Por alguna razón, esa había sido una de las mejores noches que había tenido desde nunca. No tenía nada que ver que estaba en la cómoda habitación del Rey, ni el bullicio ocasionado por el trabajo de los omnicos trabajando con el mejor material que se podía conseguir. Se sentía fresco y vigorizante. Se quitó la pierna y brazo metálicos antes de meterse a la tina. Sacó los brazos por fuera de esta estirando la cabeza hacia atrás. La espuma le llegaba hasta el cuello cubriéndole la cicatriz que le había dejado el último encuentro con Mei. La verdad, extrañaba esa sensación de mordida en el pescuezo, puede que no sea lo más sano que ha pensado, pero ¿A quién le importaba eso? Era su mente la que le daba el derecho de sentirse libre en querer desearlo otra vez. Se llevó la mano a las marcas para sentir el relieve de estas. Notó que la marca de su muñeca había desaparecido. Quedó mirándola unos segundos, la acercó a sus labios a ver si podía sentir algo en la piel. Nada. Se detuvo de súbito como si una corriente eléctrica le hubiera pasado por la cabeza. Ella puso los labios en ese mismo lugar ¿Eso era casi un beso indirecto?
—!!! —Quedó de frente mirando las marcas de la muñeca con la imagen de Mei en mente.
Hundió la cabeza hasta la nariz sujetándose del borde la tina. Jugándole una pala pasada, en su mente rápidamente recordó lo que le había dicho a Mei aquella vez. Sólo era una expresión, algo que no tenía nada que ver con lo que en realidad significaba. Incluso la había felicitado por haber pensado en algo tan genial. Lo bueno es que ella se sintió alagada, y el comentario fue lo suficiente para que la conversación tomara otro rumbo un poco más profesional. Avergonzado, hundió la cabeza al completo.
Luego de colocar otra vez sus prótesis en sus lugares respectivos, se echó una bata encima, recibió la primera taza de té del día y se sentó frente al monitor. Tenía en sus manos uno de los escritos de Mei, ya había leído un par antes de dormir y quería continuarlo. Tal parece que la robótica y la química eran muy importantes para ella, pero no lo primordial. Le impresionaba como podía mantener una postura diferente en cada caso ambiguo, dándole una crítica sólida a teorías bien. Estaba seguro de que cualquiera de ellas podría demostrarse, si tan solo las hubiera terminado de argumentar. También había garabatos sobre alguno que otro símbolo alquímico, pero parecía no interesarle demasiado por lo visto, les ponía mucho más énfasis a las ecuaciones complicadas para soluciones o valores aplicados. En cierto modo esto le daba algo de gracia.
La pantalla se encendió y vio a Mei desde la cámara de Snowball.
— ¡Buenos días! Le tengo noticias.
Ella estaba de muy buen humor, eso le agradaba. Guardó el escrito como si fuera una hoja más del montón en el escritorio, no quería que se diera cuenta que era algo de ella.
—Días, Doctora ¿Qué cosa?
—Ya hice mi primera prueba —Apuntó hacia el cielo— Con esto debería estar más que bien para que los cultivos comiencen a germinar otra vez ¿no?
El mar de nubes blancas sobre el Reino de Balderich tenía un hueco entremedio, probablemente a eso se refería con ''primera prueba''.
Mei le había comentado que lo contactaría por la mañana del día siguiente para mostrarle avances, ya que al parecer él también tenía interés en como iría su labor como climatóloga. Volvió a cargar el arma.
—Es adorable, son como pequeños explosivos— Le explicó.
Disparó una especie de bala gruesa de hielo hacia arriba, esta llegó más lejos que el agujero que le mostró. A penas esta tocó la nube se creó un agujero enorme entre las nubes dejando ver parte del pueblo por debajo, lamentablemente la apertura no se conservó por mucho tiempo, pero sí quedó un pequeño agujero por el cual se podía seguir viendo el fondo.
—Ouw... Tienes razón son adorables... Pero ¿No puedes hacer algo más nocivo?
—Eso quiero intentar, pero si la bala fuese mucho más grande pasaría hacia abajo y estoy segura de que le llegaría en el ojo a alguien —se rio.
