Cincuenta Sombras Renovadas

By estupidos_sensuales1

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Christian Grey ha dejado su pasado atrás. Ha cambiado el rumbo de su vida desde que su relación con Anastasia... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Información Importante
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20

Capítulo 16

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By estupidos_sensuales1


Recuerdo haber sentido mi estómago retorcerse a mitad de la noche. No podía dormir pues el dolor se incrementaba a medida que respiraba.

Me encontraba sola en casa. Mis padres habían salido con Jim, el padre de Trenton fuera de la ciudad por el fin de semana y apenas era sábado en la noche. Mi hermano, Alex había ido a una fiesta en casa de un amigo o algún conocido. La verdad no entró en detalles y yo sólo quería una noche tranquila en casa.

Trent y sus hermanos fueron a ver el partido de los Cachorros de Chicago por lo que sí, tuve una noche tranquila en casa hasta que decidí irme a dormir y los dolores en mi estomago comenzaron. Me incorporé en la cama sentándome y retirando las sábanas a un lado. Y fue cuando noté las manchas de sangre en mi cama y mi pijama. ¿Sería mi periodo? Fue lo primero que pensé y luego me recordé a mi misma que estaba embarazada y no podría ser eso a menos que... llevé una mano a mi vientre cuando un corrientazo me hizo estremecer y cerrar mis ojos por el dolor que se esparcía por todo mi cuerpo.

Con una mano me estiré para tomar mi teléfono y marcarle a la única persona que se me ocurría en ese momento. «S.O.S» fue lo único que alcancé a textear antes de volver a sentir una punzada de dolor aún más fuerte que la anterior. Esto no tenía sentido, apenas llevaba unas cuantas semanas y mi primer ultrasonido demostró que todo iba a la perfección.

Entonces, ¿qué iba mal? Decidí levantarme como pude aun sintiendo mucho dolor caminé hasta mi closet y saqué un abrigo y cambie mis shorts de pijama por un pantalón de algodón. Me coloqué el abrigo tomando bocanadas profundas de aire o moriría. Agarré mi celular y mis llaves para luego salir de mi habitación. Al atravesar el pasillo hasta las escaleras me detuve sosteniéndome de la baranda. ¿Cómo mierda iba a bajar? Cerré mis ojos armándome de valor y respiré tres veces antes de estirar mi pie hacia adelante y bajar el primer escalón que me dolió en la madre. Hice una mueca de dolor y tomé otra pequeña respiración para bajar el siguiente escalón sintiendo como me desgarraba por dentro o algo peor. Minutos después la puerta principal se abrió y Ari corrió hacia mí vistiendo sus pijamas de corazones de colores, un abrigo y pantuflas.

-Lo siento por tardar, tuve que inventarle una excusa a mi mamá –corrió a mi lado pasando uno de sus brazos alrededor de mi cintura para ayudarme a bajar.

-No...te...preocupes –apenas y podía hablar del dolor.

-Iremos a la clínica, ya mismo. No hables. –me ayudó a bajar los últimos escalones que se sintieron como el infierno– No espera, si habla y dime ¿que sucede? –me miró con mucha preocupación una vez que bajamos las malditas escaleras y llegamos a la puerta principal de mi casa.

-Estoy sangrando, Ari. No sé que sucede estoy asustada –dije cerrando mis ojos al sentir otra punzada de dolor.

-Mierda, mierda, mierda. ¿Ya viene? –preguntó muy asustada mientras me ayudaba a salir por la puerta y caminar por la entrada hacia el auto que reconocí era de mi tía.

-No puede ser, apenas tengo unas pocas semanas –me apoyé de la puerta con dificultad y entré al auto sentándome y cerrando mis ojos por el dolor. Ella cerró la puerta y corrió hasta sentarse a mi lado, encendió el motor del auto y arrancó de golpe por la calle.

