Aadhya: El resurgir de los Se...

By laureaescribe

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El Reino de Aadhya se remonta al inicio de la nueva civilización, cuando la lucha entre humanos y Seid fue ga... More

Introducción
Reparto
Capítulo 1. Nérida
Capítulo 2. Expectación creciente
Capítulo 3. El baile
Capítulo 4. Rebeldes de Aadhya
Capítulo 5. Sanadora
Capítulo 6. Axel
Capítulo 7. La playa
Capítulo 8. Valhalla
Capítulo 9. Despertar
Capítulo 10. Desatada
Capítulo 11. Los dieciocho de una Seid
Capítulo 12. Cristal de Aadhya
Capítulo 14. Las razones de Gala
Capítulo 15. Proposición
Capítulo 16. Cal y arena
Capítulo 17. Quédate
Capítulo 18. Piel candente
Capítulo 19. Fiesta Popular
Capítulo 20. Piano roto
Capítulo 21. Lo siento
Capítulo 22. Montaña de fuego
Capítulo 23. Recuperación
Capítulo 24. Grata sorpresa
Capítulo 25. A la luz de las velas
Capítulo 26. «Amor»
Capítulo 27. Conexión
Capítulo 28. Loco
Capítulo 29. Sin perder el tiempo
Capítulo 30. Terquedad y orgullo
Capítulo 31. Astair
Capítulo 32. La Gala de El Consejo (parte I)
Capítulo 33. La Gala de El Consejo (parte II)
Capítulo 34. Luna llena
Capítulo 35. Traición
Capítulo 36. Contradicción
Capítulo 37. Regreso
Capítulo 38. Idiota
Capítulo 39. Ojos negros
Capítulo 40. Cautiva
Capítulo 41. Sucumbe
Capítulo 42. Por ella
Capítulo 43. Caos
Capítulo 44. Perdido sin ti
Capítulo 45. Antepasados
Epílogo

Capítulo 13. Magia negra

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By laureaescribe




La mañana siguiente a la de la fiesta, no pude más que despertarme con una gran sonrisa en los labios. A pesar del mal rato que me hizo pasar Axel, todos los demás invitados convirtieron la noche de mi cumpleaños en algo mágico, familiar y agradable.

Cuando desperté, Aria y Adele me acompañaron a la sala donde se habían guardado los presentes de los invitados. La mayoría de ellos eran ropa de verano –la cual me venía muy bien– o joyas, pero encontré también algún que otro libro de los que me gustaban. No obstante, el que más llamó mi atención fue un manuscrito que me regaló el señor Larson. Junto al mismo, venía una nota diciéndome que era una versión inédita y que estaba más que seguro de que me encantaría. Un libro así debía de haberle costado una fortuna, así que, aparte de enviar una carta de agradecimiento como haría con todos los demás, la próxima vez que le viese se lo agradecería en persona.

Otro de los regalos que me hizo especialmente ilusión fue una carta que tenía como remitente el Colectivo de Sanadores de Nérida. Tras abrir el sobre con las manos algo temblorosas –y después de leer una bonita felicitación– se me ofreció la oportunidad de comenzar a trabajar con ellos como sanadora en formación. Sin duda, fue el trozo de papel que más ilusión me había hecho en mi vida y Hans y Adele se alegraron por mí en cuanto se lo conté. Empezaría la semana entrante yendo a clases teóricas e iría integrándome poco a poco en los equipos de sanadores.

Después de aquel día y tras un fin de semana absorta en libros de sanación, me encontraba en el sofá del salón junto a Geri, jugando, cuando una fuerte y desagradable sensación se apoderó de mis sentidos y algo me decía que alguna cosa horrible estaba ocurriendo cerca. Me levanté del sofá, dejando el libro encima del mismo, y salí de casa sin pensármelo dos veces con Geri, como siempre, detrás de mí.

