181 años antes
~Baile de máscaras~
- Todo mundo baila, qué hermoso no cree usted?. Dijo Eva con la mirada en todos sus invitados.
- Por supuesto que sí, magnífico. Respondió su institutriz.
A continuación una escena donde decenas de personas se encuentran bailando, riendo y algunas otras tomando.
Los caballeros solteros miraban hacia las damas solteras en busca de alguna que les llenará el ojo para bailar, todos excepto uno, que únicamente estaba sentado en una mesa tomando vino tinto, misterioso con su traje negro y máscara blanca con forma de algún conejo. Llamaba la atención de todas las damas incluyendo la de Evangeline.
Nadie sabía quién era, y todos querían saberlo... Tan rápido como empezó la fiesta todos empezaron a hacer rumores: que si es un agente en cubierto que solo cuida que no haya desastre, que si es un príncipe buscando esposa, que si es un ladrón bien vestido buscando su siguiente víctima...
Y lo cierto era que solo un caballero, uno como tantos que buscaba solo resaltar en la sociedad, un joven empresario que había llegado de un sitio desconocido.
¿Y ahora? ¿Por qué no bailaba con alguien? ¿Por qué no hablaba con alguien? ¿Por qué nadie lo acompañaba? Demasiadas interrogantes rondando en la cabeza de Evangeline que aunque quisiera no las podía alejar.
Finalmente cuando tuvo el valor, se acercó..
- ¿Puedo sentarme?. Dijo con voz algo débil.
El hombre solo la miró y movió su cabeza en señal que sí, Eva se sentó a su lado, y entonces pudo ver lo que él... Una magnífica vista de todo el salón, desde la entrada hasta las grandes escaleras.
- Linda vista. Dijo ella en un susurro para sí misma.
- Espléndida. Contestó aquel hombre misterioso.
- y ¿No le gustaría formar parte de ella?
- Tal vez, pero solo con alguien que valga la pena.
-¿ y yo valgo la pena?. Lo miro por el rabillo de su ojo, pensando en la vergüenza que sería que la rechazará.
- Que una mujer sea quien invite al caballero a bailar no es algo común, su belleza es espléndida y sus modales impecables, creo yo que es alguien de apreciar y no es sólo una persona que valga la pena.
Se levantó y extendió su mano hacia Evangeline y está la tomo, caminaron juntos hacia el centro de la pista y comenzaron a bailar.
Una danza tan pacífica, y maravillosamente armoniosa.
Y tanta era la calidez que ambos sentían que ninguno quería separarse.