Fugitiva

By itslolarome

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Tras cumplir los diecisiete años, Bridget Blackwell ha tomado la precipitada decisión de transferirse a un in... More

NOTA
Personajes
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
ESPECIAL
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
FINAL
FINAL
FINAL
Epílogo
Nota de autor
Capitulo extra
BRIDGET
RAPH
ESPECIAL AÑO NUEVO

Capitulo 16

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By itslolarome

• Luke •

   —Basta, mamá. Lo tengo claro, ¿vale? No importan las consecuencias, solo quiero que Bethany esté bien. —Aclaré, pasando mis manos entre mi cabello, agotado.

   Hace media hora mamá me había arrastrado fuera del hospital y no dejó de gritarme ni por un segundo. 

   Y vaya que lo tenía merecido. 

   Luego del incidente, Bethany se desmayó y la atrapé antes de que golpeara el suelo. Su cara estaba completamente roja, la mitad de su rostro hinchado y pequeñas gotas de sangre corrían de la cortada al lado de su ojo. Por suerte, no necesitó suturas, pero no le quitaba gravedad a la situación. En ese preciso instante, me olvidé de todo lo demás, y la tomé entre mis brazos hasta el auto, conduciendo directamente al hospital.

   Había sido un completo imbécil. Tuve tiempo de detenerme. Tuve tiempo de reflexionar y evitar el golpe, pero no lo hice. Por más que le haya dicho a mamá que fue un accidente, ella no dejaba de reprenderme. He estado en peleas antes, sí, he llegado a casa con labios rotos, cejas cortadas y ojos morados. Soy un chico problemático, pero nunca golpearía a una mujer intencionalmente. Jamás. Y aunque Bethany no sea mi chica favorita en el mundo, no podía evitar sentir compasión por ella. 

   Desde que llegó, nuestra relación no ha sido la mejor de todas; me he comportado como un maldito patán, y creo que ya es momento de compensárselo. 

   Aunque dudo que siquiera quiera verme la cara.

   —Liz, Beth ya despertó. —Habló mi padre, ¿en qué momento se acercó a nosotros?

   Mamá corrió dentro hasta la habitación donde Beth estaba internada, no sin antes lanzarme una mirada fulminante. Tenía muchas ganas de verla, pero no sabía si era una buena idea, probablemente estaba odiándome hasta la muerte. Además, Zeke se encontraba adentro, junto con la rubia y el chico de cabello alborotado y hoyuelos. Él me había seguido hasta acá, y los demás llegaron hacía una hora, y juntos estaban esperando a que la rojita despertara.

   En vez de entrar, me dirijo hacia mi auto y conduzco a la casa de Calum. No sé si es el momento ideal de pedirle disculpas, apenas despertó, y no creo que mi cara sea lo primero que quiera ver.

   Al fin y al cabo, sobran las oportunidades para disculparme con ella.

   Una vez en casa de Cal, camino en zancadas hasta la puerta y entro sin molestarme en tocar. Al principio creo que no hay nadie en casa, lo cual me extraña, esto siempre está repleto de gente. Calum tenía una hermana mayor fuera de casa, pero su tía, hermana de su madre, falleció hace unos años de cáncer de pulmón, dejando a sus hijos gemelos Ed y Josh completamente huérfanos y desamparados. Por suerte, la señora Joy, como toda una heroína, los adoptó, e invitó a vivir con ellos. Desde entonces, la casa Hood raramente está vacía, a excepción de hoy, al parecer.

   Subo las escaleras hasta el segundo piso de la casa y camino entre el laberinto de pasillos y habitaciones que es la estancia de arriba. Esta casa es enorme, incluso más que la mía. Contaba con cinco habitaciones y un baño en cada una, unas puertas francesas que llevaban a una sala de recreación, otras puertas corredizas de vidrio que llevaban al patio trasero, en donde encontrabas una piscina tan grande que cómodamente cabían treinta personas en ella, un bar repleto de bebidas y todo lo que puedas pedir, y la señora Hood había hecho un gran trabajo en decorar el jardín con lindas flores y luces de navidad; regresando al interior, había una cocina italiana, una sala de estar aún más grande, un comedor, y la oficina del padre de Calum. Era muy espaciosa para una familia de solo tres personas, e incluso con los gemelos, ¿por qué necesitaban tanto espacio, de todos modos?

   El padre de Calum era un muy reconocido empresario en Sídney, es por eso que esta casa contaba con tantos lujos y en la cochera podías ver 5 autos estacionados diferentes, todos último modelo. Si bien mi mejor amigo contaba con mucho dinero, no por eso me gustaba andar con él. Era de las pocas personas en las que podía contar realmente. Yo soy un chico que se la pasa rodeado de gente, pero nadie como Calum. Era mi hermano. No la pasaba mejor con nadie más que con él.

   Me detengo frente a su habitación y escucho ruidos extraños dentro, pero no le tomo importancia y entro de todas maneras. Calum estaba de pie, su cuerpo enrollado por largas piernas y brazos de la chica acorralada frente a él. Ella esta semi desnuda y gimiendo en su oído, probablemente eso fue lo que escuche antes de entrar; él también estaba sin camiseta y besando el cuello de Juliet. En ese instante se percató de mi presencia y me fulminó con la mirada.

   —Estoy ocupado, Luke. ¿Es demasiado importante? —preguntó él, su voz casi en una súplica de que me marchara.

   —Bueno, golpeé a Bethany en la cara y ahora está en el hospital, ¿es lo suficientemente importante?

   —Ah.

