Sentado en mi cama con aquella tarjeta en mi mano y una maleta a un costado; dejé salir un suave suspiro. El desasosiego se apoderó nuevamente de todo lo que constituía mi ser y de alguna manera sentía que me debilitaba; la cabeza me daba vueltas y mis manos sudaban. No era fácil –desde luego–, sostener entre éstas la invitación a la boda de la persona culpable de toda clase de emoción, pensamiento y acción romántica que he sido capaz de experimentar, por lo menos con mayor intensidad.
"Estás cordialmente invitado a la boda de Kim Jongin y..."
Ni siquiera era capaz de continuar, puesto que por más que leyera y releyera aquel trozo del elegante papel -con letras doradas y en una hermosa tipografía cursiva-; sabía que el nombre a continuación nunca sería el mío, incluso si esa era una de las cosas que más deseé a mis 23 años. Me hubiese encantado que hubiese un modo de cambiarlo pero desgraciadamente las cosas no son nunca tan sencillas, en especial porque Jongin no tenía idea de lo que sentía y además estaba ese detalle que lo hacía todo más difícil: éramos mejores amigos.
Pero permítanme contarles las historia: conocí a Jongin desde que era un chiquillo en el jardín de niños, teniendo un corte estilo honguito porque a mamá le había parecía sencillamente adorable a pesar de que yo lo mismo lo odiara y la razón era evidente: los demás niños se burlaban de mí, poniéndome cuanto apodo se les ocurriera, pisoteando mi poca autoestima. Preferí callar y solo soportar porque era débil, tímido; en pocas palabras: cobarde.
Siempre pedía a mamá ya no volver a ese horrible lugar en donde me sentaba en un rincón a llorar porque nadie se daba cuenta de las cosas feas que me decían o hacían; sin embargo jamás me hizo caso porque no le di respuestas coherentes del por qué me negaba a asistir. Encima de todo ese día unos nubarrones grises cubrieron el cielo y el viento soplaba tan frío que me calaba los huesos y yo solo deseaba quedarme bajo mis calientes mantitas mientras jugaba con mi atari.
Por supuesto no fue algo que pudiera conseguir porque tan solo media hora después estaba perfectamente vestido y peinado para después subir al auto de mamá quien me llenaba con palabras confortantes como que esperaba que tuviera un bonito día y que hiciera muchos amigos; sin embargo eso era algo que nunca sucedía o por lo menos no lo había hecho hasta ese día.
Ya en el salón del jardín de niños, me senté en silencio a observar como los demás jugaban alegremente entre ellos mientras me ignoraban; lo cual incluso prefería porque de no ser así, entonces me estarían molestando... De pronto la puerta del salón se abrió y la maestra entró muy sonriente como siempre mientras llevaba de la manito a un chiquillo nuevo, cuya piel ligeramente más oscura que la de la mayoría de los allí presentes, resaltaba.
El que luego sería presentado como Kim Jongin, se frotaba un ojo con el dorso de la mano y aun se le veía adormilado cuando fue a tomar su lugar en único asiento vacío que había: ese que estaba junto a mí. Tampoco me miró ni me dedicó atención alguna pero por lo menos no se había burlado de mi corte de cabello y ese ya era un gran paso, ¿verdad? Ya me caía bien.
La clase pasó rápido, por primera vez me divertí ya que se nos había asignado el dibujar el modo en que visualizábamos nuestro futuro y yo ciertamente quería ser cantante porque papá y mamá me decían todo el tiempo lo bien que lo hacía y yo les creía.
—Mira, parece que el cabeza de hongo quiere ser cantante —le dijo un niño gordito en tono burlón a otro larguirucho; ambos empezaron a burlarse de mi dibujo y eso despertó a Jongin del sueño en el que había estado desde hacía como media hora.
—Nadie va a querer aturdirse con tu voz fea —se burló el larguirucho mientras yo ocultaba mi dibujo y bajaba la cabeza.
—Cállense; justo vienen a molestar cuando estaba durmiendo muy a gusto —refunfuñó Jongin, volviendo a frotar sus ojos y bostezando.
—Tú no te metas oscurito, o te irá como a él —amenazó Kihyun, el pasado de kilos.
Jongin se volvió para mirarme por un instante y regresó luego la mirada a los otros dos.
—No me gusta que interrumpan mis sueños —alegó, haciendo caso omiso de las palabras de los otros dos—. Este en especial estaba siendo bonito y no se los voy a perdonar.
—Se acabó. Los veremos en el patio trasero durante el receso; vamos a enseñarles quiénes mandan aquí —retó Wonho mientras fruncía el ceño.
—Aceptamos.
¡¿Qué?! ¡Pero yo ni siquiera había dicho nada! Bueno, creo que Jongin ya no me caía tan bien...
Un rato después fui arrastrado por Jongin al sitio pactado para el duelo y los cuatro mocosos de no más de cuatro años, nos miramos por un momento. El patio estaba mojado debido a que había caído una fuerte lluvia mientras estuve dibujando y aunque la lluvia había cesado, se habían formado grandes charcos aquí y allí, por lo que también había algo de lodo.
La batalla dio comienzo después y aunque Jongin era más bajito que los otros dos, se debía resaltar que tenía bastante energía aún con esa cara de sueño que parecía tener siempre. De a poco me animé a participar también y se desató entonces la guerra de lodo y las palabras más fuertes que conocíamos en ese entonces como: "bobo", "tonto" y "tarado".
Terminamos cubiertos de lodo y castigados pero muertos de la risa; el otro par se había divertido tanto también, que alegaron que ya no me molestarían más; nos dimos la mano, cerrando el trato como caballeros y después nos presentamos como era debido. Ese día gris por fin pude decirle a mamá que había hecho amigos; ella se puso tan feliz que ni siquiera me reprendió por estar hecho un desastre y haberlo propiciado a la hora del descanso.
...
Ahora con diez años, estaba en primaria y podía decir lleno de orgullo y felicidad que Jongin y yo nos habíamos hecho mejores amigos, él siempre cuidaba de mí y me enseñó a defenderme, mi autoestima creció, mis ganas de sonreír y solo cosas buenas trajo a mi vida. No era de extrañar porque Kim Jongin era sinónimo de diversión y risas; le agradaba a todo el mundo y llamaba la atención a donde quisiera que fuera.
