Empezamos el juego y la suerte no está de mi lado esta vez, he fallado la gran mayoría de los tiros, puede que sea que tras tantos tragos mi puntería no es la misma, en vez de un vaso ahora veo tres, puede que esa sea la razón que me aleja de mi victoria. También por alguna razón Harry se ha tomado cada una de las penitencias, se niega a dejarme seguir bebiendo.
— Ultimo tiro para la victoria cariño. Dice mi oponente besando la mejilla de la chica de las mechas azules quien ahora sostiene la pelota, cierra un ojo para mejor puntería, y encesta la bola.
— Mío. Dice Harry una vez la bola cae dentro el vaso, tomándolo y bebiéndoselo de un sorbo.
— ¡¿Qué te pareció eso pelirroja?!– dice burlonamente la chica de las mechas.
— Todo bien, se gano de manera justa. Le digo con una sonrisa intentando apartarme de la mesa pero tropezando estúpidamente y cayendo entre los brazos de Harry.
— ¿Estás bien?
— Si. Le respondo poniéndome de pie y encaminándome hacia la sala donde un grupo de jóvenes se encuentran sentados en círculo alrededor de una botella.
— Si, se van a unir será mejor que ya se sienten, estamos a punto de empezar. Dice una chica de ojos color miel y cabello castaño.
— No está bien. Dice Harry.
— Yo sí. Me atrevo a decir. El alcohol ya había afectado mi sentido del juicio, pero ya que, había dicho que la pasaría bien y eso es lo que hare.
Me senté en el sofá junto a aquel mismo chico punk e hace un rato, el juego empezó con dos chicas rubias dándose el más asqueroso beso lésbico que jamás haya visto, seguido por una pelirroja y un castaño dándose un beso francés de tal forma que podías ver como se masajeaban la garganta con la lengua. Inesperadamente la botella se detuvo frente apuntando al chico punk y a mí, no sé cómo no cuando él se había movido hasta allá pero allí estaba. Sin pensarlo dos veces me puse de pie y camine a paso lento hacia el chico, él solo sonría serenamente mientras yo hecha todo nervios me cuestionaba si hacía lo correcto o no. Ya cuando estaba frente a él el alcohol se revolvió en mi estómago y todo lo que antes había comido o bebido salió en grandes chorros de vomito sobre el chico punk, inmediatamente Harry rompió en carcajadas al igual que el resto de los jóvenes mientras le sacaban fotos al muchacho y este se levantó y corrió al parecer en busca de algún baño, yo me quede allí con las manos en mis rodillas tratando de mantener el equilibrio y de repente sentí dos grandes manos sostenerme por la cintura y cuando voltee pude ver que pertenecían a Harry.
— Vamos. Me dijo guiándome a través de la multitud hasta una recamara vacía y dentro del baño.
— Si necesitas vomitar ahí está el inodoro y toma, bebe esto. Dice ofreciéndome un vaso.
— ¿Qué es esto?– Le pregunto viendo y oliendo el contenido del vaso.
— Es jugo de naranja, es todo lo que pude encontrar, te ayudara a hidratarte, ahora bébelo. Dice mirándome tranquilamente. Ni siquiera había notado cuando buscó el jugo pero no proteste acerca del tema, solo me limite a tomar un par de sorbos.
— ¿Cómo es que sabes todo esto?– Le pregunto.
— ¿Qué cosa?– me preguntó levantando una ceja.
— Todo esto del jugo y de hidratarme. Digo alzando ligeramente el vaso y seguido bebiendo otro sorbo.
— Digamos que en el pasado hice cosas de las que no estoy orgulloso que me obligaron a aprender ciertas cosas.
— Quieres decir que en el pasado solías emborracharte y te viste obligado a aprender cómo lidiar con la resaca,
— Exactamente, era eso o esperar hasta desmayarme para despertar sin recordar nada.
— Comprendo.
— Ahora tómatelo todo, Me dice empujando el vaso hasta mi boca y obligándome a beberlo todo.
— ¿Puedes buscar mi bolso? Creo que la deje en el sofá de abajo. Le pido, Harry gruñe antes de asentir y abrir la puerta del baño.
— No te muevas de aquí. Me dice firmemente antes de marcharse.
Luego de su partida estuve entreteniéndome observando mi alrededor y rebuscando en una que otra gaveta, hasta que en una de ellas encontré una caja de preservativos y asqueada la arroje al suelo, fue entonces cuando oí la puerta de la habitación abrirse y sin prensarlo dos veces abrí la puerta del baño para reprochar a Harry por todo el tiempo que se había tomado.
— ¿Por qué…?– empecé a reprocharle hasta que vi que se trataba de Tom quien entraba conversando con alguna dama que aun se encontraba en el pasillo. Instintivamente cerré la puerta del baño, me escondí en la bañera y recé para que no me encontraran, no estaba lista para enfrentarlo y menos si traía consigo una chica.