   Me lancé en su cama golpeando mi cabeza con algo fuerte y de cristal, lo sentí resquebrajarse, incluso me froté la cabeza para asegurarme de que no me había herido. Estudie los daños y se trataba de una colección de vasos y platos de vidrio sucios esparcidos por toda la cama. Genial.

   —Antes de escuchar la historia, ¿puedo saber en qué maldita sea estabas pensando?

   Suspiré pesadamente antes de contestar. Él se había vestido y le había dado una de sus camisetas a Juliet para que se cubriera. Ella era bonita, aunque no hermosa. Era quizás demasiado alta y delgada para mi gusto, tenía el cabello lacio, largo y abundante, nariz perfilada y ojos oscuros y profundos. Su tez era tan blanca como una hoja de papel y sus labios tan rojos que era impactante. No era mi estilo, ni el de Calum, no sé qué habrá visto en ella.

   Le conté lo que había pasado. Todo el asunto con Zeke Martin y Bethany en Atomic Burguer. Él escuchó detenidamente sin interrumpirme, de vez en cuando rodaba los ojos o soltaba un bufido, y al final de la historia, paso sus manos por su cara y me miró con desprecio.

   —Si que la cagaste esta vez, Hemmings —soltó una risa irónica —. ¿Por qué fuiste a provocarlo, de todas maneras? ¿Qué, en el infierno, tenían que ver ellos contigo?

   —No lo sé, Calum, ¿entiendes? No sé por qué hice lo que hice —me senté para ver a mi mejor amigo desde un mejor ángulo. Su cara de desdén era aún peor desde aquí —. Quizás me puse algo molesto de verla con él.

   —¡Ja! —su carcajada fue tan fuerte que me provocó un dolor de cabeza —. Sabía que te gustaba Beth y, no pretendas negarlo, porque juro que voy a escupirte en la cara.

   —Esto no tiene nada que ver con eso. —Murmuré, más para mí mismo que para él.

   —Tal vez solo le molestó verla precisamente con él, pues, no se la llevan bien, ¿cierto? —comentó Juliet. Por poco olvidaba que estaba sentada al borde de la cama, hablaba en un acento extraño poco fácil de entender.

   No, no sé qué Calum vio en ella.

   —Pues, Zeke Martin me saca de quicio —puse los ojos en blanco, intentando sonar como que eso era lo único que me molestaba —. Puede ser por eso.

   —O, porque de verdad te gusta la chica. ¿Cuál era su nombre? ¿Bethany? —asiento en dirección a Juliet, quien volvió a hablar, aunque esta vez desearía que no lo hubiera hecho —. A los chicos les gusta lo que no pueden tener fácilmente.

   De acuerdo, ya me enfadé. Sobretodo porque tiene razón.

   —Tú —dijo Calum, señalando a Juliet —, me encantas. Y Luke, de verdad, hombre, te gusta, no te engañes a ti mismo. Además, ella es una chica genial, no sé de qué te sientes avergonzado. —Dicho esto, se encogió de hombros y se acercó a la chica, atrapando su cara entre sus manos y regalándole un beso en los labios.

   Si bien Juliet estaba en lo cierto, no sé si era mi caso. Estaba muy seguro de que no me gustaba Bethany. Tenía que aceptar que ella no era tan mala como yo lo esperaba, de hecho, era agradable por mucho que me asqueara admitirlo. Se la llevaba muy bien con mi familia, Kate la adoraba y, sin dudas era bastante divertida, pero solo llevaba no más de un mes en Australia, ¿te puede gustar alguien de verdad en tan poco tiempo? No lo creo. No a mí.

   Este problema iba mucho más allá de lo que Calum o Juliet siquiera podían imaginar. Esto ya era algo personal que no estaba dispuesto a compartir.

   No me doy cuenta de que mi teléfono suena en mi bolsillo hasta que Calum me hace señas de que lo revise. Lo hago, y por supuesto, era mamá:

"Te quiero en casa en 5 minutos"

   —Uh, mejor me voy —dije levantándome, mi cabeza dolía tanto que pensé que iba a estallar, y me sentí repentinamente cansado —. Nos vemos mañana, ¿vale?

   —Seguro, si Liz no te estrangula mientras duermes.

   —Gracias por tu apoyo moral, imbécil. —Rodé los ojos y el rió. 

   Me despedí de Juliet y bajé hasta mi auto para conducir a mi perdición.

   Ni mamá ni papá me saludaron cuando llegué, y Kate estaba demasiado ocupada comiendo cereal y viendo algún programa de televisión de animales para advertir que había llegado. Me dirigí a la cocina sin decir ni una sola palabra, estaba demasiado absorto en mis pensamientos para siquiera decir algo. Bethany no estaba en ningún lugar donde pueda verla, y yo solo tome una de las aspirinas del armario de la cocina y fui directo a mi habitación. 

   Tomé una ducha rápida antes de lanzarme en la cama y cobijarme hasta la cabeza. Me sentía avergonzado y molesto, molesto conmigo mismo por haber sido tan imbécil. Quería levantarme y disculparme con Bethany por el suceso, pero no tenía las agallas suficientes para hacerlo, me daba miedo pensar en cómo iba a reaccionar. Quizás que me odiara sería lo mejor para ambos. Quizás sea la mejor manera de que vivamos en esta casa, sin toparnos, ni hablarnos, ni relacionarnos de ninguna manera.

   Tenía la cabeza completamente embotada. Mi mente era un sin fin de pensamientos que no me dejaban dormir. Intenté tomar un par de respiraciones para relajarme, pero no estaba funcionando, no podía dejar de pensar en ella. No podía borrar el recuerdo de su expresión de terror al ver su rostro hinchado y tornándose en colores horribles. Ni siquiera podía pensar en cómo su rostro lucía ahora. ¿Lo peor de todo? No podría evitar verla en la mañana.

