A Steve nunca le gustó perder tiempo en la cama, desde que era un adolescente le gustaba levantarse antes que todos y salir a nadar, ya en la Marina le gustaba salir a correr y pasar horas entrenando antes de que sus superiores le encomendaran las tareas del día.
Y una ves que dejo la Marina y los Seal para volver a Hawai ese hábito sólo se arraigo, llevándolo a los lugares que solía ir con su padre, una ves que conoció a su detective favorito lo arrastró a el también a esas excursiones, apesar de todas las quejas que este le podía llegar a decir. Simplemente Steve se sentía en paz junto a Danno.
Por eso una ves que Danny se instaló en su casa definitivamente, y comenzaron a compartir las mañanas como pareja, Steve se descubrió disfrutando de dormir hasta tarde, por que nada más importaba si sentía el calor de su Danno a su lado.
El Marín ya no encontraba entretenido levantarse al alba y correr varios kilómetros o nadar por horas, si podía pasar ese tiempo en los brazos de su novio.
No había lugar en el que el deseara estar más que allí, en su cama sintiendo el latir del corazon de Danny.
Ellos habían pasado por mucho para llegar hasta este punto. Pero ninguno de los dos estaba arrepentido, estaban felices y se amaban no había nada más importante que eso.
Tal ves las peleas y las discusiones continuaban, pero ahora tenían una manera más interesante de reconciliarse, por que nada le quitaba en enfado tan rápido a Danny como un dulce y tierno beso de su Seal ninja loco.
Steve comenzó a besar la frente de su gran amor, siguió por las mejillas, nariz y finalmente los labios. Danny fue abriendo los ojos lentamente con una bella sonrisa en sus labio.
-Buen día Animal. Comentó el rubio.
-Bien día Danno. Contestó Steve antes de besarlo nuevamente, esta vez con más determinación. Pero cuando el beso estaba por subir de nivel la puerta de su habitación fue abierta con fuerza.
Y dos personitas saltaron sobre ellos.
-¡Buenos Días! Gritaron Grace y Charlie
-Buenos Días niños. Saludo Danny abrazando y sonriendo a sus hijos. Fue en ese instante en el que Steve supo que no quería estar en ningún otro lado, ese era su lugar, después de tanto tiempo, al fin estaba en su hogar.