— Ponte cómoda. Oí a Tom decirle a su invitada, la sangre me empezó a hervir al recordar todas aquellas promesas y falsas palabras que me había dicho en el pasado. Oí sus pasos cada vez más cerca y me acurruque en una esquina de la tina, la puerta se abrió y a través de la cortina pude ver a silueta de Tom, temía mucho que me pudiera ver pues la cortina a pesar de que es de un color azul claro era a la vez transparente. Él abrió el gabinete que abrí hace unos minutos atrás y rebusco en su interior.
— Qué raro…– dice rascándose la parte trasera de su cabeza, de repente se da la vuelta y creo haberlo vista mirar fijamente la bañera, era algo que no podría asegurar pues la cortina no me permitía ver con claridad. Mi corazón se detuvo cuando lo vi dar un par de pasos al frente, hasta aquí había llegado, tendría que enfrentarlo y el hecho de que coqueteaba con otra chica. Tom se agachó, tomo la caja de condones y dejo escapar una ligera carcajada.
— Qué extraño, podría jurar que la había dejado en la gaveta, estúpidos entrometidos, les dije que no entraran a mi habitación, hijos de puta. Luego salió del cuarto.
Tras unos minutos pude oír risas y tras un par más gemidos y una cama rechinando, me negaba a creer que lo que pensaba estuviera realmente pasando, mi novio me engañaba no solo con toqueteos y besos con otra chica sino que también se la había levado a la cama y sabrá Dios cuantas más, tras un par de gemidos del nombre de Tom de parte de la chica el rechinar de la cama paro, pero mi rabia se encontraba en su punto máximo, no me importaba Tom, no me importaba lo que él o su mujerzuela piensen, no soportare quedarme aquí sentada sin hacer nada. Me arme de valor y salí del cuarto de baño dándoles un buen susto tanto a Tom como a…no puede ser… ¿con ella…? De todas las chicas de la escuela y de las que él conoce, ¿tenía que ser con ella…? Aimée…esta vez me las pagaras.
Me acerque a la cama en zancadas y agarre a Aimée por su largo cabello suelto y la arrastre fuera de la cama hasta el suelo ignorando su cuerpo desnudo, puede que estuviera borracha y que más del 90% de las cosas que habían pasado y pasarían las olvidaría al día siguiente, pero esto de por seguro sería del 10% que no olvidaría.
— ¡Sucia perra!– Le grite abofeteándola de tal manera que gire su cara y su cabello le tapó el rostro, la escuche reírse y cada vez se reía más fuerte a media que volteaba a mirarme con su mano en el cachete.
— ¿Es todo lo que tienes?– me pregunto hipócritamente, y sin saber de dónde salió tal fuerza, golpee su cara con mi puño dejándola inconsciente, lo que fuerza de la ira es capaz de hacer.
Mire a Tom y sus ojos estaban totalmente dilatados y me miraba sorprendido, como si aun no creyera que estoy aquí.
— Tú y yo, terminamos. Le dije mirándolo a los ojos por unos segundos más, segura de que extrañaría aquellos ojos y seguido abandone la habitación azotando la puerta, sin darle oportunidad de defenderse, y a pesar de que lo hiciera no queda nada que decir, las pruebas estaban allí y las había presenciado, no había excusa que inventarse.
Busque por todos lados alguna señal de Josiel, Zayn o Harry pero no encontré ninguna, y en el estado que estaba sería imposible manejar por lo que subí nuevamente las escaleras, revise todas las habitaciones hasta encontrar alguna en la que no hubiese jóvenes besuqueándose o teniendo sexo. Cuando finalmente encontré el lugar adecuado me lancé sobre la cama y enseguida me quede dormida. No habían pasado ni diez minutos cuando una voz me despertó.
Harry PDV
Claro ve por mi bolso, de entre diez mil bolsos que deben de haber en esta fiesta como se supone que sepa cuál es el suyo. Revise cada cartera que encontraba, todas llenas de condones o pastillas azules de éxtasis, hasta que me tope con una que de entra tantas carteras con innumerables objetos obscenos solo esta se encontraba limpia e impurezas, aquella llevaba un hilo dental, un labial y una identificación que llevaba como nombre Gabriela. La tome y subí las escaleras retornando a la habitación, pero este al parecer se encontraba ocupada, desde allí podía oír gemidos de una de las muchas zorras que habían en este lugar. Espere alrededor de diez minutos sentado en el asqueroso suelo del pasillo en espera de la salida de la pareja pero nunca paso, una vez que los gemidos paraban después de un par de minutos comenzaban nuevamente, esta era sin duda la pareja más candente que había visto. Me di por vencido, baje las escaleras y fui por un par de tragos, cuando mire el reloj eran las tres de la mañana, volví a la habitación y la puerta se encontraba abierta, me asome esperanzado de ver a Gabriela pero todo lo que pude ver fue a Aimée desnuda tirada en el suelo inconsciente y a Tom desorientado sentado en la cama. Me escondí tras el muro cuando lo vi voltearse a ver la puerta. Oí una puerta cerrarse de golpe y seguí el sonido hasta la única habitación en la que no parecían pasar cosas salvajes. Abrí la puerta y sobre la cama estaba Gabriela descansando plácidamente.