   El sonido de mi móvil interrumpe mis pensamientos. Revisé la hora: eran veinte pasadas las doce de la noche. Tomo el teléfono extrañado y leo con cautela el mensaje.

   Es de Bethany.

"¿Puedes venir a mi habitación?"

   Tuve que leer el texto unas cinco veces para cerciorarme de que era realmente de ella, y de que había leído bien.

   ¿Por qué mierda querría que fuera a su habitación? Juro que creí que me odiaba. Sin embargo, no me detuve a analizar la situación y caminé a zancadas hasta su recámara.

   Toqué la puerta un par de veces, pero no obtuve respuestas, así que entré. Bethany estaba sentada en el suelo, sus brazos abrazando sus rodillas y su cara escondida entre sus piernas; su respiración era muy agitada, como si hubiera corrido un maratón, y sus manos estaban temblando fuertemente.

   Me acerqué con cuidado, la puerta detrás de mi cerrándose con un clic. No sabía que estaba pasando, mucho menos cómo reaccionar. Pasaron unos minutos antes de que yo tuviera el valor de sentarme a su lado. Su cuerpo se relajó visiblemente cuando lo hice, y a pesar de ello, pude ver como sus manos se cerraban en puños y apretaba muy fuerte. Estoy casi seguro de que se estaba lastimando.

   —Di algo, por favor. —Rogué.

   Silencio. El único sonido en el lugar era el de su respiración agitada. Estaba matándome, sobre todo porque no sabía qué hacer. Mi primer instinto fue tomar sus manos, intentando que las aflojara, pero no lo conseguí. 

   En ese momento leyó mi mente, porque en el preciso instante que iba a preguntarle qué pasaba, dijo:

   —Estoy teniendo un ataque de pánico —tartamudeó entre sus lágrimas —, sólo dame unos minutos.

   No dije nada. No sabía cómo comportarme frente a una situación como esta, ni tampoco había sufrido de eso en mi vida. ¿Debería abrazarla? ¿Decir que todo estaría bien? ¿Es buena idea que llame a mamá? Estoy seguro de que ella sabría qué hacer.

   Intento ponerme de pie para buscar a alguien más, pero ella me sujeta por el brazo y como un movimiento involuntario, alza la cabeza. Me quedo paralizado ante lo que mis ojos están viendo: el ojo derecho de Bethany estaba apenas abierto, los colores púrpura y verde predominaban en esa zona de su rostro, y la pequeña herida abierta que tenía más temprano ahora estaba cubierta con un improvisado vendaje de gasas y adhesivo. Su cara cubierta de lágrimas, el labio inferior temblando violentamente y tenía una mirada perdida y asustada. 

   No pude evitar aterrarme. No por como lucía, si no que yo sabía perfectamente que yo era el causante de eso, y me sentía como la maldita mierda. 

   —No me dejes sola —musitó, su respiración agitándose aún más. Ella estaba mirando a cualquier lado menos a mí —. No puedo quedarme sola. 

   —Hey, mírame —lo hizo. Tome su rostro entre mis manos, con cuidado de no lastimar su herida —. No iré a ninguna parte. Intenta respirar conmigo.

   Comencé a tomar respiraciones profundas, una tras otra, con la intención de que me imitara. Las manos de Bethany ahora estaban sujetando con fuerza el cuello de mi camisa, pero su respiración se volvió una con la mía. Poco a poco aflojó su agarre y sentí su cuerpo relajarse. Sin embargo, sé que seguía llorando por como mis manos estaban empapadas en su rostro. Me tomó un par de minutos secarlo por completo. Ella se sobresaltó cuando mi dedo pasó accidentalmente por su moretón.

   —Lo siento —me disculpé —. En serio, Beth. Perdóname.

   Ni siquiera había palabras suficientes para expresar lo que sentía en estos momentos. Quería golpearme a mí mismo en el ojo. Quería que su herida pasara mágicamente a mi rostro y no permaneciera en el suyo.

   —Está bien. No quiero hablar de eso. —Respondió, sorbiendo por su nariz.

   La levanté del suelo suavemente e hice que se acostara. Bethany tiró de mi brazo para que me quedara en la cama junto a ella, algo que iba a hacer de todos modos. Mi cabeza estaba nublada en estos momentos. Aún no sabía qué hacer ni qué decir. 

   Me giré hacia ella, estaba viendo hacia la nada y las lágrimas volvían a salir de su rostro. Tomé un mechón de su cabello rojizo y comencé a juguetear con él.

   —¿Cuál es tu color favorito? —pregunté, casi sin pensarlo.

   Cuando pensé que no respondería, le escuché susurrar:

   —Amarillo.

   —Es un bonito color, ¿por qué te gusta?

   —Representa muchas cosas importantes para mí —respondió, usando un tono de voz más estable ahora —. Significa amor, luz, alegría, música —sorbió por su nariz de nuevo. Detestaba ese sonido, pero no iba a decírselo —. Significa los girasoles, y mis pinturas favoritas, y la falda que mamá usaba siempre para tocar el chelo.

   Suspiré pesadamente. No sé si era buena idea hacerle recordar a su mamá estando en esta situación.

   —¿Cuál es el tuyo? —preguntó mirándome. Al menos logré que dejara de llorar.

   —Rojo. —Respondí.

   —¿Por qué?

   —Porque es el color de tu cabello.

