Jackson
— A ver, déjame ver si entendí. ¿Le pediste que fuera tu novia y dijo que no pero siguen en el mismo tipo de relación?
— Exactamente.
— Hombre, que enredado.
— Sí. Ella quiere que yo le demuestre que de verdad quiero salir con ella.
— Definitivamente es diferente. Otras, para este punto, te hubieran dicho que sí sin pensarlo.
— Lo sé. Ella es lo mejor que tengo ahorita, me da miedo perderla.
— Eso no pasará. Dijiste que todo va bien, ¿no?
— Sí. Incluso va más allá de bien... —suelto un audible suspiro.
— ¿Pero?
— Owen. No le he hablado desde la pelea, no sé si se ha acercado a Diana. Siento que ese idiota va a intentar joder lo nuestro.
— Yah, ya vienes con esos pensamientos. Deberías de hablar con él de una vez por todas y deshacerte de esas ideas.
— ¿Crees que sea lo mejor?
— Claro. Es más, nenita, lo harás mañana. Aprovecharemos para jugar fútbol un rato.
— No me digas así. De acuerdo, mañana será.
— Ya me quiero dormir, tengo sueño.
— Pues duerme. Nadie te obliga a permanecer despierto.
— Que pesado eres. Buenas noches, te amo, muak.
Este idiota de verdad me saca de quicio.
Hasta un beso me tiró. ¡Y cortó la llamada para evitar mi respuesta!
A veces no entiendo cómo Mark se convirtió en mi mejor amigo.
Dejo el teléfono en la mesita de noche y me quedo viendo el techo, paso un brazo por debajo de la cabeza. Hay tantas cosas que me gustaría hacer con Diana. Quiero llevarla al cine, a cenar, a un parque de diversiones y ganar cosas para ella.
A poco pensaron otra cosa, mentes sucias.
Aún no supero que se tuviera tan escondido ese lindo traserito. Era tan redondo, tan bien formado pero al mismo tiempo tan natural, puedo notar que nunca lo ha trabajado, y eso lo hace más perfecto. También recuerdo haber visto un pequeño lunar en su nalga izquierda. Cuando puse mis manos sobre él, era tan suave. Diana debería exhibirlo más.
Estoy pensando en estas cosas cuando siento como empieza a querer despertar mi amigo en los pantalones, ahí es cuando me detengo. No quiero que termine de despertarse ni tocarme pensando en ella.
Mejor cierro los ojos e intento conciliar el sueño, tengo el presentimiento de que mañana será un día pesado.
♥️
— ¿Crees que venga?
— ¿Pero, qué es? ¿La chica a la que le quieres terminar y te da miedo? Ya relájate.
— Justin tiene razón.
Estamos sentados en los bancos fuera del parque. El día está soleado, pero no hace calor, lo que lo hace perfecto para jugar. Poso mis codos en el respaldar de nuestro asiento y cierro los ojos para recibir un poco de brisa y de sol, no he podido salir mucho desde que me dieron de alta en el hospital, sólo para ver a Diana. Es cuando escucho un click que abro los ojos y veo a Max con una sonrisa y su teléfono en sus manos. Me abalanzo sobre él para quitarle el celular, pero en un rápido movimiento se levanta de la banca y empieza a correr. Estamos corriendo como dos niños por el parque.
En eso aparece Mark gritando que se lo dé, Max se lo da y se detiene a respirar, está notablemente agitado. De un momento a otro siento como me sacan el celular del bolsillo, me volteo alterado y me topo con Jorge corriendo, eso sí que no. Empiezo a correr detrás de él gritando que me devuelva mi celular, a lo que responde que no. Sin darme cuenta, estamos los 5 corriendo como locos. Max y Mark turnándose para escapar de que yo tome su celular, Jorge escapando de mí para que yo no recupere el mío, Justin detrás de mí y yo persiguiendo a todos. Cuando una malvada piedra se interpone en mi camino y me hace tropezar, Justin aprovecha y se sienta en mi torso, inmovilizándome. Los otros 3 chicos dejan de correr y se acercan entre ellos, comienzan a teclear cosas en los teléfonos y, por último, se acercan a mí y me extienden la mano para que yo me levante, con una sonrisa cómplice en su rostro.
— ¿Se puede saber qué hicieron?
— Nada. —responden los 4 a la vez.
Entro a mi teléfono y reviso todo, galería, chats, pero no hay nada.
— ¿Por qué están tan sudados? —todos dirigimos la mirada hacia la voz. Vemos a Owen acercándose a nosotros— ¿Empezaron sin mí?
Llega con una sonrisa y choca puño con todos, cuando se acerca a mí examina mi rostro y pone su puño en el aire, esperando que yo lo choque.
— Siento lo que pasó. Eres mi amigo y no debí golpearte. Fui impulsivo y estúpido.
— Está bien. No te preocupes. Dejemos esto pasar y juguemos un rato, como antes.
