El dios de las mentiras se recostó en su pequeño trono, mientras escuchaba el escándalo de todos los hombres y mujeres que intentaban llevar a Thor hasta su habitación.
—Más tarde nos vamos a casa —Loki miró a Tony, quien le devolvió el gesto inquisidor una vez más, reusándose a obedecer la orden implícita para marcharse hacia la recámara del príncipe, sin motivos para salir hasta que las cosas estuviesen más calmadas.
—Tienes muchas cosas que explicar —declaró el castaño, especialmente por los gritos de Thor que no dejaba de llamarlo a los cuatro vientos, su nombre.
Suspiró cansado, sofocado... aunque no por culpa del contrario. La cuestión era que, incluso si Loki en ese momento se negaba a Thor, llegaría el día en que si no ponía manos a la obra para formalizar su relación, todas las promesas que le habían hecho serían en vano, ya que seguramente su hermano volvería a insistir. Y sin duda alguna el azabache terminaría cediendo. Después de todo Thor lo conocía y lo amaba tal cual era, entre ellos había un amor que barría el tiempo y los obstáculos. Y por otra parte, estaba él, con un amor rebelde, loco e interesante que sólo era vigente por tiempo limitado. Para su desgracia, tenía una notable desventaja; y para colmarlo un poco más, con su naturaleza discrepante a la de un dios el principal problema entre ellos era el tiempo. Tony era consciente de que luego de una probada de todo lo que podría darle, algún día se marchitaría y con claros motivos Loki podría dejarlo... definitivamente no quería que eso pasara.
Pero la inmortalidad no parecía algo tan lejos de su alcance luego de la reunión que Loki tuvo con Freyja. El precio a pagar no era alto, sólo rogaba que Tony no se escandalizara cuando supiese lo que aquellas mujeres pidieron a cambio de una manzana para él.
Cuando Loki extendió su propio brazo y lo inspeccionó, encontró fácilmente el pequeño adhesivo circular que tapaba el pinchazo de Idun, el cual confeccionaba la potente ilusión que lograba engañar a su hermano. Recordó el rostro de la bella mujer, indiferente pero igualmente irritada con su presencia, y a pesar de todo ello, tuvo la oferta de su ayuda.
—Te has hecho todo un debilucho —había dicho la guardiana, su rostro serio—. Para esto deberé usar tu sangre —extrajo el rojizo líquido y finalmente comenzaron con el hechizo.
Thor sería completamente embaucado por una ilusión de "amor" y de esta misma forma, podría sentir la esencia de su hermano enloqueciéndolo incluso sin la necesidad de tener que intimar con él. No era lo mejor del mundo para ambos, pero al menos eso lo mantendría tranquilo por algún tiempo.
Terminado el conjuro, instantáneamente Frejya quiso comprobar sus niveles de seidr, dejó a Loki solo y al volver tenía un pequeño artefacto circular que colocaría sobre la muñeca del dios; a simple vista parecía una especie de medidor de energía. Y el pequeño instrumento permitió conocer fácilmente el porcentaje de magia disponible en Loki. Teniendo un funcionamiento muy similar al de un tensiómetro, el medidor mostró varios números peligrosamente bajos, que hicieron al azabache encogerse avergonzado.
Más allá de su obvia deshonra por tan miserable nivel para alguien que era considerado un dios hechicero, en Asgard o en Vanaheim era peligroso ir por ahí revelando tu porcentaje de magia. Cualquiera, malintencionado o no, podría sacar ventaja de ese dato.
—¿Qué demonios te ocurrió? —preguntó una sorprendida princesa, su ceño profundamente fruncido. Lo que más le dolía a Loki era que esa pregunta se estaba convirtiendo en una una cuestión cliché en sus últimos días.
Y tras la verdad de su pobre respuesta; "en realidad no lo sé muy bien", el dios de las mentiras se vio sorprendido de tener escuchar los consejos que le brindaron. Freyja le había dado un pequeño collar de uru con un dije vanir como protección que también brindaba energía.
En realidad, ambas princesas le proporcionaron algunos artefactos para ayudar en su búsqueda sideral, aun cuando encontrar los pedazos de energía no sería una tarea fácil. Loki no pudo estar más que agradablemente agradecido de recibir dichos objetos sin mayores condiciones de por medio.
—Cuando sea el momento, le dirás a Chispitas que mi hechizo no funcionó porque estás enamorado profunda y locamente del mortal —Idun hablaba solemne—. Y segundo —alzó la voz—, tú y el humano tendrán que pagar la deuda que ahora tienen con nosotros.
Bien. Aquella no era una advertencia cualquiera.
—¿Cómo?
Pero él estaba confundido, anteriormente la princesa había dicho que no necesitaba de riquezas, ya que Thor les había otorgado una buena cantidad. Y algo que lo confundió aún más, fueron las miradas de complicidad que compartieron las concubinas antes de mirarlo de nuevo.