Apoyé mi cabeza de la ventana aferrando mi agarre a mi estomago y vientre mientras observaba como pasábamos a un lado de la casa de Trent y me sentía tan mal por no poder haberle escrito a él para que me acompañara en este momento. Desde que comencé mis consultas le inventaba excusas cada vez que me invitaba a hacer algo por miedo a que se enterara de lo que en realidad estaba sucediendo. Sólo éramos mi prima y yo ya que nuestra nueva amiga Mía aceptó un viaje de intercambio a Francia y se fue allí hace unos pocos días y perdimos total contacto con ella. Aunque le dimos una fiesta de despedida que jamás olvidará.

Llegamos a la clínica minutos después y antes de bajar sentí un dolor desgarrador que me hizo hasta jadear y no me permitió bajarme del auto. Mi prima aparcó justo al frente de la entrada de emergencia y corrió adentro. Tras un momento sola en el auto lo único que podía pensar era pedirle a Dios que no permitiera que nada le sucediera a mi bebé.

-Por favor, sólo por favor que esté bien –susurré hacia nadie en específico, o hacia él. La verdad solo quería que alguien escuchara y me ayudara.

Mi puerta se abrió de golpe y dos enfermeros me cargaron colocándome sobre una camilla que empujaron puertas adentro por los blancos e iluminados pasillos de la clínica directo al área de urgencias. Mientras miraba al techo no dejaba de repetir esas palabras en mi mente "por favor que esté bien, por favor que esté bien" una y otra vez. El dolor se hizo presente otra vez haciéndome estremecer. Y de ahí en adelante todo sucedió en cámara lenta.

Recuerdo ver al doctor acercarse, recuerdo que me pidió que me calmara unas dos veces antes de indicarle a un enfermero que se acercara e intercambiaran palabras. Recuerdo haber cerrado mis ojos aguantando el dolor que se incrementaba a cada minuto y al cerrarlos varias lágrimas corrieron por mis mejillas. Recuerdo haber sentido que levantaban mi blusa y aplicaban un gel que se sintió sumamente frio al contacto con mi piel. El doctor seguía repitiendo que debía calmarme pero simplemente no podía dejar de retorcerme de dolor así que recuerdo haberlo escuchado indicarle al enfermero que me anestesiaran.

De allí en adelante no recuerdo nada.

Abrí mis ojos que se sintieron pesados como piedra y la luz del sol que se colaba por la pequeña ventana de la habitación en que me encontraba me cegó por unos segundos antes de que mi vista se ajustara a tanta falta de color. La habitación era completamente blanca y antiséptica.

A mi lado una maquina emitía pequeños pitidos recurrentes y al otro lado mi prima se incorporaba de su asiento acercándose a mí para tomar mi mano. Sus ojos estaban hinchados, al parecer no durmió en toda la noche por mi culpa. Como pude apreté ligeramente su mano una vez que la entrelazó con la mía formulando la única pregunta que pude en ese momento.

-¿Está bien? –susurré hacia ella. Pude percibir el dolor en su mirada mientras negaba lentamente con la cabeza y sus ojos se llenaban de lágrimas que aún no derramaba. El ardor en mi pecho en esos momentos me hizo olvidar el dolor que sentí horas antes de camino a la clínica. Mi respiración sentía que me faltaba y mi labio inferior tembló. –Mi bebé... –susurré y ella aferró su agarre de mi mano.

-Lo siento tanto –murmuró derramando algunas lagrimas y yo cerré mis ojos con fuerzas deseando que no fuese verdad. Que todo haya sido un horrible sueño del que despertaría en cualquier momento. Deseaba no estar allí, deseaba estar con él donde sea que se encuentre. Comencé a sollozar sin parar derramando todas las lágrimas que tenía acumuladas.

Me prometí ser fuerte, me prometí cuidarlo y no lo hice. Le fallé.

Después de llorar por lo que se sintieron horas, el doctor entró a mi habitación explicándome que había sufrido un aborto espontáneo. Aborto espontáneo. Esa palabra se repitió en mi cabeza muchas veces.

