Leo no podía entender por qué el unicornio y el grifo habían perdido los estribos de esa manera, pero en cuanto vio a la princesa Holy correr de nuevo al castillo, sospechó que ella sabía algo que ignoraba. Así que, con el disgusto de ver a los guardianes con los hocicos atados por la rasgada tela de seda, corrió en la misma dirección que la princesa. Algo le daba un mal presentimiento y quería averiguar de qué se trataba.
Cuando Holy se acercó hasta la puerta donde se hospedaba el coronel de Hornland, pegó su oído a la fina madera, con la esperanza de escuchar algo que aclarara sus dudas, y pronto percibió los sollozos de Corny. Tomó rápidamente el pomo de la puerta y abrió sin previó aviso, sobresaltando a Petter y Will.
Miro a Corny de rodillas en el piso y juntó las cejas confundida. El príncipe Petter se encontraba arrodillado junto a ella para tranquilizarla, pero al parecer nada de lo que le decía funcionaba. Holy se aproximó cautelosamente y miró de reojo a Will que luchaba por levantarse y ella se aclaró la garganta para llamar su atención. Éste la miró con la nariz arrugada por el dolor y Holy le lanzó una mirada de advertencia para que no se levantara. Lo que menos necesitaban en ese momento era que las heridas de Will volvieran a abrirse.
Se plantó en cuclillas junto a Corny y Petter y adoptó una expresión compasiva mientras aproximó su mano pecosa para acariciar la espalda de Corny.
−¿Qué le pasó a tu vestido?− preguntó Petter.
−Hubo algunos problemas en los establos− respondió sin gota de arrogancia en la voz, lo cual reconfortó a Petter.
Sin embargo, era muy extraño que aquel problema provocara el desgarre de su vestido, y fue cuando él se preguntó qué estaría haciendo ella y cuál fue ese problema. Además, no tenía sentido que la princesa arreglara un problema que los sirvientes no pudieran hacer.
−¿Qué clase de problemas?− inquirió.
Holy quería omitir el detalle de que tuvo que someter a sus guardianes de una manera no muy apropiada.
−No es importante. Lo que me interesa es saber lo que ocurrió aquí.
−No lo sabemos. Ella simplemente se miró en el espejo, como si quedara hipnotizada por él, y de repente lo hizo añicos− explicó Petter.
Su mirada pasó de Corny a los pedazos del espejo que colgaba de la pared y entornó los ojos. Estiró su brazo y tomó con cuidado un pedazo. Su mente viajaba en las posibles razones por las que Corny perdió el control, pero no llegó a ninguna conclusión. Al menos el asunto de los guardianes estaba resuelto. Obviamente detectaron la tensión de sus portadores y por ello estaban tan desesperados por acudir al llamado.
No se trataba solamente de la rebeldía de aquellas bestias y aquello le remordió la consciencia.
−Quieren venir por ella...− gimió Will todo dolorido.
Holy sabía exactamente lo que significaban aquellas palabras. Todos los que estaban al tanto del pasado de la familia real de Hornland lo sabían. Sin embargo, ella no iba a permitir que la princesa Corny escuchara al imprudente coronel. Así que se levantó rápidamente y caminó hacia la cama.
−No voy a permitir que ellos...− continuó Will, pero Holy le cubrió la boca con la mano. Él protestó con gimoteos que ella pasó por alto.
Leo entró poco después a la habitación y abrió sus ojos tan grandes como la luna cuando presenció la escena. Pronto entendió al igual que Holy el disturbio de los guardianes, pero no tenía idea de cómo actuar en esa situación, y aunque fuera poco profesional de un guardia real de Skyfar, sintió la necesidad de consolar a la princesa Holy de lo que sea que haya perturbado su bienestar.
Obviamente con la princesa Holy, el príncipe Petter y el conocer Will también presentes, no podía hacer algo así.
Holy agitó su mano y Leo la miró. Por medio de señas silenciosas recibió la orden de llevarse a la princesa Corny de la habitación y ayudarla a llegar a la suya. Y lo hizo. Pidió la aprobación de Petter con un movimiento de cabeza y éste asintió. No le tomó mucho esfuerzo cargar a Corny entre sus brazos mientras ella estaba abrazando sus rodillas y con la cabeza oculta entre ellas.
Se aseguró de que nadie más se encontrara en los pasillos, y una vez que desapareció por la puerta, Holy quitó su mano de la boca de Will.
−Escúchame bien, coronelsito− advirtió −. Todos sabemos muy bien lo que está pasando con la princesa unicorn, pero no dejaré que se lo divulgues a ella, ¿me entendiste?
Will bufó.
−Si no hacemos algo ahora, será demasiado tarde.
−No hay nada que podamos hacer por ahora. ¿O qué pretendes? ¿Que ella sepa toda la verdad? Es un asunto que no nos corresponde hablarlo. Sólo su padre puede hacerlo, así que no me obligues a amordazarte.
−Yo los vi− replicó −. Sé que se están acercando y no pienso perderla.
