Toda la tarde estuve pensando en lo que Luis me había dicho sobre "hacer todo lo posible e imposible para enamorarme" hasta que mi hermana me dijo que nos fuéramos a la casa para arreglarnos e ir a la fiesta, a la cual ya no quería asistir ahora qué sabía que Luis iría, extraño, ¿No?
No querer asistir a tu propia fiesta de cumpleaños por un invitado inesperado.
—Usaras esto —dijo mi hermana sacándome de mis pensamientos.
Era un vestido rojo, que se ajustaba hasta la cintura, tenía un cinturón negro con unas zapatillas negras para hacer juego.
—¿De dónde sacaste eso? —pregunté impresionada, era hermoso y tenía mis colores favoritos.
—Es mi regalo de cumpleaños para ti —dijo abrazándome.
—Gracias, está hermoso Jesy —dije devolviendo el abrazo.
—Pontelo que se hace tarde, la fiesta inicia a las siete y ya son las seis, hay que darnos prisa, hoy seré tu estilista personal.
—Nada de excederse en ponerme maquillaje, sabes que no me gusta parecer payaso.
—No vas a quedar como payaso, pero sí te pondré más maquillaje que el que usas normalmente —dijo sonriendo.
Me deje arreglar por mi hermana, era buena en eso, me dejó el cabello ondulado, ahora que lo tenía un poco arriba de la cintura se veía bien, las zapatillas no eran tan altas lo cual era bueno para que no me cansará tan fácil.
—Has quedado hermosa, Erlyn —dijo al terminar de arreglarme.
Me ví en el espejo de la recámara, me veía rara, bien, pero rara, era como una versión más femenina de mí, yo acostumbraba a usar geans, tenis, playera y una sudadera ya que tengo la maña de meter mis manos en mis bolsas.
Cuando ella terminó de arreglarse nos fuimos juntas.
—¿Dónde es la fiesta? —pregunte cuando Jesy tomó las llaves del coche.
—En un lugar muy tranquilo —se limitó a decir.
Al llegar la música estaba a todo volumen, y lo que me molestaba de eso era que cuando me hablaban no podía escuchar bien.
Cuando llegamos Jesy me dijo que habían invitado a casi toda la familia y que no me preocupara porque también mis amigos estarían ahí.
Al entrar ví que el lugar estaba adornado con flores rojas y azules, también había en el centro un lugar reservado para bailar, se veía hermoso, casi toda mi familia estaba, desde mis primos hasta las odiosas de mis tías.
—¿Cómo es qué la festejada llega tarde a su fiesta? —pregunto mi primo Alan, el era mi primo favorito, aunque tenían 6 años menos, nos llevamos bien.
—¡Alan, qué alegría verte! —dije abrazándolo.
—¡Tanto tiempo! ¿Cómo has estado? Te traje ésto, espero te guste —dijo mostrándome una pequeña caja de madera—. La caja la hice yo.
Él era un genio disfrazado de niño.
—Gracias, es bellísima, tienes talento Alan, te explotare algún día ¡Eh! —dije riéndome.
—Pero, abrela para que me digas si te gusta mi regalo —dijo entusiasmado.
La abrí, era un libro de Jen Minkman, mi escritora favorita, tenía un apartador que decía "Para que no pierdas tu hoja, Erlyn".
Era hermoso, me emocioné tanto que casi lloro.
—¡Hey! No te lo di para que lloraras prima —dijo inclinándose un poco más para ver mejor mi cara.
—¡Es perfecto, Alan, te lo agradezco mucho!
—Nada de lágrimas, vamos con los demás para que también te feliciten —dijo tomándome del brazo, para que entraramos juntos.
—¡Felicidades! —gritaron todos al verme entrar.
Era lindo e incómodo ser el centro de atención.
Todos me empezaron a felicitar y a darme bolsas y cajas con regalos.
Amy, James, Jesy, Jacob y mi primo se sentaron conmigo, estuvimos recordando cuando éramos más chicos y de como había accedido a que Jesy me arreglará, mientras mis padres estaban hablando con mis tíos y creo que pasando las ocho estaban perdiendo la razón a causa de tanto alcohol.
—Ahora que mis padres están, fuera de juicio hay que ir a bailar —dijo mi primo viendo a mi hermano y a James.