Por supuesto mi mejor amigo no era perfecto: tendía a ser un poco dormilón y además su promedio no era muy alto, aunque se las arreglaba para aprobar las clases. En fin, no me quiero desviar mucho del tema, bueno más de lo que ya lo estoy haciendo pero ya que les estoy narrando un poco el modo en el que nos conocimos, no podía dejar de contarles que hicimos un nuevo amigo que me hizo reír casi todo el día.
Estábamos los tres reunidos a la hora del almuerzo y luego de darnos un atracón de sándwiches y juguitos en caja, decidimos que debíamos vaciar nuestras vejigas, por lo que nos pusimos de pie para ponernos en marcha al baño. Una vez en la entrada, Yixing –nuestro tercer amigo–, detuvo a Jongin, tomándole por la muñeca.
— ¿A dónde crees que vas? —le preguntó con ese gracioso acento chino suyo y mirándole con esa cara como si estuviera a punto de caer dormido. Jongin le miró extrañado y le explicó que entraría al baño, a lo que el chiquillo negó repetidas veces—. Pero es que no puedes entrar allí.
— ¿Por qué no? —Jongin hizo uno de esos pucheros que le hacían ver adorable.
—Pues porque es el baño de los niños.
— ¿Y eso qué? —intervine, rascando mi nuca.
— ¿Acaso no eres niña? —preguntó Yixing, elevando ambas cejas.
Un instante después estallé en carcajadas. Jongin siguió haciendo un puchero y Yixing parecía sonrojado; sin embargo solo bastó un momento para que los otros dos no tardaran en seguirme. Me reí tanto que hasta derramé lágrimas y es que Jongin solía llevar el cabello algo largo, razón por la que Yixing debió pensar que era una niña que siempre estaba tras nosotros. Tampoco me sorprendió porque el chino era un poco distraído.
—Con razón no traía falda.
— ¡Yahhhh! —Jongin empezó a corretear tras el pobre Yixing por toda la escuela mientras éste corría despavorido y yo, pues me dediqué a seguir riendo hasta llorar.
Al otro día mi moreno amigo se presentó con el cabello mucho más corto mientras Yixing y yo levantábamos nuestros pulgares en señal de aprobación, a lo que él nos respondió con una sonrisa perlada tan amplia que casi ocultaba sus ojitos.
...
A los doce años fue que las cosas empezaron a hacerse más complicadas porque fue por esa época que empecé a darme cuenta de que no veía a Jongin como al resto de los niños; ni siquiera a las niñas. Se suponía que debía sentirme atraído hacia ellas o al menos eso era lo que me decía papá; en ocasiones me sentí culpable por no sentirme de ese modo.
Los demás niños de mi clase a veces opinaban que alguna niña tenía el rostro muy bonito o el cabello muy brillante, incluso que olían muy bien; sin embargo yo opinaba diferente: por alguna razón veía esas cosas en mi mejor amigo y cuando sonreía se me aceleraba el corazón... quería pensar que no era nada pero realmente empezaba a sentir miedo porque cada día le veía más apuesto y eso no resultaba ser lo peor, sino que él no me veía del mismo modo y lo pude comprobar cuando él se mostró muy interesado en Jung Soojung, una niña de largo cabello negro que traía locos a casi todos los niños de la escuela.
Decir que me costó mucho trabajo mantener mi sonrisa cuando me contó que había invitado a salir a la susodicha y que ella gustosa aceptó; sería muy poco porque más bien sentí ganas de llorar y arrancar los bonitos cabellos de la chica uno por uno; sin embargo simulé estar feliz, porque eso es lo que los buenos amigos hacen...
Luego de algunas salidas, ellos se hicieron oficialmente novios, por lo que se paseaban por los pasillos de la escuela tomados de la mano mientras Yixing y yo les seguíamos como una especie de guardias que los custodiaban. Al antedicho parecía no importarle en lo absoluto, de hecho se veía muy feliz por Jongin y yo sentía envidia porque aunque quería sentirme del mismo modo respecto a la relación de mi mejor amigo, no podía estar más alejado de eso.
Infortunada o afortunadamente para mí, dicha relación no duró más de seis meses que ciertamente parecieron eternidades y digo infortunadamente porque resultaba obvio que mi amigo no me veía más que como eso, en cambio Soojung se había llevado el primer beso y la primera experiencia de una relación para mi amigo y además ésta había sido medianamente estable; sin embargo al ser solo un par de pre adolescentes, ambos estuvieron de acuerdo en terminar debido a otros intereses.
...
El tiempo continuó pasando y Jongin siguió saliendo con chicas aunque no fueron más que un par. Deduje que quizá se debía a que no estaba del todo listo para tener relaciones porque bueno; él era un chico grandioso y eso no se podía negar pero también le faltaba mucha madurez emocional que en lo que a mí respecta, yo estaba muy bien.
Para ese entonces ya teníamos catorce y una noche, mi amigo se quedó a dormir en mi casa, cosa que me emocionó. Se suponía que Yixing también iría pero a última hora sus padres no le habían permitido ir porque debían salir de viaje y necesitaban que él se ocupara de la abuela o algo por el estilo.
Hablando del simpático chico de origen chino, debo decirles que se puso como lunático cuando ingresó un nuevo alumno al otro grupo. Pronto estuvo tirando de mi brazo para anunciarme felizmente la noticia y además esperó muy impaciente a que la hora del almuerzo finalmente llegara para así tirar de mi brazo de nuevo además del de Jongin para prácticamente arrastrarnos a la entrada de la cafetería en donde el susodicho se hallaba comienzo lo que parecía un sándwich de jalea.
— ¿No es la cosa más adorable que han visto jamás? —preguntó Yixing con ese acento gracioso que todavía conservaba y mientras miraba embobado a aquel chico que tenía restos de migajas en una de sus prominentes mejillas y bueno, debimos admitir que ciertamente era muy lindo.
— ¿Ya sabes cómo se llama? —Pregunté a Yiyi –como solía llamarlo de manera cariñosa– y él inmediatamente se apresuró a negar con su cabeza mientras hacía un puchero.