   Ella me miró por un par de segundos y se rió, y fue el mejor sonido que he podido escuchar en todo el día. No me di cuenta de lo mucho que necesitaba escuchar su risa en estos momentos hasta que pasó. Solo por eso, no pude evitar reír también.

   —Eso no es verdad. —Dijo ella, más animada.

   —¿Qué me dices de tu comida favorita? —pregunté en un intento de desviar el tema.

   —La pasta carbonara de mi abuela. —Respondió con una mirada de ensueño.

   —¿Cuál es la diferencia a que la haga otra persona?

   —No lo sé, creo que ella la hace con mucho amor. También me gustan los panqueques con chocolate.

   —¿También de tu abuela? —ella negó con la cabeza —. Te diría que puedo hacerte unos, pero yo no hago ni hielo.

   El sonido de su suave risa inundó la habitación.

   —No puedes ser tan malo.

   Suspiré pesadamente.

   —Sí lo soy, te lo prometo.

   Hubo un silencio sepulcral por un par de minutos. Mis dedos seguían paseando por su cabello. Me torno al verla llevar una mano hasta su frente y hacer una mueca de dolor.

   —¿Quieres una píldora para el dolor? —ofrezco.

   —No, estoy bien. ¿Puedo hacerte una pregunta? —yo asentí, y después me di cuenta que ella no podía verme.

   —Claro.

   —¿Qué pasa con la madre de Kate? 

   Tomé una respiración profunda antes de contestar.

   —Está inestable emocionalmente —Bethany se sentó con sus piernas cruzadas frente a mí —. Su esposo le fue descaradamente infiel y eso le condujo a la depresión.

   —¿Y es tratada?

   —Sí —respondí —. Va al psiquiatra y está medicada. 

   —¿Y por qué el padre de Katie no la cuida?

   —Porque es un imbécil, no hay otra razón. —Me encojo de hombros como si no me importara, pero este tema se me hace bastante delicado para mí.

   —¿Entonces tu mamá tiene la custodia?

   —Temporal, sí.

   —¿Y ellas hablan? Porque escuché una llama... —se detuvo abruptamente al ver mi ceño fruncido —. No importa.

   La miré curioso. Ellas no hablaban desde hace par de meses. Hasta donde sé, mamá se comunica solo con su médico; no confía en lo que ella le pueda decir. Ya le había dicho antes que estaba bien, cuando la realidad era que no se sentía completamente estable. Y para Kate, estar de casa en casa no le hacía nada bueno.

   —¿Qué escuchaste? —cuestiono.

   —No es nada. No estoy segura de haber escuchado bien. Aún me estaba despertando del desmayo cuando escuché a tu madre hablando por teléfono.

   —¿Hablaba sobre Kate? —mis palabras salieron con algo de miedo.

   Ella se encogió de hombros avergonzada.

   —No lo puedo recordar, Luke.

   Medité todo lo que me dijo por un par de minutos, pero sólo lo dejé estar. Le seguí haciendo preguntas como su película favorita, o la música que más le gustaba, o las cosas que menos le agradaban. Cualquier pregunta que la distrajera de lo que sea que estaba atormentando su mente. Me sentí aliviado de ver como se relajaba y conversaba con mucho entusiasmo a medida que la charla fluía.

   Creo que era nuestra primera conversación real sin discutir, y la estaba disfrutando. Sin embargo, mi mente divagaba en lo que pasó hace un rato y el por qué la situación le había provocado tan intenso ataque de pánico. Si bien fue un poco traumático, no creo que sea razón suficiente para que se sintiera de ese modo. No lo sé. De todas maneras, no iba a preguntar.

   Mis ojos se estaban cerrando solos poco a poco. Estaba exhausto. Mi espalda recostada de la pared detrás de la cama y sólo una pierna sobre esta no fueron impedimento para comenzar a quedarme dormido. Se que Bethany ya lo estaba, por su respiración calmada y rítmica. 

   Justo antes de apagarme, tuve una idea brillante. Estoy seguro de que arreglaría un poco las cosas con Beth y la haría sentir mejor. No me interesa demasiado estar en buenos términos con ella, pero sé que al menos lograría que no me odiara, y sólo tal vez, sus ataques de pánico mejorarían.

   Pero más importante, me levantarían el castigo.

   No podía esperar al fin de semana para llevarlo a cabo.

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   La alarma del celular de Bethany me despertó con un sobresalto. El reloj marcaba las seis de la mañana. Me levanté rápido de mi lugar con una mueca. Mi cabeza palpitaba del dolor y apenas podía mover mi cuello o espalda por haber dormido en la peor posición posible. Me estiré un poco en un intento de apaciguar el dolor, pero más bien empeoró.

   Bethany apenas se inmutó por el sonido, así que la desperté con unas suaves palmaditas en el brazo.

   —Hey —susurré cuando abrió los ojos —. Me voy a mi habitación. No quiero que llegue mamá y me vea salir de aquí.

   —Claro.

   Ella abrazó la almohada y se acostó mirando en dirección a la pared, sin decir nada más. La vi atónito, ¿estaba molesta conmigo aun cuando me quedé y dormí como la mierda? ¿no merezco al menos un gracias? 

   Sin darle vueltas al asunto, me levanto de un salto y salgo de la habitación. Me molestaba el hecho de que ella no tuviera como mínimo la educación de agradecer por todo lo que hice. Quiero decir, no fue la gran cosa, pero pude simplemente haberla dejado sola en su estado de locura, y sin embargo, me quedé. Tal vez lo hice más por culpa que por ganas, pero aun así lo sucedió.

