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Junki le abraza y él se siente incómodo.
Las ganas de ir a ver un musical y ver actuar a los alumnos de su novio, desaparecen como si no significara nada, se sentía como anestesiado.
Pero igual continúa porque no quiere demostrar que esta tan afectado, porque esos sentimientos que creyó guardados bajo candados, miles, volvieran a salir a flote, como si las montañas pudieran flotar.
- ¿Quién es él? ¿Estás bien?
- Sí, no le des tanta importancia – sonríe y se acomoda un mechón de cabello para distraerle – ya quiero ver actuar a los chicos.
- Y yo, decidiremos a quién aplazamos ¿ok?
- ¡Ok!
Le gustaba siempre ir en plan de profesor, aunque no lo era, pero era algo así como una especie de hobby.
Sólo que todo lo bonito en ese momento se ve nublado por el rostro lleno de enojo de Minho, de quién no creyó poder volver a ver, no al menos en esa vida, en la que durante esos largos años se hizo a la idea de que debía olvidarlo. Pero claramente eso no había ocurrido.
Minho.
Y cuando Junki lo deja en el público, no puede evitar sentir un horrible retorcijón en el estómago, que llega por segunda vez cuando recuerda que ahora Minho conocía sus sentimientos.
¿Taetae? Soy yo, Minho Choi Minho por si ya lo olvidaste. Hola Minho, no te he visto tanto tiempo, ¿qué fue de tu vida? ¿por qué volviste? Lo sé, te dedicaste a borrarme de tu vida. Tenemos una conversación pendiente Taemin, adiós.
Sonríe por su sobrenombre que le enternece, pero su cuerpo se vuelve un bollo de nervios por todo lo que vino después, por cada reclamo que escuchó y que acababa de comprender.
¿Una conversación pendiente?
La misma pregunta se repite como un millón de veces más, mientras ve el musical completo, sin verlo realmente, sin divertirse, sintiendo solamente cómo los nervios se lo carcomían.
Eso significaba que lo volvería a ver ¿cierto?
Esa noche se despide de su novio sin penas ni glorias, con demasiadas cosas en mente, como si de repente todo volviera a estar como antes, antes de poder superarlo, supuestamente.
Cómo podía decir que lo había superado si sentía su corazón latir contento después de tanto tiempo, cómo si Minho lo hubiera apagado al marcharse y ahora, ahora nuevamente volvía a ser tan ruidoso. Como en esas épocas.
- Tae, no quise decirle, pero él insistió – Kibum se encoge de hombros como si no estuvieran hablando de algo tan importante, casi de vida o muerte.
- ¿Qué? – Taemin bufa molesto, porque en su interior todo era una catástrofe – ¡Te golpeó y te amenazó de muerte para que le dijeras tan fácilmente!
- ¡Es un salvaje! – sonríe inocente cuando Taemin se tira de los cabellos, como si de esa forma volvieran al pasado a solucionar todo – ¡Siempre fue un troglodita, yo te lo dije y no quisiste escuchar!
- Sí, seguro.
Taemin sabe que el rubio está disfrutando de su desesperación, pero no sabía de qué otra forma comportarse cuando lo último que escucho salir de los labios de Minho, volvía a atormentarle, dulcemente.
¿Pero, y si estaba haciéndose de ilusiones nuevamente?
- Me mudaré otra vez – piensa en voz alta.
- ¿¡Qué!? – chilla sorprendido.
- Porque seré yo el que tenga que hablar con él, ¿comprendes? – le mira desesperado, casi al borde del llanto – si le entregué una carta fue porque no quería decírselo en persona, precisamente. Gracias por arruinarme Kibum.
- No te lo tomes de esa forma – intenta que se calme, porque no le gusta Junki para él – cuando me lo encontré no tenía malas intenciones por eso le di tu dirección.
- Ni siquiera saludó a Junki.
Grandioso. Kibum festeja internamente porque no quiere delatarse, porque sería mucho peor viendo a Taemin tan nervioso.
- ¡Uy! Que descortés – disimula inocencia.
