Todos observaban como la carroza se iba con los ladrones, cuyas piernas habían sido cercenadas; detrás iba el niño amarrado a un caballo blanco. Iban esperando la muerte, pero, nadie se atrevía a disparar contra ellos, solo Pedro; él fue quien ejecuto el único disparo, que, termino impactando al niño, cayendo este muerto inmediatamente ante la mirada atónita del resto de los trabajadores de la finca, quienes no se habían atrevido a seguir las ordenes de su patrón, de disparar tanto a los ladrones como al niño.
Finalmente, la carroza abandono la finca rumbo al pueblo, donde serían juzgados sus ocupantes.
Al día siguiente Pedro fue encontrado muerto en los terrenos de la finca, desconociéndose el quien y como había sido asesinado, porque el medico se negó a realizarle la autopsia.