Moonlight Sunrise | Captain T...

By goalartist

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En un mundo de sombras y luces cambiantes, Beniko Wakabayashi busca un rincón donde su alma pueda reposar en... More

Moonlight | Prólogo
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗗𝗼𝘀: Quiero jugar fútbol.
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗧𝗿𝗲𝘀: Importante para mi
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗖𝘂𝗮𝘁𝗿𝗼: Banca del mejor
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗖𝗶𝗻𝗰𝗼: Sentimientos
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗦𝗲𝗶𝘀: Las chicas dominan
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗦𝗶𝗲𝘁𝗲: Campeones Nacionales
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗢𝗰𝗵𝗼: ¿Por qué jamás lo dijiste?
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗡𝘂𝗲𝘃𝗲: Carta
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗗𝗶𝗲𝘇: CARO
Sunrise | Prólogo

𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗨𝗻𝗼: Previa

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By goalartist

El ambiente en el lugar parecía haber cambiado, y para Beniko resultaba ser más que evidente, últimamente, las dinámicas a su alrededor se estaban transformando de maneras que no había anticipado. Desde la llegada de aquel niño que logró anotar un gol contra su primo, Genzo, las cosas no volvieron a ser las mismas.

Genzo, que solía ser una figura imponente y segura de sí misma, ahora se había sumergido en una rutina implacable de entrenamiento. Cada noche, sin importar la hora, él continuaba practicando, perfeccionando sus habilidades como si estuviera decidido a nunca más ser derrotado. Para Beniko, era difícil ver a su primo así, pero también entendía su determinación. La derrota había encendido un fuego en él que no se apagaría fácilmente.

El cuarteto del Shutetsu, a menudo buscaba a Genzo en la mansión donde vivía, pero rara vez obtenían una respuesta positiva. A pesar de sus esfuerzos Genzo parecía estar en una misión solitaria, enfocada únicamente en su entrenamiento. Beniko observaba todo esto desde su rincón, preocupada pero sin saber cómo intervenir.

La sorpresa de Beniko se presentó cuando incluso los de la primaria Nankatsu comenzaron a entrenar con una intensidad similar. Aquel gol había sido un catalizador para un cambio general, no solo en su primo y sus amigos, sino también en los jóvenes jugadores del Nankatsu. Era como si una ola de inspiración y competencia hubiera barrido todo a su paso, empujando a todos a mejorar.

Desde hacía días, Beniko había comenzado a observar a los jugadores del Nankatsu muy discretamente. Se mantenía a la sombra, tratando de no ser vista por ellos. O bueno, eso creía ella hasta que una chica perteneciente a ese grupo apareció a sus espaldas. La sorpresa de Beniko fue evidente cuando sintió un toque ligero en su hombro y se giró para encontrarse con una mirada amable.

—Hola, ¿te gustaría unirte a nosotros? —dijo la chica con una sonrisa cálida. Beniko parpadeó, sorprendida por la amabilidad de la desconocida.

—Oh, yo... —comenzó Beniko, sin saber realmente qué decir. La chica la miró con paciencia, esperando a que terminara su pensamiento.

Beniko analizaba a la chica un poco, no parecía ser de Japón y eso se evidenciaba con su cabello largo y rubio, resplandeciendo con un brillo natural que recordaba al sol de la mañana y sus ojos, de un azul profundo y penetrante, además de un toque de dulzura que cautivaba a cualquiera que se cruzara en su camino.

—No tienes que jugar si no quieres, pero puedes venir a vernos entrenar más de cerca. Es divertido, y podrías conocer a los demás —sugirió la chica, manteniendo su tono amigable.

Beniko miró a la chica y luego a los jugadores del Nankatsu que continuaban con su entrenamiento enérgico. Una parte de ella se sintió tentada por la oferta, no tanto por el fútbol, sino por la posibilidad de conectar con alguien en este nuevo mundo, pero otra sentía que podría ser una traicionera al relacionarse con los rivales.

—Tal vez... podría intentarlo —dijo finalmente Beniko, con una voz apenas audible. La chica sonrió aún más ampliamente y la tomó de la mano.

—Genial. Soy Shõri, por cierto. —dijo mientras comenzaban a caminar hacia el campo.

Al escuchar su nombre, la galesa se dio cuenta de quién era; por el lugar se escuchaba mucho su nombre: Shõri Akimoto, quien había comenzado a popularizar un fútbol diferente, porque a palabras de la rubia el fútbol no es solo para hombres.