—Loki... consulté a las Hespérides y también a las Nornas —Freyja comenzó con mucho cuidado—, dicen que tal vez este humano sea padre de tu tercer hijo —sonrió con tal autosuficiencia que logró poner nervioso a Loki. En realidad no podía creer lo que escuchaba—. Su destino es grande, Loki. Nos dejarás ser parte de su crianza.
Y por primera vez en mucho tiempo, el lengua de plata no tenía palabras para describir lo abrumado que se sintió, ni todas esas emociones contradictorias que desató la noticia.
—No... n-no creo que eso sea posible en mi estado —dijo, forzando una sonrisa y recordando el hechizo de Angrboda.
—Claro que no. No si te quedas sin conseguir todas las partes que faltan de tu seidr —añadió una de ellas. Loki se sintió mareado.
Las mujeres sonrieron sinceramente, su dios amigo no parecía estar procesando bien la noticia.
—Descuida, aún falta para eso... —susurró Freyja—. Por ahora, sólo te mostraré la forma en la que puedas encontrar a tus Fylgja. Y por todos los cielos, nunca vuelvas a permanecer tan indefenso durante tanto tiempo, sabes que de haberte encontrado la persona incorrecta ya te habrían matado y no es... recomendable que eso pase teniendo semejante futuro, ¿sabes?
—¿Qué más dijeron sobre Anthony? —Loki, todavía estaba en las nubes, con la mirada perdida; amaba sinceramente a Tony, pero jamás se había atrevido a soñar tan alto con él. Un hijo... después de todo lo que le había pasado, para él era tocar los límites del peligros totalmente en otro nivel.
—No mucho. Quizá no me expresé bien —sonrió de lado—. Tony es tu enamorado actualmente, así que asumimos que él sería el padre de tu próximo hijo. Sin embargo, quizá...
—Thor no está en consideración —resopló el príncipe—. Pero en caso que suceda lo del hijo... ¿podrían darle una manzana dorada? —Ambas mujeres quedaron estáticas por la petición, reteniendo el aire por un momento—. ¿Idun?
—El árbol florece sólo cuando quiere ser benevolente con un humano. —Primero respondió Freyja—: Eso es algo que no ha sucedido aún.
—Tal vez más adelante.
—Comprendo —Loki era listo y decidió cortar en ese punto la conversación. No quería hacerse ningún tipo de ilusión, menos aún con princesas tan caprichosas como el mismo control de su magia. La tensión que le había brindado la charla pronto se había vuelto tan pesada que al final las propias mujeres callaron, y sin más comentarios, se pusieron a terminar los últimos detalles de la ilusión para Thor.
—Lo harás, ¿cierto?
—S-sí — el azabache rápidamente respondió—. Sí, en el supuesto caso de que suceda.
—No lo presiones —susurró Idun, dedicándole una mirada a su esposa.
El lengua de plata permaneció quieto, mientras las emociones, tanto positivas como negativas lo abrumaban. Una parte de él no podía dejarse sumergir por completo en esa nube pastel de esperanza. Aun cuando era simplemente una decisión fácil creer ciegamente en aquello.
—¿Pañales otra vez? —murmuró Loki luego en un momento. En su cabeza pasaban anhelantes fotogramas de una familia sólida con Tony. Era más que factible, al menos para él, que Stark sería un gran padre. Pero no pasaron ni dos segundos de su profunda incógnita cuando, bajo el foco del par femenino, él comenzó a reír frenéticamente—. Suena tan loco, ¿están bromeando?
—Nadie tiene el sentido del humor tan retorcido como tú —Freyja se encogió de hombros casi ofendida.
De alguna manera Loki intentó calmar sus ansias, diciéndose a sí mismo que las predicciones de las Nornas a veces tardaban siglos en cumplirse. Siglos que probablemente Tony no viviría... ahí hablaba su negra consciencia otra vez... Mientras que las Hespérides por otra parte, habían sido víctimas de grandes burlas de su parte, cuando logró cambiar el destino de una antigua mascota que él se negó a dejar partir en muchas ocasiones cuando era pequeño. Peek fue su pequeño conejo gris, el cual tenía una particular mancha en el hocico que lo identificaba muy bien. Loki jamás lo dejó a su suerte ni siquiera cuando estuvo muy cerca de la cocina, o cuando envejeció.
Era casi un hecho que ellas podrían sólo mentir, sabiendo lo apegado que él era con sus cosas, en especial las que amaba de verdad. Seguramente sabían lo ilusionado que estaría de poder procrear junto a Tony. Así que se arrancó las ilusiones y las arrojó a la basura casi instantáneamente.
—Como sea. Por ahora iremos de un paso a la vez: ¿Qué haré con Thor?
—Dale esto a su compañero de cama esta noche.