Conforme me iba adentrando en el bosque que estaba detrás del monte Djabal, fui notando una presencia fuerte y oscura allí cerca, como la del día en el que me encontré a Geri, pero de una intensidad mucho mayor. De un momento a otro, el cachorro salió corriendo adelantándome, perdiéndole entre la maleza.

–¡Vuelve! –grité preocupada, pues aquella extraña fuerza oscura revolvía todo mi ser y no pude evitar pensar en la imagen de la loba sacrificada.

Segundos después de llamar a Geri y estar un rato quieta sin moverme por si oía algo, escuché una rama romperse detrás de mí. Seguidamente, noté cómo alguien me cogía por la cintura desde atrás con fuerza y me tapaba la boca. Aquella persona me llevó hasta detrás de un tronco grueso que ocultaba nuestros cuerpos y yo, aterrada, no pude más que propinarle un codazo en las costillas en cuanto pude soltar unos de mis brazos del agarre. Oí quejarse a esa persona.

–¡Au!, soy yo –dijo Jensen levemente doblado y agarrándose el costado –¿Qué narices haces aquí sola?

–No vine sola, vine con Geri.

–¿Con un cachorro de lobo? Sí, muy seguro, Lena. ¿Y dónde está? –siguió hablando en voz baja.

–No lo sé. Salió corrien...

Antes de que pudiese acabar la frase, Jensen me volvió a coger y me acercó a su cuerpo, seseando levemente para indicarme que no hiciese ningún ruido. Opté por hacerle caso y puse todos mis sentidos en lo que pudiese oír o percibir.

Escuchaba el corazón de Jensen acelerado y le vi muy tenso mirando hacia el lugar en el que habíamos estado hacía apenas unos segundos. Conseguí mover mi cabeza para poder mirar lo que ocurría y descubrí a un séquito de personas encapuchadas, con la misma túnica que la del hombre del sueño de la tarde del día del baile en casa de Jensen.

Eran unos diez hombres e iban entonando una siniestra canción de la que no entendía nada de lo que decían. Parecía sin duda tratarse de otro idioma y, estaba segura, no era ninguno de los que pudiese tener conocimiento.

Vi a Geri a pocos metros de aquellas personas subido a una roca, acechando a un pequeño conejo que comía de un arbusto. Hice ademán de ir a buscarle, pero Jensen volvió a acercarme a él, sosteniéndome con fuerza entre sus brazos.

–¿Estás loca? –me susurró mirándome enfadado –. Esa gente es muy peligrosa. Si nos ven, podrían matarnos.

–Pero Geri...

–Deja al lobo tranquilo. No se han fijado en él. Si nos ven estamos muertos, así que no te muevas, por favor.

Opté, de nuevo, por hacerle caso y me quedé junto a él, quien no me soltó en todo el rato que estuvimos escondidos. Cuando nos aseguramos de que aquellas personas ya estaban lejos, Jensen me cogió de los hombros y me apartó de su cuerpo.

–No vuelvas a hacer algo así –me alentó mirándome aterrado.

–Yo solo noté algo raro y... –intenté disculparme.

–Por eso mismo, Lena. No vuelvas a venir sola al bosque y menos si notas una presencia como esta. ¿Vale?

–¿Quiénes eran? –quise saber.

Él suspiró.

–Son Seid, pero utilizan la magia negra. Para muchos Seid sus habilidades les parecen poco importantes y, movidos por la avaricia, comienzan a utilizar la magia negra para potenciar sus poderes. Pero la magia negra acaba dominando a las personas que la utilizan.

–Vaya...–dije asombrada– ¿Y qué hacen aquí?

–No tengo ni idea, pero seguro que nada bueno. Debemos irnos antes de que...

–¡Vaya, vaya! –escuché gritar detrás de mí.

Mi sangre se heló por momentos al pensar que nos habían descubierto. Jensen, al estar justo delante de mí, veía de frente a aquella persona y su mirada se tornó dura, acercándose levemente a mí con actitud protectora, volviendo a quedar muy cerca el uno del otro.

