Priest

By JoselinRivera

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¿Puede el amor ser más grande que la fe? ¿Puede obligar a un hombre a romper sus votos? Stuart regresa a su p... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Keaton
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Detalles, aclaración o como deseen llamarle.
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Caja de preguntas, sugerencias y críticas
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Partes
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
¡Extra! ¡Extra!
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Stu
Capítulo 41
Epílogo
Notas finales
Noticias

Capítulo 35

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By JoselinRivera

Stuart cerró los ojos, acomodando su espalda contra el muro rocoso, respirando lentamente, tratando de buscar la paz que su semana en el pueblo le había quitado. Prefería estar solo, pues el padre Collins le insistía con que arreglara su situación con Noodle, pero él no le veía arreglo a ese desastre pues ella se casaría con un hombre que no era él y Stuart estaba seguro de no tener el suficiente valor para verla en los brazos de otro.

Un ruido lo obligó a levantarse, una figura pequeña recortando la luz que se filtraba por la entrada, el hombre tensando los músculos al reconocer los ojos verdes de Noodle mirarlo con sorpresa.

- Noo... Señorita Noodle. – Se corrigió rápidamente, desviando la vista, ella bufando bajo, molesta por su lejanía.

- Señor Pot. – Contestó con la misma formalidad.

- Supongo que preferirá que me vaya. – Noodle se lamió los labios, los ojos oscuros detallando ese gesto. – Tal vez mi presencia le desagrade.

- No se preocupe, puedo dejarlo a usted, total, ya estaba en la cueva antes de que yo llegara. – Stuart se molestó, apretando los puños, caminando con paso pesado hasta el lugar donde estaba ella.

- Si me hace el favor de moverse, tengo que ir a buscar un trabajo, ya sabe, como renuncie a mi sacerdocio ya no viviré de limosnas y debo encontrar algo para ganar dinero.

- Lo que usted diga. – Se movió un poco, él pasando a su lado, sin embargo, no pudo avanzar, las pequeñas manos de Noodle aferrándosele a un brazo.

- ¿Puede soltarme? – Ella negó, afianzando su agarre, detestando la distancia impalpable que los separaba. – Señorita... - Noodle tiró de él para que volviese a entrar a la cueva, agarrándolo por el cuello de su camisa para besarlo con desesperación.

- Stuart. - Susurró volviendo a estrellar sus labios contra los de él, el hombre luchando con las ganas de corresponderle.

Noodle se separó de él decepcionada, apartando sus manos de su cuello, entendiendo que su relación estaba muerta. Sollozo, lamentándose el ser tan ingenua y no haber buscado una respuesta cuando era el tiempo adecuado para hacerlo, ya que ahora...

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Stuart, quien rozó con ternura sus labios, su boca danzando con la femenina con lentitud para luego obligarla a abrir la boca, sus lenguas encontrándose con timidez, las manos de Noodle volviendo a su lugar, las de él agarrándola firmemente de las caderas, apretándola contra su cuerpo.

- Te necesito. – Ninguno de los dos supo quien pronunció esas palabras primero, sin embargo, Stuart estaba más que dispuesto a volver a dejarse llevar, haciendo caso omiso de la vocecita en el fondo de su mente que le recordaba que ella ya no era una mujer libre.

Se alejaron de la entrada, apenas distinguiendo un buen punto para dejarse llevar en el áspero suelo, Noodle desabotonando apresurada la camisa de él, quitando los suspensores que se aferraban a los pantalones, evitando que se cayesen. Stuart abrió su blusa, tirándola al sucio suelo junto con su corpiño, sentándose en el suelo, abriendo su pantalón para dejar libre su erección, ella levantando su falda para quitar lo que le quedaba de ropa interior, cayendo sobre él sin molestarse en sacarse la falda, gimiendo al sentirlo deslizarse en su interior, las grandes manos descansando en su espalda baja, sus labios centrándose en succionar los suaves pechos.

Lanzó un gruñido al sentirla moverse, su cuerpo reaccionando, siguiéndola, ayudándola a ir más rápido, su corazón latiendo con fuerza, sintiendo como el placer recorría cada pedazo de él.

Noodle enredó los dedos en el sedoso pelo azul, disfrutando de las sensaciones que viajaban por sus nervios, repitiendo el nombre del hombre junto con pequeñas maldiciones, estremeciéndose hasta que lo apresó fuertemente dentro de sí, Stuart soltando su semilla en su interior con un fuerte jadeo.

