Para mejor lectura, escucharla con la música de multimedia.
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Escuchaba murmullos, la voz, estaba por seguro que era Leonore la que se encontraba en la habitación, pero lo único que no lograba entender era lo que hablaban.
Mis ojos hinchados aún se encontraban cerrados, y se encontraban así por haber sido golpeada un par de veces. Mi cuerpo se sentía tan débil en ese instante, que ni yo misma podía soportar estar erguida.
-Vamos niña, es la hora de despertar-Recibí un pequeño golpe en la mejilla- Creo que hoy tendremos visitas.
Aplaudió feliz, encaminándose hacia la puerta.
-Una vez lista, la quiero afuera- Habló la pelirroja dirigiéndose a un tipo que se encontraba en la salida, aquel que me tenía fija la mirada.
Él solo afirmó con la cabeza, y una vez que ella se fue, aquel hombre de estatura imponente cerró la puerta y se acercó a mí.
-Veo que no estas muy feliz aquí- Habló de pronto. Su voz era gruesa y rasposa. Logré oler su aliento, era algo asqueroso, un olor a putrefacción, como si el hombre nunca en su vida haya conocido el cepillo de dientes.
-¿A caso me ves feliz? Idiota- Logré articular.
-Te haces la chismosa- Agarró mi cara, girándola bruscamente hacia él- Eres tan hermosa, pero a la vez una total perra...
-Aleja tus asquerosas manos de mí.
-Y atrevida- Acercó su nariz a mi rostro, olisqueándome- Me gusta.
Traté de alejarme, pero el hizo más fuerza acercándolo a él.
-No te alejes mi pequeña zorra- Acercó sus labios- Solo quiero un poco de diversión.
Luego de eso comenzó a besar mi cuello de una manera asquerosa.
Quería salir de ahí lo antes posible.
Él muy maldito que tenía en frente, se estaba aprovechando de una chica débil, aquella que no podía defenderse. Aquel idiota se estaba aprovechando de la situación.
-Detente, por favor detente- Traté de golpearlo, pero mis manos no hacían daño alguno, no tenía fuerza.
-Solo será un momento, déjate llevar.
Siguió tocándome, como si fuera totalmente accesible. Y en esos momentos lo estaba...
Vi en sus ojos algo que no podría explicar. Estaba ansioso, aquel hombre que se encontraba encima de mí-- luego de haberme depositado en la cama y desatado-- comenzó a desabrocharse el cinturón.
Sabía que venía lo peor, así que cerré mis ojos, ahogándome en mis propias lágrimas, seguí sollozando.
De un momento a otro ya no sentía el peso del hombre, abrí lentamente los ojos comprobando que él no estaba.
-Lo siento, no debi dejarte con este idiota- Habló Leonore molesta, sosteniendo y mirando al sujeto que se encontraba encima de mi hace unos segundos- ¿Es que tú no escuchas? Te dije; tráeme a la chica. NO aprovéchate de ella.
-Yo...
-Cállate, no quiero escucharte- Lanzó al gigante contra la única silla que se encontraba en la habitación.
Con la poca fuerza que me quedaba, logré erguirme, observando toda la escena, asustada y a la vez aliviada de haber sido salvada. Puede que haya sido la persona que menos esperaba y quería, pero me alegraba que en esos momentos haya sido ella.
Leonore miró en mi dirección sin expresión alguna y luego al hombre.
-Te doy un minuto para que me lleves a la chica. Si veo que haces lo contrario, juro que asesinare de la manera más dolorosa. Drenare lentamente toda tu sangre, mientras te esté cortando cada extremo de tu cuerpo en pequeñas porciones. Sentirás todo el dolor que te hare y luego le daré tus malditos huesos a los perros, para que puedan saborearte si no llegas hacer lo que te digo. ¿Entendido? -Sonrió, como si todo lo que haya salido de su boca fuera lo más normal del mundo.
-Lo que usted diga, jefa- Se levantó rápidamente, haciéndole un gesto de referencia.
-Muy bien, así deberías ser siempre idiota.
Luego de que ella se haya ido, mire directamente al sujeto, que me observaba con una mirada de odio.
-Si no fuera por ella, te juro que...- Calló de inmediato, sabiendo que Leonore lo podría escuchar.
Agarró mi brazo brusco y me levanto de un tirón de la pequeña cama.
-Vamos, camina- Me empujó para que lo siguiera fuera de la habitación.
-Ve más lento, no me siento bien- Comencé a quejarme.