- Kibum, ¿crees que no sé cuándo tramas algo?
- ¿Lo sabes?
- ¡Es obvio! Odias a Junki y ahora te pusiste a favor de Choi, cuando en el pasado lo detestabas igual...
- ¡Pero fue por ti! – se defiende – estabas ahí sufriendo y él ni se daba cuenta de que existías, era todo un hijo de puta si me preguntas.
- No te pregunté.
- Y ahora Junki solo quiere acostarse contigo – era lo único que podía ver en él cada que lo veía, por eso lo evitaba.
- ¿Sabes qué? – Taemin bufa cansado de que su amigo ande negando la realidad – salgo con él por más de medio año y me cortejó casi dos años y ya tuve relaciones con él, tampoco es que estés protegiendo mi virginidad.
Y precisamente era eso lo que odiaba de todo, de que Taemin no viera que Junki le buscaba exactamente por eso, porque no le agrada que para su amigo el tener relaciones no signifique nada, ni siquiera chillidos de emoción.
La verdad, aunque Junki si tuviera buenas intenciones, no le gusta para su pequeño amigo, porque era amargado, estirado y todos sus sinónimos, porque por juntarse tanto con él cada vez Taemin le parece más serio y menos un chico risueño como lo era antes. Quizá era la diferencia de edad por más de diez años, quizás en realidad no era nada y sólo no los veía en una bonita mezcla de colores.
- ¡Ni siquiera lo amas! – le echa en cara, que Taemin jamás decía que lo amaba, que jamás hablaba de él como grabadora, jamás hacía nada que delatara su estado sentimental.
- No tengo que decírtelo a ti – se defiende Taemin, resoplando algo cansado de esa discusión que siempre llegaba, porque era tan poco demostrativo.
- ¿Y se lo dijiste a él?
Su silencio es la respuesta que estuvo esperando. El Taemin de ahora era tan diferente y serio que no reconocía a su pequeño amigo en él, aunque el dijera que se llamaba como él, porque no era él, su esencia parecía haberse marchitado junto a esa carta que le vio escribir mientras lloraba a moco tendido.
Pero no se lo diría porque él jamás lo admitiría, era demasiado orgulloso.
- Ok, no me meteré más en tu vida – o eso le haría creer.
Taemin frunce el ceño, no era la primera vez que pelearían por lo mismo.
- Demasiado tarde, porque ya lo hiciste.
- Iba a encontrarte de todas formas – le encara porque sabía lo terco que Choi podía llegar a ser – pero a pedido tuyo, ya no opinaré nada de tu vida ni nada. ¿Contento?
- Nunca te pedí eso – Taemin se queja porque Kibum era siempre tan extremista – ¿Con quién chismearé? – admite finalmente y él le sonríe.
- Chismearemos del trabajo solamente.
- No te vayas – ruega.
- Llámame cuando tengas algo interesante para contar.
Sólo que Kibum se iba con un plan en mente, porque conocía cada salida y cada movimiento de ese profesorcito de cuarta, porque no le dejaría a Taemin tan fácilmente.
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Minho sonríe cuando lee una y otra vez ese mensaje que Kibum le había enviado una hora atrás.
"Oye feo, te ayudaré y no preguntes porqué, porque no te lo diré y no olvides que aun te detesto, pero te ayudaré"
"hoy saldrán por la tarde, exactamente a las 5, no dejes que el idiota ese que conociste se lleve a nuestro Taetae"
Nuestro Taetae.
Se siente idiota cuando lo repite en voz alta como diez veces, porque al menos ya no estaba solo y porque ahora tendría una especie de cronograma de todo lo que Taemin hacía. Y recordando cómo era él, pues recuerda que le gustaba establecerse en una rutina y seguirla al pie de la letra.
Esa tarde lo secuestraría, y por suerte ese término no implicaba que el secuestrado estuviera de acuerdo.
Recorre por cuarta vez la misma cuadra, se detiene por unos segundos delante de la misma puerta roja, tiene la intención de golpear la puerta o presionar el timbre, pero el miedo lo invade y termina volviendo a dar una vuelta más para tranquilizarse y dejar de ser tan idiota.
