Y ahí estaba yo, mirando a Julián. Su rostro estaba muy fijo en el libro que tiene entre las manos. Yo no sabía cómo acercarme a hablarle. Tenía mucho miedo de saber cómo iba a reaccionar ante todo esto. Una parte de mí no quería hacerlo, pero otra me decía que sí. Estaba en un conflicto muy inmenso. Tengo muchas cosas en la cabeza y que quiero aclararlas con él. ¿El por qué? Es algo largo, pero algunos puntos son: 1. Peleamos por todo. 2. Ya no le importaba si sus comentarios me hacían llorar. 3. Tener que aguantar el estrés que él tiene por su trabajo. 4. Soportar sus celos enfermizos. 5. Dejar de hablarle a mis amigos (hombres) Sin duda era muchas cosas que teníamos que aclarar. Yo ya no iba a soportar más tiempo estando con él si sigue así. Yo quiero que las cosas sean como antes, donde todo era miel sobre hojuelas, donde en vez de discutir, nos apoyábamos. Pero todo ese se esfumo, todo era diferente y me tuve que quedar con eso, porque yo lo amo o al menos eso creo. No lo sé.
Mi situación se la conté a Karla. Ella siempre me escuchaba cuando tenía problemas con Julián. Karla se molestaba cada vez que lloraba por él. Siempre me dijo que me diera cuenta de que él ya no era como antes y de que a lo mejor ya no me quería en su vida. No le quise creer, porque yo conozco a Julián mejor que ella. Nunca me dio motivos para dudar de su fidelidad. Pero de lo que, si estaba harto, era que siempre tenía que ir detrás de él, llorando y pidiéndole perdón.
Siempre me sentí humillado cuando peleábamos en la calle. Al ver que la gente nos miraba mientras yo lo tenía que tranquilizar para que no se fuera.
En fin, estaba cansado de todos los problemas, ya no quería seguir así con él.
Tome el valor suficiente para acercarme a él. Sentía los nervios a flor de piel. Sentía las piernas temblar, mi corazón agitándose y mis pensamientos revueltos.
Julián seguía viendo el libro, creo que era el de Los Juegos del Hambre. Suspiré muy profundo, que sentí mis pulmones relajarse un poco y mi corazón tranquilizándose. ¿Por dónde empezar? Carajo, esto es tan difícil. No quiero que esto termine tan mal, pero me voy a arriesgar a lo que pase.
—Julián —lo llame con voz muy temblorosa.
Él dejo de mirar el libro para plantar su mirada con la mía. Su mirada expresaba ¿Miedo? Esa mirada es muy fuerte que siento como me encojo.
—Tenemos que hablar.
Al escuchar esa frase, cerró el libro y lo dejo a un lado mientras yo me sentaba frente a él. Mis manos me sudaban, tragaba saliva procesando y acomodando lo que voy a decir. Espero que no me falle mi mente.
—¿De qué? —su tono era muy tranquilo.
—Sobre... —hice una pausa— nosotros —susurré esa última palabra.
No dijo nada, espero a que empezara con la conversación, pero esto se me hacía complicado. Quisiera que otra persona le dijera todo lo que pienso y quiero decirle, no yo.
—Es que... ya no puedo seguir así —iré directo al grano— estoy cansado de todo lo que haces. Siempre me celas por todo, no puedo tener amigos porque te enojas y piensas que me gustan o que yo les gusto, pero no es verdad. Mis amigos solo son mis amigos, yo no pienso salir con otra persona.
—No es que te lo prohíba y no soy celoso.
—Julián, no puedo usar short porque me dices que quiero enseñar las piernas y eso me lo dijiste una vez que me lo puse y te dije que me quedaba corto, dijiste que eso no importaba que de todos modos a mí me gustaba enseñar.
—No es verdad.
El que me negara las cosas me hacía enojar. No es posible que niegue todo lo que hace. Yo no gano nada con inventar cosas que no pasaron, pero en este caso, si paso.
—Tampoco puedo mirar a los chicos porque me dices que les estoy viendo... mejor no digo la palabra, pero eso tampoco va. Tampoco puedo ver a las personas porque piensas que me gustan.
Él siguió negando eso y pues a consecuencias discutimos. Yo ya no sentía miedo, ahora sentía enojo con todo lo que decía.
—Siempre que peleamos me dejas llorando y te vas, para que yo vaya detrás de ti llorando y humillándome, siempre me haces eso.
—Yo no te pido que vayas detrás de mí.
Cabrón.
—Lo hago porque quiero estar bien contigo y porque te amo —suelto ya enojado.
Después de tanto aclarar cada punto, terminamos peleados. ÉL llorando y yo enojado. Tenía que escupir todo lo que sentía cada que me hacía eso y más cuando salía de trabajar y por su estrés, se desquitaba conmigo diciendo que yo lo provocaba. Si yo lo único que quería era estar con él. Saliendo bien y vernos bien.
