Era 14 de febrero, todos caminaban en par sosteniendo miradas estúpidas pareciendo verdaderos retrasados, quedando atónitos ante la cantidad de sentimientos que les rodeaba, enloqueciendo al tener una persona a la cual sonreír, sabiendo que es un día un tanto emotivo para todos, día de enamorados. Yo observo desde lejos maldiciendo por lo bajo, pero me quedo pensando y digo "la realidad es que quisiera estar así de cariñoso con la persona a la que amo, pero sorpresa-sorpresa, no lo sabe".
—Mello, ¿qué ves? —preguntó mientras ya buscaba con la mirada la razón de mi distracción.
—Nada más importante que tú —respondí de inmediato llamando su atención con una gran sonrisa— ¿Tienes planes para esta noche Near?
—Ahogarme en libros para matar el tiempo, hoy es un día en el que recuerdo que pasa un año más y sigo solo —bromeó paciente, a lo que le correspondí apenas con una risita.
—Salgamos, ambos estamos abandonados por hoy, te invito a perder el tiempo conmigo —me excusé de la forma más cobarde, así pasaría el tan apreciado día con mi persona especial, mi no-albino, Nate River.
—Bien, pero si resulta que estar contigo es peor que leer, olvídate de que yo vuelva a aceptar —resumió sus palabras de forma seria, con ese tono que tan solo yo reconozco, uno de simpatía escondida.
De esta forma, quedamos de vernos en un rato, cada quien partió para su casa. Continué de forma silenciosa un camino en el cual azotaba el viento, los estremecedores sonidos amenazaban a los oídos de las personas causando estruendo, miedo e incomodidad, el frío que percibí no era normal, pero tampoco eran nervios... ¿Qué era esa emoción que se hacía presente? Me cansé de formular la pregunta en mi cabeza y decidí ignorar los temerosos pero secos sonidos.
Al llegar a casa todo volvió a la normalidad y el silencio llegó, me tiré sobre el sillón reposando mis piernas, tentadas a recostarse por un lapso de tiempo bastante prolongado, amaba los momentos de relajo, eran y siguen siendo muy apacibles. Hacía frío, el ruidoso viento comenzaba a tornarse helado, por lo que comenzaba a enfriarse dentro mi pequeña morada; con pereza, me levanté buscando una cobija, mirando el tiempo correr a través de la luz de la ventana, todo corría delante de mí y finalmente el sueño de la noche anterior se reveló, recordé lo que había pasado en esa realidad oscura, eso que vi mientras cerraba los ojos y no estaba consciente, recuerdo el sueño, una representación de mí mismo, frente a quien actualmente amo como a nadie, en un cielo estrellado, estábamos perdidos, sin embargo, la seguridad que presentía nadie me la arrebataba, él estaba hermoso, sus ojos brillaban y su cabello bailaba de forma que hipnotizaba, simplemente me encantaba, la tensión que me encerró en el momento que lo besé se reflejó en mis mejillas enrojecidas, deseando con recelo que algún día la mente no se divierta tanto conmigo y me complazca el deseo de tocar sus finos labios.
[...]
La marea se mueve, el sonido retumba en las caracolas y el ambiente es libre, todo se percibe en paz y Near desea que siga así, su seriedad toma un punto intermedio entre la realidad y la fantasía, es hermoso, los sentimientos encontrados que resuenan en la melodía del océano no se encuentran en ningún otro sitio, o eso piensa, pues al despertar todos las imágenes y sensaciones se convierten en mentiras puras, los espasmos de paz que percibía se han esfumado y quién sabe cuándo volverían; él odió a la alarma por ello. Se levantó, tratando de memorizar al instante su anterior relato producto de su cerebro adormecido, recordando lo bien que se encontraba en aquella droga llamada sueño, oyendo paciente las olas, encarando a la voz de su cabeza, llegando a un sitio llamándole hogar, junto a una persona, alguien especial, el sueño que le defendía ante todo y todos, teniendo a su lado a la persona que anhelaba... Aquella persona tan perfecta según las mismas palabras del albino.
Near pensaba en Mello.
Y Mello pensaba en Near.
Era un deseo mutuo pero secreto.
Infinitamente divino.
[...]
Al cabo de unas horas tumbado sobre su cama boca arriba mirando nada más que el techo, Mello se preguntaba si esa noche era la indicada, el rubio avanzó hasta el baño, aceleró el paso de repente sobre sus pies dirigiéndose a su destino para luego mirarse al espejo, se veía a sí mismo en el término de la noche, esperando que si llegaba a armarse de valor, su amado le rechazara, no sabía cómo reaccionar a ello y simplemente le estresaba considerar algo del asunto.
