Narrador Omnisciente:
Nayeon no fue capaz de reaccionar ante el alivio que le invadió en el momento que escuchó a la doctora confesar que la japonesa se encontraba bien, aquello fue suficiente para que la coreana suspira sin siquiera estar consciente de la falta de aire que mantenía en sus pulmones.
—La trajeron con cuarenta y uno de temperatura, la fiebre elevada provocó que su presión arterial aumentara como también la frecuencia respiración fuese anormal, ambas combinaciones fueron el detonante que causaron que la paciente perdiera el conocimiento por una temporada prolongada de tiempo—confesó la mujer mientras que, observaba los papeles que mantenía sobre sus manos—le hemos suministrado un par de medicamentos que lograron bajar su temperatura y estabilizarla...—agregó soltando un suspiro para luego subir su mirada observando la preocupación en los rostros ajenos—si les soy sincera, primera vez que he visto un caso de Meningitis vírica que cause estos síntomas, es poco usual ver desmayo que se prolonguen por más de dos minutos, y por lo que usted comentó—comentó observando al japonés— la paciente estuvo inconsciente por más de diez minuto—habló con un toque de preocupación en sus palabras.
Taehyung se mantuvo con los brazos cruzados mientras que, a su vez, alzó uno de sus manos llevándola en dirección de sus labios. Nayeon giró su rostro observando con sus párpados entrecerrados la preocupación reflejada en las facciones del menor, la castaña no podía creer que el muchacho estuviese demostrando interés por el estado la japonesa, es que se le hacía imposible aceptar que él estuviese verdaderamente preocupado por la pelinegra.
—¿Qué tan malo es eso? ¿Puede causarle algún tipo de problemas a la larga? —preguntó Taehyung logrando tener la atención de la joven doctora como también el de la rubia y castaña.
—Todo lo relacionado con la cabeza y pérdida de conocimiento, se suele tomar con mucha preocupación, el cerebro es uno de los órganos más sensibles y delicados que el cuerpo humano posee, no quiero alarmarlos, pero necesito que un adulto responsable para hablar de forma más detallada el estado de la paciente—confesó la doctora intentando no sonar lo suficientemente ruda para incomodar a los jóvenes frente a ella.
Momo continuó en un completo silencio sintiendo las calientes lágrimas descender por sus sonrojados pómulos, la muchacha seguía sintiéndose culpable por lo sucedido, aun cuando todos ahí presentes, sabían a ciencia cierta que ella no tenía la culpa.
—¿Hay alguna posibilidad de poder verla? —preguntó Nayeon mientras que, con rapidez se acercaba a la silenciosa rubia, notando como la humedad cada vez se volvía más visible en sus bonitas mejillas—está bien, Moguri, no fue tu culpa—susurró contra la oreja de la nombrada envolviendo velozmente su brazos sobre los hombros ajenos.
La mujer de cabello corto observó con una clara mirada enternecida hacia la joven pareja frente a ella, rápidamente sus pensamientos le juraron una mala pasada, provocando que tuviese un erróneo pensamiento de creer que la rubia mantenía algún tipo de relación romántica con la castaña a su lado.
—...—la doctora entreabrió sus labios para luego simplemente dedicarse a pestañear con rapidez, queriendo de aquella manera tener la posibilidad de volver a la realidad —por el momento no se ha habilitado los horarios de visitas para la paciente, solo familiares tienen permitido el ingreso—confesó observando a las dos chicas para luego pasar hacia el castaño—tu puedes pasar.
Taehyung frunció el ceño sintiendo su mandíbula desencajada de la sorpresa, ¿Él? Se cuestionó sintiendo que no tenía el derecho de visitar a su hermana. El castaño parpadeó para luego sacudir su cabeza sintiendo la mirada de las tres restantes fija en sus facciones; como si estuviesen esperando a que el hiciese algún tipo de movimiento como confirmación.
—Está en cuidados intensivos, tu solo debes dar tu nombre y te dejarán pasar—habló la mujer mientras hacia una reverencia—si me disculpan, debo visitar otros pacientes.
Nayeon y Momo se despidieron de la misma manera, terminando por quedar los tres jóvenes en la sala de espera; se miraron entre sí, como si estuviesen esperando la oportunidad ideal para expulsar todo lo que sus pensamientos querían comentar. La castaña fue la primera en reaccionar llevando sus dos manos a hacia la cabeza mientras que, sus piernas comenzaban a tener pensamientos propios obligando a la propietaria de aquellas extremidades el sentarse sobre una de las tantas sillas del lugar. Momo le siguió el paso sentándose justo a su lado, la muchacha mantuvo sus hombros encorvados mientras observaba sus enrojecidas palmas, aun podía sentir las lágrimas descendiendo de su rostro, lloraba como si Mina hubiese muerto frente a sus ojos, pero es que ella lo sintió de aquella manera, sintió como sí, verdaderamente la pelinegra hubiese abandonado su cuerpo para dejar aquella bolsa de carne esparcida por el suelo de su habitación.
