LA ÚLTIMA PANDEMIA [Libro 1]...

By Adrian_Valenzuela

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Han pasado casi tres meses desde que el Síndrome Lázaro se manifestó en Adrussia, matando a millones, propici... More

INFORMACIÓN IMPORTANTE
INDICE
Prefacio
Protagonistas
Coprotagonistas
Personajes con aparición especial
Capítulo 1.1 "Amigos"
Capítulo 2.1 "Estocolmo"
Capítulo 2.2 "Estocolmo"
Capítulo 3.1 "Una plegaria por Pablo"
Capítulo 3.2 "Una plegaria por Pablo"
Capítulo 4.1 "Hogar"
Capítulo 4.2 "Hogar"
Capítulo 5.1 "Signos de lucha y perdida"
Capítulo 5.2 "Signos de lucha y perdida"
Capítulo 6.1 "Un psicólogo para el fin del mundo"
Capítulo 6.2 "Un psicólogo para el fin del mundo"
Capítulo 7.1 "No entres al bosque"
Capítulo 7.2 "No entres al bosque"
Capítulo 8.1 "Extraños"
Capítulo 8.2 "Extraños"
Capítulo 9.1 "A la luz de las velas"
Capítulo 9.2 "La cena"
Capítulo 10.1 "Deja que los perros ladren"
Capítulo 10.2 "Deja que los perros ladren"
Capítulo 11.1 "La horda"
Capítulo 11.2 "La horda"
Capítulo 12.1 "Ningún Sitio"
Capítulo 12.2 "Ningún Sitio"
capítulo 13.1 "La lluvia limpiará todo"
Capítulo 13.2 "La lluvia limpiará todo"
Capítulo 14.1 Retornos
Capítulo 14.2 Retornos
Capítulo 15.1 Asimila
Capítulo 15.2 Asimila
Capítulo 16.1 Miedo
Capítulo 16.2 Miedos
Capítulo 17.1 Esperanza
Capítulo 17.2 Esperanza
Capítulo 18.1 Enemigo interno
Capítulo 18.2 Enemigo interno
Capítulo 19.1 Planes para mañana
¡WATTYS!

Capítulo 1.2 "Amigos"

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By Adrian_Valenzuela

Pablo, quién para ese entonces se encontraba todavía en la habitación, escuchó el sonido de la mano de la criatura, golpeando el vidrio de la ventana, fue entonces que de un salto se levantó de la cama, para ver si todo estaba bien. Al salir hasta el cuarto principal, el hombre se fijó en la ventana que estaba sobre Lance tenía un visillo claro, a través del cual miró, divisando un infectado al otro lado del vidrio.

—Es solo uno —advirtió él en voz baja.

—Debemos matarlo luego, podría atraer a otros si le oyen —declaró Lance, levantándose del sillón rápidamente para luego tomar su arma.

Sin decir nada, Pablo abrió la puerta, recibiendo con la punta de su cuchillo al infectado, clavándole el filo justo en el ojo izquierdo, haciendo que el putrefacto reanimado cayese muerto definitivamente.

—Será mejor que nos vayamos —comentó Lance, ordenando sus cosas, con rapidez.

—A propósito, ¿Qué estabas soñando? ¡te apuesto que uno de tus ridículos sueños, esos donde gritas como nenita!

—Ya, cállate. Al menos no tengo sueños eróticos con hombres, como tú —bromeó Lance, haciendo que su amigo le tirase un envase de patatas fritas vacío, el cual no estuvo ni cerca de caerle.

—Já, Já, bueno, tengo noticias malas, estaba viendo el bolso de la comida y ya no nos queda nada del pan que hiciste el otro día, solo aceitunas, un bidón de agua y un tarro pequeño de café instantáneo —advirtió Pablo, haciendo que su amigo caminase hasta otra mochila.

—Mmm, yo tampoco tengo nada —pronunció Lance, sujetando su barbilla mientras pensaba en que podía hacer.

—Bien, pues no parece que haya muchos motivos para quedarse aquí, será mejor que nos preparemos y nos movamos cuanto antes.