Por quinta vez se asoma y respira profundamente.
Dios, jamás antes se había sentido de esa forma. Quizá porque sería la primera vez que secuestraría a alguien, pero era casi imposible que lo que tenía planeado decir se le olvidara por completo, era imposible calmar a su corazón que era demasiado ruidoso.
El sonido seco de la cerradura abriéndose le deja en shock, porque es tan repentino verle aparecer tan bonito, con sus cabellos castaños claros recogidos en una coleta, con una bonita 'o' formando sus labios, con sus ojos sorprendidos, sus mejillas sonrojándose escandalosamente.
- Minho...
- Taetae ...
Taemin sonríe y no puede creerlo, porque no, porque hacía unos diez minutos acababa de llegar y lo vio pasar de largo, ni siquiera había notado su presencia.
Había sonreído al verle pasar, porque tontamente creyó que iría a buscarle y tal cual nació inesperadamente una ilusión en su corazón se había extinguido cuando lo vio irse sin mirar atrás.
Pero ahora, una vez más siente cómo las ilusiones nacen inevitablemente al verle ahí parado y con la mirada nerviosa, con las mejillas sonrojándose y sonriendo de una forma extraña.
¿En serio le seguía gustando? ¿Después de tantos años?
- No soy Taetae – se queja sonriendo y desviando la mirada, creyendo que podría encontrar en sus zapatillas algo que lograría distraerle.
- Hace tiempo que no dices eso – Minho sonríe un poco más natural y menos nervioso, porque lo recuerda muy bien, como si no hubiera pasado ni un sólo día de haberse marchado tan lejos.
El silencio se hace un poco incómodo cuando se miran y sonríen, porque no es lo mismo como cuando eran sólo amigos, ahora había sentimientos de por medio y sensaciones que no saben cómo manejar.
- Minho, yo...
- ¡No! – Minho reacciona inmediatamente – antes de que me digas que no tienes tiempo, que saldrás y bla bla bla, debo informarte que vine a... - hizo una pausa y se acercó más a él, sujetando la puerta de la perilla, rodeando su delgada cintura en su intención, disfrutando de su sonrojo un poco más de lo que alguna vez disfrutó – secuestrarte.
- ¿Qué?
Y cerró la puerta, le sujetó de la mano y tiró de ella sin pensarlo demasiado, porque si no se acobardaría y lo echaría todo a perder.
- ¿Qué haces? – se queja Taemin intentando soltarse, sin muchos resultados – ¡Déjame!
- ¡No! ¿Qué parte no entiendes del se-cues-tro? ¿Mh?
- ¿No es una broma? ¡Minho!
Minho se detiene en la esquina, le mira entre serio y divertido, algo que a Taemin le cuesta descifrar si su mano no deja de temblar tanto, no la suya, la del alto que le sujetaba con fuerza.
- ¿Crees que vendría desde Alemania sólo para jugarte una broma?
Taemin niega en silencio y una vez más vuelven a caminar cuando el semáforo cambia a verde.
- ¡Pero estoy feo! – recuerda inmediatamente que al llegar se cambió de ropa y estaba con algo más cómodo.
- ¡Pf! – Minho le mira de pies a cabeza sonriendo ampliamente – siempre estas bonito Lee, no seas tan ególatra.
- ¡No soy ególatra!
Se defiende el menor, intentando no sonrojarse, intentando que esas palabras no hagan mella en su interior, como sucedía en el pasado, justo como esa mano que no le soltaba y como todo lo que era Minho, capaz de hacer que su vida se tambaleara de esa forma.
Suben a un bus y están ahí, Minho intentando encontrar una forma de abordarle sin parecer idiota ni que parezca tampoco un reclamo todo lo que tenía que decirle.
Sin embargo, Taemin no deja de sentir un sinfín de sentimientos que no creyó podría sentir, no después de tantos años de estar separados, no después de haberse convencido de que lo había olvidado. Y cuando el bus se detiene, una loca idea pasa por su mente, porque no se siente capaz de seguir con él por más tiempo, porque le sabe imposible, porque sabe que subirá tan alto que no soportará el dolor de la caída a su fría realidad.
