Mi ropa cayó a la arena, no pude sostenerla más.
—Pues.. — no me dejó terminar ya que lo tenía encima mío y acorralandome por el capó.
—Es mentira, nunca deseé a alguien de esta forma — susurró con la respiración agitada, nos unimos en un efusivo beso.
Puse mi mano en su pecho desnudo, éste subía y bajaba al igual que el mío, extrañamente sensaciones eléctricas corrieron por todo mi cuerpo. ¿Eran mariposas?
Succionó mi labio inferior y luego se alejó lentamente, cerró los ojos y suspiró.
—Dios, está claro que yo no te gusto —susurre
—Gustarías a cualquiera — murmuró con la vista fija en mis labios.
—Entonces ¿por qué te detienes?
—Porque no sé si esté bien —dijo por fin, mirándome a los ojos—. ¿Tu quieres que siga?
Asentí, sus labios atraparon los míos bruscamente, me tomó de las piernas y me subió al capó del auto. Sentía su erección y eso provocó humedad entre mis piernas, bajó el cierre de la chaqueta que había quedado por la mitad y tomó uno de mis pechos con sus manos.
Sus besos y sus caricias aumentaban cada vez más la temperatura de nuestros cuerpos, comencé a tocarlo, ya que él estaba haciendo lo que quería conmigo.
—Espera — gruñó con la voz ronca y rápidamente se dirigió al auto, creo que si volvía a interrumpir lo golpearía.
Volvió en un santiamén con un sobre cuadrado, soy una irresponsable, jamás me hubiera acordado de protegernos. No sé que pasaría después de lo que estamos a punto de hacer, pero lo quería, sin duda.
Volvió a colocarse entre mis piernas y repartió pequeños besos en mi pecho mientras bajaba mis bragas y yo jugueteaba con sus cabellos ansiosa.
—¿Estás segura? — preguntó nuevamente tomando el preservativo
—Cállate — gruñí y tomé los bordes de la tela de su bóxer para bajarselos, estaba oscuro no podía ver nada, pero sí sentir.
Y lo próximo que sentí fué cómo se deslizaba dentro mío, y era una maravilla. Una maravilla de movimientos y de tamaño, que me hizo poner los ojos en blanco y no de frustración, si no del éxtasis que corría por todo mi cuerpo, con cada embestida que daba me hacía arquearme y pedir más.
Me recosté sobre el parabrisas cuando sentí la corriente ir hasta mis pies, esa corriente que avisaba que había llegado a la máxima plenitud. Daniel no tardó y me lo hizo saber con un gemido ronco y luego, desparramando su cuerpo sudado sobre mí.
Solamente se oían nuestras respiraciones agitadas y el sonido del viento y del agua. Se deshizo del condón y volvió a subirse los bóxers, yo me subí el cierre de la chaqueta nuevamente y coloqué mis bragas que estaban al lado mío.
Volvimos a unirnos en un abrazo, en silencio escuchamos los latidos de nuestros corazones.
—Eso estuvo muy bien para un gay como tú — me burlé.
—Creo que ya no quiero ser gay — dijo con un tono simpático y mirándome añadió—. Creo que tu método ha funcionado
—¿Cómo debo sentirme al respecto? Porque como has repetido unas mil veces tú solo tienes sexo con las chicas, no tienes novia.
—Espera ¿Y eso que tiene que ver ahora?
—Que tal vez me hayas usado.
—Te lo pregunté dos veces, te pregunté si estabas segura de esto
—¡Sólo quiero saber si sólo vas a tener sexo conmigo y después te irás! Como lo haces con todas.
—Sabes que no puedo ofrecerte más. Si lo que quieres es una relación, eso no va a suceder y te lo advertí.
—¡Pero sexo si que quieres! — exclamé nerviosa, rayos, ni yo entendía porqué había reaccionado así
—Sabía que esto no debía suceder. — tomó muestras ropas de la arena y las aventó a los asientos traseros, luego subió al asiento de conductor.
Respiré varias veces, suspiré, traté de calmarme y luego subí al auto, él estaba con su camiseta y pantalones. Supongo que para entrar al hotel tendríamos que al menos vestirnos, así que me puse los shores y camiseta que agarré de los asientos traseros.
—No voy a reclamarte nada más, ya pasó. Pero ¿por qué Daniel, por qué solo usas a las chicas para sexo?
—Eso es una larga historia — respondió y encendió el coche—. Lo siento si te enfadas es solo que es, algo difícil de explicar.
—Prometiste algo
—Lo sé, pero Priscila —murmuró suplicandome—. No pidas algo que es imposible y duro para mi.
—Lo entiendo — asentí
En realidad no entendía nada.
Llegamos a la habitación en diez minutos, ya nadie se encontraba por las calles.