La rubia se estremeció ante aquella realista imagen, una parte de ella temió que su imaginativa mente fuese capaz de mostrarle parte de su realidad, qué, efectivamente el saco de carne fuese real; que Mina realmente había muerto.
—I~Iré, ams, yo iré a verla—avisó Taehyung mientras tragaba saliva y movía una de sus manos apuntando con el dedo gordo de este hacia su espalda.
Y aquellas vanas palabras se convirtieron en una fuerte bofetada para los culposos pensamientos de la rubia, quien, por fin, gracias a Taehyung, tuvo la posibilidad de respirar con absoluta tranquilidad.
Nayeon movió su cabeza en asentimiento mientras sentía su garganta apretada y los ojos enrojecidos, la joven mantenía unas ganas tan grande de desahogarse, de sollozar envuelta en los brazos de su madre mientras que, entre hipos, confesaba sus grandes temores. La castaña anhelaba poder decirle a su madre lo asustada que estuvo en este mes, como, en tan solo dos ocasiones sintió que moría de la tristeza; ver a Mina completamente maltratada fue su primer temor, notar como ni siquiera había sido capaz de levantarse por sus propios medios le hizo sollozar en aquella fría habitación de su hogar, jamás, en su corta vida había odiado tanto a una persona como odió a su progenitor.
Ahora, aquel angustioso clima de hospital, estaba siendo su segundo gran temor, saber que, Mina se encontraba a un par de metros alejada de ella y de toda posibilidad de contacto comenzaba a ser una completa tortura para su ya, lastimado corazón. Nayeon suspiró a la vez que inclinaba su cuerpo hacia el de la rubia, quien completamente despreocupada le dio el pase libre para que su cabeza se recostara sobre su huesudo hombro.
Mientras tanto, en el mismo lugar un par de metros de diferencia, se hallaba Taehyung quien se mantenía completamente estático observando desde la entrada de la habitación como su hermana se encontraba pacíficamente descansando sobre la cama. El joven tragó saliva apretando sus puños completamente nervioso de ver aun las marcas moradas en algunas zonas del rostro ajeno, sus músculos se contrajeron en el instante que observó cómo Mina lentamente comenzaba a despertar alzando su mentón hacia su dirección.
—¿T~Tae? —preguntó la pelinegra sonando casi sin voz.
El castaño parpadeó acercándose lentamente hacia uno de los laterales de la camilla, sus ojos se veían intranquilos a la vez que sus palmas no dejaban de sudar. Taehyung quedó al lado de la japonesa, sus manos por instintos se adhirieron contra el borde de la cama observando a su hermana mayor con una gran sonrisa plasmada en su demacrado rostro; como si, a pesar de los golpes ella lo siguiese amando con toda su corazón.
—Hola, Noona—saludó el joven sintiendo sus ojos arder ante el inminente llanto que osaba en brotar—¿Cómo te sientes?
—¿Cómo está Momo? Debí aterrarla, ¿Verdad? —preguntó Mina olvidando por completo el dolor de cabeza y la clara preocupación que su hermano había transmitido en su ignorada pregunta.
El castaño la observó tomándose su tiempo para responder.
—Ella se siente culpable, creyó que habías muerto, y, sinceramente, no la culpó, parecías estar verdaderamente muerta sobre el suelo—admitió Taehyung mientras que, rápidamente pasaba una de sus palmas por sobre su desordenado cabello, dándole un aspecto de cansancio total.
La japonesa lo observó notando como, aquel simple movimiento le había sentado un par de años de más; se sorprendió de ver que Taehyung ya no tenía aquel dulce rostro de niñez, ahí, en aquellas largas pestañas y cejas prominente no quedaba rastro de la dulzura de su mirada.
—¿Y Nayeon? —preguntó Mina sabiendo muy bien que aquel nombre estaba prohibido entre los dos.
Taehyung apretó su mandíbula para luego desviar la mirada, parecía incómodo, y la pelinegra no lo culpaba, ella también se sentía de la misma forma al preguntarle por su amada, pero era necesario, muy necesario para ella.
—No la he visto—mintió sin siquiera inmutarse en el proceso.
Mina guardó silencio sintiendo algo extraño quebrándose en su interior, se ordenó a si misma el no llorar, quizás, solo quizás, simplemente no le habían avisado, oh, la joven realmente quería pensar en eso y no en el hecho de que a Nayeon le había dado igual su visita en el hospital.
El castaño observó como la pelinegra intentaba no posar sus ojos en su rostro, pudo notar su mentón temblar como también el fuerte agarre de sus puños ejerciendo presión sobre las mantas.