—Es tu oportunidad —susurró viendo sus ojos, color azul zafiro, resplandecientes y brillantes—, pero... ¿Y si me rechaza? Sería una verdadera vergüenza... Rechazado en este estúpido día. —soltó una risa cansada y cerró los ojos, para abrirlos cuando ya había bajado la cabeza hacia el lavabo, sujetando ambas manos sobre éste— Near... Nate... Su solo nombre me causa efectos tan malignos y perversos, le recuerdo, su sonrisa, sus ojos, su rostro, y finalmente entiendo que todo de él me gusta, él en general me gusta, ¡y no sólo eso! Tengo sentimientos muy fuertes, y estoy seguro... Que las tonterías que dicen todos son verdad; yo he experimentado los nervios, las mejillas sonrojadas, las ganas de siempre estar con él, tener la dicha de tocar su piel y aspirar su aroma... Simple y sencillamente debo aceptar que... Lo amo —habló para sí mismo de una forma tan sutil pero desesperada, encerrado, afirmando la idea de que cayó en trampas en las que había jurado no caer, y que le había fallado a su orgullo— Y por esa misma razón de mi amor hacia él, es que hoy mismo, al salir acompañado de quien es mi razón de vida —tomó aire— ¡confesaré a Nate River mis más sinceros pensamientos! —Luego de soltar esas tan difíciles palabras, se sintió un poco más aliviado, aunque todavía sentía que flaquearía en cualquier momento, sonrió entusiasmado consigo y se volvió a observar con detalle en el espejo— Espero no ocupar el jodido chocolate por toda una semana —sujetó su cabello apartándolo hacia detrás de su oreja, decidido a darse un baño para salir a dar un paseo con su amado.
[...]
El ambiente estaba fresco, no frío ni caliente, sino fresco, Near llevaba su perfecta camiseta blanca con las mangas recogidas hasta los codos, sus jeans azul claro como era usual, su cabello, desordenado, suave y blanco, parecía una verdadera pelusa, cosa que volvía loco al chocolatero. Iba paciente hasta el que próximamente sería un lugar lleno de emociones, percibía nervios, por primera vez en su vida sentía algo extraño al pensar en Mello, se tentaba a sudar, a temblar y a tomar sus manos de forma ansiosa, daba pasos lentos pero largos, apresurado a llegar frente a su acompañante, y, después de remolinos intensos en forma de pensamientos con escenas acerca de Mello, llegó ante él.
—¿Nervioso? —Susurró de forma divertida al ver al más bajo con las mejillas rojas. Ya había pasado casi una hora y media desde que estaban juntos.
—¿Por qué debería estarlo? —se atrevió a preguntar. Ambos morían por dentro, querían gritar a los cuatro vientos su inmenso amor.
—No lo sé, dime tú... —respondió Mello mirando fijo la mano de su enamorado, tomándola suavemente y ejerciendo una delicada fricción con la suya.
—M-Mello... —exclamó. Near había susurrado el nombre del rubio de forma nerviosa, tal como siempre quiso escucharle, cada segundo que pasaba de la escena causaba estremecimiento en el ambiente, pues ya eran obvias las intenciones de ambos, al igual que su cariño, un cariño grandemente mutuo más allá de la amistad.
—¿Me das el permiso de decirte algo?
—Claro —le compartió una de sus sonrisas, esas que tanto ama.
Mello se acercó lento, tomando la mejilla sonrojada del albino con su mano sobrante, pues la otra se encargaba de impartir caricias en la mano más pequeña, la cual no tardó en entrelazar con nerviosismo los dedos de los dos, el rubio disfrutaba del momento tanto como Near. El mayor acariciaba con cuidado la delicada piel de su amado, que con un pequeño roce estremecía a su pareja, el comportamiento tan peculiar e inocente de Near le enloquecía y sentía que se enamoraba más y más, gozaba del momento, pues para él el tiempo era un concepto inexistente, al igual que las demás personas del lugar; en el momento que sus labios se conectaron sintió ganas de sonreír de la manera más tierna que se le ocurriese, añoraba con todas sus ganas que pasara lo que ahora era realidad, todo desde ese momento fue perfecto, sus labios entraron en contacto de forma nerviosa y como buenos novatos, sentían vergüenza de entablar tal conexión.
Y al acabar el pequeñísimo beso, Mello habló.
—Quiero decirte que te amo como a nadie. —Dijo sin quitar su mano de la mejilla contraria, que ardía como nunca en su vida, los ojos azabache miraban hipnotizados a los zafiro, ambos reflejaban amor puro.
—Yo también, te amo, Mello —sin dar paso a una mirada o siquiera un cambio de expresión, Nate River se aventó a los brazos de Mihael Keehl.
Después de todo, el 14 de febrero le terminó encantando a ambos, luego de decir que la pasarían abandonados, resultó que a pesar de los problemas y los obstáculos, nunca más estuvieron solos.
Dedicado a dos hermosas personas que me inspiraron a escribir esto, mi OTP yuri: BladePalacios y J-Bfly, espero que les guste!
Hola!
¡Feliz día del amor y la amistad atrasado xD! Espero que hayan engordado por tanto chocolate o así xD 💕💕, ya pensaba que no podría publicarlo :c, pero gracias a la fe que tengo en Goku si su pudo TuT(?
¿Qué les pareció? Fue algo muy corto, casi sin trama, pero al menos a mí me fascinó como quedó, me emocioné al ver que yo lo escribí :''3 💖.
Hace cuánto no publicaba algo uwu, perdonen, pero me he dedicado a reparar los errores ortográficos del otro fic y a tratar de terminar las historias antes de subir el contenido :'v
(Además de leer un poquito se Billdip 7u7)