Aubrey
Caí dormida abrazada a los recuerdos anclados a aquella sudadera, había demasiadas cosas en mi mente, demasiado en que pensar, pero lo único que podía resolver en ese momento era el asunto con mi madre, debía saber que tan malo había hecho para que ella me dejara de hablar, inclusive tenía pensada una buena disculpa, una en la que me disculpa, no solo por lo que había hecho, sino por ignorarlo por completo.
Siempre habíamos sido unidas así que este distanciamiento me lastimaba, no quería que me dejara de lado, sabía que pronto sería una mujer casada, y que tendría que enfocarse en su felicidad y me alegraba, pero no quería que fingiera que no existo.
Me pare frente a la puerta de la que era mi casa y estuve ahí por unos minutos hasta que tome suficiente valor para entrar, no toque, aun trataba de conservar la ilusión de que esa seguía siendo mi casa, pero esta se arruino de golpe al ver que estaba completamente vacía, aún a estas fechas no entiendo porque estaba abierta si estaba deshabitada al parecer, revise la planta baja y no había absolutamente nada así que pasé directo a mi habitación, ahí todo estaba justo como lo dejé el día que me fui a la universidad, pero las demás habitaciones estaban desiertas, se sentía como una película de horror personal insoportable, así que salí de ahí y me dirigí al lugar lógico donde estaría mi madre, la casa Rydel.
Esta vez toque la puerta ya que era casa ajena, aún más de lo que se sentía la anterior, nadie respondió así que me tomé le libertad de cruzar el umbral con mis nervios a tope y esperando no encontrarme con el señor Rydel.
Esa casa se sentía fría y a pesar de ser temprano en la mañana, se sentía demasiado oscura.
Camine a la cocina tratando de esquivar los recuerdos de mi infancia en esa casa, que parecían atacarme cuál flechas a un tiro al blanco, al llegar a la cocina note una silueta que trataba torpemente de sacar algo del horno cuando lo logró y me vio lanzó el grito más cómico de la historia y de no ser por las circunstancias habría reído a carcajadas — Aubrey, ¿que estas haciendo aquí hija? — mi madre siempre había sido fácil de asustar — necesitamos hablar... no se que haya hecho o dicho, pero lo lamento en serio, extraño a mi madre y quiero recuperar la, esta etapa de silencio de tu parte es más dolorosa para mi de lo que te puedas imaginar, quisiera que estuvieras cerca cuando... — mis palabras iban cargadas de una sinceridad que era difícil de ignorar y el nudo en la garganta evitaba que hablará sin gimotear — hija, tu no hiciste nada pero... — suspiro, eso no era bueno, se quito los guantes de cocina como si pesarán una tonelada y ahí lo note, la argolla de matrimonio que estaba bajo los guantes y si mi lógica no fallaba uno debía estar casado para poder usar una de esas — ¿y ese anillo? — ella miró el anillo e inútilmente trató de ocultarlo — las cosas no son como crees hija — esperaba que no, pues implicaría que no invito a su única hija a su boda —¿entonces? — ella puso ambos brazos en la isla de la cocina, como si necesitará recargarse en algo antes de soltar una bomba — después de lo que pasó en la cena de compromiso, la familia de Jack empezó a hacer preguntas que no pude contestar, como; ¿quien es el padre? ¿Porque no está con ella? ¿Qué va a hacer cuando nazca el bebé?, y cosas así, la familia de Jack estaba juzgando te y no los culpo, las circunstancias de tu embarazo son muy extrañas casi irreales — mi madre estaba dudando de mi, auch — estas tratando de decirme que pusiste en tela de juicio todo lo que te dije, ¿porque? — ella agacho la mirada — hija, es solo que no quería avergonzar más a Jack, por eso adelantamos la boda, la hicimos más privada y... ni siquiera Charlie pudo venir —Charlie no pudo venir, a él si lo invitaron, porque sabían que no vendría, fue callando al darse cuenta de la palabra que había usado —¿vergüenza?, vaya, te a vergüenzas de mi, es increíble — ahora estaba realmente molesta — es que no entiendes lo difícil que fue quedarme ahí escuchando lo que decían de ti, y lo difícil que es verte así, no lo entiendes — ¿ahora ella era la víctima? — ¿difícil?, te diré lo que es difícil, difícil es que tus profesores te traten como idiota, que tus compañeras te vean como una cualquiera, que tus compañeros huyan de ti como si tuvieras lepra y que nadie se te acerque porque al parecer son tan idiotas que sienten que el embarazo es contagioso y más difícil es saber que tu te avergüenzas de mi pero sabes algo, no importa porque lo que yo tengo va más haya de ti y de la opinión de los demás, yo debería ser quien se avergüence de ti y tu pensamiento tan cerrado y desmemoriado, porque si no mal recuerdo a mi edad tu ya me tenias así que no entiendo porque te pones así – ella no me miraba — perfecto, creo que no hay más que decir, se cuando no me quieren cerca así que seguiré tu ejemplo — ella me miró —¿cual? — sonreí con algo de malicia — bueno, dejaré de complicar tu perfecta vida de casada, ya tengo un padre que finge que no existo así que si para ustedes es tan fácil, dudo que yo no pueda hacer lo mismo a fin de cuentas tu también te alejas te de mi abuela antes que yo naciera — ella trató de acercarse y yo retrocedí — creo que estas exagerando — alce una ceja — lo que yo creo es que es momento que me vaya, mis hijos y yo te deseamos una buena vida, adiós madre — saque el ultrasonido de mi bolsillo y lo deje encima de la isla, no le di tiempo reaccionar y salí emprendiendo la graciosa huida.