Cuenta los segundos que tardan las personas en subir y bajar, llega al tope y se pone de pie rápidamente. Por suerte Minho no le sujeta de la mano y esta distraído mirando por la ventana.
Avanza unos pasos y siente su brazo siendo atrapado con fuerza.
Era él.
- ¡No intentes escapar! – le amanezca Minho, intentando parecer un secuestrador.
- ¡Aish!
Bufa molesto y vuelve a sentarse a su lado, sólo que Minho lo encierra contra la ventana para asegurarse de que no volverá a escapar.
Recuerda, milagrosamente, que tenía una cita esa noche, como cada último fin de semana de cada mes. Esa noche iría al cine con Junki.
- Tienes hasta las 8, porque tengo una cita.
- ¿Con el mismo vegete?
Minho rueda los ojos al verle asentir sonriente.
- No lo recuerdas ¿Cierto? – el menor suspira porque sabe que Minho no sería capaz de recordar quién era y menos preguntaría cómo fue que se conocieron.
Eso era demasiado pedir y lo peor es que seguía esperando a que sucediera, incluso después de tres años.
- ¿Tengo qué? – suspira nuevamente porque se decepciona ya de antemano.
Y como Minho ya sabía de sus sentimientos, entonces porqué seguir haciendo como que no, negando la realidad y creyendo que a él no le importaría.
¿Para qué?
- ¿Olvidaste a Romeo y Julieta?
Minho sabe a lo que se refiere, pero no quiere mostrarse aún, no quiere revelar sus verdaderas intenciones, no quiere salir herido antes de haber dado un paso siquiera.
- Creo que sí, ¿por qué?
- Era un musical al que me prometiste ir juntos – era él o la expresión en el rostro de Minho cambio a una triste. Seguramente era él.
- Lo recuerdo – contestó el alto haciéndose ya una idea de lo que vendría, algo loca, pero era mejor exagerar y caer en cuenta de que la realidad era menos dolorosa.
- Yo... - Taemin ve sus grandes ojos y se da cuenta de que haga lo que haga nada será útil, porque ya tenía novio, porque ya había dado su primer beso y su primer todo, porque Minho seguiría siendo inalcanzable y jamás se enteraría de ello porque siempre era demasiado distraído – nada, olvídalo.
Suspira derrotado, porque incluso se desconoce a sí mismo, porque sabía cuándo las ilusiones nacían, sabía reconocerlas como tales y aunque pareciera amargado, sabía ya cuándo ponerles fin por cuenta propia, así no tendría que esperar a que alguien más las rompiera por él.
Camina a su lado obedientemente, porque no quiere que le sujete de la mano como si nada, porque le molestaba que todavía su corazón le traicionase de esa forma tan vil. Tenía novio y no debía estar sintiendo eso por alguien más.
¿Cierto?
- Pide lo que quieras – ofrece Minho sonriéndole, intentando que Taemin vuelva a sonreír como al principio.
Pero Minho sólo le ve asentir y pedir lo más pequeño y menos costoso de aquel lugar al que siempre le prometió ir pero jamás podía, porque en su mente prefería mantenerse ocupado con actividades inexistentes, sólo para no tener que verle y sentir cosas por él, que no debía sentir si no era una chica.
- Disculpe, ¿puedo cambiar mi orden? – pregunta a la mesera que acababa de acercarse en cuanto levantó la mano, como si estuviera muy atenta a él.
- Sí, aun no le servimos la anterior.
Recita todos los manjares que sabe que a él le gusta, o al menos los que logra recordar, pide todo lo que puede sólo para arrancarle una sonrisa.
- ¿Dije algo que te molesto? – pregunta curioso de saber lo que hizo para que dejara de sonreír e incluso ya no se sonrojara, como al principio.
- Me secuestraste Choi – Choi. Eso significaba que estaba molesto – no podría estar más contento.