—Soy Beniko.

Shõri asintió dedicandole una sonrisa.

El campo de fútbol estaba bañado por la luz del sol de la tarde, las sombras de los jugadores alargándose sobre el césped verde. Beniko seguía a Shõri con pasos vacilantes, sintiendo la suavidad del pasto bajo sus pies y el murmullo distante de los otros estudiantes que se preparaban en el entrenamiento.

—Aquí es donde entrenamos todos los días —explicó Shõri, señalando hacia el campo. Había un brillo entusiasta en sus ojos, una chispa de pasión que era difícil de ignorar. —No es tan intimidante una vez que te acostumbras. Además, todos son muy amables.

Beniko asintió lentamente, sus ojos vagaban por el campo. Observó a los jugadores correr, reír y practicar con una camaradería que le resultaba extrañamente ajena, pero al mismo tiempo, tentadoramente cercana.

—¿Vienes muy a menudo? —preguntó Shõri, mirándola con curiosidad.

—No, no realmente. —Beniko respondió, su voz aún sonaba tímida.

Shõri soltó una risa ligera, apretando suavemente la mano de Beniko.

Mientras continuaban caminando, Beniko notó cómo la presencia de Shõri parecía atraer la atención y el respeto de los demás jugadores. Era evidente que ella no solo era una jugadora talentosa, sino también una líder natural. La calidez de su sonrisa y la firmeza de su agarre le daban a Beniko una extraña sensación de confort y pertenencia.

Llegaron a un rincón del campo donde varios jugadores estaban descansando y charlando animadamente. Shõri hizo una breve pausa y se volvió hacia Beniko con una mirada alentadora.

—Beniko, estos son mis amigos y compañeros de equipo —dijo Shõri, señalando a los jugadores —. Chicos, esta es Beniko. Va a estar observándonos un poco hoy.

—Ah, pero si es la prima de Genzo Wakabayashi —habló uno de ellos—. Espero no seas igual que él —el niño enarcó una ceja, observando a Beniko de arriba a abajo.

Ella se sintió juzgada, una sensación incómoda que la hizo bajar la mirada por un instante.

—¿Eres prima de Wakabayashi? —le cuestionó Shõri con sorpresa.

Beniko no pudo ignorar el tenue rubor que apareció por las mejillas de Shõri; eso le hizo sonreír. La pelirroja asintió, realmente eran pocos los que conocían del vínculo que la unía a aquella familia, por varios motivos, entre ellos su diferente forma de actuar.

—De ellos solo me cae bien Himari —volvió a hablar el chico, cruzándose de brazos.

Beniko lo observó, sintiendo un nudo en el estómago, pero antes de que pudiera responder, Shõri intervino.

—Oye, no es justo juzgar a Beniko por su relación con Wakabayashi. Sé que no te agrada él, pero no es motivo para hablar así. Beniko es su prima y claro que le va a doler lo que dices de su familia —dijo Shõri con firmeza, mirando al chico con una expresión severa.

El chico bajó los ojos, pareciendo reconsiderar sus palabras. —Lo siento, no quise ser grosero —murmuró, un poco avergonzado.

De repente, uno de los jugadores, un chico con cabello castaño y ojos brillantes, se acercó a Beniko con una sonrisa amistosa.

—Hola, soy Tsubasa —dijo, extendiendo una mano hacia ella.

Beniko estrechó su mano con timidez, sintiendo el calor de su apretón. —Hola, soy Beniko.

—Es un placer conocerte, Beniko. —dijo Tsubasa, soltando su mano—. ¿Te gusta el fútbol?

Beniko dudó antes de responder, sus ojos se desviaban del campo a Tsubasa. —No estoy segura. Nunca suelo jugarlo, solo cuando Kisugi me invita a jugar —lo último lo murmuró con algo de vergüenza.

Tsubasa asintió comprensivamente. —Entiendo. Tal vez, si lo intentas, también puedas encontrar algo que te guste en él, ¿quieres intentarlo? —preguntó Tsubasa suavemente, ofreciendo un balón a Beniko.

Las palabras de Tsubasa resonaron en Beniko, plantando una semilla de curiosidad en su interior. Ella sintió que, por primera vez en mucho tiempo, estaba a punto de dar un paso hacia adelante, dejando atrás las sombras de su rincón oscuro y abrazando la luz del sol y las posibilidades que se abrían ante ella.  