— Me parece perfecto. —sonrío y choco su puño. Nos abrazamos por los hombros y nos vamos hacia el planché. Un buen partido se aproxima.
Son las cuatro de la tarde y aún estamos jugando, llevamos casi tres horas. Para este punto ya me deshice de mi camiseta, estoy demasiado sudado como para llevarla puesta. Dejamos la partida por la mitad al estar muy cansados como para continuar, nos dirigimos a un supermercado, me vuelvo a poner mi playera antes de entrar. Compramos unos refrescos y volvemos al parque. Pasamos el tiempo hablando de puras trivialidades. Cuando el reloj marca las cinco y treinta le mando un mensaje a Diana preguntando si su madre está en casa, pasan unos minutos antes de recibir su respuesta, donde dice que está sola porque la señora tenía un compromiso, esa es mi señal. Me levanto, me despido de los chicos y empiezo a caminar hasta su casa. Ha pasado una semana desde la última vez que la vi.
Lo primero que escucho al tocar el timbre es un emocionado Cookie ladrándole a la puerta, esta se abre y me deja ver una hermosa y sonriente Diana. Lleva puesto un polerón corto con un jogger por la cintura que le resalta sus anchas caderas, no tiene suelto el cabello, lo tiene en un desordenado moño en la cima de su cabeza, se ve jodidamente perfecta. El solo hecho de tenerla así frente a mí hace que me encienda ligeramente.
— Hola, hermosa.
— Hola. —dice sonrojada. Se hace a un lado dejando que yo entre. Al pasar le doy un beso en los labios, disfrutando de su suavidad.
Al entrar alzo al perro y le dejo besitos en su cabeza y lo vuelvo a dejar en el suelo. Vuelvo a ver a Diana y está apoyada en la pared mirándome con una sonrisa. Camino hacia ella y la tomo por la cintura, la acerco a mí, le tomo la barbilla y junto nuestros labios. Ella no tarda en corresponderme, muerde mi labio inferior y lo paso mi lengua por los suyos. Ella suelta una risita y se separa de mí.
— Estás sudado.
— Estuve jugando con los chicos, en realidad sudé mucho mi camiseta.
Veo como sus ojos se iluminan un poco y levanta ligeramente la comisura de sus labios.
— Y... ¿por qué no te la quitas y la lavamos? —el tono pícaro con el que lo dice no me pasa desapercibido, pero lo dejo pasar.
— Está bien.
Tomo el dobladillo de mi playera y me la quito, veo como Diana me come con la mirada, cuando se muerde el labio inferior es donde comienzo a actuar. Dejo la camiseta a un lado y la tomo en brazos, subimos a su habitación, ella se baja y se comienza a reír.
— Espera, espera. Déjame primero poner a lavar la camiseta.
Se da la vuelta y comienza a caminar fuera de la habitación, me quedo apreciando su hermoso trasero como se mueve. Cuando se va, camino hacia la cama de Cookie y lo alzo.
— Será mejor cambiarte de lugar. No quiero que veas mal a tu mamá después de esto.
Con mucha delicadeza, tomo su camita y la pongo en la entrada del baño y, posteriormente, lo dejé en ella. Cerré la puerta del baño, cerré las cortinas y me acosté en la cama. Cuando Diana llega, se queda en la puerta, se lame los labios y empieza a caminar lentamente hacia mí. Se sienta en la cama y empieza a acortar la distancia entre nosotros, pone sus manos en mi torso y las pasea por él, repasando mis marcados abdominales; cuando se va acercando a la "zona V" se detiene y me vuelve a ver, yo tomo eso y me abalanzo hacia ella. Tomo sus labios entre los míos en un desesperado beso lleno de deseo, toco con mi lengua su labio inferior y ella separa sus labios y yo me adentro en su cavidad bucal. Comenzamos a hacer un baile con nuestras lenguas, disfrutando del sabor del otro, ella mueve sus manos por mi cuerpo y yo tomo su cabeza entre mis manos, haciendo más intenso el beso. Nos separamos por falta de aire y juntamos nuestras cabezas. Sonreímos y nos acostamos abrazados en la cama.
Estamos muy cómodos cuando escuchamos donde la puerta se abre, lo que hace que se me detenga el corazón. Ella se levanta a abrirle la puerta a Cookie, él sale corriendo a saludar y ella se acerca.
— Tienes que irte. —me dice al oído.— Mamá vino antes y no puede encontrarte aquí. Te juro que luego te daré tu camiseta, pero debes irte ahora.
Me levanto, le doy un rápido beso y salgo por la ventana.
Mi felicidad al irme es inmensa, logré subir un poco el nivel y eso me da esperanzas.
Diana de verdad es única. Me esforzaré por lograr subir lo más posible a su manera, haré que ella colabore en esto. Será mi novia, yo lo sé.
Los niveles de intensidad siempre son importantes en la lógica. Cuando se pierde la lógica, se vuelven un problema.