Taemin suspira cuando ve llegar ese enrome vaso de helado con frutas, con todas las de la temporada. Siempre le había gustado, y su corazón se arruga cuando recuerda las millonésimas veces que le contaba emocionado sobre ese manjar y Minho siempre estaba ocupado o lo olvidaba.
Sinceramente, en ese momento sólo tiene ganas de llorar en vez de estar feliz.
- ¿Qué intentas Choi? – pregunta mirándole con el ceño fruncido, con lo ojos cristalizados, molesto consigo mismo por sentir cosas que no debía.
- Sólo quiero que pasemos un tiempo juntos, como antes – Minho sabe que cuelga de un hilo, decía algo incorrecto y su secuestrado de verdad llamaría a la policía – como cuando fuimos amigos.
- ¿Fuimos? – Taemin se extraña de que hable en pasado, por eso pregunta, aunque era una pregunta para sí mismo.
- Sí, porque ya no lo somos ¿cierto? – pregunta sin sacar todo a flote, no podía ir arrasando con todo, lo conocía lo suficiente como para saber que terminaría arruinándolo todo – pero no quiero sea de esa forma – le mira y sabe que él no lo comprende del todo – no quiero que me olvides.
Taemin le mira boquiabierto.
Se sonroja al recordar su carta, no es feliz, siente la vergüenza recorrer por sus venas que llevaban demasiada sangre hacia su rostro.
Baja la mirada porque prefiere dejar de reclamar y ser un buen rehén por el resto de cuatro horas que sobraban aún.
- ¿Está bueno? – pregunta Minho sonriéndole, porque le fascina verlo devorarse cada trozo de fruta acompañada de una deliciosa capa de helado.
- Si, gracias – sonríe aunque él ni quiere mirarle – ¿a dónde iremos luego?
Se pone aún más nervioso porque ese puesto callejero de comida le trae demasiados recuerdos, que quería revivir y esa noche quería sumar un par más.
- Sólo te diré que esta vez viajaremos en tren.
- ¿Queda lejos?
- Los rehenes no deberían preocuparse por ese tipo de cosas.
Taemin mira a través de la ventana de cristal, sin saber lo que hacía, ni con la mínima intensión de saberlo aún. Palpa sus bolsillos, esperando encontrar su celular para distraerse de esa mirada de Minho que le empezaba a poner más nervioso aún.
- Mierda – bufa cruzándose de brazos, para que no se notara lo desesperado que estaba en ese momento.
- ¿Perdiste algo? – pregunta él y el menor le mira con el ceño fruncido.
- No traje mi celular, estoy completamente desconectado del mundo – se queja.
- Eres un rehén después de todo – contesta el alto sin percatarse que una señora les mira demasiado seria – ¿Qué esperabas? ¿Qué te deje hablar con tu noviecito? – Taemin le mira con enojo. De verdad Minho estaba tomándose muy en serio su papel de secuestrador y hasta le da algo de miedo que no demuestra.
- Es mi novio, no noviecito, más respeto – pide desviando la mirada.
- ¿Lo amas?
- ¿Q-qué? – le mira horrorizado, ¿en serio había preguntado eso? – A ti qué te importa.
- Si no me importara, no preguntaría.
Ambos saben por dónde va la conversación, sólo que no saben cómo manejar la situación, porque era algo nuevo, porque los celos parecen demasiado a flor de piel y porque todo parece imposible.
- Lo sé, creo conocerte lo suficiente para saberlo – contesta Taemin dispuesto a defenderse de esos reclamos ocultos detrás de esa mirada seria – sé qué cosas te importan porque no te olvidas de ellas, pero también sé lo que no es importante para ti, me lo dejaste claro muchas veces.
Y los cientos de mensajes que Minho solía escribirle como excusas para no asistir o porque no asistió alguna vez, pasaron por su mente casi atropellándolo por no poder recordar con rapidez.
Minho se ríe de sí mismo, porque estaba ahí para solucionar las cosas, para poder hacerle sonreír y ser perdonado por lo idiota que fue durante tanto tiempo.