- Toochi. – Murmuró, besando su cabello, Stuart abrazándola contra su pecho, paseando sus labios por el cremoso cuello femenino.

- Noodz. – Ronroneó, acariciando su mejilla con amor hasta que recordó el lugar donde y que ella no de él.

- Toochi ¿qué pasa?

- ¿Te ha pasado que de un momento de felicidad bajas directamente hasta el más amargo de los infiernos?

- Stu... - Se deslizó fuera de ella, alejándose.

- Acabas de engañar a tu prometido conmigo ¿acaso tanto me odias como para no dejarme amarte en paz?

- No, yo lo que quiero es...

- Sé que debo pagar mi error, Noodle, pero esto es demasiado. – Lloró. - ¿Quieres hacerme adicto a ti? Ya lo soy, no es necesario esto.

- Pero... - Se levantó, tratando de alcanzarle, sin embargo, él ya estaba vestido.

- Te amo tanto que dejaría que me usases como un juguete si así son tus deseos. – Levantó la vista, mirando los ojos verdes que tanto amaba. – Pero tú solo quieres vengarte de mí.

- No, no es así... - Trató de explicarse, vistiendo su torso con su blusa manchada con tierra.

- Espero que sea feliz, señorita Noodle. – Murmuró, sus piernas obligándolo a alejarse, dejando a la maestra sola en la húmeda cueva, deseando haber sido más fuerte para negarse a lo que ella le provocaba.

Noodle tembló, las lágrimas bajando por sus mejillas, deseando correr detrás de él para detenerlo y aclarar las cosas, porque Stuart estaba equivocado, ella lo amaba y había reflexionado sobre darle su perdón y terminar con el ridículo compromiso que la mantenía unida a Kipling, pero parecía que el hombre de ojos negros estaba demasiado lastimado para siquiera escucharla.

Decidió regresar a su casa, queriendo volver el tiempo atrás y detenerse a sí misma antes de darle el sí a John.

____________________

- Eres un verdadero idiota, muchacho.

- Siempre dice eso, padre, ¿qué debería sorprenderme ahora?

- Primero seduces a una monja, después haces que deje los hábitos y se vaya a vivir contigo. – Le reclamó. – Si no fuese porque yo mismo oficié su matrimonio, ya serías otro nombre en el cementerio.

- ¿Le molesta mi relación con Marie?

- No, pero lo que si molesta es que se te pasara la mano con los ánimos para el ingeniero.

- ¿Por lo de la boda?

- Sí, te dije que era para darle celos a Stuart, pero sin el aquí no deberías haber hecho nada. – Masculló colérico el sacerdote, agarrando con fuerza la taza de té que Marie le había servido.

- ¿Creen que su plan llegará a algún lado? ¿no han pensado que solo lastiman a Stuart y a Noodle?

- Corderito, esto debe ser así. – La mujer se acomodó en su asiento, molesta. – Además, el ingeniero tarado no se casará con la maestrilla.

- ¿Por qué lo dices?

- Se acuesta con Paula. – Marie y Collins abrieron los ojos, sorprendiéndose con lo dicho por Murdoc.

- ¿Cómo lo sabes?

- Es obvio, angelito, Paula y él siempre se pierden en horas de trabajo, además, digamos que me los encontré en una posición muy comprometedora en la cocina de mi taberna.

- ¡¿Qué?!

- No se preocupen, no me vieron, aunque ya no quiero nada que haya estado cerca de esos dos. – Bebió un sorbo de su cerveza antes de continuar. – Pienso que usted, padre, podría hablar con Noodle para que solucione sus problemas con Stu, y yo podría chantajear al ingeniero con hablar de su infidelidad para que acabe con su compromiso.

- ¿Y yo? – Preguntó la única mujer, frunciendo el ceño.

- Tú tarea ya esta hecha, corderito, me haces feliz. – Ella sonrió, Collins poniéndose de pie.

- Me agrada tu idea y lo mejor es que lo hagamos rápido, no me apetece dar mi bendición a una unión sin futuro. – Murdoc asintió, levantándose para despedir al sacerdote.

- Empezaré lo antes posible si le parece.

- Hazlo y roguemos porque esto se solucione.

- Así será, padre, así será.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        

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