—Y por favor, no vuelvas, asustar a nuestros elfos —pidió Idun en son de broma.
En su mano, la diosa de la fertilidad puso un pequeño brazalete dorado, uno que normalmente se entregaba a algún noble; y quien portara aquella alhaja tomaría ante los ojos de Thor, la apariencia de Loki. Tomaría su aspecto, su voz, e incluso superando al sentido del tacto, el dios del trueno se sentiría como si estuviese tocando al verdadero amor de su vida. Un mecanismo engañoso, y simple para una obsesión tan fuerte como la del rubio; algo para engañar su erróneo sentido del amor, y que, a la vez, liberaría al hermano menor de una línea de contacto para la cual, no hacía falta ser un genio, para entender que culminaría en desastre. Dolor, y más engaños y traiciones.
No existía más amor que el fraternal, y aun cuando el mayor asegurara que profundizaba más en su sentir, en realidad la paciencia de los seres vivos era limitada, incluida la de los dioses. Loki lo sabía también porque sus propias acciones se lo habían enseñado de mala manera.
Él mismo se aseguró de inquirir dos veces que tan perfecta era la efectividad de tal joya. Porque esta era una mentira que aunque terminaría por ser corta y piadosa, (bueno según sus propios estándares de piedad); era preciso mantener el margen de errores al mínimo. Y si era posible, eliminarlos. Quizás Loki no tenía la relación más estrecha con aquellas princesas hechiceras, pero sí tenía un alto índice de confianza en sus conjuros. Pensándolo bien, sus exigencias no eran nada difíciles de cumplir.
Asintió un par de veces, satisfecho con las explicaciones de la diosa de la fertilidad, y finalmente decidió marcharse de allí, satisfecho.
—Sólo espero que el pago de su deuda sea humano y no algún tipo de arma disfrazada de monstruo —murmuró una de las mujeres cuando ya era seguro que volvían a estar solas.
—La prueba irrefutable del amor puro, es la lealtad en la familia, ¿crees que se atrevería a no traerlo con nosotros? —dijo Freyja. Idun por un momento tuvo sus dudas pero no replicó—. Incluso seres como Loki son capaces de amar, querida. Y créeme que cuando lo hacen, siempre es muy seriamente.
—Aunque de todas maneras tendremos trabajo si esa cría nace.
Loki había llegado a la sala del trono, en el palacio, donde estaba Tony, meditando muy profundamente si debería comunicar o no, lo de aquel delirio hecho profecía. Lo que no esperó fue verse interrumpido por la potente voz de su hermano mayor gritando su nombre, ambos se sorprendieron por el tono de su necesidad. El rubio no cesaba en preguntar dónde estaba Loki.
—¿No irás a ver a tu querido hermano? —preguntó Tony, con los brazos cruzados. Aunque pronto los gritos se detuvieron. El midgardiano se preguntó qué rayos había sucedido.
Mientras tanto el dios verde se tranquilizó, considerando la idea de que fue apaciguado, seguramente por la presencia de Bjorn a quién él mismo le había otorgado la pulsera dorada. Satisfecho, sólo se encogió de hombros con una sonrisa de lado.
En realidad, Heimdall había propuesto al joven. Algo sorpresivo, considerando su gusto por los adorados protocolos. Mientras que por otro lado, el chico no podía negarse a una orden de su príncipe, contando el hecho que, a decir verdad, él mismo se había visto bastante entusiasmado por cumplir tal tarea.
La persona que lo suplantaba en esos momentos, era nadie más que el apuesto joven artesano que producía hidromiel, quien se la servía a los príncipes y nobles de Asgard. Alguien siempre atento, que resaltaba sus atenciones en sus servicios a Thor. Conociendo ese detalle, Loki lo habría premiado de inmediato, y ahora mismo que seguramente el chico estaría cumpliendo uno de sus sueños.
Lo divertido de esta ocasión, era que sus sentimientos eran distintos, porque Loki no se sentía ni mínimamente alterado por esta relación. Al menos no como cuando Sif se había interesado en Thor. Esto en realidad, era... bastante bueno para él. Tony estaría para él, o al menos eso era lo que intentaba enfocar su mente.
—Ve a la habitación Tony, no falta mucho para que nos vayamos.
Stark sólo asintió y salió de allí, mientras el príncipe permaneció en aquel lugar un momento más, vagando en sus memorias indelebles, las que sobrevivieron a todo aquel daño...
—Siempre —dijo Thor con la voz rota.
—¿Siempre? —inquirió Loki, sus ojos húmedos por un momento, y la rabia incesante mostrándose a flor de piel en aquellos, sus bellos rasgos infantiles.
Era un recuerdo recurrente para él desde que su hermano le había dicho que debían reinar juntos. Ambos eran infantes, y estaban en una situación demasiado tensa comparada con lo que habían vivido hasta esa época.