- Lo lamento – se disculpa al fin – nunca quise...
- No necesito tu explicación, no te la pedí – se adelanta Taemin, sabiendo que hería, pero con pocas ganas de volar alto para después terminar mucho más herido por sus tontas y estúpidas ilusiones.
- ¿Por qué estás molesto? – reclama Minho intentando entender o buscar alguna idiotez que hizo o dijo para molestarlo a tal grado.
- ¡Me secuestraste!
Dios, muchos de los pasajeros se voltearon a verlos y ambos no hicieron nada para desmentir aquello.
- ¡Estabas feliz al principio! – pierde la paciencia – ¿Hice algo que te molestó?, porque quiero saberlo.
Al fin Taemin se quiebra y sonríe porque debe ponerlo en palabras, porque Minho jamás entendería algo que él le decía a gritos con los ojos, porque no era capaz de comprenderlo, sencillamente.
- No quiero pasar ni un segundo más contigo – empezó lento y hablando bajito – no puedo, ¿qué no lo ves? – dijo bajando la mirada – eres parte del pasado y no...
- Estoy aquí, no soy parte del pasado.
- No seas tonto.
- No lo soy – Minho le mira herido – yo sólo quería que tengamos una bonita cita, sólo eso.
Cita.
Esa palabra le hace sonreír inevitablemente, porque él era siempre así, tenía un encanto que no comprendía la mayor parte del tiempo, pero que si le dejaba idiota, dejándole noqueado y sin ganas de levantarse del maldito suelo.
- ¿Tan difícil es que aceptes que no quiero que me dejes a un lado?
- Pero...
Había llegado la hora, no quería decírselo en medio de una triste discusión, quería que fuera romántico y bonito, como él, pero el tren no llegaría a tiempo y no habría un bonito paisaje ni comida humeante para hacer el momento más especial.
- Nunca me dejaste opción, porque leí tu carta cuando estaba en el avión y no podía simplemente pedir que pararan para ir a encontrarte – aunque hubiera querido hacerlo, pero lamentablemente no tenían paracaídas – y aunque te escribí cientos de emails jamás contestaste porque seguro no los leíste siquiera – y tenía mucha razón Taemin había cambiado de dirección, de teléfono, de email, de todo, de vida – ¿cierto? – pregunta porque si le dice que sí los leyó, se decepcionaría mucho por no haber recibido respuesta alguna.
- Cierto – contesta Taemin.
Le mira fijo, mientras en su interior pisotea cada ilusión que se atreve siquiera a nacer, porque sabe que se decepcionará cuando él termine de hablar. Sabe que dolerá creer que él también sentía algo y al final chocar con un montón de cristales de ilusión quebrantados.
- Yo jamás creí que tu sentirías eso por mi... - eso. Casi llora en ese mismo instante, porque ya le duele, cada célula – jamás creí que podría ser correspondido.
Oh, mierda.
Su corazón estalla en latidos ridículamente alegres porque no puede hacer nada para evitarlo, porque eso le toma por sorpresa. Mucha.
Debía estar soñando, como cada día después de haberlo visto por última vez en el aeropuerto, besándose con Yoona.
Ríe de repente porque sabe que una cámara oculta saldrá en algún momento y todo volvería a la normalidad, con su vida casi arreglada y sin alucinaciones que olían demasiado bien, que le miraban fijamente, diciéndole que no se trataba de una broma.
- No bromees con eso – ríe porque apenas puede creer que Minho pudiera burlarse de sus sentimientos – Ahora que ya no siento nada por ti, realmente es gracioso, pero vergonzoso – soltó para defenderse de lo que pronto vería y escucharía .
Aunque pasados algunos segundos la risa de Minho nunca llega y menos le dice que fue una broma.
- No es una broma, Taemin, deja de reírte – su seriedad le llega como un balde de agua fría, helada, como cubos de hielo – me gustabas demasiado, pero jamás se me pasó por la mente que tú también sentías lo mismo por mí – era una opción, que Taemin lo hubiera olvidado, era la opción más real, la que más dolía – pero fui un idiota – ahora se daba cuenta mucho más de la realidad y se ríe de sí mismo – porque negué mis sentimientos y creí que podría vivir feliz teniendo una novia como a mis padres les gustaría.