   Nunca había estado cerca de alguien que tuviera un ataque de pánico. No tenía idea de lo que se trataba consolar a alguien, solo a Kate, y ella no cuenta por ser prácticamente un bebé. Estuve molesto conmigo mismo toda la noche por haber golpeado a Bethany y ahora estoy más molesto por haberme quedado en su habitación. Tengo que dejar de hacer estupideces como esas, sobre todo cuando no me lo agradecen.

   Sacudí la cabeza, desprendiéndome con ese simple gesto de todos mis problemas. Cuando entré en mi habitación, me recosté media hora más antes de pararme definitivamente. Mi cara lucía cansada en el espejo del baño y todo mi cuerpo no dejaba de doler. Dejé que el agua helada de la ducha golpeara en mi rostro y lograra espabilarme, consiguiéndolo a medias.

   Bajé las escaleras hasta la cocina ya con mi uniforme puesto. Papá estaba en su traje sirviéndose un café en su taza favorita como de costumbre. Mamá seguramente estaría preparando a Kate, que era perezosa, y Bethany no estaba en ningún lugar que pueda ser vista.

   —Hijo, me gustaría que tuviéramos unas palabras. —Escucho la voz de papá a mi lado. Se gira hacia mí y toma un sorbo del líquido caliente.

   Aquí vamos.

   —Seguro.

   —Quiero saber que sucedió realmente —suspiró cansado —. Bethany dijo que fuiste a provocar a este chico, Zack... 

   —Zeke. —Corregí, el nombre saliendo amargo de mi boca.

   —El mismo. En fin, dijo que lo hiciste solo para molestar y que no terminó nada bien; que él te golpeó primero pero que fuiste tú que lo incitó —hizo una pausa para tomar otro trago de café —. Yo realmente no creo que mi hijo menor sea un loco para ir a provocar a un chico porque sí, ¿puedes explicarme las razones?

   Exhalé pesadamente. ¿Cómo puedo responder algo de lo que yo mismo no estaba seguro? Papá me conocía muy bien, incluso más que mamá, y sabía perfectamente cuando le decía una mentira. Según él, parpadeo varias veces cuando lo hago y el gesto me ha delatado un par de ocasiones, así que engañarlo no sería una opción.

   No me di la oportunidad de pensar claramente la situación. Si de algo estoy seguro, es que la rivalidad entre nosotros comenzó cuando Heather le fue infiel conmigo. Por supuesto, que eso tiene un trasfondo que va más allá, pero no podía decirle ninguna de las dos cosas a mi papá, no sería buena idea. De todos modos, no es suficiente razón para haber actuado de la manera que lo hice. Y si bien lo podría justificar, era una estupidez.

   Mi cabeza me pedía a gritos que dejara de analizar todo este caos, sobre todo cuando recordé todo el drama que formó Heather al haberla dejado en el restaurante, para después agregar el por qué Bethany había dejado su ropa interior en mi cuarto de baño. Tardé siglos en que entendiera que solo fue para molestar y no que me había acostado con ella. De todos modos, ¿qué problema tienen las chicas al reclamar cuando ni siquiera están en una relación? Ella salía con otros chicos, ¿y yo no podía verme con otras chicas? Ilógico, y estúpido también.

   Miré a papá. Aún no llegaba una respuesta clara a mi cabeza, pero se que era hora de decir algo cuando él miró su reloj instintivamente.

   —Zeke Martin es el capitán del equipo de La Salle —respondí luego de un largo silencio de meditación. Papá sabía que La Salle era nuestro mayor contrincante —. No nos la llevamos muy bien desde aquella vez que me dislocó el hombro. Hemos tenido cierta rivalidad desde entonces.

   Esto no era mentira. Meses atrás nuestro entrenador organizó una partida "amistosa" con La Salle. Nuestros equipos ya habían competido en oportunidades anteriores, pero esta vez, hubo algo diferente. Recuerdo que fue la época que Heather y Zeke empezaron a salir, y él sólo estaba demasiado celoso para llevar la fiesta en paz, así que su mejor movimiento fue empujarme de tal manera que mi cuerpo se elevó unos segundos sobre el pasto artificial del campo para más tarde aterrizar sobre mi hombro. Los partidos contra ellos se habían vuelto más personales, sobre todo porque el accidente había dejado secuelas que afectaban mis jugadas. Los chicos y yo desarrollamos cierta antipatía hacia él.

   —¿Me estás diciendo que toda esa pelea fue por causa de un percance en un partido de hace meses? —preguntó papá vacilante —. No quiero pensar que eres así de inmaduro, Luke.

   —Bueno, no tengo otra explicación. —Me encojo de hombros tratando de lucir indiferente a pesar de que estaba empezando a molestarme.

   —¿Seguro? —cuestionó, terminando su bebida —. ¿No es una cuestión de celos?

   —¿Celos de qué, exactamente? —bufé.

   —De él teniendo una cita con Bethany esta noche.

   El comentario me pilló por sorpresa. Pensé que Zeke y la rojita solo eran amigos. Cuando ayer dije que estaban saliendo no era en serio para mí, pero al parecer lo es para ellos.

   Ahora, ¿estaba celoso de que Zeke y Bethany salieran? No, eso era irrelevante, ¿me molestaba el saber que su presencia iba a ser más constante de lo que debería? Total y completamente. De solo pensar estuviera visitándola a menudo, riendo en mi casa y viendo la televisión cómodamente en el sofá me provocaba náuseas. 

   —Ni siquiera tenía idea de eso, papá —rodé los ojos —. ¿Por qué me importaría de todos modos? 

   —Bethany es una chica linda. No te culparía si te atrae de esa manera.

