capítulo uno,
( rescued )
OTRA TORTUOSA SEMANA HABÍA PASADO DENTRO DE AQUEL CUARTO oscuro, atada con sogas cubiertas de verbena y una mordaza en su boca. Nuevamente se encontraba falta de sangre, apenas era capaz de mantenerse despierta, sin darse cuenta, de un momento al otro, sus ojos se cerraban por largos minutos antes de volver a abrirse. Esperaba con todo su ser que Niklaus llegara y la rescatara, o que alguien lo hiciera, pero se había enemistado con casi todos los vampiros y hombres lobo del pueblo, lo que era un factor que jugaba en su contra. Sólo podía confiar en que los hermanos Mikaelson fueran a su rescate, pero dejarla allí tal vez resultaba más beneficioso para ellos. Astrid no había hecho más que meter la pata desde que había llegado.
Tanto tiempo sola y sin hacer nada, su mente no paraba de trabajar. Se le había ocurrido mil maneras de escapar, pero siempre encontraba alguna falla. El principal problema era siempre el mismo, no tenía fuerza, en su estado no podía enfrentarse a la bruja, no estaba ni cerca de poder hacerlo. Con un simple chasquido de sus dedos podría derribarla, tal vez incluso matarla. Luego de cientos de planes llegó a una única conclusión, necesitaba ayuda, sola no podría lograr nada.
Sus ojos se abrieron de golpe al escuchar conmoción fuera del cuarto en el que se encontraba, probablemente incluso del otro lado del pasillo. Comenzó a luchar contra las sogas que la mantenían amarrada a la silla en la que se encontraba sentada, pero sólo consiguió lastimarse más. Sus muñecas y tobillos ardían, sin hablar de su boca donde llevaba la mordaza repleta en verbena. Sintió desesperarse y gritó aunque de su boca no salió más que un quejido. No aguantaba más estar ahí, la incertidumbre, el hambre.
De pronto se hizo presente una luz cegadora enfrente suyo y se vio obligada a cerrar sus ojos, su vista era mucho más refinada que la de un humano normal y, por lo tanto, más sensible. Pestañeó un par de veces hasta que fue capaz de distinguir la figura enfrente de ella. Elijah se encontraba recostado en el umbral de la puerta, mirándola fijamente. Al notar que era él, la joven sintió como un peso era liberado de sus hombros. Con pasos cautelosos, y las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, comenzó a acercarse a ella. No podía negar que un poco estaba disfrutando verla así, tan indefensa, luego de que ella lo matara y su hermano no dejara que hiciera nada al respecto.
—Vaya —murmuró el original—, te tienen bien atendida.
Se detuvo frente a ella y sacó la mordaza de su boca. Astrid inclinó su cabeza a un lado y escupió la verbena restante que había quedado en su boca y hacía arder su lengua. Luego, sintió un alivio enorme cuando sus muñecas fueron liberadas y las sobó mientras Elijah desataba sus tobillos. Tomándose de los apoya brazos, la joven se puso en pie, lo que supuso un esfuerzo increíble teniendo en cuenta que apenas tenía fuerza. No recordaba cuando había sido la ultima vez que había bebido sangre, probablemente habían pasado entre cinco días y una semana y media. Dentro del cuarto las mañanas eran tan oscuras como las noches.
Elijah pasó un brazo por su cintura y ella se permitió pasar su brazo sobre los hombros de él. Ambos sabían que sin un soporte la joven no llegaría a ningún lado. Salieron del cuarto, recorrieron el pasillo y atravesaron la puerta encontrándose con una escaleras que Astrid no recordaba haber visto con anterioridad, probablemente estaba dormida cuando sus captores la subieron.
—Permíteme —murmuró Elijah luego de soltar un suspiro.
La joven no hizo más que abrir sus labios para preguntarle de qué hablaba cuando el la alzó, pasando un brazo por su espalda y el otro atrás de sus rodillas. Muy cansada como para hacer otra cosa, Astrid se sostuvo del cuello del original y apoyó su cabeza contra su pecho. Mantener sus ojos abiertos suponía una dificultad y debía concentrar su atención en ello.