—Tienes razón, sigamos hasta el Este, estoy seguro que por aquí encontraremos algunos pueblos —pronunció Lance. Pablo asintió conforme, ambos solo se tomaron un par de minutos en planificar bien su viaje. Sin embargo, no tardaron en salir de la casa, la idea era llegar temprano a un pueblo que pudiese proporcionarles abastecimiento.

El par de sobrevivientes caminaba por la misma ruta aparentemente desierta, en los días de calor era imposible olvidar todo lo que había pasado desde que los muertos se levantaron. A menudo Lance imaginaba como hubiese sido su vida si las cosas no hubieran sucedido como tal.

El calor tenía esa propiedad, hacer que las personas recordasen los momentos donde fueron felices, como cuando tenían un océano de costa en frente de sus pies, o una gaseosa en frente de su nariz salpicando sus chispitas con violencia. Lamentablemente para Lance y Pablo, el mar les quedaba lejos y las gaseosas ya no estaban heladas, y se encontraban en vías de extinción.

—¿Te pasa algo? —cuestionó el compañero de Lance, al ver el semblante de su acompañante.

—No Pablo, no me pasa nada —respondió Lance.

Ambos alcanzaron a caminar unos metros hasta que divisaron un grupo de reanimados saliendo entre los árboles, tomando desprevenidos a los dos hombres.

Lance soltó su bolso y pensó en disparar a los infectados, pero pronto llegaron más y se vio solo al ver que Pablo huía gritándole a él que hiciera lo mismo.

—¡Maldición! —decía Lance en su interior, dejando su posición y tratando de seguirle el paso a su amigo.

Conforme corría detrás de Pablo, Lance le gritaba tratando de convencerlo para que se detuviese, sin embargo este iba cada vez más rápido mientras era perseguido por infectados. Lamentablemente para los sobrevivientes el bosque no era un lugar seguro, pues había infectados que recorrían tales parajes, tratando de cazar animales. Estos infectados divisaron a Pablo correr entre los árboles, así que se unieron a la estrepitosa huida, tratando de alcanzar un poco de su carne.

Lance corría y corría, poco a poco iba deshaciéndose de los verdugos que perseguían a su compañero de travesía, sólo faltaba por matar a tres reanimados que súbitamente desaparecieron en el suelo, al igual que Pablo, como si hubiesen caído. Una vez allí, en ese punto donde tanto su amigo como sus persecutores desaparecieron, Lance visualizó el motivo; Se trataba de una quebrada que tenía más quince metros de profundidad, la bajada no era abrupta sino que había tierra y maleza con rocas en el contorno que harían de la caída de cualquiera que se cayese por la inclemencia, algo más lenta, o tal vez fatal.

Abajo Pablo estaba moviendo sus brazos, el muy tonto había caído, los infectados cayeron con él e intentaban morderlo. Lance bajó deslizándose pero las piedras, provocaron que también resultara herido, aunque no tanto como su amigo impertinente. En el fondo de la quebrada, los infectados estaban arrastrando su cuerpo para alimentarse de Pablo, aunque afortunadamente para él, los podridos también resultaron con brazos y piernas quebradas luego de caer por la inclemencia, a diferencia de Pablo, estos seres no tenían la necesidad de cesar por su lucha bajo ningún término.

El amigo de Lance en su estado no pudo huir más y fue mordido por los infectados, sin que Lance alcanzara a hacer nada más que dejarse llevar por la ira, tomando una piedra y matando a los dos infectados que habían mordido a Pablo, un tercero no fue capaz ni siquiera de arrastrarse, pero Lance le aplastó la cabeza de todas formas.

Luego de aquella macabra escena e incómodos sentimientos que dirigían su atención hasta Pablo, Lance se acercó conmovido e incrédulo, incluso enojado pero sabía que nada obtendría frustrándose, así que respiró profundo, se acercó hacia su amigo, quién lloraba con desconsuelo y pavor.

—¡Por favor Lance! ¡Córtame el brazo! ¡No dejes que me transforme en uno de ellos! —imploró. Aquella petición conmovió más aún a Lance, pero intentaba tener la cabeza fría y que el razonamiento primara antes que las actitudes viscerales que siempre echaban a perder todo.