   —No me atrae de esa manera, puedo darte seguridad de ello. —Aclaré. Me lanzó una mirada curiosa.

   —Entonces, ¿te importaría decirme por qué dormiste en su habitación?

   Mierda.

   —¿Cómo... —me aclaré la garganta aparentando no lucir nervioso —. ¿Cómo lo sabes?

   —Fui a tu cuarto anoche para tener esta misma charla y no estabas ahí —se encoge de hombros como si no fuera la gran cosa —, tampoco en la de Kate. No fue difícil adivinar donde estabas.

   —¿En serio? Hay como cincuenta habitaciones, ¿y tú adivinaste que dormía en la recámara de Bethany? —resoplé molesto —. Pude haber estado durmiendo en el sofá.

   —Pero no lo estabas, ¿cierto? Me lo acabas de afirmar.

   Demonios, todo fue una trampa y yo había caído como un completo imbécil.

   —No volverá a pasar. —Aseguré.

   —Eso espero. Tu madre estaría furiosa.

   —¿Ella lo sabe? —tragué grueso. Estoy seguro de que se pondría como una fiera.

   —No, y por el bien de todos no se lo diré —suspiré en alivio —. Pero tienes que decirme que hacías ahí.

   No sé si Bethany quisiera que todos se enteraran de sus ataques. Si así fuese, estoy seguro que lo hubiera advertido antes, sé que es una situación que quiere mantener en privado por como siempre evita hablar de ello. No obstante, tenía que responder con algo que le diera la suficiente confianza a papá para que solo lo dejara estar.

   —Ella me pidió que fuera, incluso puedo enseñarte el mensaje —saqué mi móvil vertiginosamente para mostrarle el texto. Papá lo leyó con cautela —. ¿Lo ves? Sólo quería hablar conmigo sobre... lo que pasó, y antes de darme cuenta me quedé dormido.

   Dije esto último abriendo mis ojos casi con naturalidad para no parpadear exageradamente. Él me observó dubitativo con sus ojos entrecerrados por lo que se sintió una eternidad. Pensé que diría algo sobre cómo no me creía y amenazándome para que dijera la verdad, pero negó con la cabeza y volvió a mirar su reloj, esta vez sorprendido por el tiempo que había pasado. Capaz tenía una reunión importante o algo. Secretamente espero que así sea y se vaya.

   —Luke, lo que sea que haya pasado no se puede repetir. No está demás decirte que una relación entre ustedes dos no es lo más conveniente. La idea de Liz es que la trates como a una hermana —tomó una respiración profunda —. Yo le dije que no era la mejor de las ideas traer a una chica linda con un hijo de la misma edad a vivir en la misma casa. Ella cree que todo va de maravilla, yo no. 

   —¿Tú no? —pregunté extrañado —. ¿Crees que deba irse? 

   —No, Bethany es grandiosa. Me refiero a la relación de ustedes dos, puedo notar el desagrado a años luz —papá sacó las llaves de su auto del bolsillo del pantalón y las tintineó en su mano —. Como sea, debo irme ahora. Espero que hayas aprendido la lección de todo esto.

   —¿Se supone que hay una lección? —reí, eso nunca había pasado por mi mente —. ¿La violencia no es la solución quizás?

   —Creo que está demás decir que estas castigado por el resto de tu vida. Tu mamá dijo algo de aplicar psicología invertida pero estoy seguro que ya te sientes bastante culpable —comenzó a caminar a zancadas fuera de la cocina, pero antes de salir, se giró y me apuntó con un dedo acosador —. No más fiestas, ni salidas, hasta nuevo aviso, ¿entendido? Si Liz no va a castigarte, yo lo haré.

   —Seguro. 

   Ugh, que mierda no poder salir por un tiempo. Quiero estar fuera de casa y de todo este lío lo más posible. Tendré que empezar a hacer una lista de excusas creíbles y practicar mis mentiras en el espejo.

   Me siento frente a la isleta de la cocina y devoro los huevos revueltos que mamá había preparado. Unté algo de mermelada en mi tostada y me serví un vaso de jugo de durazno para acompañar. No había notado lo hambriento que estaba hasta que no empecé a comer. Mi estómago no dejaba de agradecerme por todo el alimento que le daba y mi cabeza incluso dejó de doler un poco. Supongo que el malestar era por hambre y no por trasnocho.

   —Luke, come despacio, te va a dar hipo. —Dijo mamá entrando a la cocina, usando su voz gruñona en lugar de la dulce de siempre.

   Bethany entró poco después con Kate en los brazos. Su hematoma lucía mucho peor hoy en la mañana, pero la hinchazón si mejoró, permitiéndole abrir un poco más el ojo. Estaba peinada con una trenza en el cabello que le llegaba hasta más allá de la cintura. No entiendo por qué decidió tener el pelo recogido ya que toda la atención se enfocaba en el golpe. Tal vez era adrede para hacerse la víctima.

   Ella me miró de reojo antes de poner a Kate en el suelo. Mamá se dirigió hacia Beth y le hizo una especie de masaje en el moretón con un ungüento, sé que le dolía por la forma en como apretaba sus manos igual a la noche anterior. Quizás es una forma para ella de canalizar el dolor.

   Termino mi desayuno de a grandes bocados para salir de ahí rápido. Se estaba haciendo tarde e indiferentemente de que no fuera así, quedarme a ver la escena no era una opción rentable para mí. Ya no me sentía culpable, más bien molesto. Estaban haciendo un drama por un estúpido accidente. Mamá nunca se preocupó de curar mis heridas cuando llegaba a casa después de una pelea, o incluso de un partido, a pesar de que ella era paranoica, y sin embargo aquí estaba, bajándole el cielo y las estrellas a Bethany. Era patético.