Una ocasión que salimos. Yo no me sentí cómodo, me sentí muy tenso y él se dio cuenta, pero no le dije por qué y la razón era porque no lo veía como mi pareja, lo vi como mi amigo. Yo ya no quería estar ahí, quería irme a mi casa. Quería llorar por todo el daño que me estaba causando y que él no se daba cuenta.
Seguimos diciendo todo lo que sentíamos y lo que nos molestaba. Fue una manera de desahogarme. Hasta que llegue a decirle algo que mi mente y mi boca dijeron antes de pensarlo bien.
—Yo creo que lo mejor será que tomemos un tiempo.
Él se puso tenso, lo pude notar. Sus lágrimas no dejaban de salir. Me rompía verlo así, pero ya era justo que supiera todo lo que yo sentía. Pero carajo ¿Decirle eso? ¿Será lo correcto? Por una parte, sería bien, así tomamos un respiro y sabremos lo que en verdad hicimos mal y lo que podremos cambiar.
—No me digas eso, por favor, todo menos eso.
—Julián, será lo mejor, tanto para mí, como para ti. Necesito pensar en todo lo mal que me haces y poder sanar. Tú debes también darte cuenta en lo que estas fallando.
De verdad me dolía mucho decirle esto. Sentí como se me alteraba el pulso al decir esas palabras. ¿Soportaría estar lejos de él por un tiempo?
—Prometo cambiar para que estés bien. Bueno, para que estemos bien —corrige.
—Ya no confío en ti, llevas mucho tiempo diciéndome que vas a cambiar y no pasa nada, al contrario, me sigues tratando cada vez mal y ya no estoy dispuesto a soportarlo más, ya me cansé de ser la persona con la cual te desquites por el estrés de tu trabajo. Ya no estoy dispuesto a seguir soportando que me hagas llorar. En algún momento me iba a terminar fastidiando.
—No me digas eso, no quiero que te fastidies de mí. Quiero que sigas feliz conmigo, que me sigas amando, que me sigas diciendo "gordito", que sigas siendo mi esposo, no hecho esto a la basura.
Esas palabras me tocan el corazón. Pero no puedo hacerlo, necesito que sepa todo lo que me hace, todo lo que siento y no es por hacerlo pagar, sino, que se dé cuenta de mis sentimientos cuando estoy llorando o cuando me siento humillado frente a todos.
Julián seguí negándose. Yo no cambiaba de opinión. De verdad quiero que piense bien las cosas, que se dé cuenta de cuanto lo amo, pero también del daño que me causa y que piense bien el querer hacer un cambio, no de unos días, como acostumbra a hacerlo. Quiero un cambio que de verdad dure y me haga sentir otra vez como antes, seguro, querido y apoyado.
Después de tanto estar hablando, hablando y hablando, accedió a darnos ese tiempo. Tomo sus cosas y salió de mi casa sin más que decir. Yo me quede mirando la puerta pensando si salir por él o no. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaba pasando? ¿Debo salir a buscarlo? Mi cerebro piensa rápido esa respuesta. Mis piernas se mueven para ir a la puerta. La abro y me asomo para saber si sigue aquí, pero no lo está. Siento una punzada en mi corazón al no verlo. Entonces decido cerrar la puerta y entrar a mi habitación a llorar.
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Mi mamá llega y me encuentra llorando. Pero cuando la miré a los ojos se dio cuenta que quería estar solo, así que solo dio media vuelta y desapareció.
Toda la tarde le estuve mandando mensajes a Julián.
Alex: Oye, por favor.
Alex: Julián.
Alex: Oye.
Alex: No.
Pero él jamás me contesto, ni siquiera le llegaban mis mensajes.
—¿Ahora qué paso? —pregunto mi mamá muy normal, sentándose en la cama.
Ella sabía que siempre peleaba con él, pero el caso es que pensaba que yo siempre le hacía cosas a él, cuando no todo caía en mí, sino, también en él.
—Termine con Julián.
—Mejor te dejo solo para termines de desahogarte y estés más tranquilo —me abraza y después se dispone a salir de la habitación para dejarme con la soledad y el silencio.
De repente mi celular vibro y en la pantalla aparecía su nombre. Abrí el mensaje y me dispuse a leerlo.
Julián: Sólo recuerda que absolutamente nadie en el universo entero te amará como yo lo hice. Adiós.
Mi corazón se detiene y me quedo con la boca abierta, las lágrimas a flor de piel y mi estómago contrayéndose. Carajo.
La ansiedad me consume, siento mucha ansiedad que ahorita mismo saldría a buscarlo, pero sé que mi madre no me dejara salir, así que, lo único que me queda es pedirle perdón y otra oportunidad.