—Hay que sacar a bailar a las demás amigas de Erlyn —dijo Jacob, levantándose de su silla.
—Yo te acompaño —dijo Alan.
Se levantaron y se fueron a bailar con mi amigas, que verdaderamente eran más excompañeras de escuela, porque no hablaba con ellas.
—Jesy, ¿aceptas bailar conmigo? —pregunto James.
—Claro que sí, sería un honor —dijo feliz—. Pero, ¿Te molestaría decirle antes a Jacob? Es muy celoso y no quiero que haga un drama hoy.
—Claro que no me molesta, solo dame un momento entonces —dijo y se retiró en dirección a mi hermano.
—Jesy, creí que habías invitado a Luis —dijo Amy buscando entre los invitados.
—Lo hice, pero creo que se le hizo tarde o no sé tal vez tuvo que hacer algo —dijo haciendo lo mismo que Amy—. Erlyn, ¿Por qué no le hablas para saber si vendrá? —me preguntó.
Casi me ahogó con mi agua al escuchar a mi hermana, ¿Cómo se le ocurría que yo le hablara a Luis? ¿Quería que le subiera más el ego? Bueno, si eso era posible, claro.
¿Qué pensará más en esas estúpidas e inexistentes "señales"?
Hablarle sería como entregarme a él en bandeja de oro.
Y menos pensaba hablarle después de lo que me dijo esta tarde, no quería que cumpliera con su amenaza de "el beso pendiente", eso no, hoy no, bueno ni hoy ni nunca.
—No, no le hablaré —dije sería.
—Vamos, si no le hablas tú le hablaré yo —dijo Jesy.
—Anda, te prometo que en ningún momento se quedarán solos si es lo que te preocupa —prometió Amy.
—Bueno, está bien, pero solo si prometen que de verdad, y habló enserio con que no me dejarán sola con él, ni aunque las inviten a bailar los chicos mas guapos que aquí puedan estar —dije seria.
Se vieron entre sí unos momentos, duraron un poco pero después aceptaron.
—Le iré a hablar allá afuera, para que pueda escucharlo bien, aquí se me hace imposible con tanto ruido —dije levantandome de la silla y saliendo del salón y yendo a las mesas donde ya no había nadie.
Mi idea era estar ahí por unos minutos para que creyeran que estaba hablando con Luis y como nadie podía verme para confirmarlo, les diría que Luis no podría venir porque tenía que hacer algo importante, así dejarían de molestarme y disfrutaría con tranquilidad lo que resta de la fiesta, solo tenía que sentarme unos minutos afuera.
—¡Qué bien te ves con vestido! —escuche decir a alguien, haciendo un tono de voz un poco grave, atrás de mí y en el momento en que lo escuché me estremecí por completo.
Esa voz era inconfundible, aún haciendo ese tono, me gire y sí, no me equivoqué era Luis, y me veía de pies a cabeza como un verdadero idiota.
—Felicidades —dijo cuando reaccionó después puso la caja que tenía en las manos, sobre la mesa que tenía a un lado y me abrazó.
No sabía que decir, verdaderamente Luis me tenía idiotisada a más no poder así que solo lo abracé también.
Su perfume olía increíblemente bien, no sabía si soltarlo ya que a quien está abrazando era Luis o robarle su sacó con todo y camisa, porque olía verdaderamente bien.
—¿Terminaste de olerme? —preguntó después de unos segundos de nuestro abrazo.
Me puse más nerviosa, este chico sabía leer mi mente, sentí como mis mejillas tomaban un tono rojizo, lo solté e incliné mi cabeza un poco para que no me viera directo a la cara.
—Repito, te ves bien con vestido —dijo tomándome del mentón para verme a los ojos y acercándose más a mí.
—Gracias, mi hermana me lo regaló y me arreglo —dije alejándome un poco de él.
—Tiene buen gusto, te ves hermosa tal cual estás, más femenina, más sexy, más...
—¡Luis! —lo interrumpí, gritando como una loca nerviosa sin su medicina.
—Es la verdad —dijo viéndome.
No dije nada, ¿Cómo podía ser ser tan cínico?
—¿Pensaste que no vendría? —pregunto después de unos segundos de silencio.
—Sí, de hecho... —dije y al momento me calle, porque si le decía que se supone que le hablaría, se pondría a decir un montón de cosas respecto a eso.