—Todo lo que sé es que su apellido es Kim —respondió sin retirar ni un segundo la mirada del susodicho quien además llevaba anteojos que le hacían lucir los ojos un poco más grandes de lo normal. Pobre chico, estaba más ciego que un topo.
—Umm eso no nos dice mucho, la verdad —Jongin se puso en medio de nosotros para abrazarnos por los hombros y yo desvié la mirada enseguida; tratando de no pensar en lo mucho que mi corazón se aceleraba al tenerlo tan cerca. Incluso pude oler muy bien su perfume; debía confesar que me gustaba mucho.
—Pronto conoceré su nombre, su color favorito y hasta donde vive. Como que me llamo Zhang Yixing —dijo el susodicho con decisión, llevando una mano empuñada sobre su pecho como para aumentar el dramatismo del momento.
—Supongamos que eso no sonó muy de psicópata —me eché a reír por mi propio comentario y Jongin no tardó en seguirme.
—Cállense. Dicen eso porque no saben lo que es estar enamorados —refunfuñó Yixing, luciendo un ceño fruncido por un instante, pero éste desapareció en cuanto volvió a mirar al chico de daba mordidas al sándwich como si fuera un ratoncito y mi amigo no tardó en suspirar muy fuerte.
Ese día descubrimos que a Yixing le gustaban los chicos, que Jongin parecía no tener problemas con eso y ese día también deseé creer que era cierto que no sabía lo que era estar enamorado...
En fin, creo que me desvié mucho del tema otra vez; como venía diciendo, Jongin se quedó a dormir en mi casa. Jugamos videojuegos hasta que nos cansamos y me harté de que me pateara el trasero además de que se mofara de eso por lo que le lancé unas cuantas palomitas de maíz, las cuales no tardó en comerse.
—Oye, no te comas los misiles —refunfuñé mientras dejaba el bol vacío sobre la mesa de noche y luego tendí una colchoneta para él sobre el suelo, al lado de mi cama; la cubrí con una sábana y un par de mantas porque esa noche estaba haciendo bastante frío.
Jongin no hizo más que reír y luego se lanzó de panza sobre el colchón, cual chiquillo fuese y no pude evitar reír también porque su risa era un poco graciosa y resultaba bastante contagiosa; además me gustaba mucho lo diminutos que se ponían sus ojos cuando lo hacía fuerte.
—Basta —le lancé una almohada en la espalda por lo que él hizo un puchero—. No vayas a despertar a mis padres —regañé en voz baja—. Ponte un pijama pronto y a dormir.
—Sabes que no uso pijama —soltó sin más, al tiempo en que se sentaba en una pose de indio, mirándome muy fijo; incluso pude jurar que sonreía de manera pícara pero no lo sabría decir; después de todo, eso era parte de su personalidad por naturaleza así que no me haría ideas equivocadas y mucho menos iba a pensar en esa imagen mental que el muy tonto provocó que quisiera colarse en mi mente cuando lo mencionó.
Desvié la mirada de prisa para que no notara el sonrojo sobre mis mejillas y no tardé en volver a lanzarle la otra almohada pero esta vez él me la devolvió para después volver a romper en risas solo que en un tono de voz más bajo.
— ¡Yah, Kim Jongin! No me importa si no usas en tu casa, hoy estás en la mía y así sea una de las mías pero vas a dormir vestido —advertí mientras me acostaba y ponía las mantas sobre mi cuerpo, incluso cubriendo mi cabeza porque mi amigo era tan descarado que conociéndolo, no tendría reparos en empezar a cambiarse frente a mí y bueno, supongo que normalmente eso no tendría nada de raro pero en mi caso sí que no era nada conveniente. Pronto lo escuché comenzar a cambiarse y bueno por lo menos tuvo la delicadeza de hacerlo en el baño.
Tomó un poco de tiempo pero finalmente logré quedarme dormido; eso hasta que sentí que el colchón de mi cama se hundía bajo un peso extra. De mala gana abrí mis ojos, teniendo que frotarlos para lograr enfocar mejor. Casi me muero del susto y dejé escapar un grito ahogado cuando vi que mi manta se levantaba de manera extraña, como si un enorme gusano se hubiese metido bajo ésta y serpenteó lentamente hacia mí. Tragué saliva y contuve la respiración de manera involuntaria hasta que pude respirar tranquilo otra vez cuando vi la cabeza de Jongin asomarse bajo la manta.
Podrán pensar que soy un tonto pero es que la verdad se me había olvidado por completo que él estaba conmigo. Quise matarlo porque casi me provoca un infarto; sin embargo se veía tan lindo mientras parpadeaba lentamente y me miraba como si fuera un cachorrito, que no me sentí capaz ni siquiera de reprenderlo.
—Tengo frío —se justificó mientras como si nada empujaba mi cuerpo hacia un lado, haciendo uso de su cadera para hacerse lugar. No entendí bien por qué no se metió a la cama como una persona normal en vez de hacer semejante cosa, aunque no debí pensarlo. Simplemente se trataba de Jongin y él era como un niño grande. No dije nada más y volví a cerrar mis ojos, esperando conseguir quedarme dormido pronto.
—Oye... —habló de nuevo y a mi oído. Al muy desgraciado de verdad parecía que le gustaba jugar con mis nervios.
— ¿Ummm?
—Creo que a mí también me gustan los chicos —soltó sin más, provocando que abriera los ojos como platos. Esa declaración me había dejado frío; quise decir algo al respecto pero no sabía qué y cuando por fin me animé a abrir la boca, pensando que tal vez él estaba a la expectativa de alguna respuesta; me detuve cuando lo escuché roncar muy bajito.
—Tonto... —dejé escapar un suspiro. De acuerdo, ese día descubrí que a Yixing le gustaban los chicos y a Jongin también.
...
Dos meses exactamente le había tomado a Yixing averiguar el nombre de ese chico que no era muy popular según supimos pero que él encontraba sencillamente adorable. Al tercer mes el chico ya se sentaba con nosotros a la hora del almuerzo. Creo que era el único que no se daba cuenta de cómo lo miraba nuestro amigo, así que Jongin y yo nos dedicábamos incansables miradas de complicidad.