No me atreví a darme la vuelta y noté mi corazón muy acelerado, sin saber exactamente si era por la situación o por la cercanía del cuerpo del muchacho.

–¿Qué haces tú aquí, Axel? –dijo él con desconfianza y dureza.

Cuando escuché aquello me sorprendí, pero a la vez me tranquilicé, pues aunque era una persona a la que pocas ganas tenía de ver después de todo lo ocurrido en la fiesta, al menos se trataba de alguien conocido.

–Sólo pasaba por aquí... –respondió Axel en un tono de voz neutro.

Cuando me giré, me encontré con un Axel vestido con el uniforme de La Guardia y una gran bolsa colgada a la espalda.

–Me gusta pasear por el bosque antes de ir a trabajar –siguió explicando–. ¿Y vosotros?

–Perdí a Geri y le estábamos buscando –expliqué yo, mintiendo sobre el motivo real de nuestra presencia allí.

–¿Geri? ¿Quién es ese? –preguntó Axel casi con desprecio en sus palabras.

–Un cachorro de lobo del que estoy cuidando –seguí.

–¿Y para buscar a un lobo tenéis que estar tan cerca el uno del otro? –espetó Axel molesto por nuestro contacto– Si Hans te viera, pensaría que eres una cualquiera. Aquí, en el bosque, a saber qué haciendo a escondidas con este tipo.

Aquella situación me estaba incomodando demasiado y, de nuevo, Axel me había faltado al respeto.

–Retira eso que acabas de decir, Axel –me defendió Jensen–. ¿Pretendías que ella sintiera algo por ti tratándola de ese modo? Vas mal, amigo.

–Es verdad. Sabias palabras. Tú sabes más que yo sobre mujeres. Te has tirado a más de las que quizás llegues a recordar. Aunque claro, después de conseguir lo que quieres las dejas tiradas como si fuesen un objeto. Mucho mejor eso, di que sí, Jensen. Deberías enseñarme. ¡Ah! Y no me llames amigo –soltó Axel cargado de sarcasmo y malas intenciones.

Jensen iba a contestar a aquello, pero no podía permitir que empezara una estúpida discusión entre ambos.

–Basta ya, Axel –le advertí–. No te voy a consentir que sigas juzgándome y faltándome al respeto de la manera en que lo estás haciendo –le dije ya mosqueada.

–¿Y qué vas a hacer, Lena? ¿Llorar y tirarte a los brazos de ese capullo? –contestó Axel entre risas refiriéndose a Jensen –Eres patética.

–Pero tú que te has...–comencé a decir con la intención de acercarme a Axel y darle el bofetón que se merecía.

–Pasa de él, Lena. Vámonos –dijo con dureza Jensen mientras me sujetaba.

Decidí hacerle caso.

Geri se acercó a nosotros y gruñó a Axel de una manera exagerada antes de que yo le cogiese en brazos.

–Eso, Lena. Hazle caso en todo lo que te diga. Pareces su marioneta. ¡Das pena! –oí que decía el que una vez fue mi mejor amigo ya alzando la voz, pues nos alejábamos con rapidez.

Me sentía realmente decepcionada con Axel, con quien compartí tantos buenos momentos y risas y quien había sido mi mejor amigo. Tenía la esperanza de que se disculpara por lo que pasó en la fiesta de mis dieciocho y que el único culpable de sus faltas de respeto hubiese sido el despecho o el alcohol, pero claramente no era así. Me sentía enfadada, molesta, cabreada, decepcionada... No podía creer lo mucho que había cambiado.

–No hagas caso de lo que dice ese idiota, Lena –dijo Jensen al rato, una vez ya habíamos salido del bosque.

–No le hago caso –contesté secamente.

–Entonces, ¿por qué te pones así?

–Porque ese idiota no hace tanto fue mi mejor amigo, Jensen. ¿Nunca nadie te ha decepcionado? Aunque bueno, según parece tú sí has decepcionado a saber a cuantas chicas –se me escapó.