Alex: Julián, no, por favor.
Julián: Te amo y te amaré siempre por el resto de mi vida. No supe hacerte feliz y me moriré pro eso. Se feliz. Escribe un bonito final a tu historia. Adiós para siempre.
¡Ay no!
¿Pero qué mierda está pasando? No, yo no quería esto, no puede ser, no. Mi desesperación aumenta con cada mensaje que él envía. Esto se siente horrible.
Alex: Julián, no te deshagas de mí. No puede ser.
¿Por qué no se me ocurre escribirle otra cosa? Alex, concéntrate.
Julián: Tú te deshaces de mí, de la manera más dolorosa. Cuídate, amor.
¿Es qué no entiendes que quiero estar contigo? Soy un pendejo al pedirte ese tiempo. Solo lo dije por impulso, mi mente lo pensó y lo saco, pero no pensé bien las cosas.
Alex: No me deshago de ti, te lo aseguro. Julián, por favor.
Julián: Te amo. Estoy seguro de que ahora si serás feliz. A partir de ahora desaparezco de tu vida. Olvídame, deja que los recuerdos me atormenten a mí solo. Olvida todo.
¡Nooo!
Alex: Julián, no me hagas esto. Solo te pedí unos días y me saliste con esto. Jamás quería que pasara esto. Pensé que me dirías que lo ibas a intentar.
Julián: Tú lo dijiste: YA NO CONFÍO EN TI.
Sus mayúsculas remarcando eso me hacen sentir la peor persona del mundo.
Alex: Pero al menos lo intentarías.
Julián: Sabes que, si lo haría, pero tú ya nunca me esperaras. Ya no me quieres.
¡Te amo!
Alex: Si te quiero. Por favor, te lo estoy suplicando.
Julián: Me dueles demasiado, ya no puedo.
Alex: Por favor, no me dejes.
Julián: No quiero tiempo, te quiero a ti. A mi lado. Como uno solo.
Mis lágrimas se intensifican. Mi corazón se agita más y todo mi cuerpo me tiembla por lo que estoy leyendo. Yo lo menos que quiero es que te alejes de mi vida. De verdad que soy la peor persona de este mundo. ¿Cómo el pude hacer esto al amor de mi vida?
Alex: Déjame razonar y pensar, solo pido eso.
Y sigo con lo mismo. Caray ¡Alex ya reacciona!
Julián: Razonar es igual a dudar. No quiero que estés conmigo así, dudando si me amas o si quieres estar conmigo. Estarás mejor sin nadie que te moleste, bueno, sin mí.
Alex: Pero yo quiero seguir hablándote. Julián, no me hagas esto.
Julián: Te amo demasiado y yo no podría hablarte, así como si nada. No puedo estar cerca de ti sin tenerte. Me moriría más rápido.
De verdad no puedo con esto. No lo hagas más difícil. Ya no sé qué hacer ni que decir, solo escribo lo que siento, sin pensarlo.
Alex: Por favor, quiero verte.
Julián: ¿Imaginas que se siente amar a alguien y que ya no sea capaz de corresponderte?
Me quedo paralizado ante su pregunta. Si te correspondo, mi amor si te corresponde.
Alex: Sí, lo sé. Solo déjame verte y hablarte, solo eso.
Julián: Se feliz, mi amor, es lo único que deseo. Nuestros recuerdos morirán un día conmigo.
Alex: No quiero que mueras, no sin mí. Por favor.
Julián: Te amo como nadie ha amado jamás y como nadie nunca amará, por eso te dejo ser feliz y libre de mí.
¿Por qué eres tan necio? Julián...
Alex: No lo hagas, Julián te lo suplico. Te necesito. Al menos yo si te necesito.
Julián: Me quede solo, ya no tengo a nadie. Y lo logre, tú lo dijiste, yo me lo busque.
Alex: No. Por lo al menos lo intentaríamos en este mismo instante. Quiero estar contigo. Julián, no lo hagas.
Julián: Me quede sin el amor de mi vida. Ya no me queda nada. Adiós. Te amo.
Alex: Quiero hablar contigo. Quiero seguir viéndote.
Ya no recibí una respuesta. No dejo de llorar ante esta conversación tan difícil con él. No puede ser que de verdad perdí a Julián, perdí a mi todo y creo que esta vez, para siempre.
Seguí insistiendo con los mensajes, pero no recibía nada, ya no le llegaban mis mensajes. Me quede esperando y llorando hasta las doce de la noche, pero todo fue en vano. Era definitivo que él ya no quería verme, ni hablar, ni ser amigos, ni mucho menos volver a ser pareja. Eso era lo que me dolía.
Una notificación de Instagram me llego. Un nuevo seguidor. ErnestoNavarrete. Así se llama el niño que vino a ser de mi vida una complicación y undesastre.