Al día siguiente llegué al hospital con todos los ánimos de aprender y ayudar a las personas, no contaba con mi mala suerte.
En cuanto pisé el segundo piso me encontré con Santiago, este al verme no pudo evitar sorprenderse y a diferencia de otras ocasiones en que al vernos lo único que podíamos hacer era sonreír y abrazarnos esta vez ambos nos miramos como si fuéramos enemigos, no le tomé importancia y cuando estaba por pasarle de lado me haló y me metió a un cuarto que estaba solo.
- Qué rayos te pasa?
- Eso es lo que yo te pregunto, qué rayos haces aquí? Creí que había quedado claro que ya no quería nada contigo.
- Por supuesto que quedó claro, si más conciso no se puede ser, pero no te creas tan importante Santiago, créeme que de haber sabido que estabas aquí me doy la media vuelta y no vuelvo.
- Pues entonces no entiendo que sigues haciendo aquí, espera... no estas enferma o si?
- Y tu eres el que dice que ya no le importo, para tu mala suerte no, no estoy enferma, estoy aquí porque voy a realizar mis prácticas.
- Me lleva... olvide que estudiabas medicina.
- Es una pena que estudiemos lo mismo, pero, aún así, yo no voy a detener mi carrera profesional por un estúpido como tu.
- Escúchame bien Catherine, más vale que te vayas por tu propia cuenta si no quieres que yo mismo te saque del hospital.
- Tranquilízate, no voy a interferir en nada, siempre y cuando tu también me dejes tranquila.
- No es por eso tonta, te estás arriesgando demasiado.
- De qué hablas?
- Aquí te arriesgas, estar en este hospital pone tu vida en riesgo.
- No digas tonterías.
Me retire de inmediato y me dirigí a la oficina del director del hospital, su cara me parecía muy conocida pero por más que trataba no podía recordar quien era, después de una larga conversación me asigno al médico que me daría las instrucciones y el entrenamiento para estar en el hospital, para mala suerte de todos a quien me asignaron fue Santiago.