En serio no me sentía bien. Habían pasado días desde que no caminaba, de que me encontraba sentada en una silla sin poder absolutamente nada. No podía de pronto llegar y caminar normalmente.
-Si no te apuras, seré yo el que sufra las consecuencias.
-¿Y eso ha de preocuparme?
-Claro, pero no te sientes débil para contestarme de esa manera- Tiró aún más fuerte.
-Es diferente...
Luego de haber salido de la pequeña habitación en que me encontraba, me percate que este lugar no era para nada como creía. Aquella vez que desperté, solo logré ver los arboles a través de la ventana, pensé que estaba en solo una habitación desolada alrededor del bosque, pero no era así. Estaba en otro lugar totalmente distinto, esto era más grande, había pasillos interminables por todos lados, como un laberinto, seguramente si yo hubiera logrado salir de la habitación, me hubiera perdido, y además me hubieran capturado fácilmente.
Cada paso que daba me era dificultoso, pero aun así seguía caminando, observando con detenimiento el lugar, sus paredes grises y las pequeñas lamparas que colgaban desde el techo, aquellas que apenas iluminaban el sitio. De pronto la vista comenzó a hacerse menos clara, borrosa, como si todo mi alrededor comenzara a apagarse. Mi cuerpo ya no lo sentía, ya ni sabia que estaba pasando.
{...}
De nuevo voces, murmullos molestosos. Solo quería volver a cerrar los ojos y despertar en mi habitación, en mi cama y hacer como si todo esto que estaba ocurriendo, haya sido solo una maldita pesadilla.
Por obligación, comencé a abrir los ojos, en un principio se me hizo dificultoso ya que no lograr ver con claridad, pero una vez que los tuve abierto, miré a mi alrededor. Noté que me encontraba afuera, en el exterior.
Volví a cerrar mis ojos y comencé a respirar, sentí como mis pulmones eran llenados de aire limpio y fresco, sentía el olor a humedad del bosque, esto si me alegraba volver sentir, no hasta que alguien me saco de mi trance.
-Abre los ojos pequeña, alguien quiere verte- Oí su escalofriante voz, provocándome estremecimiento.
Abrí lentamente los ojos, dirigiéndome la mirada hacia el frente. Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo.
Repasé lentamente mi alrededor y reconocí de inmediato aquellos rostros.
Era imposible, mis ojos comenzaron a llenarse de agua, provocando que de ellos cayeran lágrimas, deslizándose por mis mejillas.
Frente a mi estaban ellos. James y Elliot miraban con odio a Leonore, al igual que Camille, pero en su mirada había algo diferente, como de desagrado. Kaylee me observaba su expresión era de preocupación y de alivia al verme. El único que tenia la mirada desviada hacia el suelo y sin expresión era Jaden. Me preocupaba que él no mirara, ni si quiera a mí, lo detestaba y me carcomía por dentro saber que era lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento.
-Bien, aquí está la chica ¿Qué me ofrecen? -Habló primera Leonore.
-¿Ofrecer? ¿A caso eres demente?- Inquirió mi hermano.
-Un poco- Señaló.
-Solo danos a Leah si no quieres salir herida.
-Espera- Rió ella- ¿Me estas amenazando? ¿Quién eres tú para venir a amenazarme?
-Seré yo quien lo cumpla si no sueltas a Leah ahora mismo- Declamó esta vez Camille.
-Hey. Cálmate brujita- Levanto su mano hacia ella, deteniéndola- Si no quieres ver a tu amiga muerta, mejor cállate.
Leonore me tomó del cuello, sintiendo el frio y afilado metal en mi garganta, con un solo movimiento, adiós vida.
Miré asustada hacia Camille, pidiendo ayuda. No quería ser asesinada y menos por una estúpida y loca chica, aquella que estaba perdidamente enamorada del chico con en el cual mantenía una pequeña amistad, aquel chico que ella pensaba que yo sentía lo mismo que ella hacia él, pero no era así. No aún.
Vi a todos allí y en su mirada había algo que no lograba descifrar, pero si podía decir que estaban asustados.
-No te atrevas- Habló de inmediato Elliot.
-¿Por qué no?- Preguntó interesada la chica que me tenía amenazada con un hoja.
-Sabes exactamente que sucede si la asesinas con eso- Interfirió Camille.
Pues claro... ¡Moriré!
-¿Qué? ¿Este simple cuchillo?
-Solo suéltala.
-Oblígame- Miró desafiante a mi amiga- Ustedes saben, si dan un paso, esta linda chica morirá.
-Por favor, déjame ir- Articulé a penas.
