Despierto sobresaltado y el sudor me moja el rostro. Tengo las mejillas encendidas y el corazón latiéndome tras las sienes. Sigo en mi cuarto. No hay humo. No hay fuego. No hay Eric ni tampoco Francis.
¿Cuándo podré vivir mi vida con la plenitud que deseo? ¿Cuándo tendré la familia tranquila que necesito? ¿Cuál es el motivo de que mis sueños sean TAN perturbadores? ¿Por qué el destino fue tan cruel conmigo? Debo haber sido una terrible persona en alguna otra vida.
Me paso pensando durante horas qué será lo que hablaré con Britt. Si ella sabe lo mío no será necesario que acuda a lo de Francis, aunque para entonces, toda la institución estará al tanto de mi pasado horrible y sólo me interesa que una persona no lo sepa: Steve.
Nunca hubiere elegido que las cosas tomasen este rumbo, en cambio ahora definitivamente tendré que hablar con él también.
Es extraño: siento que me duele existir.
—P...por favor, Jimmy—me pide Britt con la voz temblándole. Está a punto de quebrarse—. Ya deja de llorar y... y dime qué te sucede. Eso tan importante que necesitabas conversar conmigo.
Pero no puedo. Las lágrimas fluyen por sí solas.
Es el atardecer y estamos en el parque donde Steve me citó tiempo atrás. He tenido el descaro de traerla a este sitio; es que no me siento cómodo con ningún otro lugar para contarle lo que tengo atorado.
—Es muy... difícil—digo sin parar de llorar—. No podría darte razones. Sólo sucedió y ya.
—Te ruego que seas más claro—dice ella y agradezco que nadie ronde cerca, sino me apenaría aún más que nos vean—. Anda, respira profundo y di cuanto puedas—me recomienda mientras toma mis manos.
Me siento un poco invadido por su contacto pero de inmediato se vuelve reconfortante ese calor y noto que también ella está temblando. Yo estoy que no soporto más las sacudidas del cuerpo y el estremecimiento. Esto parece cualquier película de terror, y se pondrá peor en cuanto le haya terminado de contar toda la verdad.
Sigo su consejo. Sigo el consejo de Shain. Intento atraer todas sus palabras donde me indica justamente cómo deben ser las cosas, aunque en este momento ninguna viene en mi auxilio.
Respiro profundo, busco cordura, cautela y trago saliva para tratar de soltar ese horrible nudo en mi garganta. Anda, tranquilízate y deja que fluya.
Además se termina el tiempo. Francis espera.
—Britt... ¿alguna vez te conté el motivo por el que me tuve que venir a este instituto?
Ella duda un poco y finalmente me contesta con una negativa. Siempre he evadido el tema o mentido para zafarme de la situación embarazosa. Necesito tranquilidad en mi vida.
Prosigue Jimmy, prosigue.
—Yo...yo... ¿Britt alguna vez te pasó que estuviste con un chico que no prefería las...mujeres?
—¿Un varón al que le gusten los varones?—me pregunta y me sorprende que ante su tacto, no me suelte las manos ni tampoco se ponga tensa. Parece no suponer lo que estoy por contarle, o bien es propio de ella el no inmutarse, o no evidenciarlo.
—Ajá, eso.
—No, nunca me pasó. ¿A ti te gusta una chica a la que le gustan las chicas? Santo cielo, Jimmy, estás en una situación complicada—me dice pero me interpongo soltándole las manos y poder detenerla antes de que saque conclusiones equivocadas. ¿Por qué debe ser TAN LITERAL?
—En absoluto Britt, no me gusta ninguna chica.
—¿Ah, no? ¿Entonces?
—Se trata de un...chico.
—Oh...mierda...
Entonces sí noto que se aparta de mí. Retrocede y no puede quitarme los ojos de encima; está viéndome como si... bueno, no sé cómo me observa porque soy yo quien no se anima a mirarla frente a frente. Puedo sentir sus ojos furtivos llenándome de culpa y haciéndome pesar cada una de mis terminaciones nerviosas.
Puedo sentir la manera en que el infierno se eleva y me apresa entre sus llamas ardientes. Lo he dicho. Me iré con el maldito Lucifer a las malditas Tinieblas. El Cielo acaba de cerrar sus puertas para mí.
Finalmente logro mirar los ojos de Britt y... ¡Está llorando! ¿Qué diablos? Soy yo aquí la persona afectada, no ella. Su vida no cambiará en absoluto. Aunque pensándolo bien, la mía tampoco. ¡Esto no cambia nada, absolutamente nada! Por haberlo confesado no significa que antes, Steve no me volvía loco ni que Eric no haya sido mi mayor amor platónico.