   Me levanto y después de lavar mi plato, tomo mi mochila que dejé a un costado del taburete y le digo a Kate:

   —Vamos, pequeña. Llegaremos tarde.

   —Pero primo Luke, ¡debo terminar mi leche de fresa! —replica ella levantando la caja entre sus manos.

   —Puedes terminarla en el auto.

   Lancé su pequeña mochila sobre mi hombro y la cargué en mis brazos con cuidado de que no derramara el líquido en su ropa. Mamá la había peinado con una coleta alta y tenía alrededor de siete ganchos en forma de corazón de diferentes colores por todo su cabello. Estoy seguro que le insistió mucho para que los pusiera y mamá derrotada, lo hizo. Kate puede ser muy prepotente a veces.

   —Espera, Luke, necesito que lleves a Bethany —escucho la voz de mamá detrás de mí —. Su amiga Anna no puede pasar por ella hoy y yo quedé de tomar un café con unas compañeras antes de las clases. ¿Te importaría?

   Uh, sí. Me importaría.

   Suspiré fuerte y me giré a verla. Mamá me miraba con su típica ceja levantada a la espera mientras la chica a mi lado sorprendentemente estaba viendo en mi dirección. Su mirada no transmitía sentimiento alguno, era vacía y distante. No supe cómo interpretar eso y ya no quería pensar.

   —Claro, no es como que tenga otra opción, de todos modos. —Respondí.

   Mi madre gruñó en frustración, pero fue todo lo expresó, por suerte para mí.

   En el auto, el único sonido que había era el de Kate intentando tomar hasta la última gota de su leche. Bethany jugaba con sus dedos en el asiento del copiloto, aun usaba un vendaje en su mano por la cortada con el vaso de cristal. Lo más exasperante era pensar en que cada herida física que tenía, las había causado yo. Por una fracción de segundo, me sentí como la mierda y muy enfadado, no sólo por las lesiones en su mano y rostro, sino también porque me dije a mi mismo que no me acercaría más a ella.

   Pero era inevitable. Me atraía como un imán. Había una especie de energía entre nosotros que no lograba entender, y pude sentirlo desde el momento en que llegó. Más allá de la pesadez que me causaba el tenerla en mi casa como una intrusa, de alguna manera u otra parte de mi necesitaba de ella y de su presencia. Y ese pensamiento me consumía y aterraba. No quería empezar a verla de forma equivocada. Como dijo papá temprano, eso no nos conviene a ninguno de los dos.

   Además, la engorrosa situación de más temprano y como siquiera pudo agradecer lo que hice me sacaba de mis casillas.

   —¿No te parece que vendría bien un gracias? —le dije sin dejar de mirar la carretera. Pude sentir sus ojos oscuros en mí.

   —¿Disculpa? 

   —Creo que no todo el mundo haría lo que yo.

   —Ah, claro. Gracias por golpearme en el ojo y arruinar mi cara para esta noche. Es la cereza del pastel. —Respondió enojada, cruzando sus brazos sobre el pecho.

   —Tu cara estaba arruinada de todas maneras. —Contesté irritado.

   —Luke, eso no tuvo que pasar, ni pasará de nuevo. Te lo aseguro. —Dijo en un hilo de voz casi sonoro.

   No pude evitar mirarla.

   —Soy yo el que debería asegurar que no te golpearé de nuevo —agregué, mis manos apretando con fuerza el volante frente a mí —. Fue un accidente, pero seré más cuidadoso ahora. Yo te lo aseguro.

   El sentimiento de culpa volvió a mi como un golpe fuerte en la cabeza. Volví mi vista a la vía donde los edificios ya prevalecían en el centro de la ciudad. Casi todos los mejores institutos quedaban aquí, en el CBD, y solo era a unos veinticinco minutos con tráfico ligero, aunque hay días que no tenía la misma suerte. Afortunadamente hoy si lo era, y casi aparcando frente a La Salle, un edificio bastante grande con largos ventanales y agradables áreas verdes, escucho a Bethany recitar una oración a mi lado que me deja estupefacto:

   —Lo que sucedió en mi habitación no debió haber pasado. Yo no te quiero cerca de mí.

   Sus palabras me cayeron como un vaso de agua helada en la cara que me hicieron despertar del trance en el que me encontraba. Parpadeé en su dirección un par de veces, casi esperando que se retractara, pero no lo hizo. Que ingrata de mierda.

   —¿Me estás diciendo que todo ese numerito de ansiedad que provocó que me quedara contigo toda la noche fue para nada? —cuestioné exaltado —. ¿Estas escuchándote a ti misma? 

   —Por supuesto que sí. Fue un tonto impulso haber pedido que fueras, no debí hacerlo —negó con la cabeza. Mi mente tardaba en procesar cada palabra —. No pienso con claridad cuando estoy en ese estado.

   —Si sabes que no es la primera vez que pasa, ¿cierto? Me has pedido que me quedara contigo antes y te has mostrado agradecida —me giré a verla, ella tomaba sus pertenencias para salir del coche, pero yo la tomé del brazo justo cuando pensé que abriría la puerta —. ¿Qué lo hace diferente esta vez? ¿Un estúpido accidente?

   —¡¿Estúpido?! ¿Te parece poco lo que sucedió? —chilló alterada —. Me has golpeado en el ojo. Fuerte. Tuve mucha suerte de no tener un desprendimiento de retina, ¿y te atreves a decirme que no es la gran cosa? ¿Qué clase de porquería tienes en la cabeza?

