el hombre, que ante una persona con esas muestras de compasión y coraje estaba dispuesto a humillar un poco su costumbre y ego para agradecer prematuramente.

- Yo también alguna vez fui miserable, entre los que sufrimos debemos ayudarnos. ¿No es así? –Dijo con tono duro pero a la vez cálido, con su voz podías saber que era padre y es que así lo era.

Su esposa, salió con agua tibia en un tazón, lavó las heridas del hombre, secaron la sangre coagulada y la que aún chorreaba en pasos lentos de muerte, pero cuando llegaron a la pierna vieron que eso era algo mucho más grave.

- Espero que no este lo suficientemente oxidada. –Le dijo el Sr. Draco a su esposa.

- Por favor. –Le dijo con ese tono con el cual las esposas suelen hablarle a su marido simulando un enojo falso bien intencionado. –Tantos años curando a hombres bobos como tú, es algo que no se puede olvidar una.

Entró a la casa, sacudiendo sus faldas rápidamente llamó a su hijo con fuerza, este estaba en la parte trasera de la casa, durmiendo por encima de la cerca gruesa de madera que delimitaba el paso de los cerdos.

- ¡¡¡FAAAIRYYY!!!- Gritó con fuerza mientras que su hijo se iba a desplomar contra el barro de la piara de cerdos pequeños y de cueros enjuagados, pero el ave con la cual siempre andaba lo detuvo agarrando con su gancho su cuello, tenía una fuerza formidable pues su especia solían cazar peces de casi un metro de largo y kilos de proeza muscular.

- ¡¿Sí?! –Dijo mientras se colocaba en una posición menos comprometedora.

- ¡Tráeme la moringa de entre el campo medicinal!

La familia tenía una serie de plantas exóticas medicinales, traídas de los múltiples viajes del Sr. Draco en sus tiempos anteriores a ser padre de familia. Eran hierbas de todo tipo: moringa, uña de gato, anís, té verde, romero entre otras hierbas.

El muchacho corrió con paso acelerado y cumplió lo pedido por su madre, aunque esta le había dicho que se quedara allí este desobedeció por la inquietante curiosidad que traía.

Se puso en la ventana que daba hacia la entrada del amplio nonágono que era la chacra entera, vio a un hombre, con ropas limpias y con heridas ya curadas, pero con los pantalones remangados y una pierna que era más hueso que carne, obviamente había que amputar.

La señora de la casa sacó de entre un estante un licor fuerte antes de salir, se lo dio al pobre hombre, este se lo bebió de un sorbo tal y como lo harían los más reincidentes hombres de tarros tomar. Fairy prefirió quitar la mirada del procedimiento doloroso que iba a suceder, 'para su sorpresa los gritos fueron mínimos.

El día se fue en su totalidad, en la noche, luego de una larga operación rural, mucho dolor y arduo esfuerzo por parte de la madre de Fairy, el hombre pudo por fin estar más aliviado, sin una pierna pero mejor cuidado.

Se sentaron los cuatro en una sola mesa, parecía ser que a pesar de no tener ojos, el hombre podía manejarse muy bien gracias a sus otros sentidos.

- ¿De donde eres? –Dijo Fairy con mucha curiosidad por saber como sufrió tales heridas.

- Soy de aquí mismo, de este mismo país, antes, hace mucho vivía en la región más al sur de Villbutas.

La sopa caliente animaba más el hecho de hablar pues todos esperaban ese punto exacto donde es cálida pero bebible para un. El Sr. Draco agarró un mendrugo de pan seco de hace días y lo remojaba en la sopa cremosa para poder consumirlo, luego empezó a entablar una conversación con el recién llegado.

- ¿Quién te hizo esas heridas? –Dijo con voz fuerte mientras masticaba el pan en la boca y volvía a remojar otro pedazo en esta misma. –O qué.

- Fue un monstruo, un salvaje animal que medía metros de altura, yo le aproximo unos tres metros pero estaba con el cuello largo algo encorvado, sus alas eran del tamaño de una persona.

- Creo que estas hablando del dragón de los bosques maravillosos, es una bestia colosal pero solo ataca a los que entran al bosque...pero, nunca he conocido gente que por el simple hecho de entrar sufra esto, debiste provocarlo mucho. –Dijo la Sra. Draco mientras ya empezaba a sorber de la sopa.

- No, todo lo contrario, fue la bestia la cual me salvó en parte la vida.

La Sra. Draco estaba intrigada, eso le parecía mucho más absurdo que lo que antes supuso, ¿la bestia tenía corazón?, era algo extraño de imaginarse cuando conocías las atrocidades que había hecho con anteriores viajeros.

- Dices entonces que la bestia te ayudo. Eso es poco probable. –Dijo el Sr. Draco pasándole el pan a su hijo pues e lo había pedido.

- La bestia que me atacó fue un dragón de su misma especie, pero un poco más grande, ojos llenos de odio y con una mandíbula amarillenta a diferencia de el dragón que es dueño actual del bosque, el cual tiene sus dientes brillantes como perlas, como si él mismo se limara y cepillara la dentadura para mantener el blanco perfecto entre sus molares y caninos.

- Cada cierto tiempo, desde las tierras montañosas de los Biliares que rodean el gran desierto de Krill, baja desde su habitad uno de los dragones mota que viven allí para desafiar al más fuerte de todos los dragones, el guardián del bosque, para así hacerse con el cargo. Tuviste la mala fortuna de toparte con una de sus batallas, estas son muy poco frecuentes, apenas se sabe algo de esa raza, los dragones en general son muy pero muy peligrosos, de hecho, de entre los dragones, los mota son uno de los menores peligros.

- ¿Existen más dragones? –Preguntó Fairy a su padre con suma curiosidad.

- Claro que existen, algunos inclusive son consientes, mitad dragones mitad gigantes, viven en la nación que es literalmente la más grande del mundo, son bestias que consumen tierra, dicen que han desaparecido montañas enteras por años de consumo.

- Bueno, jamás he ido a esas tierras lejanas, dicen incluso que no existen por ser tan enigmáticas, están literalmente al otro lado del mundo pues mientras nosotros estamos en la parte más occidental del continente, esta nación supuestamente está en el lado oriental amurallada por grandes cordilleras, jamás salen de sus tierras, nunca se les ve y creo que es mejor así.

- Y, volviendo al tema. ¿Qué estabas haciendo tú por el bosque?

Todo calló por breves momentos, el hombre no estaba seguro en quien confiar, en el hombre al cual debía toda su vida hasta esa noche o al hombre que esa noche le salvó la vida.

- Le ruego que no me haga más preguntas. –Dijo con pena, como si le costara realmente el defraudar la confianza del Sr. Draco. –Tengo un mensaje oral, hacia un hombre muy importante, debo entregarlo lo más pronto posible, por ello es que mañana mismo en la mañana.

La Sra. Draco se ruborizó, no planteaba como algo ético dejarlo partir en ese estado, rogó a su esposo por decir algo pero este la interrumpió.

- Nosotros dimos nuestra hospitalidad con un fin en concreto, darla y nada más, si iba a ser agradecido o no, no era de nuestra incumbencia. Pero por encima de todo, un hombre debe de seguir su propio destino.

Volvemos al presente, donde Fairy ya había terminado de tomar su cena, ahora, más próximo al bosque presumía su llegada para mañana así que se fue a descansar, intento entonces recordar aquella anécdota, cuando un hombre sin una pierna y ciego pudo enfrentar su camino y seguirlo. Solamente se cuestionaba si él también podría seguirlo.

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