-Claro que no pequeña Leah- Aseguró, acercándose a mi- Te hare una pregunta ¿Sabes exactamente para que es este cuchillo?
Lo señaló.
Negando rotundamente.
-Deberías saberlo, es algo bastante poderoso en tu contra.
¿De qué habla?
Bufó hastiada.
-Ya veo, no lo sabes- rodeo los ojos- Deberías preocuparte, los que dicen ser tu familia y amigos te esconden bastantes secretos. Eso si que es triste.
-Solo déjame ir...
-No- Dejo que el sujeto que la acompañaba me sujetara - Quiero que sepas cuán importante es este cuchillo para las brujas y para eso lo probare contigo para que vean el gran efecto que causa.
Sonrió alegre extendiendo los brazos, como si de un acto se tratara, como si los chicos fueran los expectantes y nosotras el espectáculo.
-Vean cuan majestuosidad es esto- La pelirroja agarró mi cabello tirándolo hacia atrás de manera brusca, colocando de nuevo el afilado metal en mi cuello, sintiendo como mi sangre comenzaba a deslizarse por la hoja.
-¡DETENTE!- Vociferó de repente, girando todos nuestras miradas hacia la voz.
Jaden se encontraba con una mano alzada hacia nosotras, deteniendo a Leonore por lo que estaba por hacer.
-¿Qué es lo que quieres Leonore?- Habló por primera vez.
Fue un alivio a volver a escuchar su voz.
-Deberías haber dicho eso desde un principio- Sonrió maliciosa.
-Dime ¿Qué es lo que quieres? -Volvió a preguntar Jaden.
-Te quiero a ti- Mordió su labio, provocativa.
-Bien.
¿Qué?
-¿Qué? Estas bromeando Jaden- Prorrumpió Kay, acercándose a él, pero él la ignoro.
-Guau. Eso fue fácil- Señaló feliz la pelirroja.
-Antes, suelta a Leah.
-Pero...
-Si no, no hay trato. Tu me quieres a mí, bien, pero antes suelta a Leah.
-Como tú digas amour mío- Me soltó, cayendo de rodillas al suelo.
De inmediato Kaylee y Camille me ayudaron a levantarme, llevándome a un lado donde se encontraba mi hermano, quien me abrazó una vez que estuve a su lado, depositando un casto beso en mi frente.
Pero mi vista estaba fija en solo un chico, aquel que no me había mirado desde que llegamos, como si yo no existiera para sus ojos. Por lo que decidí hablar.
-¿En serio te iras? ¿Así como si nada? -Musité. Aun así, él no se dignó a mirarme, solo se encontraba de espaldas hacia mí.
-Si- Contesto de forma tajante y siguió caminado hacia Leonore, ubicándose a un lado de ella.
-¿Hablas en serio?- Volví a preguntar. No podía creer lo que él estaba haciendo.
-¿A caso ves otra solución?
-¡Pues si! ¡Siempre lo hay!- Chillé.
-Pues yo no.
-¡Diablos, Jaden! ¡Mírame a los malditos ojos! -Clamé, alterada.
Y así lo hizo, pero sin expresión alguna en su rostro.
-¿Por qué hace esto?- Me zafé de James, dando un paso hacia la dirección donde se situaba el mayor de los Wilde.
-Sabes muy bien que lo hago por ti- Habló firme.
-Yo ni siquiera te lo he pedido.
-¡PUES ME IMPORTA UNA MIERDA LO QUE ME HAS PEDIDO O NO!- Gritó, pero luego se controló- Lo hare, quieras o no.
-Muy bien, es la hora de irnos amor. Tenemos mucho por hacer- Besó la mejilla de Jaden y luego se subió a un auto que se encontraba a unos metros, siguiéndola después el sujeto que la acompañaba.
-¿En serio te iras así?- Lo contemplé abatida.
Tenía miedo de que me dejara.
-Ve la realidad Leah- Declaró por última vez dirigiendo al asiento de copiloto, para subirse y desaparecer del lugar.
Y así fue... vi la realidad, la maldita realidad.
En ese momento mi corazón era destrozado, como si lo hubieran apuñalado con el mismo cuchillo que querían utilizar en mi contra, en realidad, se sentía como si en verdad hubiera sucedido. Sentía un nudo en la garganta, tenía unas ganas de gritar y llorar por todo lo que sentimientos que me afectaban en ese momento.
Mi vista vagaba por el camino en el cual ellos habían desaparecido. Literalmente mi corazón, en ese preciso instante, se encontraba vacío.