Por cierto, en lo que a Jongin y yo respecta; la misma mañana después de que me hizo su confesión, continuamos hablando al respecto y resultó ser que ese tema no le causaba tanta molestia como a mí. No porque fuera homofóbico o algo por estilo, obviamente creo que ya ha quedado claro que eso es lo último que soy; sino porque notoriamente yo me sentía muy atraído hacia él y ese hecho a veces no me dejaba en paz. Era como una bola de nieve que solo rodaba y hacía más grande con el paso de los días. Quizá me hacía sentir un poco menos peor el hecho de saberle heterosexual y que jamás podría fijarse en mí por ser un chico; ahora que sabía que lo creí no era del todo cierto, tanto mis esperanzas como mi consuelo se resquebrajaban más.
Al mismo tiempo tuve que hacer mi propia confesión ciertamente eso era algo que había admitido hacía mucho tiempo para mí mismo; además del hecho de que ya me había besado con un par de chicos por simple curiosidad y la verdad es que en lo absoluto me había disgustado. Esos labios no eran los que realmente hubiese querido probar realmente pero fueron los que me ayudaron a convencerme de mi verdadera orientación sexual; mis dudas estaban disipadas.
Jongin escuchó todo con atención y al final solo sonrió pareciendo muy feliz porque según dijo; como mejores amigos, teníamos muchas más cosas en común de las que él siquiera se hubiera llegado a imaginar pero una de las diferencias entre él y yo, es que a mí no me gustaban para nada las mujeres en cambio él si sentía mucha atracción hacia ellas, por lo que no fue capaz de responderme cuál género tendría más peso si los pusiera sobre una balanza; más bien sin dudarlo ni un instante, declaró que era un 50/50. No quiso contarme cómo es que descubrió que se había sentido atraído hacia los chicos pero quizá ese pudiera ser un tema que tocaríamos algún otro día.
La buena parte de todo esto es que meses después fue mi turno de derramar miel por ahí. Conocí a un chico en mis clases particulares de inglés y vaya que fue un flechazo instantáneo. Tenía una sonrisa llena de coquetería que en cierta forma me recordaba a mi amigo, solo que esta era más sutil y ¿adivinen qué? También tenía la piel tostada y sí, ya sé lo que están pensando, he de confesar que yo mismo me lo cuestioné varias veces. Ese chico no me gustaba por ser él sino porque tenía ciertos aires a Jongin pero no, Hakyeon era encantador de por sí y tuvimos una bonita relación de siete meses hasta que digamos que de algún modo descubrió mis sentimientos reprimidos por mi mejor amigo. La verdad es que las cosas pudieron terminar mejor pero nunca pude culparle por dejarme.
De todos modos jamás olvidaré ese noviazgo, el primero y por ende uno de los más especiales para mí. Cabía mencionar que ese verano no solo mi corazón fue roto de cierto modo sino también el de nuestro pobre Yixing, quien finalmente se atrevió a confesarle sus sentimientos a Kim Junmyeon pero éste solo le respondió negando varias veces y huyendo como animalito asustado.
—Supongo que no le gustan los chicos, lo asusté... —comentó Yiyi mientras comía un puñado de palomitas de maíz y sus ojitos se nublaban. Lo conocía y sabía bien cuándo estaba haciendo grandes esfuerzos para no echarse a llorar y vaya que yo me encontraba en el mismo estado así que no podía darle las apropiadas palabras consoladoras que merecía. Por suerte Jongin se hizo cargo de ambos.
...
Dieciséis años recién cumplidos, una vida por delante y muchos sueños empezando a brotarse en nuestras juveniles cabezas; igual que los sentimientos estaban a flote. Empezaré por decir lo obvio, claro que seguía loco por mi mejor amigo, había veces en las que tristemente pensé que nunca iba a dejar de estarlo aunque con el tiempo empecé a asimilar la idea de que nunca sería para mí y menos porque no me atrevía a hablar sobre eso, temía perderlo para siempre.
Por otro lado estaba Yixing, quien ahora estaba en el lugar de Junmyeon, tenía un admiradora y se escondía siempre tras de mi cada vez que la chica estaba cerca; sin embargo las insistencias de la susodicha parecían empezar a rendir sus frutos puesto que ya no le rehuía con el paso de los días. Incluso llegué a pensar que hubiesen hecho una linda pareja pero entonces el de los anteojos enormes pareció experimentar por primera vez los celos y lo pude notar en la forma en la que arrugaba las hojas que llevaba en sus manos. En fondo me sentí bien, se lo merecía por ser tan cruel con mi Yiyi.
De Jongin tengo para decir que había sentado un poco más de cabeza; seguía siendo el mismo por supuesto, pero con las hormonas menos alborotadas y había parecido perder el interés tanto en chicos como en chicas ya que llevaba más de un año sin salir con nadie. Todo parecía estar tranquilo y marchaba a la perfección, al menos así lo creí hasta que llegó un chico nuevo a la escuela...
Llegó un buen día al salón siendo presentado como el nuevo alumno recién llegado de Busán. No supe muy bien por qué pero me bastó con solo mirarlo para que todas las alarmas se dispararan en mi mente, como un alerta roja, el anuncio del caos. Él, con personalidad afable y una enorme sonrisa sobre los labios se presentó haciendo una venia, recorriéndonos a todos con la mirada hasta que de pronto sus ojos se posaron en alguien en particular y vaya suerte la mía, era Jongin, quien estaba muy distraído mordiendo la goma de borrar de su lápiz, como todo un galán.
A la hora del almuerzo lo primero que hice fue preguntar a mis amigos su opinión sobre el chico nuevo. Yiyi solo se encogió de hombros y mencionó algo como que definitivamente era muy atractivo pero que nadie como Junmyeon, vaya que estaba perdido...
—La verdad no me fijé mucho —Jongin suspiró y yo me sentí aliviado por un momento—. Ahora mismo estoy preocupado porque papá dijo que no me pagaría las clases de baile si no mejoraba mi promedio en historia pero no es mi culpa que sea la clase más aburrida que existe y que me dé mucho sueño —hizo uno de sus adorables pucheros que en seguida provocó que se me dibujara una leve sonrisa sobre los labios.
Comprendía por qué se sentía así; él había querido asistir a esas clases desde hace tiempo y sabía lo importantes que eran. Jongin era tan bueno en baile como yo en canto.
— ¿Podemos hablar de lo bien que se ve el trasero de Junmyeon con ese pantalón nuevo? —preguntó Yiyi mientras miraba al antedicho de manera poco sutil.