—Siempre —Thor repitió, como asegurándose a sí mismo esa promesa, aun así mostrando su voz temblorosa signo de que lloraría pronto. «Siempre estaré contigo», había querido decir. Y Hödr le apretó un hombro para calmarlo, percibiendo la situación aun con su usual mirada sin vista, que apuntaba hacia cualquier lugar vacío.
—Cuando estás con tus amigos te burlas de mí —había respondido el pequeño Odinson, dolido y enojado. Su límite había sido alcanzado ya, habiendo soportado toda una tarde de "juegos" en la que sólo hubo acusaciones tales como las de ser un debilucho, tramposo, que no valía lo mismo que un asgardiano por tener que recurrir a trucos para ayudarse a alcanzar a los demás. Se burlaron de él por no saber luchar, por no poder ser tan rápido y diestro en las carreras, y por lo tanto no ser siquiera un compañero de juegos competente con el cual salir un rato.
Aquellas veces en las que comió polvo, (las cuales eran casi siempre) las veces que cayó al suelo por "empujones accidentales", el único que se mostró sólo un poco diferente al resto fue Fandral. Aunque no supo si por lástima o porque de alguna forma le tenía legítima estima, por otro lado Thor en su rol de hermano mayor simplemente se había mantenido mirándolo, desde las lejanías, y aunque lo negara, también disfrutando de las continuas burlas de Sif.
—¿Era necesario hacer lo que hiciste, Loki? —preguntó su hermano mayor Baldr. Todavía recordaba lo mucho que había intentado ser comprensivo con él.
El bello y siempre amoroso Baldr sufría por ver a sus hermanos menores luchando, enfrentarse de esa manera tan agresiva, cuando tiempo antes él había presenciado signos de camaradería entre ambos. Claro que él intervenía las veces que era necesario para al menos lograr la reconciliación. La inmediatez del perdón jamás había estado asegurada, pero aquella vez se había visto perturbado por el reaccionar del Odinson menor. Thor estaba entrando en la pubertad y Loki era apenas un niño. Un manojo de llanto incomprensible que se ganaba su benevolencia casi siempre. Cupo perfectamente en sus brazos mientras lloraba, cuando lo cargó.
Ciertamente, Baldr siempre había malcriado un poco a Loki, lo quería mucho, y regañaba a Thor para que lo llevará a jugar con él cuando salía al jardín real con sus amigos; sin embargo, no podía permitir una actitud tan engreída por parte del príncipe pequeño.
—Responde Loki, ¿Fue necesario intentar apuñalarlo?
—¡No! —gritó Loki, sosteniéndose de su hermano Baldr con fuerza— ¡Pero no encuentro el modo! ¡No sé qué hacer! ¡Odio a Sif! ¡Al asqueroso grandulón, Volstagg! ¡A todos!
Baldr abrazó a Loki confortablemente y nombró a Hödr en una señal clara para que su gemelo se llevara al lloroso Thor a otra parte. Probablemente su hermano ciego inteligentemente elegiría la enfermería como destino.
—Loki, padre vendrá a reprenderte por lo que hiciste —murmuró con severidad—. ¿Crees que estará feliz de ver a sus hijos enfrentarse como si fueran enemigos luego de volver de batalla?
—No —reflexionó el pequeño. Odín era más estricto que Baldr, y por mucho menos ligero para aplicar castigos. Por eso, su hermano era quién se hacía cargo de ellos cuando sus padres no estaban.
Loki tembló al notar las diferencias en los semblantes de su hermano y su padre. Prefería mil veces al fortachón de melena blanca y ojos grises dándole algún sermón, antes de ser confinado al cuarto de aislamiento por días, la cual era una reprimenda recurrente de Odín.
No era como si jamás hubiese sido castigado, en realidad Odín se había encargado tantas veces de él, que últimamente ya comenzaba a ser creativo con Loki, quien parecía haber probado absolutamente todos los clásicos castigos que se sabían en Asgard; que, por una u otra razón, el rey había creído que su hijo lo ameritaba. De lo que sí se aseguraba siempre, era que jamás fuese algo que él disfrutara. Y lo hacía muy bien.
—¿Entonces? ¿Te disculparás con Thor? —le preguntó cuidadosamente, Loki escondía su rostro cerca del hombro de su hermano asustado de sólo verlo a la cara—. Estoy seguro de que ahora se encuentra en la enfermería, ¿entiendes eso? ¡No puedes hacer una rabieta por un juego!
Sabía —¡todos sabían!— que no quería hacerlo. Loki, pequeño como se veía, era empedernidamente orgulloso, y Thor aun así, era lo suficientemente borrico, para ser juntos la fórmula perfecta para que el mismo error volviese a cometerse muchas veces más. El rubio mayor olvidaba las peleas, y Loki perdonaba pero no pagaba pleitesía de las advertencias, por más mal que ambos estuviesen pasándola mal, no mostraban signos de que aprenderían a llevarse del todo bien...
