Mientras el viento fresco empieza a rondar por la ciudad, no puedo evitar recordar mi epoca favorita del año que esta a nada de llegar, invierno. Y con eso en mente viajo hasta aquella época tan preciada para algunos y mixta para mi, navidad. En específico, la única navidad que vale la pena recordar.
Mi familia nunca esta para navidad, siempre salen de viaje a "visitar" a algún familiar que me importa menos que la panza de Pete. Siempre he sabido leer a mis padres, se que ellos aun resienten el que me haya ido de la casa a tan temprana edad, que haya decidido ser maestro de ciencias en lugar de abogado, y se muy bien que ellos evitan pasar las festividades conmigo por tal motivo. La verdad llegué al punto en que ya ni me molesto por estar solo en navidad, todo gracias a Pete.
Ese año, la navidad del 2015, tenía unos cuantos meses de conocer a mi ahora mejor amigo, estudiábamos juntos en la libreria cuando ibamos a la escuela pero no eramos muy amigos. Fue hasta después de graduarnos que empezamos a interactuar con frecuencia, todo por la música. Le debo tanto a la música. Pete tenía un banda de garaje con un vecino mio y un día nos topamos fuera de su casa cuando iba a preguntarle si tenía cuerdas de guitarra que me pudiera dar. Así fue como nuestra amistad comenzo, como me burlé de su altura y él se burlo de la mia, así nos dimos cuenta que eramos un par de enanos locos por la música y los tatuajes.
Volviendo a aquella navidad, ese año en especial necesitaba compañía y mis padres obviamente no me la iban a dar, me sentía tan solo que había pensado en ir a molestar a los meseros de algún resturante para sentirme acompañado pero para mi suerte los más cercanos anunciaron que estarían cerrados en navidad. Fue entonces cuando en la tienda, antes que dejara de operar, fui a comprar golosinas y demás porqueria para ahogarme con mi soledad y me tope con Pete quién me miró preocupado y decidió que me llevaría a su casa a la fuerza. Literalmente me saco de la tienda arrastrando y me llevo a su reunion familiar. Estaba tan nervioso, me sentía como si fuera a presentarme como su novio solo para molestar a sus padres o peor aun para hacerlos felices en víspera navideña.
Al entrar a su casa, el ambiente era terrorífico, las personas dentro de la cocina parecian zombies cocinando los cerebros de las personas sentadas en la mesa del comedor, quienes no despegaban la vista del teléfono celular o computadora portátil. Busqué la mirada de mi amigo para reconfortarme pero este me miraba como si fuera su única esperanza para no morir en ese lugar tétrico. Nos dimos paso al comedor después de temblar por varios segundos y solo dos cabezas voltearon a vernos por menos de cinco segundos, lo que me hizo sentir aliviado. La noche se mantuvo así de aburrida, Pete no decia nada solo miraba al vacio con los ojos pegados en el televisor apagado. Una imagen que aun me da escalofríos recordar.
La hora de la cena, un poco tarde para mi gusto, llegó con una gran señal de precaución pegada al trasero del pavo, había cocinado la abuela. Lo poco que me había contado Pete de su familia era sobre su abuela, la señora de 91 años apenas y podía levatarse de la cama cada mañana y recordar su nombre pero siempre le recordaba a Pete que el ser hijo único le deja a cargo de toda la responsabilidad de la familia, incluyendo lo que le pase a ella. Según la mirada de Pete, nadie le aviso que la abuela cocinaba.
En la mesa ya estaban acomodados los demas familiares, tios y primos de Pete, sus padres a cada extremo y su abuela acomodando el pavo en el centro de esta en camara lenta. De igual manera, en camara lenta, el desastre se dio cuando la abuela tropezó con el bajo de Pete. ¿Como llego al suelo justo debajo de la abuela? Nadie lo sabe, aunque Pete sospecha de su tía Concha quien le tiene rencor desde niña. Todos los presentes, incluyéndome, saltamos de nuestro asiento para tratar de evitar la caida pero eramos demasiados. Alrededor de diez personas corriendo en la misma dirección no podian salir ilesas. Mientras unos seguian a la abuela, yo seguí el pavo que ya había tocado el candelabro provocando que la luz se extinguiera en el comedor. Pete logro ver mi intento de salvar el pavo antes que la luz se fuera y cambio de rumbo hacia conmigo, grave error. Al apagarse la luz nuestras cabezas chocaron y perdi de vista el pavo, el cuál volaba como si aun estuviera vivo por encima de la mesa. Supimos que este aterrizo cuando el grito de auxilio de uno de los primos adolescentes de Pete resonó en la habitación.
Fue la navidad más interesante que haya pasado, la única cena que había tenido compañía y me recordó lo patético que suele ser festejar algo así como pretexto de "juntar a la familia." La familia de Pete es un desastre y la mia simplemente no esta, cada quien es desastroso a su manera y eso esta bien, es normal. Me agradó el saber que no por ser la deshonra de mis padres tenía que ser la mia. Desde ese día los padres de Pete me apodan "el gato negro" y ya no me invitan a eventos importantes pero mi amistad con Pete se hizo diez veces más fuerte.