— Gabriela…– le dije agitando suavemente su hombro. Ella gruño.
— ¡Gabriela!– Le llame ya más agresivamente. Ella empezó a abrir los ojos.
— ¿Harry?
— Si, vamos, tenemos que salir de aquí. Le dije sujetándola por el brazo y arrastrándola fuera de la casa.
Louis PDV
Das asco…
¿Cómo puedes estar sentado ahí llorando como una marica por una chica?
Las mujeres no son de confiar, debes usarlas y luego desecharlas…
Todas estas frases rondaban en mi cabeza desde aquel día en el bar con Harry, ¿Realmente tan patético soy…? ¿Debería darme por vencido o finalmente ya declararme? Mis días están contados así que si voy a hacer algo al respecto será mejor que actúe rápido… ¿pero qué debo hacer, confesarle mi amor o de una vez dejarla ir…?
— Ya volví. Dice Marcus al volver tras azotar la puerta y lanzar las llaves en la mesa, lanzo una última ojeada a una foto de Gabriela en mi laptop y cierro la pantalla.
— ¿Qué hacías?–Marcus me pregunta con una ceja alzada y sorbiendo la espuma de la lata de cerveza que hace unos segundos había abierto.
— Nada. Le respondo seriamente.
— Aaah, estabas viendo XXX, ¿verdad?, nunca creí que fueras de esos chicos Louis. Se burla con una gran sonrisa pintada en su cara.
— Deja ver, es una de estas rubias que tienen unas…– dice dibujando en el aire un par de pechos grandes y acercándose a abrir la laptop, abre la pantalla unos centímetros pero rápidamente la cierro.
— Wow, cálmate, si la quieres para ti solo está bien. Dice aún sin quitar aquella sonrisa burlona de su rostro.
— ¿Encontraste lo que fuiste a buscar?– le pregunto aun con una expresión seria.
— Si. Dice finalmente tomándose las cosas enserio y sorbiendo su cerveza.
— Bien.
— E incluso más, vi una pelirroja que estaba…Mmm….deliciosa. Dice con una sonrisa sorbiendo otra vez su bebida. A la mención de Gabriela mis ojos se abrieron como platos e inconscientemente salte de la silla.
— ¿Estás bien?– me pregunta ante mi repentino movimiento.
— Si…solo…necesito aire fresco. Le digo tomando mi abrigo y las llaves que hace unos segundos Marcus había lanzado sobre la mesa y dirigiéndome a la puerta.
— Raro. Oigo a marcus decir antes de cerrar la puerta tras mi.
Harry PDV
Arrastre a Gabriela fuera de la casa y cuando estábamos en las escaleras de la entrada halo el brazo zafándose de mi agarre.
— Necesito un trago. Me dice enredándose la lengua con tales simples palabras y haciendo su mayor esfuerzo para mantener el equilibrio.
— Creo que has tenido suficiente, es hora de volver a casa. Le digo firmemente sujetándola del brazo nuevamente.
— ¡No!– grita zafándose nuevamente– ¡no eres mi padre ni mi madre!, ya quisiera que fueras ellos…tenerlos aquí…– dice bajando el tono de voz cada vez más hasta llegar a ser casi inaudible y mirando el suelo tristemente– como sea, acabo de oír y lamentablemente también ver a mi novio engañarme, necesito esos tragos ¿ok?– me dice recuperando nuevamente la compostura pero podía ver en sus ojos tristeza y dolor, suspire y asentí dándole la razón.
— Te acompaño. Le digo, ella asenté, se quita los tacones y camina descalza por la calle en busca del bar más cercano.
Luego de un par de cuadros vimos un bar destartalado en una esquina, el letrero luminoso que llevaba el nombre del bar tenía apenas un par de letras encendidas y colgando de un cable a punto de caer.
Gabriela corrió sin pensarlo dos veces al interior del bar pero el guardia de la entrada la detuvo.
— ¡Déjame entrar!– se quejo agitando sus tacones en el aire.
— Cédula por favor. Dice el guardia muy seriamente, acelere el paso para auxiliarla.