Baldr y Hödr sabían que probablemente, tarde o temprano las ansias de Loki por obtener atención (especialmente de Thor) terminarían llevándolo a ser todavía más cruel, pero sólo Hödr, como tal vez se lo estaba diciendo al pequeño rubio, sabía que esto era culpa del príncipe un rubio, quien no menos orgulloso, y esta vez por sus nuevos amigos, casi negaba la existencia de su primer compañero de juegos, confidente de secretos y mejor camarada.
Baldr intentaba ser justo: ellos eran niños. Estas riñas eran comunes, incluso con su gemelo tuvo múltiples diferencias, y a pesar de eso, no se borraba el amor que aún existía entre ambos.
Sin embargo, de esta relación, él poseía detalles que no cualquiera tendría; estaba enterado de que Loki era sumamente pasional al tomar decisiones respecto a Thor. Algo digno de destacar, cuando usualmente el menor se guiaba por el raciocinio y la pura lógica para actuar. Incluso había presenciado, muy de vez en cuando, cómo el pequeño enloquecía cada vez que el asunto tenía involucrado a cierto rubio de rechonchas mejillas.
—No quise hacerle tanto daño —murmuró entre el llanto. Parecía jamás detenerse.
—Nunca vuelvas a empuñar un arma contra tu familia, no te hemos enseñado a usarla para blandirla en nuestra contra.
Loki asintió. Baldr suspiró más tranquilo, y lo depositó con todo cuidado en el piso, pasó sus pulgares por esas níveas mejillas, secando sus gruesas lágrimas. Incluso antes de erguirse, depositó un suave beso sobre la frente de Loki. Con una expresión estoica pero con un tinte dulce en el rostro, miró al pequeño: jamás podría ser tan duro con él, y es que se trataba de su hermanito menor.
—Ahora ve a disculparte antes de que madre se entere de esto.
Loki respiró hondo intentando calmarse, y emprendió marcha a la enfermería, temeroso de que el rubio no quisiera mediar palabras con él.
Cuando llegó, efectivamente, Hödr estaba ahí junto a Thor quien se encontraba postrado sobre una camilla; se acercó sigilosamente, y observó a la enfermera tratando el pequeño rose que hizo con uno de sus más recientes regalos de cumpleaños —su daga favorita— sobre la piel del rubio. Además de la mujer revisándolo, sólo encontró un abdomen algo palidecido.
—¿Puedo intentarlo? —preguntó a la joven, quien enternecida pero insegura, recurrió al permiso de Baldr con la mirada, antes de dar una respuesta. Él asintió y ella se retiró.
Thor permaneció en su lecho, expuesto ante su hermano, mostrando tanto su piel ligeramente lastimada, como algunas de sus lágrimas que ahora caían mudas, rebelando sentimientos de culpa y miedo.
Loki había deseado causarle tantas emociones negativas en el instante que empuñó su arma, que jamás se detuvo a pensar que el miedo sería una de ellas. Un ligero arrepentimiento nubló su mente. Así que puso una mano sobre aquel abdomen tan cuidadoso como pudo y comenzó a pronunciar algunas runas muy lentamente.
Sus ojos cerrados como si estuviese rezando una plegaria, y para cuando los abrió, notó como su hermano ceñía sus orbiculares haciendo que las gotas salinas resbalasen y cayesen por los costados de su cara, humedeciendo las doradas hebras de su cabello; aquel suave manto ligeramente largo, esparcido sobre la camilla.
Aquella imagen de Thor lastimado, logró angustiarlo. Tanto había buscado equívocamente tenerlo bajo su mando y ahora veía que eso en realidad no le gustaba de él, lo había transformado en alguien opuesto.
—Realmente lo lamento... lo siento tanto —dijo Loki, la herida cerrada ya y sólo una pequeña cicatriz pálida sobre la piel.
El aurea de Loki era de nuevo tranquila, casi sumisa, tan apacible como la de un gato; en cambio Thor aún permanecía con los ojos fuertemente cerrados, mordiéndose la lengua para no romper en llanto otra vez a juzgar por su quijada tensa.
—En verdad lo siento... —agregó acariciando de arriba abajo la mano más próxima de Thor; esta vez sus propias lágrimas amenazando con salir—. Ten por seguro, ya no saldré a jugar contigo, en cambio entrenaré más, para que no te avergüences de mí.
Thor abrió sus ojos rápidamente, su labio inferior temblando e impidiéndole formular una oración correctamente, terminó balbuceando vocablos sin mucho sentido, hasta que finalmente negó con la cabeza. No podía creer que sus burlas hubiesen dañado tanto a pequeño hermano, incluso cuando permanecía estable, sus ojos brillaban con una tristeza que hasta ese momento, él descubría, le había ocasionado.