— ¿Hablas del chico que dijiste la semana pasada que ya habías superado? —enarqué una ceja.
—Y así era, hasta que lo vi con ese pantalón —comentó mientras asentía como chiquillo—. Tal vez está tratando de seducirme.
—Claro, el chico que se la vive en la biblioteca en sus tiempos libres, debe ser todo un experto en el arte de la seducción —participó Jongin dejando ver una sonrisa burlona.
—Creí que salías con Jiyeon.
—Ella es una buena amiga —comentó el chino con cara de adormilado—. No lo sé amigos, pero ese chico va a ser mío, ya se los dije. Ahora me voy porque hoy me va a decir que le gusto y que no puede vivir sin mí. ¡Nos vemos! —diciendo aquello se perdió por el mismo pasillo por el que había doblado el nerd de trasero bonito.
Tenía razón, al día siguiente un muy sonrojado Junmyeon caminaba tomado de la mano de un muy sonriente Yixing. Yo me alegré mucho por eso, mi amigo merecía tener por fin a su lado a la persona por la que había babeado por tanto tiempo; sin embargo yo no podía decir lo mismo...
Los siguientes días fueron algo tortuosos para mi pues el chico nuevo no dejaba de intentar acercarse a Jongin y es que se le notaba a kilómetros de distancia que él le gustaba y yo lo sabía porque él miraba a mi amigo como yo lo veía cuando éste estaba muy distraído.
—No lo sé, es lindo y tiene una gran personalidad pero creo que no es mi tipo —comentó mi moreno amigo cuando le pregunté una tarde en la cafetería sobre cómo se sentía respecto a tener tanta atención por parte del chico nuevo. Esa respuesta hizo que pudiera respirar tranquilo otra vez.
Era cierto aquello sin embargo, ese chico era bueno en todo, en canto, baile, era alegre y se ganaba la simpatía tanto de maestros como alumnos, es que hasta se hizo amigo de las cocineras. Demonios incluso se hizo mi amigo, al menos un poco; es que tenía cierto no sé qué que hacía que simplemente no pudiera odiarlo. Él era un peligro y esa sensación de alarma no me abandonaba.
...
Diecisiete años y nuevo novio: Oh Sehun, un muchacho de rostro adusto que conocí en las clases de baile de Jongin. Por suerte su personalidad no era la misma que se reflejaba en la escasez de emociones que mostraban su falta de expresiones faciales. Debo decir que ese chico me encantó desde que lo vi y por primera vez en mi vida no tuve miedo de hablar de mis sentimientos. Fui muy feliz al saberme correspondido, también me ayudó mucho a distraerme de los sentimientos reprimidos por Jongin.
Sehun era simpático y un excelente besador; era menor que yo por un par de años pero tenía toda la experiencia con la que yo no contaba, me enseñó mucho –cabe señalar-, demasiado tal vez. Aún recuerdo aquella vez en la que el muy condenado me llevó a su casa a sabiendas de que se quedaría por completo solo y ya podrán imaginarse cuáles eran sus intenciones. Sería mentir si dijera que me resistí o que quise impedir que sucediera, porque vamos, mi novio era hermoso y además sabía cómo hacerlo; tal vez no fue de película cursi juvenil y por mi parte fue bastante torpe pero ese día descubrí que Sehun era bastante comprensivo.
Lo que sucedió al día siguiente a ese fue que Yiyi se alegró por mi cuando conté lo sucedido a mi par de amigos; sin embargo por alguna razón me pareció ver que Jongin se mostró bastante serio y eso me inquietó pues no pude interpretar bien lo podía estar pensando, aún hoy día sigo con esa duda.
Tal vez por un momento llegué a ilusionarme, ¿estaría acaso celoso? No voy a mentir, la duda surcó mi mente por un instante pero eso rápidamente se desvaneció cuando el chico que ya no era tan nuevo apareció de la nada para dejar un suave beso sobre la mejilla del antedicho, dejándome con la sangre helada. De pronto una enorme sonrisa se paseó por el rostro de Jongin, por nuestra parte Yixing y yo nos mostramos tan confundidos como el momento lo ameritaba.
—Dulce jovencito de piel tostada, ¿finalmente vas a acceder a tener una cita conmigo?
Jongin negó varias veces para después dejar salir un suspiro de resignación. El recién llegado le miró con un brillo particular en los ojos; cabía mencionar claro que desde que había llegado a la escuela, parecía que el objetivo del otro había sido ganarse la atención de mi amigo y él parecía mostrarse un poco fastidiado al comienzo pero debido a la insistencia y notable simpatía que ese muchacho poseía, finalmente había conseguido roer ese hueso duro.
—De acuerdo, tú ganas —se encogió de hombros el de piel canela—; ¿hoy después de clases te parece bien?
—Más que perfecto —respondió el otro con voz cantarina, luciendo más que complacido ante la respuesta de Jongin; solo entonces mostró indicios de querer marcharse y se despidió de Yixing y de mí de esa manera afable en la que siempre parecía hacer las cosas.
— ¿Qué rayos ha sido eso?
«Gracias Yiyi, me robaste las palabras»
Jongin simplemente se encogió de hombros y tomó su mochila mientras se disponía a ponerse en pie y pronunciar algo que nunca le había escuchado decir con tanta sinceridad.
—Creo que él me gusta, tal vez mucho.
Tras decir eso solo se marchó.
...
Al inicio del segundo semestre me encontré solo de nuevo: resulta que lo mío con Sehun siempre si terminó, tuve que hacerlo luego de una noche en la que prácticamente no pude dormir y ya sé lo que pueden estar pensando pero por mucho que no me crean, esta vez no fue por culpa de Jongin.
Tuve que hacerlo puesto que el que ahora resultaba ser mi ex novio no tuvo quizá las agallas para hacerlo por sí mismo. No era un secreto para ninguno de los dos que nuestra relación había caído en una extraño limbo luego de un tiempo y más aún con la llegada de un nuevo estudiante a las clases de danza... ese chico que parecía una chica con cabello corto y que alegaba ser más macho que nadie, mismo que a veces veía sin nada de disimulo el trasero del que en ese entonces era mi novio.