La palabra aborto siempre me hizo sentir nauseas, sobre todo las mujeres que lo practicaban. Tomar la decisión de quitarle la vida a un pequeño ser que se está formando dentro de ti es lo más cruel e inhumano que existe pero no tenía idea de que también se podía lograr por error. Me acurruqué en la cama abrazándome a mi misma y sintiéndome vacía. Ya que lo estaba, hace unas horas había un pequeño angelito creciendo y viviendo dentro de mí. Ahora me encontraba deseando regresar el tiempo y evitar que esto sucediera.

Nuevamente el destino, el karma como quieran llamarlo se burlaba de mi, cada vez que hacía planes estos se destruían y desvanecían como polvo. Me encontraba igual que al principio. Perdida, confundida, triste, algo decepcionada y sola. O quizás no tan sola. Un alboroto afuera de mi habitación no me dejaba concentrarme en mi miseria. La puerta de mi habitación se abrió de golpe haciéndome sobresaltarme un poco, así que me incorporé para ver de qué se trataba.

-Lo siento nena, intenté explicarle que no querías ver a nadie pero joder, que insistente es –explicó mi prima que se encontraba con las manos en alto como defendiéndose a espaldas de Trent quien me miraba con la mayor cara de preocupación que jamás le había visto tener. Se acercó de inmediato a mí acomodándose a mi lado. Su cabello estaba muy alborotado.

-¿Qué carajos pasó? –preguntó hacia mí, miré a mi prima quien se encogió de hombros. No le había contado nada aun y eso se lo agradecí internamente.

-Yo... yo me eh, caí por las escaleras –contesté esperando su reacción la cual fue lo opuesto a lo que pensé. Él solo cerró sus ojos relajando sus hombros como agradeciendo que solo fue eso y no algo peor.

-¿Qué acaso no conoces tus propias escaleras? Joder preciosa, casi me matas –dijo él.

-¿Cómo te enteraste? –lo miré a él y luego a mi prima.

-Culpable –Ari levantó una mano algo temerosa.

-Recibí cientos de textos en la madrugada pero caí literalmente en coma luego del partido hasta que desperté esta mañana y los leí todos y casi, casi tuve un coma real. –admitió arrastrando una silla al lado de mi cama y sentándose a mi lado– ¿Te sientes bien? ¿Necesitas algo? –yo negué con la cabeza, lo único que necesitaba y quería ya no lo podía tener y tuve que pestañear varias veces para no llorar.

Cuando regresé a casa más tarde ese mismo día, mi prima se encargó de cuidarme y acompañarme toda la noche hasta que mis padres llegaron a la mañana siguiente sin el más mínimo conocimiento de lo ocurrido la noche anterior. Los tres acordamos no decirles para no preocuparlos, Trent se lo creyó. Mi prima y yo lo hicimos para no levantar sospechas. Y entonces así fue como de un momento a otro perdí lo que se había convertido en mi vida y mi razón de ser...

* * *

Desperté a la mañana siguiente sintiéndome cansada emocionalmente. Había sido un sueño. Un horrible sueño recordándome lo que sucedió. Quería arrastrar el recuerdo de aquel sueño fuera de mi memoria pero eso sólo lo hacía cada vez más real. Me quedé unos minutos en mi cama solo observando el techo por unos instantes antes de recapacitar y despertar completamente. Debía darme prisa si quería llegar temprano como de costumbre a la mansión Grey y continuar con mi trabajo.

Luego de salir de casa ya arreglada y lista pasé por la cafetería más cercana y compré mi desayuno y un café grande. Sentía que apenas pude descansar anoche, estaba agotada y tenía un montón de trabajo que hacer, lo peor del caso sería que no iba a poder dejar de pensar en ello durante todo el día, hace muchos años que no me atormentaba lo sucedido cuando era adolescente, y ahora es como si de repente todo volviera a mí en un abrir y cerrar de ojos.

Tomé una profunda bocanada de aire y me dirigí a la mansión Grey, al llegar estacioné mi auto donde usualmente lo hacía y bajé dirigiéndome a la entrada principal. Tras ser recibida por el ama de llaves me dirigí hacia la sala para comenzar mi labor del día, si me esforzaba lo suficiente puede que termine antes de las tres semanas estipuladas.

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