—No, absolutamente no —logró decir al fin, sentándose en la camilla—. No me avergüenzas, al contrario Loki, acabas de curarme, ¿alguno de mis amigos puede hacer eso? Eres asombroso, no necesitas entrenar para agradarle a nadie.
Loki permaneció callado por un momento, su mirada en el piso.
—Pero tal vez Sif, con lo asombrosa que es, sabría curarte, ¿no?
—No —dijo Thor, esta vez más decidido; casi enojado de escuchar eso de Loki—. Sólo tú.
—¿Me disculparías entonces? —preguntó Loki con timidez, nervioso por la afirmación que acababa de oír. Thor le sonrió y se inclinó en la camilla.
—¿Qué ocurre? —preguntó el ciego, extrañado de no oír más nada que el silencio durante un tiempo prolongado. Baldr, a quien le había hablado, permanecía a su lado como su eterno guía, su luz; él mismo asombrado le dijo:
—Acaban de darse un beso en la boca.
—¡¿Qué?! —exclamó Hödr con un grito amortiguado—. ¡Eso está mal!
—Entre ellos no... no del todo, supongo —el otro respondió solemne—. Dejemos mejor, eso al criterio de madre —comentó neutro, observando el feliz rostro de Loki en brazos de Thor.
🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌
Loki despertó del recuerdo justo cuando un triste chico se acercaba hacia él. Sven hacía su acto de presencia.
—Lamento haber actuado en su contra, mi príncipe —confesó, arrodillándose frente a él con la cabeza gacha—. Consideré que estaba en lo correcto.
—Y lo estabas —afirmó Loki—, aunque lo que no entiendo es cuál fue el motivo de sabotear los planes de Thor.
—Usted es importante para el señor Stark —respondió el súbdito mirándolo confundido, como si fuera lo más obvio del mundo—, en cuánto Heimdall lo entendió me envió para contactar con usted, yo no pude negarme a participar.
Loki intentó disimular su sorpresa diciendo:
—Entonces, estoy agradecido. Tú siempre has buscado mi bien, Sven.
Si había algo que a Loki en verdad le agradaba de las personas, era que casi le besasen el trasero con sus muestras de lealtad. Sven era inteligente, y antes solía ser rebelde contra Padre de Todo, así que no podría haber elegido mejor mano derecha para sí mismo, cuando estuvo jugando a ser Odín por años.
Tras un silencio corto, en la habitación vacía se volvió a escuchar la voz profunda de su súbdito rebotando en la inmensidad del lugar.
—El señor Stark también busca su bienestar —se atrevió a decir—, de hecho, ahora está con Heimdall contándole acerca de su... problema —continuó hablando como si en realidad el humano estuviera loco; Sven, por sí mismo había revisado las heridas de Loki y podría afirmar que quien las hizo, había sido alguien más poderoso y experto que Hela.
Además, luego de pasado el Ragnarok, Hela se había mostrado mucho más respetuosa con su padre. No había motivo aparente por el cual pudiese culparla de ser capaz de lastimarlo, al menos no de la manera en la que afirmaba el midgardiano.
Por otra parte, Loki en el mismo instante en que lo oyó, se levantó casi disparado de su trono y salió corriendo a buscar a su novio bocazas.
—¡Maldición! —vociferó, haciendo que todos sus guardias lo mirasen con miedo—. ¿Es que no puede mantenerse quieto sin hacer idioteces? ¡Por favor, nadie peca tanto por diligencia!
Recorriendo los pasillos a gran velocidad, se vio a sí mismo analizado si era necesario o no contarle todo sobre su plan. Es decir, cómo podría llegar y decir: «oye, si no encontramos mis Fylgja pronto, tal vez termine muriendo por lo débil que estoy». ¿Muy dramático...? Bien. Tal vez podría intentar mejor comenzando con un «querido, aparentemente a Idun, la guardiana de las manzanas doradas de la inmortalidad, podríamos pedirle una manzana, ya sabes, para ti, para que seas inmortal y estés a mi lado para siempre, ¿no es maravilloso? Sólo tenemos que esperar un poco... ¡Oh! Y aparentemente estás en una predicción del Gran Libro, tiene que ver conmigo también y dice que tú y yo tendremos un bello hij...». No. Ese plan no era viable.
Sacudió su cabeza y empezó a perder el ritmo de su caminata, encontrándose inseguro en medio de un pasillo, dando pasos vagos. De repente tenía miedo: Tony podría simplemente decirle que no le agradaba la idea y él no tendría corazón para obligarlo a que tome semejante decisión. Incluso en un momento de duda, la opción pasó clara y brillante por su mente: ¿no era acaso mejor dejar a Tony por la paz y quedarse con Thor? Había ansiado su amor por tantos años durante su juventud... ¿Qué tan malo sería aceptarlo, siglos después? Sin duda alguna ahora era correspondido y él mismo lo veía como la única familia que al final mantuvo.