—¿De hecho...? —preguntó.
—De hecho ya iba a cerrar la puerta del salón —dije rápido.
Soy pésima mintiendo, lo sé.
—¿Recuerdas lo que hablamos? —dijo cambiando el tema y acercándose a mí, otra vez.
¿A qué se refiere? ¿A el beso? ¿Enamorarme a como de lugar?
Estaba nerviosa por estar sola con Luis y así se cerca, la primera vez que estuvimos así casi me besa.
Se acercó más a mí, estaba a nada de
besarme, no sabía qué hacer así que inconcientemente cerré los ojos esperando a que me besará.
—Me refiero a tu regalo —dijo riéndose cerca de mi oído.
¡Demonios! Y yo de estúpida cerrando los ojos para recibir un beso de Luis. ¿Cómo era posible? ¡Pensé que me besaría! ¡Ay, lo odio! ¡Odio que sea así, tan, tan, tan impredecible conmigo!
¿¡Me iba a dejar besar por Luis!? Ay por Dios, esto no estaba bien, no podía pasar, no, no, no, no, yo no me podía fijar en alguien como Luis, no podía y no debía, terminaría mal.
Tomó la caja y me la entregó.
—Mira que te traje.
Tomé la caja y la puse en la mesa para abrirla, él se sentó en la mesa mientras me observaba.
Era un short, una blusa, unos tenis y, esperen, ¿¡Un porta retratos¡¿ ¿¡Con una foto de él!? Este tipo tenía un serio problema de amor propio
—Estan lindos, gracias —dije viendo a Luis.
—Sabia que te gustarían —dijo feliz—. Solo falta que te los pruebes para ver si te quedan.
—Sí, me los pondré mañana —dije cerrando la caja—. Y por el porta retratos también gracias.
—O puedes ahorita que no hay nadie —dijo moviendo las cejas.
¿¡Pero qué se cree!? No iba a cambiarme frente a él, ¿Qué le pasaba por su cerebro a este loco pervertido?
—¿¡Cómo se te ocurre!? —dije acercándome para darle una cachetada, pero el tomo mi mano y me acerco a él.
—¿Ya te había dicho que eres agresiva? ¿Y que eso hace que seas más atractiva para mí? —pregunto mientras tomaba mí otra mano para que no lo fuera a golpear—. Y yo sé que suena imposible, pero podrías arruinar está bella cara si la golpeas.
—¿¡Cómo se te ocurre que me voy a cambiar frente a tí!? —dije histérica.
—¿Por qué no? No hay nadie más, ¿o es porque puede venir alguien? —preguntó como si de verdad de eso se tratara.
—¡Sueltame! No me hagas gritar —dije retandolo.
—No lo harás, te gusta estar conmigo —dijo mientras se levantaba para quedar frente a mí.
—No me retes, estoy a nada de gritar para que vengan y te saquen de aquí —dije viéndolo a los ojos.
—Bueno, bueno, tú ganas —dijo soltandome.
Me impresione, pensé que se resistiría a soltarme, pero no, accedió fácil.
—¿No me vas a invitar allá adentro? —pregunto.
—Sí, vamos adentró, mis hermanos quizás se estén preguntando por mí —dije empezando a caminar.
Empezamos a caminar a la entrada, Luis tomó la caja y me siguió.
—¡Espera! Déjame ser tu escolta —dijo corriendo hacia mí.
Tomó mi mano y entramos juntos, sabía que no sería buena idea, me preocupaba más por Jacob, que porque mis padres nos vieran.
Llegamos a la mesa donde estaba antes con Jesy y Amy, pero ellas no estaban, las busqué en la pista de baile y ahí estaban con James y mi primo Alan. ¿Dónde estaba Jacob?
Lo busque con la mirada, pero no lo pude ver.
—Siéntate, iré a traerte algo de comer —le dije a Luis.
—¿Quieres que te acompañe? —preguntó.
—Ella puede ir sola, —dijo Jacob acercándose a Luis.
¡Demonios! ¿De dónde salió?
Luis lo observó unos segundos y después alzo las manos en señal de paz y se volvió a sentar, sin decir nada.
—Mientras vas a traer la comida para tu amigo yo me quedo con él —me dijo Jacob serio.
Esta noche no podía empeorar más.