En fin, traté de superarlo pronto porque hundirme en la miseria no iba a ayudarme, de todos modos las cosas siempre suceden por una razón. Oh cierto, había olvidado decir que para esas alturas el flamante Kim Jongin ya tenía poco más de un mes de andarse pavoneando con su nuevo novio por toda la escuela. Recuerdo que el día en lo que dijo era viernes, lo sé porque ese fin de semana me embriagué con una botella de vino que mi madre mantenía oculta –o no tanto-, tras el cajón de las verduras... y bueno, también recibí un gran castigo por eso.
Aún me preguntaba cuánto más bajo podía yo caer por no ocupar el lugar de ese chico, pero claro, él no fue cobarde sino que se lanzó por lo que decidió sería suyo desde el día en que puso un pie en nuestro salón de clases. Lo peor de todo es que ese no era un romance fugaz de adolescencia como había sido los otros, no; él había llegado para quedarse y lo supe cuando un día Jongin llegó diciéndome que creía estar enamorado.
Quizá eso podría parecer cruel de su parte pero después de todo él no lo sabía y yo tampoco le dije nada, siempre fui su confidente junto con Yixing así que ¿por qué sería diferente esa vez? ¿O la vez en la que me dijo que había perdido la virginidad con ese chico y que fue maravilloso? Por fortuna me ahorró escuchar los detalles.
Sorprendentemente para mí, en esas ocasiones ya no lloré o me embriagué ni me lie con el primer tipo que tuve en frente en una fiesta –no es que lo hubiese hecho antes, claro que no-, digo, por supuesto que dolía; eso jamás cambiaba pero al menos ya no parecía alma en pena cuando me quedaba en la soledad y confidencia de mi habitación. Tal vez estaba madurando o eso quería creer.
Cuando nos graduamos del instituto, nuestros caminos comenzaron a apartarse un poco: Yiyi estaba dispuesto a seguir a Junmyeon a donde sea que este fuera, Jongin no se quedaba atrás pero su novio por alguna razón no lo instó a que lo hiciera sino que le motivó para asistiera a esa prestigiosa academia de baile con la que había ganado beca completa. Fueron épocas difíciles para mi amigo, cuyas lágrimas tuve que secar durante horas... habían terminado con él.
Mi corazón nunca había dolido tanto como cuando le vi así de roto y deseé mucho tener en frente al culpable de aquello y golpearle los bajos tan fuerte que luego los escupiera por la boca; sin embargo yo comprendía bien lo que estaba pasando, lo que el otro intentaba y no podía mentir porque no era tan egoísta.
—Creí que me quería —repetía Jongin en susurros a mi oído mientras yo me deleitaba con el olor de su cabello mientras pasaba mis dedos cuidadosamente por las hebras de éste.
Ambos permanecíamos acostados sobre mi cama, aferrados el uno al otro como si él sintiera que en cualquier momento podía caer.
—Ese chico realmente te tiene mal, ¿huh? —Murmuré de vuelta y tomé su silencio como una señal de que podía seguir hablando porque él no tenía quizá la intención de pronunciar otra palabra—. En el fondo sabes tan bien como yo la razón por la que está actuando de esta manera, ¿cierto?
Sí, yo era bastante estúpido por decir aquello pero era simplemente la verdad y mis padres no habían criado a ningún oportunista ni embustero.
—Lo sé... —pronunció mi amigo en un hilo de voz, apartándose un poco para mirarme; tenía los ojos bastante hinchados y rojos de tanto llorar—. Está tratando de no ser egoísta conmigo, ¿no es así?
Bien pude haber negado, decir que el otro era solo un idiota y que Jongin se merecía a alguien mejor que nunca lo hiciera llorar como yo, por ejemplo pero sumándole a mi honestidad y arraigados valores, también era un poco estúpido.
—Por supuesto que sí... —continué limpiando con mis pulgares las húmedas mejillas de mi mejor amigo y amor platónico para luego terminar dejándole un beso sutil en la frente. Tener así de cerca y al mismo tiempo tan lejos a la persona que se quería, quizá debía considerarse como un método de tortura de los peores—. Ahora dime, ¿qué diablos sigues haciendo aquí? Ve a buscar a ese idiota y dile todo lo que en verdad quieres decirle, con suerte deja de ser tan estúpido y lo suyo no se va al diablo.
Mi amigo se levantó con el cabello hecho un desastre y luciendo terrible pero aun así asintió con determinación para salir de mi habitación no sin antes agradecerme como un millón de veces, dejándome sin saberlo con el ánimo por los suelos pero en el fondo sintiéndome muy tranquilo.
Lo que nunca pasó por mi mente es que el tiempo universitario me alejaría de mi par de mejores amigos pero me acercaría más al que imaginariamente era mi rival: ambos asistiríamos a la misma universidad para estudiar música.
...
A un par de años de terminar mi carrera en la mejor universidad de artes de Seúl había recibido una nada despreciable invitación para participar en el programa de intercambio con una universidad en Estados Unidos ¿y quién era yo para negarme? No le había contado a nadie sobre aquello, más a que a mis padres; necesitaba un respiro del lugar, del país, de Jongin y su novio... el que también de algún modo se había convertido en mi amigo, lo que me hacía quedar en medio cada vez que decidían discutir de nuevo, por lo que les advertí que me dejaran muy al margen de esas cosas y aprendieran a resolver sus diferencias solos porque «Es que Jongin es demasiado sexy y temo que me deje por alguien más» o también estaba el «Es que mi novio es demasiado sociable y no quiero que me olvide».
Demonios, ese par de tontos eran unos dramáticos cuando se lo proponían... en fin, como iba diciendo antes de que me desvíe de nuevo, el amor de esos dos era tan fuerte y estable que pronto recibí la noticia de labios de mi mejor amigo sobre esa propuesta de matrimonio, el detonante de que aceptara por fin irme de allí a tener un poco de paz, pero en su momento por supuesto que me porté como el buen amigo que era y celebré con él la noticia que en el fondo me estaba rompiendo por dentro.
...
