Nunca encontré la salida, nunca vi esa luz que todos dicen ver, nada me dejó ver, estaba ciega y unas manos afiladas me ataban y me llevaban a lo poco que podía ver, a la obscuridad, notaba cómo cada escala de negros se hacían más profundas entre las telas que cubrían mis ojos, sólo sentí que mis adentros comenzaban a sentir menos, a no notar nada, mi mirada dejó de buscar la salida, me sumergí en donde siempre debería haber estado.
-Yo.