Paul's pov.
Iba camino al spá, tenía una cita para un masaje. Mar, mi mejor amiga, me había dicho que necesitaba algo para aliviar mi tensión, ella dice que estaba muy tenso.
Luego de unos minutos de tráfico, llegué al lugar. Tenía un aspecto relajante, paredes color crema y un aroma a rosas.
-Eh... buenas tardes. Tengo una cita para un masaje. -le sonreí a la recepcionista. Tecleó algunas cosas en la computadora y me miró.
-Sí, pero llegas quince minutos tarde y nuestra ultima masajista se ha ocupado. -devolvió su vista al computador. -pero, para tu suerte, uno de nuestros mejores masajistas está disponible. -sonrió.
-¿Uno?, ¿es hombre? -fruncí levemente el ceño. La verdad es que esperaba a una rubia de grandes atributos, no quería un masaje con un hombre pero tampoco quería perder mi tiempo. La recepcionista asintió. -está bien.
-Ven conmigo. -se levantó de su asiento y llegamos a un cuarto un poco más pequeño. En medio de la habitación había una cama para masajes y en ella había una toalla, en las paredes habían estantes con cremas o aceites. -Entra al baño de ahí y te quitas toda la ropa, luego te acuestas en la cama boca abajo y te cubres con la toalla. Nuestro masajista no tarda en llegar. -me regaló una sonrisa y se salió.
Hice lo que me indicó, fui a acostarme en la cama y coloqué la suave tela de la toalla sobre mis glúteos, esperando que llegara John, al parecer así se llama mi masajista. Pasaron cinco minutos, la puerta fue abierta y cerrada rápidamente, una figura masculina se acercaba a mí. Levanté mi mirada y me encontré con unos impactantes ojos café, nunca en mi vida había visto unos así; y ni hablar del resto de su apariencia. Tenía el cabello de un color castaño claro, seguramente era más alto que yo. Tenía unos jeans negros ajustados y una camisa blanca. Me consideraba heterosexual, pero debo admitir que él era muy guapo.
-Buenas tardes. -su voz gruesa hizo que mi piel se erizara. -Soy John, tu masajista.
-Hola, soy Paul, el gusto es mío. -traté de no sonar nervioso.
--Bien... ¿qué tipo de masaje quieres? -preguntó.
-No sabía que tenía que elegir. -sonreí un poco apenado
-De eso no te preocupes. -sonrió otra vez. - Eso se soluciona, ahora solo relájate. Yo me encargo del resto.
Volví a recostar mi cabeza, podía sentir mi cuerpo temblar.
John's pov:
Agarré una de las botellas que se encontraban en los estantes, abrí y vertí un poco de ese líquido en mis manos. Coloqué mis manos sobre la espalda del pelinegro y sentí cómo su piel se tensaba al tacto.
-Relájate. -susurré en su oído mientras pasaba mis grandes manos por su cuerpo. Comencé haciendo movimientos lentos y circulares por la parte de sus hombros y descendía hasta el final de su espalda, haciendo presión para alivianar sus músculos, hasta casi rozar el gran trasero de Paul.
Mordía mi labio mientras tocaba su pequeño cuerpo. Cómo me gustaria verlo montado sobre mi polla ahora mismo, encima de la cama de masajes o en el suelo, no importa dónde. Su trasero se veía tan apetecible desde mi punto de vista, quería tocarlo, estrujarlo, darle nalgadas, que Paul gritara mi nombre.
Seguía con el masaje, deslizaba mis manos de arriba abajo, desde los hombros hasta su trasero, que cada vez se iba destapando más. Me eché un poco más de aceite y continué con sus piernas, eran tan perfectas. Tomé el muslo derecho y fui haciendo movimientos ayudandome de los pulgares, bajando hasta sus pies y volía a subir al muslo frotando con delicadeza, tocando apenas el trasero del chico y con estos movimientos, su entrada también. Cómo me gustaría introducir mis dedos y lengua en él. Eché un poco más de aceite en mis manos, que accidentalmente se iban dento de sus muslos.
-Hey, ¿qué haces? -dijo Pau con las mejillas rojas y un poco alterado.
-Lo siento, el aceite es muy resbaloso. -alcé mis hombros y solté una risa muy tenue. -Ahora debes voltearte, si quieres te doy la espalda mientras lo haces.
-Sí, por favor.
Me dí media vuelta y Paul pudo acostarse como le indiqué de una manera comoda, poniendo la toalla en sus partes privadas. Me volví a girar cuando Paul dijo estar listo. Estaba recostado en la cama, con los ojos cerrados y solo una toalla cubriendo su total desnudez.
Volví a tomar el aceite entre mis manos, las deslicé por el pecho de Paul. Agarraba discretamente sus pezones, cubriendolos en aceite. Bajaba mis manos hasta su abdomen y repetía los movimientos con suavidad. Pasé nuevamente a sus piernas, empezando desde los muslos hasta sus pies.