Subí estoicamente a mi auto y no miré atrás pero en cuanto cruce la esquina detuve el auto y me deje llorar, eran lágrimas de coraje y de pesar, ella había mentido, dijo que estaba feliz por mi, pero ahora salía con eso, era una falsa y ahora que no tenía a nadie, era momento de emprender el vuelo, no más dependencia maternal.
Estaba cerca del permiso por maternidad que la escuela me había otorgado y no tenía a donde ir, no tenía nada. Así que tendría que tragarme mi orgullo y recurrir a la única persona que sabía que tenía suficiente para darme y que en realidad tenía la obligación de hacerlo desde hacía años, mi padre.
Les contaré de él, su nombre es Malcolm LeNoir, es el socio mayoritario de la reconocida firma L&E (LeNoir & Evergreen) principalmente encargada de asuntos de corte empresarial. Era un hombre desinteresado, en cuanto a la familia respecta, en todo lo demás era un hombre apasionado, pasaba horas encerrado en su estudio revisando cada detalle de un caso antes de llevarlo a juicio, cuando "conviviamos" siempre estaba con su teléfono pegado al oído o mandando cientos de mensajes.
Cuando eran mis recitales de ballet (pasatiempo elegido por mis padres ignorando mis protestas) asistía pero solo se sentaba a revisar su teléfono. El último recital en el que participe tuve una caída, no fue para nada estrepitosa, bien podría haber pasado por un ligero tropiezo, el lo noto y al finalizar se acercó a decirme "si planeas caer en cada paso y no levantarte deberías abandonarlo de una vez" en ese momento no entendía a lo que se refería solo al sentido literal de "deberías abandonarlo de una vez" así que lo hice y en ese momento no entendí porque estaba tan decepcionado.
Cuando tenía 12 uno de sus asistentes tenía la obligación de cuidarme en el despacho solo en lo que mi madre se desocupada para llevarme a casa, pero yo quería conocer el lugar donde mi padre trabajaba así que corrí a su oficina, ahí murió la idea de mi padre como figura impune, estaba comiéndose a su secretaria a besos, en cuanto noto mi presencia se encaminó a mi y pensé que me diría algo, en su lugar solo cerró la puerta y supongo, siguió con lo suyo, yo no sabía si hablar o no, incluso me enferme, no dormía, no comía, no podía ver a mi madre a la cara sin sentirme mal por saber algo así, al final, mi madre lo supo sin que yo dijera nada, mi padre creyó que era culpa mía y se fue de la casa, así que después del divorcio, a mis 13 años me llamó diciendo "en dos horas me iré a vivir a España, un par de años adiós.. Amm y feliz cumpleaños número 11, suerte" y así se fue arruinando mi fiesta, estaba tan triste que llore sobre el pastel después que mi madre despidió a los invitados, Charlie se quedó esa noche, y me consoló cuando llore hasta caer dormida, y cuando las pesadillas me atacaron, el se quedó despierto hasta el amanecer platicando conmigo, siempre estaba ahí cuando todo se jodia.
Después de eso, mi padre dejó de mandar la pensión alimenticia y lo se porque mi madre me lo dijo, me lo decía todo, lo cual era incómodo en ocasiones.
Tuve que ver a mi madre llorar le casi a diario cuando se fue de la casa y verla llorar de nuevo cuando se volvió a casar, fui su pañuelo de lágrimas. La vi caer en la depresión más profunda al punto de tener que darle de comer casi a la fuerza, estuve con ella cuando todo se volvió oscuro y ahora la avergonzaba. La mezcla de tristeza y coraje me subía como ácido por la garganta, pasé por muchas cosas sin decirle nada para evitarle problemas, y aún así, me volví una vergüenza para ella.
Por otro lado, mi padre y yo nos volvimos seres sin un lazo ajeno al genético y ahora tendría que apelar a este lazo para conseguir un pequeño financiamiento para comprar ropa para mis pequeños, si creen que estaba desesperada por ayuda, están en lo correcto.
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Damas y caballeros, un resumen de la historia familiar de Aubrey, no todo es como parece... A veces las personas que parecen ser buenas y dulces son más malas que las que parecen el mismo diablo jaja, en fin gracias por leer.
Jessy🌺