Atravesaron una última puerta y una luz aún más brillante cegó a Astrid, quien una vez más debió pestañear repetidas veces para que su vista se acostumbrara. La luz de los fluorescentes no podía compararse con la luz solar. Cuando su vista se acostumbró, divisó los dos cuerpos de sus captores en el suelo con sus cabezas en ángulos extraños, no cabía duda que habían quebrado sus cuellos. La bruja no se veía en ningún lado y Rebekah y Kol se veían aliviados de verla a salvo, aunque no muy sana. En un abrir y cerrar de ojos Niklaus se encontraba a su lado y pronto ocupaba el lugar de su hermano. Ahora Astrid se encontraba entre sus brazos.
—¿Cómo estás? —preguntó Niklaus con voz suave.
Astrid elevó su vista y su mirada conectó con sus orbes azules. En ellos pudo ver preocupación sincera y por un segundo la joven creyó que se encontraban en la época donde todavía no eran vampiros y se querían como novios pero se trataban como mejores amigos.
—Sedienta —murmuró con voz rasposa y tosió.
El original apretó sus labios en una fina línea y desvió su mirada del rostro pálido y ojeroso de la joven para ver a sus hermanos.
—Llévala a casa —ordenó Rebekah—, nosotros nos encargaremos de limpiar y buscar algo que nos ayude para encontrar a la brujita.
Aún con sus labios apretados y una arruga entre sus cejas, Niklaus asintió en respuesta y en un abrir y cerrar de ojos desapareció de sus vistas. El camino hasta la mansión Mikaelson se sintió como una mancha borrosa a ojos de Astrid, no podía fijar su mirada en nada porque su estómago se revolvía y le daban una náuseas terribles. Al final había optado por cerrarlos y apoyar su frente contra el pecho del original.
—Llegamos, Astrid.
La joven abrió sus ojos y todo dio vueltas a su alrededor, por lo que volvió a cerrarlos y aferrarse de las solapas de la camisa de Niklaus. Odiaba lucir así, pero había tocado fondo hacía un tiempo ya, cuando apagó su humanidad y se presentó en Mystic Falls, por lo que no podía importarle menos si sólo estaba en su presencia.
—¿Qué tienes, love?
—Estoy mareada.
—Te acostaré en el sillón e iré por una bolsa de sangre, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
Su trasero y espalda hicieron contacto contra algo blando y mullido y comprendió que Niklaus la había depositado sobre el sillón como había dicho que haría. Se hizo una bolita cuando su cuerpo se ausentó convirtiendo en hielo las zonas donde antes entraba en contacto. Pronto, el aroma dulzón de la sangre se hizo presente y sus colmillos aparecieron sin que ella pudiera siquiera intentar detenerlos.
—Toma.
El aliento tibio de Niklaus entró en contacto con su rostro y al abrir sus ojos se encontró con las comisuras de sus labios alzadas. La bolsa de sangre pronto entró en su visión y sus brazos se estiraron solos. Sus manos se cerraron sobre ella y con desesperación la inclinó sobre su garganta. Su cuerpo comenzó a calentarse y su piel a adquirir su color natural mientras el cuarto dejaba de girar a su alrededor. En cuestión de segundos la acabó y el original le tendió otra que también deboró.
—¿Mejor?
La joven tiró la bolsa junto a la otra y su mirada se concentró por un momento en los labios carnosos del original antes de subir a sus orbes de un azul intenso. Detectó un brillo en ellos y su estómago dio un vuelco agradable. Sus ojos sonreían tanto como sus labios y Astrid volvió a recordar sus momentos juntos en la aldea, cuando todo era más sencillo y sus únicas preocupaciones eran esconder sus sentimientos para no arruinar tan bella amistad que tenían.
—Gracias, Nik.
—No hay porqué, love.
No saben las ga-
nas que tengo de
verlos juntos lpm
Espero que les
esté gustando♡