Él me miró sorprendido. Luego, pude ver que se molestó con aquel comentario, aunque no era para menos. No era de mi incumbencia y no tenía ningún derecho a hablarle así.

–Escúchame bien, Lena –comenzó–. Es cierto que he estado con varias chicas pero nunca, jamás en la vida, he hecho algo que ellas no quisieran ni les he dado a entender lo que no era. Si he tenido relaciones con ellas eran consentidas y todas sabían lo que había. Nunca engañé a nadie ni falté el respeto a nadie. Así que no me compares con ese imbécil que lo único que ha hecho desde que le conozco es despreciarte, insultarte e intentar humillarte, ¿me oyes? –soltó enfadado.

–Perdona, yo... No quería decir lo que dije –me disculpé–. Estoy alterada, lo siento. No debí meterme.

Él suspiró.

–No te preocupes. Aunque no te lo parezca sí que sé lo que es que alguien te decepcione. Pero no me queda más que decirte que pases de ese al que solías llamar amigo. Salta a la vista que ya no es el Axel al que conocías –sentenció.

Tras decir aquello nos dirigimos inmediatamente hacia mi casa, sin cruzar palabra y con un silencio más tenso de lo normal que se debía tanto al poder que habíamos presenciado como a la pequeña discusión que habíamos mantenido.

Cuando llegamos a casa, allí ya estaban los padres de Jensen, Adele y Hans, quien parecía nervioso y se encontraba subiéndose a uno de nuestros caballos.

–¡Lena! –gritó Adele cuando nos vio– Menos mal que estás bien.

Hans suspiró aliviado y enseguida se bajó del equino.

–No vuelvas a salir sola, Lena –dijo él abrazándome–. Nos has dado un susto de muerte. Una fuerte fuerza maligna ha estado cerca y temimos que te hubiese pasado algo.

–Vimos a un grupo de encapuchados en el bosque –explicó Jensen–. Parecían estar invocando algo con magia negra.

–El Consejo nos avisó de que, últimamente, habían notado aumentar la presencia de este tipo de prácticas, pero nunca creímos que se tratase de una fuerza tan poderosa –le respondió su padre–. Algo están tramando y debemos andarnos con cuidado.

–¿Y qué hacemos? –preguntó Jensen, más serio de lo que jamás le había visto.

–Por el momento, enviaremos a un mensajero a El Consejo para que estén al tanto de la magnitud del poder que hemos percibido. Debemos estar atentos a cualquier otra cosa que ocurra y, sobretodo, evitar ir solos y más al bosque –explicó Hans mirándome con algo de enfado.

–Lo siento... –musité arrepentida.

–La magia negra atrae a nuestro instinto y es normal que hayas tenido el impulso de ir. Pero a partir de ahora, si percibes algo así, avisa a alguien y no te acerques –siguió Hans, suavizando su tono y su mirada.

Los Larson se encargarían de notificar a El Consejo enseguida y así se lo hicieron saber a Hans y a Adele antes de irse hacia su casa. Una vez cenando, volvieron a avisarnos a Aria y a mí de que evitáramos ir solas a cualquier sitio, aunque fuese una salida corta, sobre todo por precaución.

Tras haber escuchado su sermón me fui a dormir, pues al día siguiente, aunque pareciese que la ilusión se hubiese apagado por lo acontecido en aquel día, comenzaba mi deseada formación como sanadora.

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Mil gracias a todas esas personas que me leéis. Cómo siempre, agradeceré vuestros votos y comentarios.

Comenzaremos una dinámica de preguntas, a ver qué tal va.

PREGUNTAS:

1. ¿Qué os parecen los personajes? Sobretodo Lena, Jensen y Axel. Me gustaría saber vuestras opiniones.

2. ¿Os está gustando la trama?

3. ¿Por qué creéis que no acaban de explicarle las cosas a Lena?

Mil gracias de nuevo. El próximo capítulo lo subiré el sábado 4 de agosto (aunque si llegamos a los 10 comentarios lo subiré antes)

¡Un abrazo!

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