   —Mierda, ¡fue un maldito accidente! Además, ¿se te olvida que tu novio fue el primero en golpearme? —bramé colérico. Podía sentir el calor de mi sangre hirviendo en mi rostro —. Pensé que podríamos quedar a mano después de lo que pasó anoche.

   —Tú y yo nunca estaremos a mano —agregó, mirándome con intensidad —. Esto no hubiera pasado si tú no lo hubieras provocado en primer lugar. Todo es tú culpa.

   Fue como si me dieran un golpe tras otro con cada palabra que decía. Solté mi agarre, esta vez deseando que más bien se fuera y no volviera ya de nuevo. Yo sé que el problema empezó gracias a mí, pero me dolía que me lo dijera así, porque jamás hubiera querido que terminara de la manera que lo hizo.

   —¡Eres una malagradecida! —exclamé, soltando una risa carente de humor —. No vuelvas a llamarme de nuevo, nunca.

   —¿Qué te hace pensar que tenía planes de hacerlo?

   Dicho esto, salió del auto y azotó la puerta detrás de ella.

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

   —¿Estás seguro de que quieres hacerlo, Luke? —preguntó Calum, más tarde ese día después del entrenamiento, secando su rostro sudado con una toalla.

   Vacilé un momento antes de responder.

   —Uh, sí. Hará que me libere del sentimiento de culpa —tomé un poco de agua helada dejando que el líquido refrescara mi garganta seca —. Y tal vez me ayude a apaciguar las cosas con mamá. Ha estado bastante enojada.

   —Hombre, no la culpo, lo que pasó fue la mierda. —Lo fulminé con la mirada justo cuando cerré mi casillero.

   Le había contado todo a Calum, incluso el incidente de Bethany en su habitación. A pesar de que no era algo que quería compartir demasiado, me pareció necesario para hacerle entender todo lo que sentía. Él no apoyaba del todo mi postura, pero tampoco la de Bethany; se encontraba en el medio de ambos opinando que ninguno de los dos teníamos la razón, pero que aún así los hechos justificaban nuestros comportamientos.

   —De todas maneras, creo que es buena idea —agrega Calum, sentándose en la banca del servicio de hombres —. Estoy seguro de que se sentirá mejor, y tú también. ¡Ambos ganan!

   —Supongo. 

   —Tienes mi apoyo, aunque no creo que podamos hacerlo solos. Es mucho trabajo.

   —No quiero decirle a nadie más —aclaro, frunciendo el ceño —. Aparte, hay fiesta en casa de Nick. Todos irán.

   Excepto yo, por supuesto. Tuve que rechazar la invitación de Nick más temprano esa mañana por estar castigado hasta mi muerte. Quizás, si tengo suerte, este plan pueda levantar mi castigo, aunque creo que más bien necesitaré un milagro.

   —Blake no —asegura Cal. Casi había olvidado la existencia de Blake —. Se que nos ayudará y mantendrá el secreto, ¿qué dices?

   Medité por un momento. Tenía razón al decir que sería mucho trabajo para nosotros dos, y sé que decirle a Blake en lugar de a cualquiera de los otros chicos era buena idea. No quería que más personas se enteraran de la situación, pero Calum estaba en lo cierto.

   —De acuerdo. —Acepté. Tomamos nuestras cosas y salimos de las duchas en busca de Blake.

   Él estaba en la biblioteca por ser parte del club de lectura. Se sorprendió al vernos, pero nos saludó con simpatía e invitó a sentarnos frente a él en la larga mesa de madera. Cerró su libro y centró la atención en nosotros.

   Le conté la idea, evitando explicaciones innecesarias que delataran todo el inconveniente en Atomic Burger y el problema de ansiedad de Bethany. Más bien lo hice ver como si solo quería hacer una buena acción. Por suerte, Calum mantuvo su boca cerrada, y Blake me miraba curioso, pero no opinó al respecto.

   —Entonces —suspiré cansado —, ¿nos ayudarás?

   —Claro que sí, Luke. Pero nos llevará más de una noche, tal vez todo el fin de semana —jugueteó con un resaltador en sus dedos, pensativo —. ¿Crees que haya una forma de mantenerla fuera de casa por dos días?

   Pensé por unos minutos su pregunta.

   —Sí, es posible. —Respondo.

   —Podemos hablar con su amiga, la rubia —sugiere Calum —. Nick tiene su número de teléfono.

   —¿Por qué Nick tiene el número de Anna? —pregunté confuso.

   Estoy seguro que Anna Scott es de las mejores amigas de Zeke Martin. Era extraño pensar que Nick socializara con esa gentucha.

   —¿Estás de broma? Hablan todos los días por teléfono —responde Cal inclinándose en su asiento —. Es irritante escucharlo hablar de lo mucho que le gusta y cada vez que pone esa estúpida voz diciendo "hola, lindura" —rodó los ojos —. Estoy harto, pero no se lo digo. Al parecer van en serio.

   —Uh, mierda. No lo esperaba.

   No me sentía molesto, solo extrañado. Por lo general Nick era muy abierto conmigo, supongo que el hecho de que este hablando precisamente con la amiga de Bethany y mejor amiga de Zeke lo retuvo a contármelo. Me aseguraría de decirle que no me molestaba. Aunque no era mi chica favorita, él podía salir con quien quisiera y podría decírmelo.

   —Bueno, como sea —dice Blake, guardando su libro en una mochila y poniéndose de pie —. No perdamos más tiempo entonces, hay que buscar todo lo necesario.

   Definitivamente fue buena idea buscar a Blake.

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