─────── -ˏˋ  ˎˊ- ───────



Cuando comenzó a hacerse tarde, Beniko decidió que era momento de regresar a su casa. Se acercó a Shõri, Tsubasa y los demás con una sonrisa, sintiendo una calidez en su corazón que no había experimentado en mucho tiempo.

—Bueno, creo que es hora de irme —dijo Beniko, intentando disimular el cansancio que sentía después de la intensa tarde de nuevas experiencias.

Shõri fue la primera en responder, dándole un suave abrazo. —Me alegra que hayas venido, Beniko. Eres bienvenida aquí siempre que quieras.

Tsubasa asintió con una sonrisa. —Sí, ha sido genial conocerte. Espero que nos veamos pronto.

Mientra caminaba rumbo a su casa, absorta en sus pensamientos sobre el día, se encontró con Kisugi en el camino. Él la observó con una ceja levantada y una sonrisa juguetona en los labios.

—¡Vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? —dijo Kisugi, acercándose a ella—. ¿No es Beniko, la nueva jugadora del Nankatsu? 

Beniko lo miró con sorpresa, pero pronto captó el tono de broma en su voz y no pudo evitar sonreír.

—Oh, ya sabes, solo decidí cambiar de bando por un día —respondió Beniko, jugando con el chiste.

Kisugi soltó una carcajada y le dio un suave golpecito en el hombro. —Bueno, espero que no hayas revelado todos nuestros secretos. 

Beniko negó con la cabeza, riendo. —Solo estuve observando y aprendiendo un poco. Fue un buen cambio de rutina.

Kisugi asintió, caminando a su lado. —Me alegra escuchar eso. Pero ten cuidado, no queremos perderte para el enemigo —continuo bromeando. 

—No te preocupes, no iré a ninguna parte —aseguró Beniko.

Mientras caminaban juntos, la conversación fluyó cómodamente entre ellos. Kisugi le contó algunas anécdotas graciosas sobre su reciente entrenamiento, y Beniko compartió lo que había aprendido y experimentado en el campo con aquellos chicos. Junto a él, el camino hacia su casa se sintió más corto de lo habitual.

Al llegar a la puerta de su casa, Beniko se detuvo y miró a Kisugi con gratitud.

—Gracias por acompañarme, Kisugi. Me hiciste sentir mucho más cómoda.

Kisugi sonrió y se encogió de hombros. —Para eso están los amigos. Además, ¿qué clase de compañero sería si no me asegurara de que llegaras a casa sana y salva? —dijo con un guiño.

Beniko rió y le dio un suave empujón en el brazo. —Hasta luego, Kisugi. Nos vemos mañana.

—Hasta luego, Beniko —se despidió Kisugi, dándole un último saludo antes de alejarse.

Entró en la casa con pasos ligeros, encontrándose a Lyna en la sala de estar viendo un dorama que últimamente estaba llamando su atención.

—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó Lyna con una leve sonrisa, mientras apartaba su vista del televisor.

Beniko se detuvo por un momento. Luego, con una sonrisa, respondió. —Fue un buen día, Lyn. Un muy buen día.

Lyna levantó una ceja y sonrió de manera traviesa. —Pues claro, te vi desde la ventana y vi que venías con Kisugi —dijo en un tono juguetón—. La química se siente en el aire.

—¿Pero qué dices? —Beniko murmuró, sintiendo un leve calor recorrer su rostro—. Yo ya me voy a mi habitación.

Lyna soltó una risita y se encogió de hombros. —Está bien, está bien. Solo bromeaba. Me alegra que hayas tenido un buen día.

Beniko, todavía un poco avergonzada, se dirigió a su habitación. Cerró la puerta detrás de ella y dejó escapar un suspiro. 























Para todas, Shõri se ha convertido en alguien muy importante, y creí correcto mencionarla desde este capítulo, siendo ella y Tsubasa quienes le dieron un empujón a Beniko para decantarse por girar hacia el fútbol.

Aún no veremos a Beniko en este deporte, pero de que será jugadora, lo será.

¿Qué opinan de su interacción con Kisugi?

Estoy emocionada por ver cómo se desarrollan estos personajes y sus relaciones en los próximos capítulos. Llevo algunos meses escribiendo este libro, yep de mi antigua cuenta este y un poquitin de la historia que tenia de Karel se salvaron... bueno el punto es que ya tengo una avance muy bueno, solo es ajustar ciertos detalles y ajam.

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