La parada del tren llega antes de lo esperado y bajan juntos, algo incomodos por el tema de los sentimientos revelados que los tenía por el suelo a ambos.
- Pero no he podido olvidarte.
Taemin le mira fijamente. Ambos parados en un punto perdido en medio de la estación de trenes. El menor siente cómo su corazón de deshacía en felicidad por lo que escuchaba, pero siente que traiciona los sentimientos sinceros de su novio y por eso, sólo por eso se queda ahí, sin moverse ni lanzarse a sus brazos, porque una de sus grandes fantasías se hacía realidad.
- Creo que es demasiado tarde ¿Cierto? – continuó Minho.
- Minho...
- ¿Al menos podemos ser amigos?
Si se desharía en lágrimas no sería allí, llegando a casa moriría por sus estupideces, pero sin que él lo viera.
- ¿Por hoy?
Taemin asiente y se siente como flotando, como fuera de su cuerpo, porque de repente todo parece un sueño en el que va mal vestido por la calle, caminando e intentando sonreír cuando ve aquel puesto de comida que tanto le gustaba o quizá le había gustado por Minho, solamente.
Minho se siente destrozado, porque su amigo había sido demasiado directo y claro, porque ese ahora que ya no siento nada por ti, era tan doloroso como si el aire hubiera dejado de ser necesario, como si sólo lo sofocara y ese estúpido nudo en la garganta que no le dejaba vivir en paz.
Después de todo no era tan fuerte, ni suficiente como para que él decidiera dejarlo todo de forma romántica para huir con él.
Y se decepciona más de sí mismo cuando ve a Taemin entrar y tomar asiento, en su asiento favorito, todo sonriente, tan bonito como cuando tenía sólo corte de honguito y ahora parecía tan sexi con cabellos largos y algo desordenados.
- Hyung, hace mucho tiempo que no vengo por aquí.
Taemin se siente feliz de volver ahí, aunque le sabe algo agrio porque dejó de hacer tantas cosas para poder olvidarle. Para poder tener la vida que tenía y que parecía más real que ese extraño Minho que había llegado algo lunático de su largo viaje.
Algo en su interior, quizá su inseguridad, le decía que él solo extrañaba su amistad, nada más, que lo otro era cosa de su imaginación con demasiado tiempo libre.
- ¿Te gusta? – pregunta Minho sonriente, porque no puede no sonreír cuando él lo hace tan resplandeciente.
- Sí, solíamos venir muy seguido.
Ambos lo recuerdan, cada miércoles después de clases, sin programarlo siquiera, saliendo de clases solían irse hasta allí caminando, una larga distancia que ahora les parece una locura.
- Estábamos locos – afirma Taemin. Caminaban tanto mientras charlaban y los temas fluían como la corriente de un río interminable.
- Eso parece – ambos sonríen sin querer, algo nostálgicos y sintiéndose algo extraños porque los sentimientos revelados van haciendo su trabajo lentamente – ¿Puedo llamarte Taetae?
- Ya lo hiciste – sonríe Taemin, sintiéndose feliz de repente – soy tu rehén después de todo, hyung.
- ¿Me contarás cómo lo conociste?
- ¿En serio?
- Sí, ¿por qué no?
Quería saberlo, aunque ya tenía una buena idea de cómo había sido, porque acababa de relacionar ese nombre, ese rostro y lo de Romeo y Julieta. Tenía el rompecabezas armado y sólo necesitaba saber lo que el destino parecía haber preparado para separarlos, o mejor dicho, para alejarlo de su Taetae.
Taemin suspira y mientras piden la comida resume su vida en unas cuantas oraciones. Un simple "fui a ver el teatro y él se quedó conmigo hasta la amanecida, hablamos por largas horas y bueno, compartimos algunas aficiones y así nos conocimos mejor, un día me pidió salir y aquí estoy".