Finalmente salí del auto y me encaminé con tanta tranquilidad como me fue posible dadas las circunstancias por el hermoso descampado hermosamente decorado por varias hileras de sillas blancas a cada lado de la tela blanca que cubría el camino que recorrería el novio mientras Jongin le esperaba junto al altar y allí estaba el antedicho, siendo acompañado por Yixing, ambos se veían increíbles y yo les saludé desde mi lugar con una radiante sonrisa. Para muchos fue una verdadera sorpresa que yo no fuese el padrino de la boda pero era como si una señal divina hubiera iluminado la cabeza de chorlito de mi amigo, quien afortunadamente no me lo había pedido pues no sé si hubiese sido capaz de estar allí a su lado, sujetando la sortija que le daría a alguien que no era yo, vamos; el masoquismo no me daba para tanto.
De pronto comenzó a sonar la marcha nupcial y todos desviamos la vista hacia donde el novio avanzaba, luciendo impecable en traje blanco en contraste con el negro que Jongin lucía tan elegantemente. No podía negar que él se veía increíble y radiante como era habitual en él; el que se robaba siempre las miradas y la atención.
Cuando finalmente hubo llegado hasta el que sería su esposo, las sonrisas y miradas de complicidad iban y venían entre ellos, a mi lado, Junmyeon no hacía más que tomar fotografías con una cámara que se veía muy costosa; era como un niño pequeño con un juguete nuevo y no pude evitar sonreír por lo adorable que él seguía viéndose aún con el paso de los años. Tampoco estaba muy seguro de si estaba fotografiando a los novios o a Yixing, porque no paraba de repetir cosas como "Tan guapo".
Habíamos llegado por fin a la parte de "Quien se oponga que hable ahora o calle para siempre". Las miradas curiosas por simple descarte no se hicieron esperar y por supuesto nadie se esperó lo siguiente que sucedería después, mucho menos yo mismo...
— ¿Cuánto más lejos vas a dejarme llegar?
Jongin había soltado las manos de su novio y se aproximó lentamente hacia mí, me miraba de una manera indescifrable y yo solo atiné a tragar saliva.
— ¿Qué? —fue todo lo que salió de mis labios.
—Dilo, lo que sientes —continuó diciéndome Jongin, ahora tomando mis manos entre las suyas, mientras atrás, su novio me miraba como si quisiera asesinarme, como si me advirtiera que si me atrevía a decir algo iba a descuartizarme allí mismo. No podía dar crédito a lo que estaba sucediendo—. Por favor, quiero escucharlo...
Yixing sonrió amplio, enseñando sus hoyuelos y levantó sus pulgares en señal de darme ánimo para que hiciera lo que Jongin me estaba pidiendo y Junmyeon no tardó en imitarlo.
—Yo... —tragué saliva y aunque sintiera que mi corazón iba a salir disparado de mi pecho en cualquier momento, reuní todo el valor que necesité desde siempre; estaba dispuesto a hablar por fin—... Jongin, no puedo decirlo, lo siento... no sé de qué estás hablando.
Lo que había dicho pareció no haberlo complacido pues la sonrisa que vi sobre su rostro en ese momento se borró de prisa. Pero... ¿por qué? ¿Por qué no pude? Esa era mi oportunidad para decirlo todo, definitivamente nunca iba a dejar de ser un cobarde, un estúpido; sin embargo a él pareció no importarle porque luego me tomó de la cintura atrayéndome hacia su cuerpo, provocando que lo mirara con tanto asombro que parecía que mis ojos iba a salir de sus cuencas en cualquier momento.
—Yo te amo, perdón por no haberlo dicho antes, fui tonto y no debo casarme con nadie que no seas tú —fue entonces cuando se volvió para mirar al novio, quien solo levantó su dedo de en medio en dirección hacia nosotros.
Finalmente puse mi mano sobre su nuca y le hice mirarme para luego atraerlo hacia mí y besarle como siempre lo había deseado; sus labios eran suaves y dulces, tal como imaginé. La gente a nuestro alrededor comenzó a aplaudir de manera estruendosa y yo sonreía en medio de los suaves besos...
O al menos así fue hasta que esos mismos aplausos me regresaron a la realidad, esa en la que no era yo quien besaba a Jongin, pero supongo que al menos podría permitirme una última fantasía cursi, porque no, las historias de amor no siempre tienen finales felices, al menos no la mía, tuve que aprender de la manera más dura que esos sentimientos siempre habían sido unilaterales y no es que no lo supiera antes pero ese había sido el golpe final que necesitaba.
Luego de haber abrazado –por largo rato- a mi amigo cuyas lágrimas de felicidad no dejaban de brotar por sus ojos, me escabullí entre la multitud como gato sigiloso y caminé hasta mi auto, dispuesto a marcharme sin tristes despedidas o arruinando el momento de felicidad de mi amigo. Debía pasar la noche en el hotel pues al día siguiente, muy temprano tenía un vuelo que tomar; sin embargo mi escabullida no había sido tan exitosa como lo había creído.
— ¿A dónde crees que vas, Lee Taemin? —preguntó una voz inconfundible para mí.
...
— ¿Pensabas irte sin felicitarme?
El muchacho ligeramente más bajo que yo, con el cabello azabache, ojos llamativos y labios rosados que formaban un corazón cuando sonreía, se acercó lentamente hacia mí y yo no pude hacer más que estrecharlo entre mis brazos, después de todo, Kyungsoo también era mi amigo y esperaba que el arruinar su boda de manera imaginaria no cambiara ese hecho. Luego de un momento nos apartamos.
—Lo siento, llevo un poco de prisa y...
— ¿Así es como agradeces el que haya convencido a Jongin para que no te nombrara a ti como padrino de la boda? —interrumpió mientras me miraba de manera penetrante.
—Así que fuiste tú —comenté con una sonrisa fugaz paseándose por mis labios— ¿Y por qué hiciste eso?
—Creo que eso lo sabes mejor que yo —me tomó del brazo y me condujo un poco más lejos de donde se había celebrado la boda—. Debo decir que eres muy valiente para venir, yo no sé si habría podido en tu lugar —no me sorprendía que él lo supiera, Kyungsoo siempre había sido muy sagaz—. Lo siento...
— ¿El qué?
—Por habértelo robado —soltó sin más, siendo directo y sincero.
—Soo, no se le puede robar a alguien algo que nunca le ha pertenecido.
—De todos modos, gracias por haber venido y por no odiarme.
—Nadie podría odiarte a ti.