—Te amo, siempre lo hice. —De repente oyó un gemido proveniente de su derecha, se había detenido sin darse cuenta, justamente al lado de la puerta de su hermano, quien no dejaba de gemir con lujuria su nombre, tomando en realidad a aquel chico rubio que Heimdall había enviado con aquella pulsera dorada puesta.
Para su deleite... ¡es decir!, para que pudiese hacer una buena inspección del conjuro, la puerta de la habitación estaba ligeramente abierta, y por una delgada rendija, Loki pudo admirar la desnudez de aquel de complexión parecida a la suya y la manera en que besaba a su hermano con devoción, sustituyéndolo de manera muy competente.
Los ojos verdes de Bjor y los suyos se conectaron por un momento, y el chico le sonrió. Loki dedujo que por agradecimiento, en realidad eso no le importaba mucho. Lo que sí le incumbía era que aquel conjuro mágico era realmente efectivo, era fascinante que Thor confundiera a prácticamente cualquiera consigo mismo, el asignado esta vez era ese chico, para el día siguiente podría ser otro... No lo dejaría salir de su cuarto hasta que el efecto se le pasara un poco. Así que, en fin, ciertamente planeaba que la mentira durase un tiempo considerable antes de revelar la verdad. O bien, si es que el rubio jamás notaba la diferencia... Tendría todo el tiempo que quisiera para dar marcha a una exhaustiva búsqueda de sus fragmentos sin más inconvenientes.
Pero aun cuando irónicamente quien surtía el engaño era él, su interior se sentía bastante revuelto, ya que nadie le había preparado mentalmente para encontrar a su hermano Thor tomando a un falso Loki quién gemía como puta en celo y para colmo, le sonreía pavoneándose del trofeo que tenía entre sus piernas.
Era una fortuna que todo esto no le afectara en lo más mínimo.
De acuerdo, honestamente ese revoltijo que estaba sintiendo era... ¿envidia? Le quemó en la garganta admitirlo, pero no encontraba palabra más cercana a lo que sentía. No entendía muy bien el porqué, pero... ¿Envidia? Sí, prefirió aceptarla, porque la palabra celos retumbaba peligrosamente comprometedora dentro de su pecho.
Siguió avanzando unos cuantos metros más, hasta que se encontró con otra habitación diferente, de ésta, salían voces distintas esta vez.
—¡Por supuesto, es lo que digo! —De inmediato reconoció la voz del hombre de hierro, mientras sigilosamente se acercaba, para poder seguir la conversación que tenía con Heimdall—. Debe haber un modo de hacer algo. Siéndole sincero, me duele muchísimo verlo herido, intentando buscar rumbo sin mucho éxito. Quiero ayudarlo.
Loki tomó una respiración larga para calmarse y no intervenir en la discusión de Tony. No de nuevo. Decidió alejarse un poco para cerrar la puerta de su hermano, y caminó de vuelta al pasillo, para regresar de nuevo con Tony. Esta vez, haciendo más obvia su presencia en la habitación.
—Tony, aquí estás, ¿podrías acompañarme? Debemos discutir algo juntos —anunció el dios, notablemente apático; tomó su mano sin preguntar nada más y la jaló con intenciones de llevarlo a su propia habitación. Tony sólo miró un poco sorprendido, mientras lo siguió un par de pasos.
—Loki, yo estaba hablando de algo muy importante con tu prometido —interrumpió Heimdall—. Y sólo me interesa saber una cosa, ¿Quién fue?
«Maldita sea»... ¿Cómo Tony había podido contarle todo en tan poco tiempo? Se recordó el no tener la responsabilidad de tener que cuidar al castaño siempre, pero en el palacio no podía dejarlo sólo ni por dos minutos. Ahora Heimdall sería su dolor en el culo.
—Créeme, no lo sé —respondió Loki, avanzando otra vez, sin ánimos de detenerse a charlar y mucho menos de soltar a Stark. Su único objetivo era llevar a Tony hasta su habitación—. No hables con Heimdall —regañó al midgrdiano en un bajo murmullo—. Es sobreprotector conmigo, desde niños, le dirá a todo Thor y esto se sólo complicará.
—De acuerdo. Entendí. Yo sólo quería ayudar, Watchman parecía útil, ¿sabes? —Tony comprendió, así que decidió rendirse fácilmente. Una vez llegaron a su destino, se ocupó de cerrar la puerta y en el medio del lugar se detuvieron mirándose el uno al otro.
—Tú sólo dame un momento, yo debo decirte algo...
—Y yo presiento que lo que vas a decirme es grave. Lo pálido de tu cara es la única pista que necesito.