Hubiera querido estar ahí. Pensaba Minho.
Hubiera querido que estés ahí. Soñaba Taemin.
Pensamientos que pasan lastimando por sus corazones se hacen presentes, pero no lo revelan. Se miran y de repente Minho siente la necesidad de revivir cada recuerdo que tuvieron mientras fueron grandes amigos, como cuando solía emborracharse y la lengua se le soltaba y era mucho más llorón que en la realidad, cuando sin poder contenerse le llamaba y decía idioteces románticas.
- ¿Bebes? – pregunta Minho sin suponer nada y le ve asentir.
- Claro.
Toman un par de tragos que tranquilamente se convierten en muchos mientras reían de algunas anécdotas que juntos recordaban como la mejor época de sus vidas.
- ¿Recuerdas ese anime? – pregunta Minho creyendo que también había olvidado aquello.
- Claro, ¡cómo podría olvidarlo! – ríen juntos, ebrios y sin tapujos.
- ¡Dame tu calor, dame tu calor!
Taemin estalla en risas al verle hacer monerías en la calle, ebrio y sin importar lo que los demás dirían. Después de todo no había cambiado mucho, seguía siendo el mismo Minho que había conocido.
- ¿Vamos a pie? – pregunta queriendo alargar más esa única noche en la que serían amigos una vez más, habiendo olvidado a su novio.
- ¿No llorarás? – pregunta Minho abrazándole sin remordimientos, ya después le culparía al alcohol.
- No, me gusta caminar – dice sonriente.
- Lo heredaste de mi ¡Jum!– Minho se echa flores y Taemin ríe divertido.
- ¿Ahora eres mi padre? – se burla y el alto le sonríe amplio.
- Nunca podría tener un hijo tan bonito – sus halagos le gustan, no le ofenden ni tienen doble intención.
- ¡Tonto!
Ríe escandalosamente, sonrojándose por el alcohol y la vergüenza que le da esos piropos y palabras bonitas.
- ¿Por qué te dejaste crecer el cabello? – pregunta el alto tocándolo sin vergüenza alguna.
- ¿Quería cambiar de estilo? Creo...– ambos ríen y Taemin se deja estar ahí, dominado por el alcohol y la repentina alegría que lo había inundado.
- Pero eras más bonito como honguito – hace un puchero y Taemin ríe divertido y enternecido.
- ¡Parecía un hongo! – muestra molestia fingida.
- ¡Honguito!
Riendo de cualquier tema, van caminando, con sus alegrías y recuerdos van descongelando lentamente el hielo que se formó entre los dos, porque ahora iban abrazados y a pie, riendo y molestándose como si no hubieran sentimientos dolorosos de por medio.
- Al menos déjame ser tu amigo – pidió Minho sabiendo que eso dolería, pero no quería perderlo otra vez, justo después de encontrarlo – no te molestaré mucho, lo prometo – dice intentando convencerle, cuando Taemin se recarga en su pared sonriéndole de una forma que no le había visto antes – dejaré de molestar a tu novio y no te llamaré borracho para hacer locuras, tampoco te diré Taetae para molestarte ¿sí?
- No – Taemin sonríe un poquito más, enternecido y con los sentidos adormecidos por completo. Aunque no sabe si es por el alcohol o por eso que acababa de vivir – te dejaré ser mi amigo sólo para molestarme todo lo que quieras – dijo al fin, sonriéndole mucho más de lo que creía posible.
- Acepto los términos.
- Me alegra.
Minho no sabe cómo despedirse, pero no puede evitar sentir esa quemante atracción por sus mejillas sonrojadas.
- Hasta luego – dijo acercándose lento, para no entorpecer su poco autocontrol.
- Hasta luego.
Y dejó un suave beso en sus mejillas, para luego huir de allí como si hubiera cometido un crimen.
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Me alegra muchisimo que les gustara las dos actualizaciones :D Muchas gracias por leer, votar y comentar, no me canso de leerlas <3
Tengn una hermosa tarde-noche <3
¡Cariños!