La única solución para que la infección no se propagase por el cuerpo de Pablo, era la amputación de su extremidad. Lance lo tenía claro y cuando procedió a tomar el machete, se percató que no lo tenía consigo, en ese instante, recordó que había dejado su bolso con las pocas provisiones y las armas en el camino, así que inmediatamente el hombre corrió hasta la carretera en busca del bolso que había abandonado.

—Espera ¿Dónde vas? ¡No me dejes! —exclamó Pablo, sus heridas producto de la caída le impedían desplazarse con rapidez y sin dolor.

—¡Shhh! ¡No me iré, olvidé el bolso y necesito recuperarlo! —dijo Lance, mientras subía la quebrada con mucha dificultad, aferrándose a las piedras y sujetándose de la vegetación.

—¡Por favor amigo! ¡No te tardes! ¡No me dejes solo! —suplicó Pablo, muerto de miedo.

—¡Ya cállate o te escucharán los muertos! —le advirtió Lance. De inmediato Pablo se sumió en un terrible silencio mientras miraba a los alrededores como loco, sintiéndose en peligro a cada instante.

Lance entonces fue corriendo de regreso a la carretera por la cual había transitado anteriormente, al llegar hasta ahí sintió el calor del sol Adrusso incrementado por la ruborizante sensación que le produjo la imagen de tres hombres revisando el bolso de él, tras el paso del grupo de reanimados.

Aquél minuto fue tenso, en especial cuando los tres bandidos se percataron de la presencia de Lance que no era nada amistosa.

—¡Ese bolso es mío! ¡Sigan su camino y nadie saldrá herido! —advirtió Lance, mientras les apuntaba con su arma, la única que había retenido consigo.

—¡Alto! ¡Cuando llegamos aquí este bolso estaba abandonado! —señaló un hombre de ojos verdes y rostro tostado, parecían los tres bien alimentados.

—¡Además no vemos tu nombre escrito sobre el bolso! —expresó de forma irónica otro de los hombres, de contextura delgada, con barba y muy blanco.

—¿Conoces mi nombre? ¿Por qué le pondría mi nombre al bolso? ¿Tienes idea lo estúpido que suena eso? —preguntó Lance. El hombre blanco no pareció ceder, el comentario de Lance solo le enfadó más y la tensión se elevó a niveles desesperantes.

En un momento el hombre de piel blanca, disparó. Tal vez creyó que así podía ahuyentar a Lance, pero éste esquivó hábilmente el disparo y contraatacó, para luego refugiarse en uno de los vehículos que estaban abandonados. Inmediatamente los tres hombres huyeron en el vehículo de ellos. Lance les disparó mientras iba detrás corriendo. Uno de los balazos del hombre, logró dar en el neumático del vehículo en movimiento, provocando que el olor a caucho quemado y el humo oscuro salieran por debajo del auto.

Los tres sujetos descendieron del vehículo con mucha rabia, desde aquel momento dejaron de evitar cualquier tipo de enfrentamiento y el mismo tipo que había disparado anteriormente, comenzó a hacerlo de nuevo, con el objetivo de matar a Lance o al menos darle un escarmiento implacable.

Uno de los disparos si le llegó, provocando que su hombro comenzara a sangrar, obligando a que Lance cambiase de estrategia, tratando de ocultarse en el bosque. Con dolor, incomodidad y un rastro de sangre que le delataba, Lance corría tratando de esconderse, pero lograba sentir las miradas de los atacantes en su espalda, él sólo quería perderlos, pero aquello se le dificultaba aún más con su herida. Un árbol de tronco ancho le ayudó para ocultarse, ahí trató de controlar su respiración, mientras escuchaba las hojas de los árboles ser trituradas por los pasos de sus atacantes. Al principio éstas se alejaban, luego se acercaban y de nuevo se alejaban, esa sensación de no saber en que culminaría todo lo estaba matando. Una voz se escuchó detrás de Lance, cuando este viró ante el estímulo, un culatazo le llegó en la cabeza provocando que él cayera al suelo, herido, sangrando, sin saber nada más.


Amigas/os.

No olviden dejar sus votos y comentarios. 

Un abrazo a todos. 

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