— No estaremos por mucho tiempo amigo, yo me encargare de ella. Le digo sacando mi billetera para enseñarle mi cédula y darle un par de dólares.
— Tienen solo un par de horas. Dice el grandulón tomando los billetes y dejándonos pasar.
Nos sentamos en la barra y Gabriela golpeo sus zapatos contra la barra para llamar la atención del bartender.
— ¿En qué puedo servirles?– Nos pregunta mientras limpia el interior de un vaso de cerveza con un paño.
— Dos margaritas por favor. Dice Gabriela, el hombre mira a Gabriela con una ceja alzada claramente dándose cuenta de que aun era una menor para luego mirarme esperando la autorización para servirle el trago, asentí y el hombro rodo los ojos y fue a preparar e trago, al parecer estaba más que harto de menores colados en su bar.
— Le di dos años de mi vida, y así me lo agradece, hijo de puta. Dice Gabriela.
— ¿A Tom?
— Si.
— Te dije que no valía la pena. Le dije esperando a que me contradijera como siempre.
— Lo sé, y tenías toda la razón. Me responde sorprendiéndome al darme la razón, en ese instante el bartender llega y coloca nuestras bebidas frente a nosotros.
— ¿Y qué harás ahora?– le pregunto dándole un sorbo a mi bebida.
— Nada, hasta aquí llegamos, no quiero saber nada sobre él. Dice bebiéndose media margarita de un sorbo.
— ¿Lo dices enserio?
— Si. Dice tomándose el resto.
— Vaya. Digo sorprendido dejando escapar una pequeña e inexplicable sonrisa.
— ¿Qué?
— No nada. Digo acabándome el trago de un sorbo.
— Tonto burro Tom. Dice recostada sobre la barra, mientras me observaba acabar mi trago, no pude evitar escupir un poco del líquido que aun se encontraba en mi boca mientras aguantaba la risa.
— ¿Tonto burro Tom?– me burlo.
— Si, es un tonto burro.
— Vaya, al parecer tendré que darte un par de lesiones de cómo insultar a las personas.
— Al parecer. Dice riendo nerviosamente.
— Vamos, es hora de ir a casa. Le digo poniéndome de pie.
— Está bien.
Louis PDV
Me subí en el auto y anduve sin rumbo por unos minutos, hasta que pase por el frente del bar al que mi padre solía ir, me llegaron muchos recuerdos pero más que nada algo me llamaba a entrar y quedarme allí, y eso fue lo que hice. Entre al bar, me senté en la barra a beber un par de tragos hasta perder la noción del tiempo.
Luego de lo que creo que fueron un par de horas, las puertas del solitario y destartalado lugar se abrieron dándoles la bienvenida a Harry y a una totalmente sexy e irreconocible Gabriela, sus piernas estaban al desnudo y tenía un vestido muy sexy que se ajustaban a sus curvas, a pesar de aquella distracción pude notar que algo andaba mal, perdía el equilibrio, andaba descalza y su maquillaje estaba algo corrido bajo sus ojos, esta no es la Gabriela que conozco, la Gabriela que conozco nunca vestiría así, ni se emborracharía, desde que Harry llegó todo lo que ha hecho es mal influenciarla, de repente un día me vería visitándola tras las rejas de la cárcel.
Deje mis pensamientos a un lado cuando los vi muy cerca de la barra, me puse de pie y me mude a un asiento distante desde donde no podrían verme pero yo si a ellos.
Admirarla a la distancia, que cosa tan dolorosa era eso, ver cómo le ofrecía sonrisas a él y a mí apenas me ha llamado una vez desde que él llego, ver como su rojizo cabello se dispersaba por la barra al ella tener su cabeza apoyada allí sobre su brazo. Ciertamente no culpaba a Marcus por llamarla pelirroja deliciosa o a Harry por llamarme patético aquella vez en el bar, realmente doy asco, es solo que todo este tiempo he estado tan obsesionado con ella que no lo he podido ver, tengo que dejarla ir, claramente si después de tantos años no se ha enamorado de mí no creo que ahora teniendo a alguien como a Harry cerca lo vaya a hacer. Es todo…
Me puse de pie, subí el cuello de mi abrigo para ocultar mi cara y dejando el dinero sobre la barra salí del lugar dejando atrás a una sonriente Gabriela.
Aquí esta el nuevo capítulo, espero que les guste, recuerden votar, comentar y agregarme en las redes sociales, a la derecha les dejo una foto de nuestro sonriente Harry Styles y les quiero decir que realmente les agradezco el que hayamos alcanzado los 11,000 reads, es increíble, nunca imagine que esto llegaría tan lejos y gracias a ustedes lo he logrado, no se imaginan cuanto los quiero, espero que juntos sigamos creciendo, los amo y nos veremos pronto, chao.