Al día siguiente Chiara tenía la gran necesidad de ir donde Violeta y pedirle disculpas. Ella no tenía ni idea de por lo que había pasado Violeta, y cuando le dijo a Ruslana que se había puesto así una vez le dijo lo que le dijo, a Rus casi que le dio un ataque. Ésta le contó un poco por encima la historia de Violeta porque tampoco quería contarle todo, más que nada porque tampoco es que ella supiera mucho, y lo que sabía, no creía que fuera plan contarlo con pelos y señales por mucho que Chiara fuera su mejor amiga.
Chiara no podía evitar dejar de pensar en el comentario que hizo y en cómo eso podía haber afectado a Violeta. Chiara odia los conflictos y el hecho de pensar que Violeta, a pesar de no conocerla apenas, podría odiarla le hacía sentirse muy triste.
A eso de las doce del mediodía, cuando Ruslana ya se había ido a trabajar, Chiara armó de valor y se dirigió a la casa de enfrente con la esperanza de que Violeta se encontrara en ella. Le había caído muy bien durante el rato que estuvieron hablando en la cena, y ahora que había vuelto a España para quedarse definitivamente y no tenía personas en Barcelona mas que su amigo Martin y el grupo de Ruslana, y quería llevarse bien con todos y cada uno de ellos.
Cuando llamó al timbre, tras esperar unos segundos, le abrió una Violeta un tanto ajetreada.
- Hola Violeta, quería hablar contigo un momento pero te veo un tanto ocupada.- Comentó mientras se frotaba las manos, nerviosa.
- Chiara, la verdad es que no es muy buen momento, tengo que dar de comer a la niña, comer yo, encontrar a alguien que se quede con ella porque a mi jefe le pareció buena hora cambiarme el turno de hoy y avisarme con poco más que una hora de antelación, coger el autobús porque mi maravilloso coche se ha estropeado y está reparando y yo ya no puedo más.- Dijo a punto de llorar.
A Chiara le angustió ver a Violeta así de mal. No la conocía, pero Rus le había hablado maravillas de ella ayer cuando estuvieron hablando, y no creía que se mereciera tanto estrés, no le gustaba ver a la gente pasarlo mal.
- ¿No tienes con quién dejar a Olivia?
- No, he llamado a Denna, a Juanjo y a Bea a ver si se podían hacer cargo aunque fueran sólo tres horas porque no es más, pero claro, como es obvio, tienen sus respectivas vidas y trabajan y pues no pueden.- suspiró aún en la puerta mirándola.- ¿Tú que querías?.- Preguntó.
- Eso ahora no importa. Mira Violeta, yo me quedo con la niña, no tengo nada más que hacer, he quedado con Martin, que es un amigo, y me la puedo quedar yo mientras te vas a trabajar, de verdad, pero tranquilízate porque alterándote no vas a solucionar nada, sino todo lo contrario.
- No sé Chiara, creo que no es buena idea. A penas te conoce la niña, y no sé, no quiero molestar, llegaste ayer y querrás quedar tranquila.
- No es ninguna molestia Vivi de verdad.- Comentó colándose en la casa mientras Violeta se quedaba trabada al escuchar su nuevo apodo.- Es más, ahora voy a dar de comer a la niña mientras tú comes y te preparas, vamos a ir a tu coche a por la silla de Olivia, la vamos a poner en el coche de Ruslana, que está en el garaje y te voy a llevar yo para que tengas más tiempo de hacer las cosas que tengas que hacer. Déjame ayudarte por favor.
Violeta terminó aceptando pues sabía que sin la ayuda de Chiara no lograría hacer nada. Tras agradecerle su ayuda cientos de veces y hacer todo lo que tenía que hacer, ambas se dirigieron con la pequeña al coche de Ruslana. Violeta trabajaba en un bar en el centro de Barcelona, trabajaba pocas horas por lo que su sueldo no era muy alto y apenas le daba para lo básico, pero no podía meter más horas porque la niña tan solo tenía dos años y no podía estar todo el día recurriendo a sus amigos.
Chiara, tras dejar a Violeta en el bar, quedó en que la recogería a las cinco y la llevaría a casa. Una vez que aparcó el coche cerca del establecimiento donde había quedado con Martin, puso a la pequeña en su carrito y se dirigió hacia allí.
- Si no fuera porque somos mejores amigos y me lo habrías contado, o eso espero, y porque debido a tu orientación sexual sin ayuda de la ciencia sería prácticamente un milagro, diría que hay algo que no me has contado.- Dijo Martin abrazándola con fuerza.
- Muy gracioso, Urrutia. Es la hija de una amiga de Ruslana, que no tenía con quién dejarla. Se llama Olivia ¿A que es preciosa?- Dijo Chiara jugando con la niña, que no hacía más que reír.
- Si muy mona, pero se me hace raro que te hagas cargo de la hija de alguien que no conoces porque hasta donde yo sé, el circulo cercano a Ruslana no tiene hijos.
- Ya, no la conoces. Se llama Violeta. Vive justo en frente y se ha hecho muy amiga de Rus y sus amigos. Ya es una más del grupo.- Explicó mientras se sentaban en una terraza. Se pusieron al día con sus días y aprovecharon para ir al parque con la pequeña Olivia y jugar con ella.
Una vez llegó la hora de ir a por Violeta y con la niña ya merendada, Chiara puso rumbo a recogerla. Una vez Violeta estaba en el coche siguió agradeciéndole a Chiara por haberla ayudado. Decidieron que aún era pronto y que podrían ir a dar un paseo, por lo que decidieron ir a darlo por el parque de la Ciutadella, el cual era un lugar al que a Violeta le encantaba ir de vez en cuando con Oli y así despejarse de todo un poco.
Con la niña dormida en el carro y Violeta tirando de éste, Chiara pensó que era hora de disculparse con la pelirroja.
- Oye Violeta, que antes iba a tu casa con la intención de disculparme. No sabía nada de por lo que has pasado y metí la pata. Te pido perdón, no volveré a hablar de ello.- Dijo mientras agachaba la mirada.
- No pasa nada Chiara, de verdad. Es normal que te preguntes por el padre, lo menos que hubieras pensado es que hizo lo que hizo cuando se enteró de que estaba embarazada. Es un tema que no me gusta tocar porque aún no está superado, pero no pasa nada.- Dijo Violeta sonriendo.
- Bueno, poco a poco lo harás, tienes una hija maravillosa y preciosa y es lo importante, quiero que sepas que me has caído muy bien y que me tienes para lo que necesites- Respondió acariciando la mano de Violeta, que se encontraba en el carrito de la niña.
La sonrisa que le dio Violeta en ese momento no lograría sacarla de su cabeza. Le sonrió de una manera tan bonita y tan sincera que a Chiara le faltó el aire durante unos segundos. Sabía perfectamente el tipo de chicas que le gustaban, y Violeta era su tipo.