Cuando me acercaba a su entrepierna, podía notar que el bulto bajo la toalla crecía, no podía resistirme a morder mi labio. Pude ver que Paul abrió su boca, soltando un suspiro. No pude resistir más y deslicé mi mano por debajo de la toalla, tomando el pene de Paul.
-¿Qué h-haces? -Paul tenía las mejillas más rojas que un tomate.
No respondí. Deslicé mi mano de arriba hacia abajo en el miembro del pelinegro, Paul no quería que me detuviera, lo disfrutaba mucho y cerró sus ojos por instinto, mientraspequeños jadeos salían de su boca.
Quité la toalla de encima y tuve plena vista de cuerpo. Seguía deslizando mi mano sobre su pene y acerqué mi boca hasta él, pasando mi lengua por ahí. Los jadeos de Paul se hacían cada vez más presentes, jugaba con la lengua en la punta de su pene, dando movimientos circulares mientras que mis manos seguían tocándolo.
-Mierda... Oh, John. -agarró las sábanas de la cama y arqueó su espalda. -Me voy a correr. -gimió.
-Córrete para mí, hermoso. -Seguía lamiendo su pene, hasta que sentí aquel líquido blanco y espeso en mi boca junto con un gemido de Paul.
-Eso es lo mejor que me han hecho. -susurró Paul con la respiración entrecortada.
-Y eso no es todo. -dije al mismo tiempo que tomaba sus labios, besandolos con placer, invadí su boca con mi lengua. Ese beso fue tan excitante.
Mi erección empezaba a doler, sentí una mano sobre mis pantalones, Paul seguía con el beso mientras tocaba mi rección. Quité mis pantalones y mis demás prendas, quedando desnudo en frente de Paul. Se arrodilló en frente de mí y tomó mi pene en sus manos y lo introdujo en su boca, llenándolo de su saliva. Al cabo de varios minutos, me corrí en su boca, llenandola de semen. Paul tragó todo, no dejó escapar ni una sola gota.
Se levantó del suelo y volvió a besarme con deseo, mientras yo puse una mano en su trasero, estrujándolo. Lo levanté por las piernas haciendo que se enredaran en mi torso y lo senté en la cama para masajes.
-Colócate boca abajo y levanta ese hermoso culo. Sé que te va a gustar. -Ordené y así lo hizo.
Hundí mi cara en el trasero de Paul, empecé a lamer su entrada y a penetrarlo con mi lengua. Los gemidos de Paul llenaron la habitación. Introduje uno de mis dedos en él, lo metía y lo sacaba, hasta que introduje dos dedos.
-¿Te gusta?
-Sí, s-sigue. -repondió entre gemidos, sus gemidos eran música para sus oídos. Introduje un tercer dedo en su interior. Paul estaba por enloquecer.
-John, hmmm, por favor. -gimió.
-¿Por favor qué, lindo? -susrré cerca de su oído y pude sentir su piel erizarse.
-Quiero que me folles. -dijo con dificultad. Eso fue lo que me terminó de incendiar.
Volteé a Paul, haciendo que quedara boca arriba y levanté sus piernas, poniéndolas en mis hombros. Coloqué mi pene en su entrada y lo deslicé por completo dentro de él. Las embestidas empezaron lentas, no quería hacerle daño.
-Mmm, más rápido, Johnny. -volvió a gemir, clavando sus uñas en mi espalda.
La velocidad fue aumentando, ahora las embestidas eran fuertes, el sonido de nuestras pieles chocando resonaba en toda la habitación, al igual que nuestros gemidos. Paul agarró su miembro y comenzó a masturbarlo, en cualquier momento podía llegar a su maravilloso orgasmo. Estaba tan excitado que no tardó en hacerlo, al mismo tiempo que yo me corría en su interior, soltando un suave y grave gemido.
Salí de su interior para caminar hasta el pequeño sofá en una equina de la habitación para tomar asiento y vestirme.
-No sabía que esto era un tipo de masaje. -dijo bromeando, intentando recobrar la respiración
-Apuesto que es el mejor que te han dado. -contesté soltando una leve risa y abrochandome los pantalones.
Una sonrisa apareció en el rostro de Paul, me acerqué hasta él y casi tocaba sus labios, pero me desvié a su cuello. Besé su cuello, los gemidos empezaron a escuchrse otra vez. Me separé de él. Paul tomó sus prendas, se vistió y salió del cuarto, más tarde del edificio.
Lo miraba desde la ventana de la habitación, él se dio cuenta de eso y me guiñó un ojo mientras sus mejillas se sonrojaban. Entró a su auto y se perdió entre las calles.
-m
años sin estar por aquí,
¿cómo les trata la vida?
jahsjaha yo estoy re abu,
¿quién habla conmigo?