Está hecho. No tiene vuelta atrás.
—¡Ya no me veas así que no he hecho nada malo!—le suplico. Ese par de gemas preciosas me pesan. Y me recuerda a mi anterior instituto, donde estaba lleno de personas que se desternillaban de risa al verme.
Ojalá que todos ellos tengan hijos con mi condición en el futuro y padezcan en carne propia lo que se siente. No obstante, creo que este aspecto de mí no se lo deseo a nadie...
—Ay, Jimmy...
Britt me abraza. Me sorprende mucho su gesto. Llora en mi hombro pero de un instante a otro se aparta y me abofetea, justo cuando empezaba a creer que sería capaz de aceptarme.
—¿Y eso por qué?
—¡Por no habérmelo dicho antes!
He leído en Tu Secreto que algunos chicos cuando salen del armario, empiezan a tener dificultades con sus amigas a ver cuál de esas resulta la última en enterarse. Una se va poniendo celosa de la otra por no habérselo contado primera... ¡Claro, como si fuese así de fácil! Es un hecho: uno no sale del armario. Lo sacan.
Britt me agarra de nuevo para darme otro fuerte abrazo. Yo hago lo propio. Necesitaba eso. Necesitaba contarlo y tener su aceptación, aunque claro, es esencial darle tiempo para que asimile todas las pautas.
—¿Quieres venir a beber malteada y comer palomitas en mi casa?—me pregunta.
—Por supuesto, solo no me obligues a ponerme tacones y peluca—le condiciono pero ella lo toma como una broma y rompe en carcajadas.
Lo digo en serio, Daliah me agrada pero creo que eso no va conmigo.
—¿Y por qué no me lo contaste el día que nos conocimos? —suelta Britt las palabras mágicas.
Estamos en la sala de su casa y sus padres no se encuentran, por suerte. No quiero que piensen que soy un pretendiente de Britt y que ella deba contarles lo mío para evitar que sientan rechazo hacia mi presencia en este lugar o ser mal visto por su padre.
Le doy un trago a mi malteada y como un poco de palomitas. A decir verdad, no son mala combinación.
—Nadie lo sabe—le aclaro, siendo poco honesto lo cual me pesa así que me retracto—: O en realidad sí... en mi anterior instituto se enteraron y no fue por una manera muy discreta. De hecho, resultó ser tan terrible que inclusive de la ciudad tuve que irme y he aquí mi llegada.
—¿Ah, no? ¿Y cómo fue entonces?
Así es como tomo pie para soltarle todo respecto a Eric. Desde lo del cuaderno hasta mis gafas rotas producto de su puñetazo. Ella se llena de indignación e intento preparar el terreno poniéndome en papel de víctima para que entienda lo que estoy a punto de decir:
—Me encontraba angustiado, acorralado y humillado, Britt. Era tortuoso. El peor de los infiernos, a decir verdad. No... no sabía qué hacer. Sólo nacían en mí unas terribles ganas de patearles el culo a todos esos malditos idiotas que me insultaban vía internet o se burlaban de mí en los pasillos del instituto. ¡Y es que ni siquiera se enteraron de una manera común sino que el maldito cuaderno era el objeto de sus burlas!
—Jimmy, sabes muy bien que ninguna excusa puede justificar lo que hiciste. Te adoro, te acepto y cuenta conmigo para lo que necesites. Pero no hay motivos. Ningún problema es lo suficientemente grande como para...
¿Matar a todos? ¿Hacer un regadero de sangre en la escuela? ¡No, Britt! ¡No quería hacerle daño a nadie! Sólo que me dejen de molestar.
—Entiendo—completo su frase en el aire.
Me pongo tenso y ella lo nota. Me mira y se hace un prolongado silencio que nos hace estremecer a los dos. Luego Britt se hace hacia atrás en la silla y comprende que sí respondí.
—¿No estás bromeando, Jeremiah?
—Ojalá. Pero no. Yo...llevé un arma.
—¡Oh!
—¡No lo justifica, lo sé!
—¡Es completamente monstruoso! ¡Hasta te pones al mismo nivel mediocre que ellos!
—Lo sé y por eso mismo al arma no la saqué de mi mochila. Pero sí salió, lamentablemente.
—¿A qué te refieres?
Trato de recordar y se me llenan los ojos de lágrimas nuevamente. Es el tormento más grande de mi vida pero debo confesarlo porque precisamente me estoy abriendo por completo a lo más cercano a una amiga que en toda mi vida puedo haber tenido.
La necesito conmigo.