—Es una posibilidad —Tomó la soldadura que había hecho el día anterior— ¿Qué tal si lo intentas?
— ¿Darle en el ojo a alguien? —Preguntó reprimiendo una risa— ¿O una bala de hielo más grande?
— ¿Tú cual crees? —La había mirado como si estuviese molesto, pero se rio luego de ver la cara confianzuda de Mei, se puso a buscar una placa desunida sobre un montón de placas vírgenes sobre el escritorio— Darle en el ojo a alguien, por supuesto.
—Sí, claro —Sonrió apuntando en otra dirección— ¿Quizás debería intentarlo? Veamos si puedo hacerlo cerca de la torre, por lo menos así podría tener más chance de que caiga más sobre un tejado que sobre alguien.
Mei apretó el gatillo del arma y este llegó muy arriba. Ambos vieron como el proyectil tocaba la superficie de la nube y esta de dispersaba.
—Eso fue... Un tanto ortodoxo, pero dio buen resultado —Ella sacó una libreta de su bolso y anotó algo en una pequeña libreta. La guardó y miró hacia la cámara— Bueno hasta aquí con mi reporte de hoy, Doctor.
— ¿Ya te irás?
—Tengo reunión con la Reina Athena en un rato, no puedo hacer mucho contigo viendo todo lo que hago.
—Eh... Touché.
—Avísame cómo vas con el ''Gólem'' que harás, ¿Si?
—Bien, te... Te llamaré de noche... Hehehe...
— ¡Claro! ...Hasta pronto, Doctor.
Mei volvió a su cuarto, por la mañana había recibido una carta que le permitía volver al laboratorio para comenzar a trabajar con el material que le habían dado, en la cual especificaba que tenía que verse con la reina a eso de las cuatro de la tarde, cuando tiene su tiempo libre y la invita a tomar una taza de té en el balcón. Quiso darse una vuelta por la taberna antes para contarle al cazador de dragones el progreso que había hecho, de seguro los agujeros en el cielo nublado le darían de qué hablar.
Justo antes de entrar a la taberna pudo ver a Brigitte fuera de esta mirando el cielo. Ella notó que Mei la observaba, con una mano saludó y se entró haciéndole señas para que también lo hiciera. Al cruzar las puertas, pudo ver que estaban todos en el lugar de siempre, salvo que esta vez Ana estaba hablando con Torbjörn. La científica se acercó, evitando la fila de espera que se hacía casi frente a la entrada en la hora pico. Al llegar a la mesa, la corsaria se detuvo y le dio una sonrisa, que a diferencia de otras veces, esta era sincera.
—Si vienes a decirnos ''Se los dije''... Tienes todo el derecho.
—N-No viene a eso... Vine a contarles mi plan... Si me incluyen en el suyo.
Torbjörn y Ana se miraron entre sí. Luego miraron a Brigitte que bebía un vaso de vitaminas. Los miró con confusión, luego se percató de lo que esa mirada quería decir. Dejó el vaso vacío en la mesa y se agarró un brazo mirando hacia otro lado.
—De acuerdo... —Puso ambas manos en la mesa— Mei, yo... Lo siento. De verdad no quería ser así contigo...
—Descuida, solo quieres protegerlos, puedo entender eso, llevan un buen tiempo haciendo esto y yo soy una extraña que viene a meter sus narices donde no le incumbe pero... Quiero ayudarlos, ser parte de esto.
—Pero tampoco era la manera correcta de tratarte... Mi padre y Ana tienen razón, estamos todos en contra de un mismo enemigo, mereces saber qué es lo que está pasando.
Los pasos de las sandalias de maderas se acercaron a ellos desde otro lado de la taberna, aún llevaba el sombrero de paja cubriéndole el rostro. Mei se imaginó lo que él quería decir con tan solo presentarse así. Brigitte al verlo tuvo la misma idea, levantándose de su asiento como señal de que todos hicieron igual.
—Al parecer todos estamos en la misma página —Shimada apareció dejando un vaso de greda vacío sobre la mesa— Pero me temo que todo aquí es piso de ruiseñor. Vámonos, mi maestro también querrá saber sobre las buenas noticias de primera mano.