—Mandaré la ropa a lavandería del hotel y le pediré que éste lista para la mañana — explicó, él ya estaba envuelto en una bata blanca del hotel. Asenti y fuí al baño a deshacerme de mi ropa mojada.
Le entregué las ropas a excepción de las bragas y abrí el grifo de la ducha para tomar un baño caliente, esperaba que me relajara, tenía tantos cosas en la cabeza que pensar. Recordé que Daniel dijo que si me tiraba al río podría responder todas mis preguntas así que hice una lista mental.
Salí envuelta en una toalla ya que Daniel tenía la única bata de la habitación, él estaba recostado en la cama con su móvil.
—Richard llamó recién, pero obvio no contesté —Se paró de la cama y fué hacia el baño
—Voy a llamarlo de vuelta —dije y me aclaré la garganta—. ¿Cómo se supone que dormiré si no tengo ropa?
—Desnuda — respondió y cerró la puerta detrás de él
Sin duda es un idiota, un imbécil. No tiene nada de psicópata o rarito como lo creía al principio, por suerte la chaqueta de Nicolás colgaba de una silla, aunque sería un poco incómodo la usaría.
Llamé a Richard pero no contestó, siempre me daba al buzón de voz. Tal vez ya está durmiendo, no tenía llamadas perdida de Chris ni un mensaje.
Era muy tonta al esperarlo.
Con bragas y chaqueta traté de dormir, pero no podía sabiendo que Daniel vendría y se acostaría a mi lado. ¿Por qué no pedí otra habitación? El chico tiene dinero, una billetera muy gruesa y varias tarjetas, no es que sea interesada pero es raro con el trabajo que tiene.
Escuché el grifo cerrarse, no podía parar de mover mis pies, la puerta se abrió y cerré los ojos aparentando estar dormida. Lo escuché caminar descalzo ¿que hacía? Abrí un ojo y lo vi, mierda, se está poniendo los bóxers.
Dicen que lo que viene es mejor de lo que se fué, y supongo que es cierto porque Chris no está tan bien dotado como lo está Daniel. Jesús, no sé desde cuándo empecé a tener estos pensamientos y hacer estas comparaciones.
Apagó la luz y luego sentí como la cama se hundía debido a su peso, se acomodó y luego sólo se escucharon nuestras respiraciones y algún que otro grillo por ahí.
—¿Daniel? — pregunté por lo bajo
—¿Hmm?
—No puedo dormir —contesté—. Dijiste que te podía preguntar lo que sea si me tiraba al río contigo.
—Está bien, pregunta — dijo con los ojos cerrados un brazo a su costado y la otra mano descansaba sobre su pecho que subía y bajaba repetidamente.
—¿Qué le pasó a tu Mamá?
—Una enfermedad terminal, era muy pequeño cuándo pasó.
—¿Por qué entregas periódicos?
—Porque me gusta hacerlo, me gusta andar en bici como lo hacía ella —suspiró—. Ella tuvo la idea de hacer el periódico, y mi padre la llevó a cabo. Todos la extrañamos.
—¿Cuando fué tu última relación?
—Hace unos minutos.
Sentí como mis mejillas comenzaron a arder afortunadamente él no podía verme.
—Me refiero a la amorosa.
—Hace dos años.
—¿Por qué acabó?
—Simplemente no era para mí.
—¿Sólo eso?
—Sólo eso.
—¿Por qué dices que fué amistad a primera vista cuándo me viste?
—Tenía curiosidad de conocerte, me llamó la atención tu pelo de color, tu manera de vestir. Toda tú me pareció muy peculiar y misteriosa. Ese mismo día, tu primero en el Instituto te ví ahí junto a esos dos chicos iguales de raros que tú y le dije a Nicolás que se hiciera amigo de ustedes, pensé que podía encajar entonces así lo hizo.
»Él me informaba sobre algunas cosas, te veía todos los días hasta incluso nos cruzabamos muy de cerca, pero nunca notaste que era yo. Me divertí mucho con cada nota, pero cuando llegó esa fiesta del Instituto no tuve el valor suficiente para darme a conocer.
—¿Por qué?
—Porque estaba actuando como un psicópata, tú mismo lo decías. Además, fué ridículo citarte en esa fiesta, y lo que pasó en el baño.
—Está bien, eso es todo. No quiero saber más.
Me acomodé nuevamente tapándome con los edredones.
—Oye, no me gusta estar así contigo. — dijo con una voz ronca.
—Estamos bien.
—¿Segura?
—Sí.
—Mañana iremos temprano a la casa de mi abuela, luego nos marcharemos.
El silencio inundó de nuevo la habitación, después de mirar un punto fijo por donde de colaba una luz blanca a través de la ventana lo miré, su rostro tranquilo y sumido en un profundo sueño.