—Luego de encontrarme el cuaderno, parecía un hobby de los demás el revisarme las cosas. Y bueno Britt, tú supondrás ya lo siguiente.
—Hurgando en tus cosas encontraron el arma—aventura y le da en el clavo—. Dios Santo, Jimmy, es terrible lo que me dices... ¿Alguien más lo sabe a esto? Me refiero a alguien de esta ciudad.
Bueno, llegó la hora de entrar en terreno pantanoso.
—Sí. Adivina.
Ella niega con la cabeza.
—No...no lo sé. ¿Tus abuelos?
—No Britt, ni siquiera ellos saben esto. Pero Francis sí.
Casi da un salto de la silla en cuanto pronuncio el nombre de este abusivo. ¿Cuánto quedará para medianoche? No mucho probablemente. Ya estoy acercándome a mi objetivo.
—¿Jeremiah, cómo es eso de que Francis lo sabe?
—Creo que tuvo acceso a mi expediente y se enteró. Ahora lo usa para amenazarme.
—¡Pero qué hijo de...!
—En realidad me extorsiona—me retracto de inmediato—. Cree que yo tengo algún tipo de poder sobre ti y me propuso que te entregue, de lo contrario todo el mundo sabrá lo que me sucedió.
Noto cómo el miedo la invade. Se apodera de ella y le hace huir el color del rostro. Está pálida como el papel.
—Descuida, que seguirá esperando—trato de calmarla—. Por eso mismo decidí decírtelo. Que te enteres por mí y no por quién sabe el método al cual accederá Francis.
Britt piensa un momento hasta recobrar la compostura. Vaya que es dulce, no me arrepiento de haberle confesado todo.
—Jimmy—me dice recobrando un tono muy serio—. ¿Te interesa lo que piensen los demás a raíz de eso? Me tendrás a mí y a las chicas para defenderte en cuanto se sepa.
—Te lo agradezco Britt, aunque esto es muy difícil. No te haces una idea cuánto. No me interesa que se sepa mi pasado. Sólo me interesa lo que mi familia tenga para decir de mí y me odian. Mi padre piensa que alejado de todo, podré recuperarme.
—¿Recuperarte? ¿De qué? Ah, sí. Tienes el síndrome de Counter Strike.
Suelto una carcajada y la miro con asombro. ¿Britt acaba de...hacer un chiste? Ignoro esto y asimilo:
—Ve a hacérselo entender tú...
—Oh, Jimmy, te juro que no tenía noción sobre todo esto. No sabes cuánto lamento lo que está pasando.
—Descuida, que me he acostumbrado—le digo dedicándole una sonrisa.
—Pero...acá noto que hay cabos que unir. ¡Exacto! Encaja. Cuando me dijiste que no te gustaba una chica, sí era otro varón. Y respecto a si te importa lo que piensen, esta persona se enterará y supongo que sí quieres saber lo que pueda opinar. Querrás su aceptación ¿cierto?
"¿Esta persona?" Ay mierda. ¿Lo filtré en algún momento? ¿El nombre de Steve?
—Eres muy inteligente—contesto en un intento de evadir el punto donde va—. Pero creo que es tarde, me parece que debo irme.
Me pongo de pie pero ella hace lo propio y me retiene.
—Tú no te irás a ningún lado, gatito.
Por algún motivo ese horrible apodo me sonroja.
—Oh, Britt, por favor no me hagas tener que decirlo.
—Di el nombre Jeremiah. Dime cómo se llama ese muchacho.
—Por favor...
—¡Dímelo!
—Steve Morgan.
Entonces ella suelta un grito, me abraza y se pone a dar saltitos. Uf, qué momento tan eufórico, irónicamente muero de la emoción.
—Jimmy—me mira fijamente y se detiene—. Debes decirle esto. Debes sincerarte con él.
—¿Estás loca?
—En absoluto. Quizá podría sorprenderte... no te rindas, cielo. La vida te da tantas sorpresas...
—¿Tú crees, Britt?
—Sólo deberías intentarlo.
Hola!! Quienes seguían el libro en su versión anterior, a este punto sólo le quedaban dos caps para terminarse pero en esta nueva reversión no >.<
Les cuento que en Spotify podrán encontrar una playlist con la música que inspiró la historia. Espero les guste <3 Se llama "Los colores de Jimmy".
Y si leen otras de mis historias ahí podrán encontrar playlist de Rosas para Jude, Malos, Bestias y Los juegos del jefe ;D
Bien, es todo por ahora 7u7
Les adoro,
No olviden dejarme su IG para lo que antes les comenté,
Besos!
L.