−La princesa Holy tiene razón− opinó Petter, plantándose junto a Holy −. No hay nada que podamos hacer para ayudarla, excepto vigilar en rumbo de sus emociones. Obviamente si es cierto lo que dices y ellos se están acercando, ella estará muy vulnerable.
−¿Qué pasará entonces?
−Por lo pronto...− pensó un momento y luego miró a Holy −. Necesito que convoques una reunión con el rey y la reina.
Ella asintió y salió de la habitación.
Poco después, Holy, Petter, el rey y la reina de Skyfar se encontraban en la sala de reuniones. Cuando su hija pidió una reunión urgente, se preocuparon y temieron porque algo terrible hubiera pasado en el reino, pero la expresión de ella les dio a entender de que el asunto no iba por ahí.
Todos tomaron asiento en la mesa, donde se encontraba un mapa completo de los lugares explorados en la Tierra hasta el momento. Reinos, bosques, lagos, praderas. Todo estaba en donde debía estar y Petter contempló el mapa mientras Holy iniciaba
−Se trata de la princesa Corny.
La confusión de los reyes aumentó y ambos juntaron las cejas. Holy continuó.
−Temo que ella podría correr mala suerte. No podemos dejarla que sea la portadora del amuleto de zafiro− objetó.
−Cariño, ella es la única que puede usarlo− inquirió la reina Aria −. Ella es la legítima princesa unicorn. Los elementos de la "Suprema Eternidad" no van a funcionar sin ella.
−Lo sé, pero tampoco podemos arriesgarnos a que el amuleto de la magia se contamine.
La cuestión era difícil. Cada amuleto funcionaba solamente con el siguiente al trono real. El rey Bruce estaba a poco de jubilarse, por lo que Corny era la responsable de cargar el amuleto de zafiro, y eso no le agradaba para nada a Holy.
Petter tomó el hombro de Holy con delicadeza y se plantó junto a ella. Se aclaró la garganta.
−Majestades− comenzó −, entiendo su opinión, pero debe haber algo que podamos hacer con respecto a la princesa− le lanzó a Holy una ligera mirada de advertencia −. Ella continuará portando el amuleto.
−¿Y qué es lo que propone?− preguntó el rey Noel.
−Pensamos mucho en lo que es correcto para que los elementos funcionen, pero no debemos olvidar que la princesa Corny es la futura gobernante de Hornland y lo que le pase a ella, afectará a todos los clanes. No podemos dejar que ella se contamine.
−Ella es irremediablemente vulnerable.
−Y probablemente no existe fuerza en la Tierra para curarla− continuó la reina.
Holy miró el mapa por un momento, contempló a los tres clanes y la gran roca por la que se podía abrir el tártaro. Se llevó una mano a la barbilla y entornó los ojos. Ella deseaba que el legado del amuleto pudiera ser pasado a otro portador; a la princesa Bloom o al mismo rey Bruce, pero estaba atada de manos, porque Corny era la heredera al trono y la necesitaban.
Gracias a Will, Holy sabía que los rumores del regreso de los leviatán era cierto, y si sus sospechas era correctas, les tomaría algunos días, pero en algún momento irían por la princesa.
No tenía tiempo de cuidar a una princesa con problemas internos. Debía hacerse cargo de su propia gente y cuidar que los traidores no se sigan propagando por el reino. Si más gente resultaba afectada, todos los esfuerzos que intentaran para mantener a todos a salvo, serían en vano y provocaría el abandono de sus tierras para proteger a los sobrevivientes.
Por otro lado, Petter también estaba preocupado por los suyos, pero no tanto como Holy. Sabía muy bien que los suyos eran muy inteligentes y encontrarían la forma de cuidarse mientras él hacía su parte como príncipe griffin y portador del amuleto de esmeralda.
−Sólo nos queda esperar− dijo finalmente Petter.
−¿A qué? ¿A que se vuelva en nuestra contra?− preguntó Holy con sarcasmo.
Petter puso los ojos en blanco.
−Estoy seguro de que la princesa Corny está tan preocupada como nosotros por el bienestar de su reino. Tenemos que esperar y vigilar como es su comportamiento de ahora en adelante.
−Bien. ¿Y qué se supone que pasará mientras tanto?
−Tú y yo nos encargaremos de investigar cómo hacer que los amuletos funcionen− Petter hizo una reverencia a los reyes y caminó hacia la puerta.
Holy se apresuró en seguirlo, pues no entendía a qué se refería con investigar.
−Espera. ¿Qué quieres decir?− Caminó junto a él por el pasillo.
−Deben ser estar los cuatro elementos presentes para que el portal al tártaro se abra.
−Ajá.
−No podremos abrirlo sin el amuleto de ámbar.
Al momento lo comprendió Holy. Él tenía razón. El amuleto de ámbar era el que le pertenecía a la familia real phoenix, pero cuando el reino desapareció, también el amuleto lo hizo.
Nadie supo por qué el Clan Phoenix desapareció, y tampoco parecía importarles a muchos, pero con una amenaza tan cerca, era indispensable encontrar la manera de crear una fuerza con la misma intensidad que el amuleto de la vida. ¿Pero cómo?