—Quizás ahora está allá afuera—intentó Taehyung animar el rostro sin vida de la mayor, sintiéndose idiota por mentirle de aquella manera—mira, de todas formas, creo que es lo mejor, ¿No?—cuestionó logrando que la pelinegra se giraba observándolo con confusión—Nayeon no ha traído nada bueno en nuestras vidas, antes...—el joven giró su rostro buscando una silla en la habitación— antes éramos unidos — admitió mientras estiraba su mano atrapando con sus dedos el respaldo de la silla. Rápidamente la arrastró colocándola junto a la camilla—¿Míranos ahora? Peleando por una chica —intentó persuadirla a la vez que estiraba su mano derecha para atrapar la palma de la japonesa—¿Realmente ella vale la pena Noona?
La joven lo observó viéndose incapaz de responder a su pregunta, no porque la respuesta no fuese de su grado, ni mucho menos por que creyese que Nayeon no valía la pena, sino más bien, porque no tenía palabras que fuesen lo suficientemente sinceras para expresar el sinfín de cosas que la castaña causaba en su interior, y como de aquellas, era una de las miles de razones del por qué Im Nayeon valía por completo la pena.
La señora Myoui corrió por el pasillo llegando a la habitación de espera, sus cristalizados ojos se encontraron con la imagen de una rubia y una castaña abrazadas mientras que, la de cabello claro intentaba controlar su llanto. Aquella imagen le había hecho creer lo peor, con sus piernas como gelatina se aproximó hacia las jóvenes mientras que negaba con su cabeza sintiéndose completamente incapaz de procesar la idea de una vida sin su pequeña.
—¿Señora Myoui? —preguntó una voz femenina detrás de ella, provocando que la mencionada rápidamente se girara.
La doctora le sonrió sintiéndose aun molesta de ver el cuerpo de su paciente.
—¿S~Sí? —preguntó Sachiko sintiendo un nudo la boca de su estómago.
—Su hijo la describió bien—intentó halagarla siendo el resultado un completo fiasco—...—carraspeó estirando su mano para estrecharla con la mayor—soy Yoo Jeongyeon, el médico a cargo de su hija y la mujer a mi lado es Lee Sunmi de servicios sociales.
Aquellas palabras fueron como un balde de agua fría para realidad de la señora Myoui, quien, velozmente sintió su cuerpo completamente tenso, mientras que su respiración quedaba atrapada en sus pulmones.
—¿P~Por qué? —preguntó con cierta incrédula en su voz, observando como la doctora se rascaba su cuero cabelludo con una mueca de disgusto total implantada en sus facciones.
—Normas del hospital... ¿Usted sabia de las lesiones que padece? Se estaba recuperando de un grave golpe en sus costillas y una fisura en su fémur—aclaró Jeongyeon mientras observaba como la mujer rápidamente se echaba a llorar suplicando porque no le arrebatasen a su pequeña.
—Tiene diferentes hematomas esparcidos por su rostro y abdomen, según los análisis que se le realizó, tiene una cantidad razonable de cicatriz anteriormente curadas por diferentes golpes realizados en su vida... ¿Realmente desconocía esta información, señora Myoui? —cuestionó Sunmi con un claro notorio de molestia en su tono de voz—por lo que he leído, tiene dos hijos, ¿Verdad? Ambos menores de edad—continuó con su información logrando llamar la atención de las jóvenes absorbidas en su tristeza—su estado civil nos dice que está casada, pero su esposo no vive con usted, ¿O me equivoco?
Sachiko se sentía tan abrumada por las palabras de ambas mujeres que no tuvo más remedio que asentir con su cabeza.
—¿Qué sucede? —preguntó Nayeon en el momento que se percató de aquella agresiva actitud que estaba tomando la pelinegra frente a la mujer mayor—¡Hey! ¿Qué les sucede? No se dan cuenta que ya está lo suficientemente preocupada por el estado de Mina—increpó a la vez que pasaba uno de sus brazos por sobre los frágiles hombros de la mujer destruida—dejadla en paz.
—Por favor, no te metas, esto es realmente serio—bramó Sunmi, quien no tenía temperamento para las situaciones donde menores de edad se veían envueltos en malos tratos—Señora Myoui, tenga—habló estirando un sobre para que la mencionada fuese capaz de aceptarlo—una orden con el juzgado, me temo darle la noticia que tendremos que llevarnos a sus hijos a un hogar de menores por lo que dure la investigación.
Nayeon jadeo mientras que Momo mantenía su ceño fruncido, sintiéndose completamente perdida por lo que estaba sucediendo.
En cambio la señora Myoui, aceptó el sobre sintiendo sus manos temblar como también sus muslos, el pánico y la agonía por perder a sus polluelos cada vez se intensificaba más.
—Buenas tardes—se despidió Sunmi haciendo una referencia sin antes observar con una gran satisfacción envuelta en su mirada, como la mujer frente a ella quedaba completamente destrozada—intentaremos contactarnos con su esposo, quizás él pueda hacerse cargo de sus hijos.
Y aquel instante, fue el momento en que Sachiko deseó morir, cualquier cosa era mejor que observar como sus bebés se iban con el verdadero monstruo.