Heimdall los había seguido. Así que desde el otro lado de la puerta bramaba por hablar con el dios; incluso ordenó a un guardia del pasillo que aguardara en la puerta hasta que alguno saliera. Él aviso que debería recibir, sería inmediato. El cuarto entero de Loki era su fortaleza contra los sentidos súper-agudos del dios.
Heimdall se fue hacia el otro lado del castillo, dónde había ido a parar Steve, quien se encontraba muy cómodo siendo reconocido por algunas doncellas antes de ser llevado a la cocina para esperar una comida que sería servida en un ambiente más privado. Eso según las órdenes de Loki.
—Es importante —suspiró Loki, luego de un momento, mirando fijo esos ojos castaños. Tony estaba notablemente nervioso por el tema que tratarían, no tenía idea de que iba, pero aun así estaba algo inquieto; sólo esperaba que no fuera alguna otra desagradable sorpresa.
—Antes de que comiences —empezó despacio—, me siento como un idiota. Quiero que sepas que a pesar de todo, me atrae la idea de aprender de ti y de todo esto, y no comprendo por qué no hemos empezado antes.
Cada vez lo confirmaba más. Loki parecía estar hecho para él, y no podía ser un idiota monumental si no quería que las cosas se acabasen. El dios por su parte, primero se sintió descolocado y transcurrido un instante, se sintió completamente a gusto, enterrando los pensamientos que tuvo antes en el pasillo sobre ir con su hermano, en un santiamén. Se irguió bien en su posición, haciendo un asentimiento y no pudo evitar dibujar una sonrisa de lado.
—¿Quién dice que no puedo aprender unos trucos para teletransportarme y asustar a unos niños para el siguiente Halloween? —Tony sonrió, encogiéndose de hombros.
Loki lo entendió en ese instante: Tony era su nuevo hogar. Con la simple imagen mental, estuvo seguro de que se sentía tan a gusto como aquella vez en un cumpleaños de su niñez, se la había pasado jugando con Frigga a tirar bolas de nieve, las cuales luego fueron a caerle como broma a la gente. Justo después de haber aprendido a teletransportarse.
—Pues yo no tengo dudas —contestó Loki. Los penetrantes ojos de su castaño que estaban tan llenos de amor frente a él, le hacían tomar esa decisión tan difícil. En ese momento, notaba cuán jodidamente involucrado estaba con él.
Deseó hacer un chiste para menguar el momento, pero en realidad se encontró sólo besándolo. Satisfecho, cómodo, feliz. Cuando logró estar más tranquilo se sentaron sobre la cama y se armó de valor de una buena vez.
—Thor fue a ver a dos viejas amigas, por lo que igualmente debí ir yo mismo, así que cuando ellas me vieron, notaron mi delicado estado e intentaron ayudar —Loki miró detenidamente el rostro de su amado haciendo una pequeña pausa para adivinar qué era lo que pasaba por esa mente de genio—. Me dieron una poción para Thor y me notificaron de un particular augurio para nosotros—. Bien, soltó la primera parte. Ahora esperaba una serie de metódicas preguntas acerca de lo que trataba el augurio.
No obstante Tony sólo frunció el ceño.
—No habrá "nosotros" si no te ayudo con esto —respondió rápidamente, señalando su pecho—. Concentrémonos en lo importante: ¿Te dijeron qué debes hacer? ¿Algún tratamiento?
El dios estaba sorprendido, casi quiso reír por la respuesta de Tony, pero siendo quién era él, jamás dejaría pasar una oportunidad para poder callar aquel presagio que le ponía la piel de gallina. De igual forma se prometió que le hablaría sobre las manzanas y del supuesto hijo que tendrían una vez que estuviesen de nuevo en la torre y él hubiese completado su seidr hasta tenerlo completamente sano.
—No exactamente. Mejor dicho, me dieron esto —murmuró Loki, sacando de su bolsillo un vegvísir dorado—, rastrea magia y está configurada para encontrar mis Fylgja. Por lo que vi hay una parte realmente grande de mí en Detroit.
—¿Detroit? —Tony sonaba muy confundido—. ¿Qué hay por allí, quién está reteniéndote...?
—Primero, quiero que dejes de ser tan incrédulo —Loki le sonrió; frase que mantuvo a Stark pensativo mientras decidió tomar su bolso mágico, donde metió algunos libros, talismanes y varias de sus dagas.
Tony imitándolo, decidió vestir su traje.
—¿No me vas a decir, Bambi? Ya hubo suficientes secretos, ¿no crees?
El camino sería largo y conseguir de nuevo lo que le pertenecía no sería precisamente como retirar un paquete del correo postal. Preparó la medalla de viaje colgándola por sobre la cabeza de ambos, y se abrazó a Tony cuando la cuenta hacia atrás empezó a ejecutarse. Suspiró cansino antes de responderle:
—Aunque no lo creas... vampiros.