—Bueno, yo tampoco podría odiarte aunque todo el tiempo estuvieses deseando gritar "Yo me opongo" y robarte a mi esposo —dijo aquello más como en un tono jocoso que en uno de reproche. Es por eso que les digo que nadie podía jugarle chueco a ese tipo, era especial y en cierto modo entendía muy bien por qué Jongin estaba perdido por él.
—Nos vemos, Kyungsoo. Cuídalo bien, por favor; si llegas a romperle el corazón entonces regresaré a romperte las pelotas.
—También te quiero.
Solté unas cuantas carcajadas, sabía que ese chico amaba a Jongin quizá más que yo; perdí ante un digno rival y eso en definitiva me dejaba irme mucho más tranquilo. Abrí la puerta de mi auto para entrar pero antes de que pusiera el motor en marcha, Kyungsoo se inclinó para apoyar uno de sus brazos en mi ventana y mirarme con fijeza.
—Antes de que te vayas, quiero decirte algo. Yo siempre supe lo que sentías por Jongin, es decir, desde el primer día en que llegué y pude haberme hecho a un lado sabiéndolo pero ¿sabes por qué no lo hice? —Negué lentamente en respuesta—. Porque tú no lo amas tanto como crees, al menos no del modo en que piensas.
Esas palabras me habían dejado un tanto atónito, yo no lo podía negar. ¿Cómo podría él saber más de mis sentimientos que yo mismo?, quizá ahora decía eso para librarse un poco de lo mal que se sentía por mí.
—No lo digo para sentirme menos mal —demonios, ¿ese chico lee mentes?—. Solo mira un poco en retrospectiva y pregúntate, si tuvieras la oportunidad de regresar en el tiempo y decirle a Jongin sobre tus sentimientos antes de que yo hubiera aparecido, ¿lo habrías hecho? Sé sincero contigo, Lee Taemin. Le daré a Jongin un hasta pronto de tu parte. Por cierto, cuando llegue el verdadero amor de tu vida, lo sabrás.
Sin decirme nada más se dio la vuelta mientras se despedía moviendo los dedos despacio. Tenía una fiesta y un novio que atender así que no lo culpé por haberme dejado con esa duda.
Luego de un par de minutos puse en marcha el auto y conduje tan lejos como me fue posible; las palabras de Kyungsoo dieron vueltas en mi mente y hacían eco una y otra vez, como si de algún modo quisiera asegurarme de no olvidarlas. Entonces me hice la pregunta y la respuesta llegó a mi mente tan dura como aplastante y mordaz: No.
No lo habría hecho, no habría cambiado nada; con o sin Kyungsoo yo siempre hubiese sido un cobarde y no porque no hubiese sido capaz sino porque simplemente no quise, disfracé todo tras una máscara de inseguridad, de convencimiento en la que yo no era capaz de hablar pero la realidad es que mi miedo de perder a Jongin como amigo fue más fuerte que el amor que yo decía sentir por él... quizá no había sido capaz de verlo pero Kyungsoo sí y es por ello que no se detuvo, por esa razón siguió queriendo llamar la atención de mi amigo.
Él incluso de algún modo había lanzado a Jongin a mis brazos, me había dado la oportunidad de que yo le dijera por fin lo que sentía pero tampoco lo hice; en vez de eso lo alenté a que corriera a buscarle y se reconciliaran; en ese momento una gran revelación se hizo presente antes mis ojos: Demonios, mi amor amistoso por Jongin era más grande que el romántico.
Con ese pensamiento y una sonrisa sobre mi rostro conduje varios kilómetros, perdiéndome en la carretera, en mis pensamientos y después de muchos años, en una repentina libertad, quizá ahora que lo había admitido, sería por fin lo suficientemente capaz como para dejarle ir.
...
—Date prisa con esas maletas, se nos hace tarde, Nini y Soo nos esperan —le dije a mi novio, quien estaba tratando de meter nuestras maletas en el taxi en el que viajaríamos rumbo a ver a nuestros amigos.
Habían pasado ya cuatro años desde que no les veía más que a través de pantallas porque de vez en cuando hacíamos espacio en nuestras apretadas agendas para hablar. El primero año había sido un tanto ajetreado, adaptándome a un nuevo idioma, nueva cultura y nuevo todo; sin embargo era lo que realmente necesitaba. Mi mente por fin dejaba de divagar sobre Jongin y no necesité de nadie a mi lado para que eso sucediera, cosa que me hacía realmente feliz.
—Espera, solo un poco más... —dijo mi novio mientras se esforzaba por cerrar la puerta de la cajuela; luego de un par de intentos más, finalmente estábamos dentro del auto, listo para pasar nuestro verano allí; estaba ansioso por ver a mis amigos y deseaba realmente que Yixing estuviese con nosotros pero ese loco se la pasaba viajando por el mundo con su novio y debía admitir que aunque antes no hubiese dado un peso por esa pareja, habían probado ser una de las más estables que existían.
— ¿Estás ansioso? —preguntó una suave voz a mi oído, haciendo que mi piel se erizara de pies a cabeza.
—Yahh, me pones nervioso —comenté, apartándolo un poco de manera juguetona y me tomé un momento para mirar a mi acompañante sonreír tan divertido, fue justo en ese momento en que recordé unas palabras dichas por cierto bajito de piel nívea: "Cuando llegue el verdadero amor de tu vida, lo sabrás".
Él tenía razón; Choi Minho era su nombre, lo conocí un par de años después de haberme instalado en Estados Unidos, había nacido allí pero sus padres eran surcoreanos así que pronto nos llevamos muy bien, luego empezamos a salir y el resto era historia.
Hablando de historias, esta no es esa donde te mueres de tristeza porque no pudiste tener a tu lado al primer chico que te gustó; ese creías que era el amor de tu vida y del que nunca podrías olvidarte o llegar a ver como un amigo y nada más; no, esta es esa con un final feliz; en donde aprendes a sonreír por tu cuenta, a superar las cosas que crees injustas, donde alguien más aparece para hacerte entender que la vida sigue y que más allá de lo que ves con tus ojos hay un mundo enorme lleno de personas maravillosas que quizá esperan por ti, como Choi Minho me esperaba.
De acuerdo, debo decir que el drama acabó y que quizá las historias de amor no siempre terminan mal, al menos no la mía.